Ríos contaminados por la industria farmacéutica

Idioma Español
País Europa

El impacto del cambio climático se percibe ya en los ríos del planeta, en forma de pérdida de biodiversidad y disminución de caudal. Y en España estos efectos son especialmente graves

Son los principales mensajes de los ponentes de las jornadas Conservación Fluvial. Amenazas, Retos y Oportunidades para un Futuro Sostenible, celebradas en Madrid. Nuestros ríos están contaminados por el abuso de fármacos de origen humano y animal.

 

Los investigadores han alertado también sobre la presencia cada vez mayor en los ríos de los llamados “contaminantes emergentes”, como los fármacos de uso humano y veterinario. Son un tipo de contaminantes para los que no existe regulación y que, en general, escapan a las depuradoras. Ahora, por primera vez, se empieza a analizar cómo afectan estos compuestos al ecosistema del río, y se confirman los temores: los antiinflamatorios, betabloqueantes, antibióticos y demás medicamentos tienen “un claro efecto negativo sobre la biodiversidad”, explica el investigador Damiá Barceló, director del ICRA (Instituto Catalán de Investigación del Agua). Además, el problema se agrava con el cambio climático: al reducirse el caudal de los ríos, se incrementa la concentración de los fármacos en el agua y con ella el riesgo para la fauna y la flora.

 

Empobrecimiento

 

 

El empobrecimiento de los ríos debido a su pérdida de caudal es especialmente grave en la cuenca mediterránea. “España es el país del mundo con más embalses por kilómetro de río”, recuerdan Sergi Sabater, del ICRA, y Arturo Elosegi, de la Universidad del País Vasco, organizadores del encuentro. Alertan, además, sobre la sobreexplotación de los recursos hídricos: en las cuencas del norte el porcentaje de consumo del agua respecto al total de recursos disponibles es del 7,4%; en la cuenca mediterránea, esta relación oscila entre el 55% y el 224%. Esta última cifra corresponde a la cuenca del Segura, en la que los ríos permanecen secos varios meses del año a pesar de los trasvases. Entre las alteraciones que ya se perciben está la importante pérdida de caudal en ríos como el Tordera o el Ter y la extensión de especies invasoras como el mejillón cebra, el siluro, la almeja asiática o el cangrejo americano.

 

 

Acumulación farmacológica

 

 

El grupo de Damiá Barceló es pionero a escala internacional en el análisis de los efectos de la acumulación de fármacos en los ríos. Es un tipo de investigación muy novedosa que sólo ha sido posible realizar gracias a la reciente mejora de las técnicas de detección. Barceló y su grupo han analizado el efecto de unos 40 fármacos en los ríos Ebro y Llobregat. El cauce de ambos ríos discurre por regiones que cuentan con más de tres millones de habitantes. Sin embargo, el impacto es más importante en el Llobregat porque, al ser más corto, soporta una mayor concentración de fármacos. El fenómeno “no es un problema para los humanos, nosotros tendríamos que beber más de cien litros de agua para notar algo”, explica Barceló, “pero para los peces sí”. La solución del problema, señala Barceló, pasa por revisar la tecnología de las depuradoras, hasta ahora no preparadas para eliminar estos nuevos contaminantes y por cambios de hábito en la población. Se estima que un 20% de los ciudadanos aún tira los medicamentos al inodoro, en lugar de llevarlos a las farmacias.

 

La sostenibilidad y la demanda

 

 

Los ponentes en las jornadas resaltaron la relación directa entre la salud de los ríos y la del planeta en general. Los efectos del cambio climático se perciben con mucha claridad en los ríos y se ven potenciados por el crecimiento de la población mundial -con el consiguiente aumento en la demanda de agua-, y por una gestión de los recursos fluviales que tiene poco en cuenta los criterios científicos. El británico David Dudgeon, de la Universidad de Hong Kong, ha expuesto en las jornadas el resultado del primer análisis que relaciona el suministro de agua en regiones muy diversas del planeta con la gestión de los ríos, publicado recientemente en Nature. “Lo que vemos es que siempre que se pone en peligro la biodiversidad, el ecosistema del río, peligra también el suministro de agua”, explica Dudgeon. “Los países ricos han podido solventar el problema construyendo embalses, pero este abordaje no es exportable a las regiones más pobres, ni es sostenible a largo plazo”. Dudgeon recuerda que sólo el 0,1% del agua del planeta es agua dulce, un recurso que debe ser compartido por un tercio de todos los vertebrados.

Información de Ambientum.

 

Asociación Vida Sana, Internet, 14-7-11

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