Los transgénicos en Uruguay

Idioma Español
País Uruguay

En Uruguay se cultivan transgénicos desde hace varios años. La mayoría de las veces, los consumimos sin saber que lo son, ya que no hay una ley que obligue a las empresas a detallar en los envases que ese alimento ha sido modificado genéticamente

 

Los transgénicos u Organismos Genéticamente Manipulados (OGM) no sólo impactan en nuestra salud, sino también en la economía, el ambiente y la sociedad en general.

 

¿Qué son los alimentos transgénicos?

 

Llamamos transgénicos a los alimentos que fueron producidos a partir de un organismo modificado genéticamente mediante la ingeniería.

 

Dicho de otra forma, es aquel alimento obtenido de un organismo al que se le incorporaron genes de otro, con el objetivo de producir una característica determinada.

 

Pueden ser plantas, animales o microorganismos que no existen en la naturaleza, y que han sido creados artificialmente.

 

 

En la actualidad tienen mayor presencia los alimentos procedentes de plantas transgénicas como el maíz, la cebada o la soja.

 

 

¿Desde cuando existen este tipo de alimentos en nuestro país?

 

 

En Uruguay fueron introducidos en el año 1998 con la soja RR, resistente al herbicida Roundup.

 

 

En esa oportunidad la sociedad civil en su conjunto, la Universidad de la República y las gremiales agropecuarias no tuvieron la oportunidad de discutir el tema.

 

 

La soja transgénica, según la ONG Redes y Amigos de la Tierra, se introdujo sin consultar ni evaluar sus riesgos.

 

 

Desde su incorporación se registró un aumento sustancial en el área sembrada y en la siembra.

 

 

Se estima que ya superó una superficie de 300.000 hectáreas, desplazando a otros cultivos como el trigo, la cebada y el sorgo.

 

 

La soja es cultivada para su exportación a Europa y Asia como alimento para animales y es utilizada en Uruguay en alimentos procesados, como el aceite, la carne y leche de soja y los alfajores, entre tantos otros.

 

 

Los demás productos transgénicos que se cultivan en nuestro país son dos variedades de maíz: el MON 810 de la empresa Monsanto, introducido en el año 2003, y el Bt 11 de Syngenta, incorporado a partir del año 2004.

 

 

Los tres alimentos manipulados genéticamente están autorizados para el consumo directo.

 

 

¿Qué objetivos se persiguen a través de éstos alimentos?

 

 

Los caracteres introducidos mediante ingeniería genética en especies destinadas a la producción de alimentos buscan el incremento de la productividad.

 

 

Por ejemplo, mediante una resistencia mejorada a las plagas.

 

 

Se desarrolla en varias partes del mundo un paquete de agroquímicos: insecticidas, plaguicidas, fungicidas y fertilizantes, con el objetivo de lograr el crecimiento de los cultivos más rápido de lo habitual. Incluso hay quienes introducen características nuevas.

 

 

Cuando comenzó a conocerse la existencia de los alimentos transgénicos, muchos científicos justificaron la manipulación genética con el argumento de que estos alimentos terminarían con el hambre mundial. Estamos esperando todavía…

 

 

¿Quién fue el primero en declarar estos productos?

 

 

En el año 1994 se comercializó el primer Organismo Genéticamente Manipulado (OGM) en Estados Unidos.

 

 

Dos años más tarde, se sembró 1 millón de hectáreas de OGM en el mundo, concentrándose la mayor parte en Estados Unidos.

 

 

Diez años después se constataron 80 millones de hectáreas sembradas principalmente en Estados Unidos, Canadá y Argentina.

 

 

Pablo Galeano, integrante de la ONG Redes y Amigos de la Tierra, dijo a El Espectador que la controversia sigue centrada en los beneficios y riesgos de estos cultivos.

 

 

“Hay mucha incertidumbre con respecto al impacto que pueden causar o no en los seres humanos. Hay un concepto sobre equivalencia sustancial, que quiere decir que un maíz transgénico y uno no transgénico son sustancialmente lo mismo. Pero hay varias pruebas, por ejemplo con ratas, en donde se vio que el desarrollo del hígado, del bazo o la tasa anual de reproducción después de varias generaciones no es la misma si los animales se alimentan con transgénicos”.

 

 

Las técnicas de “mejoramiento” utilizadas para crear transgénicos son totalmente diferentes de las técnicas tradicionales de selección y cruzamiento.

 

 

En el caso de los transgénicos, los científicos modifican la esencia misma de los seres vivos al manipular su genoma. Toman genes de una especie y los ponen en otra.

 

 

Legalmente en Uruguay tenemos tres cultivos transgénicos aprobados: la soja RR y el maíz MON 810 y BT11. Pero la realidad es mucho más compleja que esto.

 

 

De acuerdo a la Cámara de Semilla del Uruguay, durante 2005 entraron al país 95.000 toneladas de maíz como grano desde Argentina.

 

 

Esas semillas fácilmente podrían haber sido de las variedades de maíz transgénico aprobadas en Argentina (maíz RR y GA 21).

 

 

El maíz que entra como grano, en principio, es sólo para alimentar a los animales, pero es muy probable que una parte de éste sea plantada.

 

 

¿Cómo sabemos si estamos ante un alimento transgénico?

 

 

Actualmente no sabemos, porque en las etiquetas de estos alimentos no está indicado su origen. Sin embargo, hay información disponible que puede ayudarnos a elegir.

 

 

De acuerdo al Instituto Nacional de Semillas, toda la soja plantada en Uruguay es transgénica.

 

 

También tenemos maíz dulce transgénico, que es usado para el consumo directo, y maíz para alimentar a los animales (cuya carne, huevos o leche es luego consumida por la población).

 

 

Los cultivos transgénicos necesitan más insumos artificiales que las variedades de cultivos locales.

 

 

Si queremos eliminar el uso de agrotóxicos en la agricultura, debemos usar variedades locales adaptadas a las condiciones del clima y los suelos de la zona.

 

 

Las principales empresas transnacionales que controlan los transgénicos son: Monsanto, Cargill, ADM, Bungue and Louis Dreyfuss.

 

 

Estas empresas, además de controlar casi el 100% de las semillas transgénicas, controlan el 60% del mercado de agrotóxicos, el 80% de la biotecnología del mundo, el 23% del mercado de las semillas no modificadas, el procesamiento, la distribución y la venta de los alimentos.

 

 

“Hay técnicas de ingeniería genética donde se rompen ciertas barreras biológicas, porque el mejoramiento genético está limitado ya que se pueden hacer cruzamientos entre especies y variedades sexualmente compatibles. Con la ingeniería genética se pueden insertar genes de una especia a otra sin que sean sexualmente compatibles. Esto implica una serie de procedimientos y cada una de esas etapas está patentada, por lo tanto para desarrollar y liberar un producto transgénico hay que ser dueño de un montón de patentes. Esa es una de las limitantes principales para que los países puedan liberar al mercado sus propios transgénicos”.

 

 

Galeano habló además de la degradación y compactación de suelos por su uso continuado (sin rotación) para la producción de soja y la consiguiente aplicación de crecientes cantidades de fertilizantes químicos, herbicidas y otros agrotóxicos.

 

 

América Latina es la región con mayor biodiversidad agrícola del mundo, capaz de producir alimentos y alimentar a toda su población, además de exportar.

 

 

Sin embargo, en varias zonas de la región se utilizan agrotóxicos altamente contaminantes que afectan negativamente el suelo, el agua y, como consecuencia, la salud de la gente.

 

 

Se considera necesaria una evaluación seria de los impactos económicos, sociales y ambientales que ha causado la introducción legal e ilegal de estos cultivos.

 

 

Es fundamental el etiquetado obligatorio de los alimentos que contengan transgénicos o sus derivados para que se respete el derecho a saber y elegir.

 

Espectador, Internet, 2-8-10

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