Los transgénicos representan riesgos para la salud: OMS

Recomienda examinarlos para comprobar que no dañan al hombre y a la naturaleza. Las evaluaciones deben incluir aspectos de orden social, cultural y ético, subraya

Los alimentos transgénicos representan riesgos potenciales para la salud y el desarrollo, por lo que antes de permitir su comercialización deben ser sometidos a evaluaciones de inocuidad y de esta forma prevenir daños al bienestar físico del ser humano y al medio ambiente, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el informe Biotecnología moderna de los alimentos, salud y desarrollo humano: estudio basada en evidencias, que el organismo internacional pidió elaborar al Departamento de Inocuidad Alimentaria para establecer una base de conocimiento sobre la aplicación de esta nueva tecnología en los alimentos, también hay un reconocimiento de que los organismos genéticamente modificados (OGM) pueden aumentar la productividad agrícola o los valores nutricionales de los alimentos.

"Puede haber beneficios indirectos como la reducción del uso de químicos para la agricultura, la sustentabilidad de los cultivos y la seguridad alimentaria, particularmente en los países en desarrollo"; sin embargo, "los hallazgos contradictorios sobre dichos beneficios en ocasiones reflejan diferentes condiciones regionales o agrícolas", refiere.

Advierte que el uso de estos productos "puede significar riesgos potenciales para la salud y el desarrollo humano" y explica que esto es porque "muchos de los genes utilizados en los OGM, aunque no todos, no se encontraban anteriormente en la cadena alimentaria, y se teme que la introducción de genes nuevos cause cambios en la estructura genética actual de los cultivos". De ahí la necesidad de "asegurar una vigilancia a largo plazo para detectar precozmente cualquier posible efecto perjudicial".

Sobre este punto considera "probable" que los alimentos genéticamente modificados que están en el mercado, y que ya superaron evaluaciones de riesgos, no representen amenaza para la salud humana, pero no lo asegura.

El texto recuerda que el primer alimento de este tipo fue introducido en el mercado a mediados de la década de los 90 y paulatinamente han entrado diversas variedades de soya, maíz, colza, algodón, papaya, papa, arroz, calabaza, tomate y remolacha azucarera. Estos cultivos cubren actualmente alrededor de 4 por ciento de la tierra sembrada en el mundo.

En muchos países, refiere, las consideraciones sociales y éticas pueden causar resistencia a modificaciones que interfieran con los genes; "estos conflictos por lo general reflejan temas más profundos relacionados con la interacción de la sociedad humana y la naturaleza, temas que deben tomarse con seriedad".

Reconoce que hay regiones en las que los alimentos son "sin ninguna duda considerados parte de la identidad histórica y la vida social, el escepticismo hacia los alimentos genéticamente modificados no está necesariamente vinculado con el tradicionalismo ni con la falta de conocimiento sobre esta nueva tecnología. Las investigaciones sobre la percepción del público indican que el consumidor escéptico reconocerá argumentos tanto en favor como en contra de estos alimentos".

El estudio recomienda que en el futuro se "amplíe el alcance de las evaluaciones de OGM para incluir consideraciones de orden social, cultural y ético", con el propósito de que no se produzca lo que denomina una "brecha genética" entre los grupos de países que permiten el desarrollo, cultivo y comercialización de estos productos y los que no los aceptan.

Precisa que en 2004 el área de cultivos OGM desarrollados comercialmente en todo el planeta fue de 81 millones de hectáreas, cultivadas por 7 millones de agricultores en 18 países desarrollados y en desarrollo, y acota que son siete las naciones que cultivaron 99 por ciento del área mencionada.

El primer lugar lo ocupó Estados Unidos, con 47.6 millones de hectáreas, lo que representó 59 por ciento del total; le sigue Argentina con 16.2 millones de hectáreas, esto es 20 por ciento; luego Canadá con 5.4 millones de hectáreas, 6 por ciento y después Brasil con 5 millones de hectáreas (6 por ciento). En el cuarto lugar estuvo China con 3.7 millones de hectáreas, lo que representó 5 por ciento del total global; en quinto, Paraguay, con 1.2 millones de hectáreas, es decir 2 por ciento, y por último Sudáfrica, con 0.5 millones de hectáreas, que representaron uno por ciento, refiere la investigación.

Asimismo indica que de 1994 a 2004 la cantidad de hectáreas cultivadas con OGM ha crecido de manera constante. Así mientras en 1995 era menor a un millón de hectáreas, en 1997 ya eran casi 10 millones; en 1999, cerca de 40 millones; en 2001 casi 50 millones y en 2002 prácticamente 60 millones de hectáreas.

De igual forma destaca que durante los pasados nueve años la tolerancia a herbicidas fue la característica dominante para los cultivos de OGM comerciales, seguida por la resistencia a insectos.

La Jornada, México, 28-6-05

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