Stora-Enso: la nueva papelera que viene al Uruguay

Idioma Español
País Uruguay

El reciente anuncio de nuevas inversiones forestales que culminarían en otra fábrica de celulosa, aparentemente sobre el Río Negro, resulta insultante. Ya no se trata de la "herencia maldita" de Botnia y Ence. En caso de que se oficializara un apoyo al emprendimiento anunciado por la multinacional sueco-finlandesa Stora Enso, sería una mala señal, muy mala, de que no se estaría transitando el camino de cambios prometido

Stora-Enso es conocida por organizaciones populares brasileñas que resisten el avance de la forestación, que allá como acá hace sentir sus peores impactos entre los sectores más empobrecidos. En Brasil tiene plantaciones de eucaliptos en el Estado de Bahía, en tierras que tradicionalmente pertenecían al pueblo indígena Pataxó. Recientemente, y luego de una larga lucha, 40 familias Pataxó retomaron parte de su territorio y han procedido a erradicar las plantaciones.

Reiteramos lo que hemos venido denunciando -que la forestación:

* No es generadora de puestos de trabajo. De lo contrario, en los 15 años de forestación de monocultivos a gran escala que ya lleva el Uruguay no se hubiera registrado un descenso del número de trabajadores rurales, que en los últimos 20 años se redujo a la mitad, según cifras del BPS.

* Genera menos puestos de trabajo que otras actividades rurales, según datos surgidos del Censo Agropecuario 2000.

* Desplaza otras actividades tales como la ganadería, la agricultura, la apicultura, el turismo.

* Las condiciones de trabajo que ha ofrecido hasta ahora han sido las peores.

* Ha contribuido a la destrucción de la trama social de la campaña.

* Ha incrementado la LATIFUNDIZACIÓN y EXTRANJERIZACIÓN de la tierra.

* Deteriora los suelos, altera la flora y fauna y pone en riesgo nuestra riqueza hídrica.

* Apoyada con subsidios directos e indirectos es más lo que saca que lo que aporta al Estado (o sea, nosotr@s). Cerrando el negocio, las fábricas de celulosa proyectadas, hasta ahora han corrido con las mismas gangas y más: un régimen de zona franca que les regala la posibilidad de hacer muchos más negocios.

¿Se seguirá recibiendo con bombos y platillos este tipo de inversiones que hipotecan nuestro futuro? ¿No será hora de sentarse a debatir qué tipo de desarrollo productivo genuino necesita nuestro pueblo para salir de la postración en la que lo dejaron políticas nefastas?

Abonados por la experiencia propia y de otros países decimos que, definitivamente, inundar al Uruguay de árboles para celulosa no es el camino. Por lo menos, no para quienes deseamos transitar una vía de desarrollo popular, equitativa y sustentable. De lo que se trata es de cambiar la historia y no de repetirla.

Diario El Día, Argentina, 4-10-05

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