Nicaragua: veneno en el agua

Idioma Español
País Nicaragua

Un biólogo encontró seis tipos de venenos en la fuente del agua que consumen los matagalpinos. ¿Cómo llegaron a esas aguas estos venenos prohibidos en Nicaragua desde hace seis años? Peor aun: ¿Se está envenenando una ciudad sin que nadie tome acciones para remediarlo?

Un biólogo dio la alarma. Tomó muestras de agua en la represa del río Aranjuez, de Matagalpa, y para su asombro encontró seis tipos de venenos diferentes en el líquido que los lugareños utilizan para consumo doméstico.

El agua que baja del río en la reserva silvestre del Cerro Arenal, contiene agroquímicos de los llamados “malditos” que podrían provocar enfermedades severas como cáncer en diversos órganos o, en el peor de los casos, la muerte.

Las autoridades de Matagalpa ya fueron advertidas, pero hasta ahora tratan de apaciguar a la gente en un intento por evitar que el tema de contaminación explote y se les escape de las manos.

A partir de la muestra de agua de esa “represa bonita” que tomó el biólogo Gustavo Adolfo Ruiz, se conoció que el río Aranjuez poseía seis sustancias consideradas entre las más tóxicas del mundo: DDE (derivado del DDT), Endrín, Dieldrín, Lindano, Heptacloro y Heptacloro-epóxido. ¿Cómo llegaron esas sustancias prohibidas en el mundo a una reserva natural?

La fuente está contaminada. Los índices son mínimos, pero estos agroquímicos tienen una característica enemiga de los seres que logran ingerirlos a través de alimentos o líquidos: se alojan en la grasa y se acumulan. Y para mayor desgracia, una vez que se consumen no son liberados fácilmente ni siquiera por la orina. Muchos los creían extintos en el país, pero todo parece indicar lo contrario.

“Eso me asustó”, dice Ruiz. “Son peligrosos, altamente tóxicos. Aunque están en el agua no se disuelven fácilmente”. ¿Cómo llegaron esos agroquímicos prohibidos a la reserva? La respuesta tiene una pizca de especulación y otro tanto de antecedentes.

Para la bióloga Valeria Delgado, del Centro para la investigación en recursos acuáticos de Nicaragua (Cira-Unan), “cuando uno encuentra concentraciones altas (de agroquímicos) en un cuerpo de agua, es porque son de uso reciente, dependiendo del tiempo de vida que tiene cada uno de esos plaguicidas”.

Podría ser que además de utilizar esos plaguicidas, los productores aún mantienen la práctica de lavar las bombas de fumigación en el propio río y quizás en el momento que el biólogo Gustavo Adolfo Ruiz obtuvo sus muestras, haya ocurrido una situación similar.

Sin embargo, un análisis del año 2005, realizado en sedimento de la misma zona de Aranjuez, refuerza la contaminación y el uso de estos químicos conocidos como la “docena maldita” en la reserva.

“Yo tomé esa muestra el 13 de marzo (2007). Buscando en la bibliografía, encontré que el 1 de diciembre del 2005, una investigadora que se llama Silvia Elena Hernández, tomó agua del mismo lugar y además tomó muestras de sedimentos”, recuerda Ruiz.

La diferencia entre una muestra de agua y otra de sedimentos es que esta última demuestra una contaminación que viene de hace mucho tiempo.

Comparando los resultados, Ruiz conoció que la concentración de DDE, un derivado del famoso DDT, se había triplicado desde el 2005.

“Quiere decir que hay algo que lo incrementa. Todavía está a nivel de trazas (concentración apenas detectable), pero estamos a tiempo para rectificar una situación peligrosa. No hay ninguna razón para esperar”, reclama Ruiz.

En Matagalpa, las autoridades recibieron la noticia por rebote. El biólogo, alarmado por los resultados del análisis, hizo lo que considera su “deber ciudadano”. Presentó copia del análisis de laboratorio ante el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (Marena), en Managua. También informó a la Alcaldía de Matagalpa y a la Procuraduría Ambiental.

“Los resultados eran para alarmarse. El Alcalde de Matagalpa decía que se suspendiera el abastecimiento. Pero se hicieron los muestreos (otra vez) y no era tan así. Lo que pasa es que de repente puede haber una descarga (de agroquímicos) por alguien que lavó bombas de mochila, a lo mejor en ese momento el muchacho hizo el muestreo y los resultados salieron disparados”, comenta Gladis Palacios, responsable de la unidad de promoción empresarial de la empresa Aguadora de Matagalpa (AMAT) y coordinadora la Comisión Ambiental Municipal.

El delegado del Marena en ese municipio, Abdul Mayorga, califica como “muy escandaloso” el informe realizado por el biólogo que trabaja con organizaciones que luchan contra los agroquímicos y los transgénicos en Nicaragua (Rapal-LA/Gpae).

“Incluso, en la delegación vimos que no fue lo más adecuado que se haya ido para Managua, habiendo una delegación aquí”, dice Mayorga.

“La ministra (Amanda Lorío en aquel entonces) nos orientó una serie de cuestiones y nosotros hicimos los estudios. La parte donde él tomó las muestras, es la parte donde cae todo”, agrega el delegado.

La versión del delegado del Marena en Matagalpa es que estos agroquímicos se diluyen en el agua y así “se va haciendo mucho más bajo el efecto. Nosotros le exigimos a la empresa Amat que hiciera (estudios) no sólo de agua, sino de subsuelo, de (plaguicidas) organo-clorados, organo-fosforados y carbamatos, y resulta que estaban por debajo de lo permisible”.

El detalle que no contempla Mayorga es que, según los biólogos, los efectos de estos plaguicidas ocurren de manera similar a lo ocurrido con el nemagón, en el occidente del país. Los enfermos aparecen con el tiempo.

¿Y si aparecen en el análisis, significa que los agroquímicos todavía se usan? “No, no se están utilizando del todo. Nosotros como Marena somos durísimos, bueno, a partir del 1 de abril para acá, bajo mi responsabilidad en esta administración. Yo he sido en ese aspecto muy inflexible y no sólo en el área protegida del Arenal, sino en las doce que corresponden a Matagalpa. Si están en las áreas protegidas vamos a abrir procesos administrativos, ya todos están advertidos, sobre todo en Arenal, hemos hecho infinidad de reuniones”, contesta Mayorga.

Sin embargo, los especialistas en la materia no opinan igual. La bióloga Valeria Delgado expone que se ha analizado la presencia de estos plaguicidas organo-clorados o compuestos orgánicos persistentes en el cuerpo humano.

“Se han hecho estudios en leche materna, en sangre, en tejido adiposo, en grasa, de ciertos plaguicidas específicos como el DDT, el Toxafeno, los metabolitos del DDT y se ha encontrado la presencia de ellos en el cuerpo humano y, digamos que de la proporción del contaminante que está siendo transportado en el agua en cierto momento, cuando uno ingiere esa agua, un porcentaje que no se puede especificar porque tal vez no hay un estudio detallado, es lo que se va acumulando en el organismo”, explica Delgado.

Algunas de esas sustancias podrían ser eliminadas a través de la orina, “pero no sabemos qué proporción se elimina. También es más fácil en algunos casos que sean eliminados del cuerpo a través de la leche materna”, explica Delgado, lo que significa una contaminación en cadena, de madre a hijo.

“El agua nace de las montañas de arriba de la reserva. Nos han dicho que no utilicemos endosulfán (en los cultivos), pero ¿quién no conoce el olor a endosulfán? Ese es uno de los químicos más altos, tarda años en disolverse. En las cooperativas que estamos nosotros se ha prohibido, todo lo que es la docena sucia no se puede usar”, cuenta José Ramón Jarquín, inspector interno de Biolatino, una compañía nicaragüense especializada en la certificación de café orgánico en el sector de Aranjuez.

La docena sucia o docena maldita son 12 sustancias que fueron presentadas en el Convenio de Estocolmo auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en el año 2001.

El propósito era eliminar esos productos a nivel global en un plazo de 25 años. En el año 2002, 151 países adquirieron el compromiso, entre ellos Nicaragua, y posteriormente la lista se agrandó a 17 químicos, de los cuales seis ya fueron registrados en el agua de Aranjuez.

Pero lejos de alarmarse, el inspector Jarquín da una excusa que parece común entre los productores de la zona. “Aquí sólo los convencionales (fincas no certificadas) son los que usan la docena (maldita) completa, ellos dicen que no la utilizan, pero como eso tiene un olor que dura hasta ocho días en el ambiente”, es difícil negarlo.

En efecto, en nuestro recorrido por Aranjuez, logramos percibir un olor entre lo tóxico y lo podrido. “Eso son los agroquímicos”, nos dijo Jarquín.

“La vez pasada vinieron unos a inspeccionar el río y encontraron (químicos), pero qué pasa, aquí siembran hortalizas, ahí no más al otro lado, y para el repollo se usan productos pesados como Vertimec. El endosulfán no lo tiran (usan) porque no les combate las plagas. Usan productos más pesados”, comenta el supervisor general de la empresa Helechos de Nicaragua (Nicafer), Irvin Flores.

Y así son las respuestas de los demás productores de la zona, el que tiene la culpa es el de la finca vecina.

La comunidad de Aranjuez está a 143 kilómetros de la capital, entre los departamentos de Jinotega y Matagalpa. Sus pobladores se dedican a trabajar la tierra y entre las actividades que se practican, se cultivan flores, helechos, café y hortalizas.

Helechos de Nicaragua es una de las fincas más criticadas por sus vecinos. Algunos prefieren quedar en el anonimato por miedo a represalias, pero afirman que la contaminación viene de ahí y que la mayor prueba es que sus cultivos están a la orilla del río Aranjuez en un trecho previo a la represa que bombea el agua para potabilizarla y abastecer a por lo menos la mitad de la población en la época más seca del año.

Irvin Flores dice que “en los tiempos pasados, cuando había otros mandos, otros dueños de aquí, utilizaban químicos bastante, pero desde que lo declararon área protegida, se dejó de usar. Todo esto era una finca donde sembraban papa, repollo, zanahoria, todo eso, pero eso era antes, hace más de diez años”.

Ahora, la finca de 18 hectáreas es utilizada para el cultivo de helechos cuero, que se exportan a Costa Rica.

En esta nueva administración, Flores asegura que no usan ningún tipo de fungicida. “De ninguna forma”. El compuesto que manipulan es uno que llaman 12-30-10 (nitrógeno, fósforo y potasio). Y aunque en las instalaciones de la finca hay un cuarto con un letrero que dice “Bodega de agroquímicos”, el supervisor sostiene que lo único que almacenan ahí es tricoderma, “para matar hongos. Lo hacen en la universidad de León”, dice. Lamentablemente, no logramos constatar la información, debido a que Flores dijo no tener las llaves de la bodega.

Juan de Dios Molina, gerente de extensión del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (Inta), explica que el tipo de agroquímicos encontrados en Aranjuez son producto de los “errores que cometemos”.

Y “son tan persistentes en el suelo que todavía siguen apareciendo en las hortalizas y en la fauna, aunque se hayan ocupado hace 15 ó 20 años. Lo que se consume va a la leche y luego al bebé. Tal vez todos esos residuos (de agroquímicos) dejen de aparecer en unos 200 años”, vaticina.

Por su parte, el Ministerio de Agricultura, a través de Sanidad Vegetal, está impulsando campañas, prohibiendo y restringiendo el uso de agroquímicos.

La Comisión Ambiental Municipal realizó recientemente una requisa en la zona urbana, pero no lograron encontrar ni rastros de la docena maldita.

Para Gustavo Adolfo Ruiz es injustificable que un productor diga que no está usando los agroquímicos prohibidos, cuando en realidad alguien lo está haciendo.

“Pero es que no se debe ni usar para eso porque es un área silvestre protegida. Hay una Ley de delitos ambientales, se está transgrediendo el manejo de esa área protegida”, enfatiza Ruiz.

Y agrega que, a pesar que Marena se confía en que los resultados marcan la presencia de agroquímicos por debajo de lo permisible, “no hay límites permisibles para la docena maldita. Para la docena maldita hay una obligación política y moral de eliminarlos por completo porque son bioacumulables. Llega un momento en que ya rebasan el límite permisible, si es que existe. El problema es que de esa agua también beben los pollos, las vacas, se contaminan, nosotros tomamos de esa leche y comemos de esa carne”.

Martha Solano Martínez
Con colaboración de Luis Eduardo Martínez.

in.moc.asnerpal@ognimod

La Prensa, Nicaragua, 30-09-07

 

Comentarios

15/07/2008
Transgénicos, por Arnold
Los transgénicos más temprano que tarde entrarán en serio conflicto con los productos de la evolución natural que es todo lo que exite incluyendo al hombre y su conciencia, es decir, de todo aquello que se ha forjado en armonía con las leyes naturales, en donde lo que no ha podido existir simplemente no existe. Querer enriquecerse aprovechándose de la ignorancia de las personas, es otra cosa.