Odisea contra los Transgénicos

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Markus y Maria Schlegel se han propuesto completar 8.000 kilómetros recorriendo Europa en carro para concienciar sobre la calidad de los alimentos y mostrar que otra alimentación es posible

Podría parecer una estúpida hazaña más de aquellas a las que muchos se lanzan para demostrar la "supremacía" del ser humano. Recorrer 8.000 kilómetros por Europa en 10 meses subidos a un carro de esos que recuerdan a los westerns de los sábados por la tarde tirado por dos percherones irlandeses. Markus y Maria, los Schlegel, llevan ya 4 meses subidos al carro y 2.000 kilómetros entre pecho y espalda pero no lo hacen sólo por amor al arte, o a los carruajes antiguos en este caso.

Con poco que uno se acerque al carromato (sólo su estilo es antiguo porque hasta lleva frenos hidráulicos) puede comprobar que no es otra absurda hazaña de unos iluminados alemanes. El viaje tiene una causa, una quizá poco conocida, o al menos sin un debate en España tan enconado como en otros países europeos: librar las mesas de los consumidores europeos de los alimentos transgénicos y apostar por lo orgánico. "Es algo loco, pero así llamamos la atención y nos recordarán. No sería igual si fuéramos en coche".

Esta semana han atravesado tierras castellonenses. El martes hicieron parada y fonda en la playa de Moncofa y el miércoles salieron camino hacia Sagunto, etapas cortas de unos 20 kilómetros adaptadas a Marc y Paddy, los Irish cob, que todavía son jóvenes para aguantar más. Ya en tierras valencianas, mañana los Schlegel los esperan en la Universidad Politécnica de Valencia para dar una charla y el martes mantendrán una reunión con agricultores. Es la parte importante del viaje.

"Con toda la información que estamos recogiendo pensamos escribir un libro cuando volvamos. Lo interesante del viaje es ayudar a esos agricultores que están apostando por lo orgánico a organizarse y poder ser una alternativa", aseguran.

Maria lo sabe bien, como masajista terapéutica en Alemania trabaja en una gran clínica. "Yo conozco el problema de la comida desde la parte médica. Allí viene mucha gente a desintoxicarse, porque no lo saben, pero es el primer paso para librarse de muchos dolores".

Por ahora, la experiencia del carro (hecho especialmente para el viaje) no ha deparado mayores problemas a los Schelgel que las inclemencias del tiempo y las incomodidades de vivir siempre "con la puerta abierta", dos caballos y un perro en una granja itinerante. "La gente por ahora ha sido muy amable y la Policía española, sobre todo los locales, se están portando muy bien y nos echan una mano. Lo malo es que no tenemos ninguna intimidad y las duchas pues... a cubos o aprovechando que visitamos a algún amigo", reconoce Maria que asegura que en los cinco años que vivieron en un barco pasaron menos incomodidades.

De su lustro sobre el agua, la mayor parte estuvieron navegando. Seis meses trabajando y seis recorriendo Europa y atravesando el Atlántico hasta Martinica. Precisamente fue en esta singladura donde empezó a germinar la idea de hacer "algo" y levantar la voz contra los transgénicos.

"En Francia la gente pescaba junto a nucleares, en Grecia vimos fruta sin recoger, en Córcega, verdura que no sabía a nada y en Almería el mar de plásticos y la desesperación por llegar al sur rico, donde tiran la comida. Eso nos hizo pensar".

La misma reflexión es la que ahora quieren que haga la gente de a pie, que los consumidores piensen en los alimentos que compran y que comen. "Es un problema similar al calentamiento global, con empresas igualmente interesadas en que no se hable de él pero si no hacemos algo, será tarde". Somos lo que comemos. ¿Y tú qué comes?

Levante-emv, Internet, 16-11-08

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