México: la siembra experimental de maíz transgénico es ilegal

Idioma Español
País México

Al iniciar marzo se anunció que se había dado luz verde a la siembra experimental de maíz transgénico. Acompañado de una gran campaña propagandística, Felipe Calderón publicó en el Diario Oficial de la Federación el 6 de marzo un escueto decreto que reforma el reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM)

Parece que con la distorsionada información que emiten en su mayoría los medios de comunicación se pretende engañar sobre la ilegalidad que comete con esta reforma y el verdadero objetivo de la misma.

La siembra de maíz transgénico sigue siendo ilegal en México y no es con decretos presidenciales que se puede evitar el cumplimiento de las leyes. Recordemos que Fox lo intentó en los últimos días de su sexenio, al publicar dos decretos para permitir la siembra de maíz transgénico, pero no es suficiente el deseo presidencial para pasar por alto la ley y los intereses de una nación.

Ahora con un decreto presidencial de nueve artículos el Ejecutivo intenta concluir la consulta convocada en abril de 2008 por la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) sobre el Régimen de Protección Especial del Maíz (RPEM). Este es un subterfugio para ignorar los argumentos sólidos que sustentan miles de comentarios emitidos y las recomendaciones que científicos de gran reconocimiento vertieron en la consulta.

El RPEM es un instrumento de bioseguridad asentado en la Ley de Bioseguridad en su artículo segundo, sin embargo con esta reforma al Reglamento se pretende desaparecerlo. El artículo 73 de la reforma dice “Las actividades relacionadas con la protección especial del maíz contarán con un apartado específico en el Sistema Nacional de Información sobre Bioseguridad”. El problema es que se reduce un mandato de la Ley a un apartado en un sistema de información.

Cuando se discutió la LBOGM fue claro el propósito de la inclusión de esta figura en la legislación: establecer “(…) cultivos de los cuales México sea centro de origen, en especial del maíz, que mantendrá un régimen de protección especial”. En la interpretación de algunos juristas, este es un régimen de excepción similar a los fiscales, en el que se entiende que el maíz queda al margen de la experimentación con transgénicos.

Además de la ilegalidad de la anunciada siembra experimental de maíz transgénico, la posible autorización es muy preocupante a la luz de la situación del maíz en México y lo que sucedería en la práctica con este supuesto “banderazo”. En el año reciente se ha reportado la presencia de diversos transgénicos que carecen de autorización en cultivos de maíz, en zonas que utilizan semilla híbrida como Chihuahua, y en regiones con maíz nativo (criollo) como Oaxaca, Chiapas y el mismo Distrito Federal. Esto se ha documentado por científicos en prestigiadas revistas internacionales, que han dado la vuelta al mundo en diversos medios (Le Monde, BBC); por organizaciones de la sociedad y por el mismo gobierno.

La contaminación de los campos de maíz en México con transgénicos se ha difundido a pesar de la moratoria y de la ilegalidad que implica. La situación no tiene precedentes en un país centro de origen y menos con su alimento básico. No sabemos cómo llegaron los transgénicos a los predios, lo que puede suponerse es que, una vez sembrados en Estados Unidos e importados a México como grano sin etiquetado, han llegado semillas transgénicas viables a los campos de los agricultores sin que ellos lo hayan advertido. Pero de esto no podemos culpar a los productores y campesinos cuando el gobierno no obliga a las compañías a segregar sus semillas transgénicas de las no transgénicas y a etiquetarlas en cada caso. La contaminación también pudo haber llegado en los híbridos importados de Estados Unidos, que distribuye el mismo gobierno; otra posibilidad es que la contaminación haya ocurrido por el polen de plantas sembradas en el otro lado de la frontera o de plantas de maíz transgénico que se han escapado de cargamentos o que han llegado a las tiendas rurales.

Podría pensarse que ante la imposibilidad legal de sembrar maíz transgénico en México, las corporaciones, que son las más interesadas en su autorización, se dedicaron a difundir esta semilla de manera subrepticia.

No sería extraño que “coincidentemente” los mismos maíces transgénicos con los que se quiere experimentar (25 eventos de empresas privadas, según ha dicho la prensa) sean los mismos que se han encontrado contaminando los campos.

Si con la situación existente y la falta de control se liberara maíz transgénico en fase experimental, se perdería la oportunidad de saber qué transgenes están ahora sembrados de manera ilegal, o cómo se difundieron, pero sobre todo se aumentaría el riesgo de contaminación y su reversión sería cada vez más difícil. Más que ir al fondo del problema, se está actuando a la ligera en respuesta a intereses de algunas empresas, más que del interés público y de la bioseguridad de México, legalizando la contaminación.

El asunto es muy delicado para los miles de productores de maíz pues enfrentarían un escenario en el que estas empresas los demandarían y les exigirían el pago de regalías por el uso de su tecnología insertada de manera involuntaria en su maíz. Esto significaría la privatización del maíz por la vía de la contaminación y con ello el desmantelamiento de un robusto y crucial sistema colectivo y público de recreación y mantenimiento y de la diversidad genética del grano.

Y todavía más peligroso es para los millones de consumidores de maíz, que tendríamos que comer forzosamente maíz transgénico de manera directa en nuestros alimentos. Se ha dicho que ya consumimos el maíz transgénico que se importa, pero éste es el amarillo que se destina principalmente a la industria y al alimento para ganado. Esta legalización en la situación actual significaría perder el control sobre la calidad del maíz blanco que usamos en nuestra alimentación en forma de tortillas, tamales, elotes, etcétera; con el riesgo adicional de que pudieran ser maíces para uso industrial o farmacéutico, los cuales no pueden ser consumidos como alimento. Urge determinar el tipo de transgenes presentes en las parcelas contaminadas detectadas hasta ahora.

Todavía peor podría ser para la humanidad el perder la posibilidad de contar con el reservorio genético del maíz mexicano, el más grande e importante del mundo y crucial para la seguridad alimentaria futura. Esto pasaría si se sigue contaminando el centro de origen del maíz. Por la importancia de los centros de origen es que se han mantenido libres de transgenes en todo el mundo.

Los mexicanos tenemos derecho a consumir maíz libre de transgénicos como lo han demandado los pueblos que consumen trigo, razón por la cual no hay en el mercado trigo transgénico. También los campesinos tienen el derecho de sembrar el maíz sin pagarle a nadie por eso; por el contrario. son ellos quienes de manera generosa y sin cobrar han brindado al mundo este maravilloso cereal. No permitamos que lo expropien los intereses de unas cuantas empresas a cambio de dinero y bajo el servilismo de algunos que se beneficiarán con esos recursos.

Es urgente asumir una postura decidida para revertir la situación y proteger nuestro maíz; los apoyos a los productores son fundamentales pero no pueden comprar voluntades. Es indispensable un debate amplio y con los mejores especialistas en bioseguridad, biología de maíz y biotecnología del mundo; con los destinatarios directos de esta tecnología: productores y campesinos; con las organizaciones de la sociedad: ambientalistas, de derechos humanos y de consumidores; sobre la conveniencia de esta tecnología frente a la riqueza inconmensurable de uno de los principales patrimonios de México: el maíz.

“Semillas de Vida”

La Jornada del Campo, México, 12-5-09

Comentarios