Guatemala: el TLC y el agua, recurso estratégico

Idioma Español
País Guatemala

En el siglo XXI y en los venideros, el agua se ha transformado en el recurso estratégico de mayor importancia para la vida humana

En manos de las transnacionales apoyadas por sus respectivos gobiernos, se ha convertido en una mercancía, algo sujeto a la oferta y a la demanda del mercado, cuando tendría que ser un bien social, que pertenece a la humanidad y tendría que estar a su servicio. Tal como está planteado por Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio, TLC, (DR-CAFTA) dejaría a nuestro país sin control alguno sobre sus recursos naturales estratégicos.

La ley de implementación del TLC no lo dice claro, pero la parte ambiental, y, concretamente el artículo 79, indica que se reforma el artículo 33 de la Ley de Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente y sus Reformas, según, para su mejoramiento; sin especificar en que consisten esas mejoras. Unicamente plantea algunas generalidades administrativas, en las que el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, asumirá de manera discrecional, la gravedad de la agresión al medio. También indica las multas que se tendrán que poner a los transgresores, entre mil y un millón de quetzales (US$131 mil aproximadamente). Cualquier degradación ambiental y destrucción de la flora y la fauna, por muy grave o grande que sea, no pasará del pago de un millón de quetzales.

Conociendo cómo se han manejado ese tipo de recursos en manos de administraciones pasadas, nos obligaría a pensar en la forma en que se entregarán nuestros recursos a las trasnacionales; igual que se ha entregado el petróleo, el níquel, el oro y otros recursos a cambio de nada, y sin lograr el desarrollo del país.

Quizá el ejemplo del Area de Libre Comercio de las Américas, ALCA, nos puede ilustrar de lo grave del problema. Si bien se hace mucho hincapié en el tema de los aranceles; lo que tiene de gravísimo el ALCA son los capítulos referidos a inversiones, ya que prevé mecanismos que aseguran a las empresas transnacionales acceder en un país, por ejemplo, a la salud, a la educación, y también a los insumos en materia prima.

Considerando el agua, una materia prima, se determina que los gobiernos puedan tener políticas de protección ambiental siempre y cuando no impidan las inversiones y el comercio; y en caso de tener una controversia con una empresa transnacional, esos gobiernos no pueden resolver el conflicto judicialmente en su país, sino que deben aceptar tribunales internacionales, en este caso la Corte Penal de Nueva York.

En el tema de las patentes se reconoce a las multinacionales el derecho a apoderarse de los conocimientos de las poblaciones originarias, de la biodiversidad genética de nuestros bosques y selvas, y poder comerciar con ellos a cambio de que cuando ese producto dé una ganancia se pague una indemnización a las comunidades, a los gobiernos o a las poblaciones donde se encuentran estos bosques y estas selvas, tan indispensables sobre todo para la industria farmacéutica.

Estos elementos implican la entrega del control de todos nuestros recursos naturales estratégicos. Eso no está claro respecto al TLC, porque la norma es muy oscura en ese sentido, pero nuestros recursos naturales, desde luego que estarán en la mira de las trasnacionales, tal como es concebido por el ALCA.

Si el tema es desconocido por parte de los diputados en el Congreso, que se supone deberán aprobar la ley de implementación del TLC; para el ciudadano común y corriente está en chino. Y para las comunidades que tienen que ver directamente con los recursos naturales, es un tema desconocido. Los ignoran, a pesar de que las comunidades campesinas e indígenas tienen una gran conciencia del problema, porque forma parte de su entorno. Para el común de la gente es sorprendente escuchar hablar del agua potable como recurso estratégico y apreciar en su verdadera dimensión cómo estamos cayendo en manos del imperio, que intenta controlar estos recursos ante la inoperancia de los gobiernos y el desconocimiento de la población. De esa manera, las trasnacionales, no van a tomar en cuenta los intereses y las necesidades de las poblaciones locales. Es el mismo problema en la explotación de las plantas de generación de energía eléctrica, donde no se benefician las comunidades donde se encuentran instaladas.

Si vemos el panorama mundial, el problema cobra dimensiones insospechadas. Cada veinte años se multiplica por dos la demanda de agua de la población del planeta. Pero si en 1950 la disponibilidad per capita de este recurso natural era de 17.000 metros cúbicos, a finales de la década del 90 era tan sólo de 7.000.

Incluso, en la actualidad, más de treinta estados padecen problemas de escasez de agua, un bien de acceso difícil para más de mil millones de personas. Según datos suministrado por la ONU, dentro de 21 años unas 3.500 millones de personas padecerán escasez de agua potable.
Los científicos más pesimistas estiman que esa carencia afectará a 7.000 millones de niños, mujeres y hombres. Estos científicos, ya lo advirtieron: “basta con echar una mirada a los mapas hidrológicos del mundo para darse cuenta de la magnitud del problema que se avecina y para entender por qué el agua potable es el nuevo recurso estratégico. Nuestro continente, con el 12% de la población mundial, encierra el 47% de las reservas de agua potable de superficie y subterránea del mundo.”

Si esta realidad no se modifica para el año 2025 las dos terceras partes de la población mundial se verán afectadas por problemas vinculados con este recurso. El agua, a diferencia del petróleo, es un recurso que no cuenta con sustitutos. Quién lo controle, controlará la economía universal y la vida del planeta. Debajo de la superficie de Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina se encuentra el acuífero Guaraní, la tercera reserva de agua potable del planeta. Estados Unidos ya puso sus ojos en el acuífero sudamericano y militariza la zona de la Triple Frontera para asegurarse su control y comercialización. Y tal como lo hizo en Irak con el petróleo, estaría dispuesto a utilizar la fuerza, si fuera necesario, para tener el control de esos recursos. Mientras tanto, agota las posibilidades que le brindan los tratados regionales.

No solo en el plano militar se prepara Estados Unidos para apoderarse de esos recursos naturales. Estos temas también están presentes en la negociación de acuerdos comerciales, por eso, agota las posibilidades que le brindan los tratados regionales, entre los que está la Organización Mundial de Comercio, OMC, y como ya hemos mencionado, en el ALCA. Incluso, utilizando variantes, como la apropiación de amplios recursos hídricos, a través de compras de tierras con recursos naturales.

El Tratado que se debate en este momento en el Congreso; no necesariamente negociado por tener conciencia de los graves problemas que se avecinan, podría tener el inconveniente de que el tema del agua pase desapercibido. Según nuestra cultura, tenemos “tanta” agua en Guatemala, que el tema tiene una importancia secundaria, al grado que no nos importa contaminar y desperdiciar este recurso. Sin embargo, sin que nos demos cuenta y mucho menos los Padres y Madres de la Patria, puede que la batalla la estemos perdiendo, y se haya cedido ante los intereses norteños, con la misma facilidad que se cedió ante la empresa transnacional Montana. Se debe tomar en cuenta algo que los estrategas ya pronosticaron: “las próximas confrontaciones mundiales, serán por el agua”.

Rebelión, Internet, 13-5-06

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