México: cocinar, un acto de amor entre el pueblo mexicano de Michoacán

Idioma Español
País México

Las mujeres son protagonistas de ritos milenarios

Hay una zona en México donde el fogón sigue ardiendo todos los días para reunir a las familias a su alrededor; donde hacer la comida sigue siendo un rito y, como dicen las mujeres de esta región mexicana, Michoacán, “cocinar es un acto de amor”. Y así lo ha reflejado el reconocido fotógrafo mexicano Adalberto Ríos Szalay, en su libro “Paranguas, hogar de manjares michoacanos”.

México, uno de los países más ricos en paisajes, desde bosques, playas, volcanes, o selvas, es también uno de los países con mayor diversidad cultural en el mundo. Desde la moderna y trepidante capital D.F. hasta las zonas más recónditas, en el antiguo reino eminentemente azteca se pueden hallar costumbres ancestrales que han perdido ya todo su vigor y dinamismo en la mayor parte del planeta.

El prestigioso fotógrafo mexicano Adalberto Ríos Szalay, amante de su país, ha cultivado el arte de saber reflejar con su cámara no sólo el colorido de sus pueblos sino el espíritu de unas culturas que mantienen en sus costumbres diarias las tradiciones milenarias que se han ido transmitiendo de generación en generación, aún a costa de la coca-cola y de las hamburguesas que parece que quieren introducirse entre los más jóvenes de ellos.

Adalberto Ríos, de 62 años, reparó en Michoacán, una de las regiones más ricas de México, esencialmente femenina y donde confluyen culturas, paisajes y gentes que alcanzan un alto índice de longevidad. Allí se entrevistó con 18 comunidades indígenas y se entrevistó con 25 grandes de la cocina, de las que aprendió el sentido de la mezcla de sabores y sus propiedades curativas, además de la importancia que adquiere para las mujeres de Michoacán la tarea diaria de mantener el fuego y alimentar a los suyos.

Mujeres, protagonistas de ritos milenarios.

Este consagrado fotógrafo acaba de presentar en Madrid este volumen titulado “Paranguas, hogar de manjares michoacanos”, en un acto en el que el autor estuvo acompañado por el embajador de México en España, Gabriel Jiménez Remus, y por los Secretarios de Turismo Rodolfo Elizando (de México) y Jaime Genovevo Figueroa (Michoacán).

Fotógrafo dedicado a registrar la biodiversidad, la pluriculturalidad y el patrimonio de América Latina a lo largo de las tres últimas décadas, Ríos de Szalay señaló que ha querido “dar de una visión más profunda de la cultura de la región michoacana mediante el testimonio de sus mujeres, auténticos protagonistas de estos ritos milenarios”.

Amantes de la naturaleza, las mujeres purépechas utilizan los productos que ofrece cada época del año para realizar sus guisos. La alimentación sigue el ritmo de las estaciones. En tiempos de aguas serán los variados quelites más nutritivos en algunos casos que las espinacas o las acelgas. O las flores de calabaza, hijas del sol, que toman de sus colores el amarillo y el naranja al abrirse al calor de sus primeros rayos. En la zona boscosa el de la región purépecha crece un sinnúmero de hongos entre los que el conocimiento de sus habitantes clasifican más de 40 como comestibles. Frijoles, calabaza y chile, además del principal de todos ellos, el maíz, componen el innumerable almacén natural de los purépechas.

El amor hacia la naturaleza de las "tzitziquies".

Su amor por todo lo natural les lleva a limpiar los lagos de sus paisajes y consideran que un hogar sin flores no es casa, no en vano, las mujeres tienen el nombre de tzitziquies, que en purépecha significa flores.

Compartir la comida es otra característica de la región purépecha. No es difícil que una mujer sepa preparar comida incluso para trescientas personas. Suele hacerse con la colaboración de parientes y amigas, que se organizan con motivo de las fiestas del ciclo de vida: boda, nacimiento, bautizo, quince años, cumpleaños y aún para acompañar a los deudos de quien se ha muerto.

- Adalberto, ¿qué significa Paranguas, término con que da título a su libro?.

-- El término Paranguas que da título al libro significa “hogar”, el del fuego que calienta la comida y el de las familias que se reúnen en torno a él, especialmente para estas mujeres cocineras-sabias que no poseen otro dios que el fogón. Pero no se trata de una concepción machista, sino todo lo contrario, entre estos pueblos es la mujer la que tiene un papel preponderante. Michoacan significa en purépecha “lago que tiene mucha pesca”, con lo cual desde el principio es una referencia gastronómica.

- ¿En que fundamentos se basa el arte culinario de los pueblos de Michoacán?.

-- La alimentación purépecha es fundamentalmente natural. Sus mujeres recogen lo que les ofrece la naturaleza en cada época del año, desde los condimentos, las especias o las frutas y hortalizas. Son comidas en las que no se utilizan grasas a excepción de algunos platos que contienen pequeños trozos de cerdo, y requieren largos periodos de cocción. Son procedimientos artesanales que ellos juzgan más adecuados para su economía, salud y nutrición, y dan testimonio de ellos los notables casos de longevidad alcanzados en esta región. Además, para estas mujeres se trata de un acto de amor hacia sus hijos y los suyos. Es tan respetado que cuando los hombres pasan al lado de estos fogones se quitan el sombrero.

Sopas para gente "huevona".

- ¿Usted cree que no interferirá al cabo del tiempo la cultura norteamericana entre las costumbres de estos pueblos?.

-- Creo que en el mundo entero estamos viviendo una pérdida de muchas de las tradiciones que tanto preocupan a la Unesco y por eso se plantean proteger la diversidad creativa. Creo que es un drama lo que sucede. En Michoacán, las mujeres rechazan los transgénicos en la penetración de la agricultura y están peleando por la limpieza de sus lagos. Hay quienes han intentado introducir alimentos extranjeros como por ejemplo las sopas japonesas que ellas les llaman comida de gente ‘huevona’. Pero, obviamente, los niños también son sujetos víctimas de esa cultura y ya hay signos de esa mediatización.

- En sus fotos no sólo muestra la rica y variada diversidad de la cultura culinaria de Michoacán, también muestra el colorido y espectacular modo de vestir de sus gentes.

-- Las mujeres de Michoacán se visten de esta forma no por dar el paseíllo frente al fotógrafo, sino que se visten así todos los días y así están en sus casas y en la vida diaria. Tienen su propio dios que está en la cocina. Pero hay un gran problema de inmigración por el que se está perdiendo mucha población y hay que tratar de buscar la manera de conservar estas tradiciones, no como un aspecto museístico momificado sino como una cultura viva.

OC Excelsior, Internet, 7-3-06

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