Uruguay: ocupación de tierras en Bella Unión

Idioma Español
País Uruguay

A cinco meses de la ocupación en la ciudad uruguaya, una delegación de los cañeros pasó por Buenos Aires en busca de apoyo y solidaridad a su lucha por la tierra y contra la pobreza

Los ocupantes de las 36 hectáreas de tierras en Bella Unión, la ciudad fronteriza del departamento de Artigas que limita con Monte Caseros (Argentina) y Barra do Quaraí (Brasil), dieron una serie de charlas y entrevistas en Buenos Aires en un momento clave de la lucha que iniciaron el 15 de enero pasado. En una semana, el gobierno del Frente Amplio, encabezado por el presidente Tabaré Vázquez, lanzará la zafra azucarera de los próximos meses y los “peludos” no descartan que, en ese contexto, se les plantee un ofrecimiento concreto a sus reclamos por tierras, créditos y mejoras salariales y laborales para los cortadores de caña.

Una propuesta de ese tipo “sería considerada en asamblea, como todas las decisiones que se toman en la ocupación. Pero si el ofrecimiento no llega, nuestra postura seguirá tan firme como siempre”, explicó a APM Ricardo Ferreira, uno de los delegados de los cañeros de la legendaria Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), el Sindicato de Obreros de CALNU Artigas (SOCA) y la Asociación de Pequeños Agricultores y Asalariados Rurales de Bella Unión (APAARBU).

Desde el inicio de la ocupación, las relaciones entre los llamados “peludos” y el gobierno progresista han sido tirantes. El ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, José “Pepe” Mujica, los acusó de poner “un palo en la rueda” del gobierno de izquierda, un discurso que contó con el apoyo de varios medios de comunicación. El diario La República de Montevideo, por ejemplo, señaló que “la mayoría casi absoluta de los viejos ‘peludos’ que militaron con el ya mítico guerrillero Raúl Sendic (padre) en la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) tomaron notoria distancia del método de lucha elegido, y se distanciaron de los impulsores de la ocupación”.

Por su parte, los cañeros denunciaron que la gestión del Frente Amplio-Encuentro Progresista les daba la espalda y que la postura de los “viejos peludos” era previsible por los cargos que éstos lograron en las filas del gobierno.

“Nosotros no peleamos sólo por nosotros, peleamos por todo el conjunto de la sociedad de Bella Unión”, dijo en ese momento el dirigente de UTAA, Jorge Roda.

El telón de fondo del enfrentamiento entre los dos sectores debe rastrearse en el contexto de una iniciativa de la petrolera estatal ANCAP, junto al ministerio de Mujica, para producir alcohol carburante derivado del azúcar. Se trata del proyecto sucro-alcoholero, que cuenta con la ayuda financiera de Venezuela y la participación de CALNU, una cooperativa que debe alrededor de 35 millones de dólares al Banco República Oriental del Uruguay y más de 2 millones a los productores azucareros.

El primer paso en ese sentido fue la creación de la empresa Alcoholes del Uruguay (ALUR), que intentará elevar las plantaciones de caña en Bella Unión de 3 mil a 12 mil hectáreas en un período de tres años, con una inversión inicial de 7 millones de dólares en créditos venezolanos y 3 millones del presupuesto nacional.

Sin embargo, los “peludos” afirman que el emprendimiento está planteado de tal manera que los recursos necesarios para participar de la producción sólo son accesibles para los grandes plantadores. “Un asalariado o un pequeño productor que recién empieza a plantar caña no llega nunca a cumplir los requisitos del proyecto porque debería contar con experiencia, maquinarias, y otros recursos”, explicó Pablo Díaz de la Comisión de Apoyo por la Tierra, que respalda la lucha de los cañeros ocupantes.

La falta de respuestas a los reclamos de los trabajadores rurales y zafrales por el proyecto sucro-alcoholero en Bella Unión, una de las zonas más pobres del país, planteó la necesidad de medidas de fuerza para despabilar al gobierno. Así surgió la ocupación, bajo la consigna de “tierra para quien la trabaja”, recuperando las premisas de José Gervasio Artigas en el Reglamento de Tierras de 1815 y las proclamas de Raúl Sendic, que desde 1957 organizó la lucha sindical de los asalariados rurales en el norte de Uruguay.

Estos “nuevos peludos” reivindican uno de los principales mandatos de Artigas acerca de la distribución de tierras: “los más infelices serán los más privilegiados”. Mientras tanto, del “Bebe” Sendic aprendieron que sobre la base del derecho a la tierra, así como de los derechos fundamentales del ser humano (trabajo, alimentación, vivienda, salud y educación), “no se dialoga, ni se negocia, se arrancan”.

Se trata de las mismas consignas por las cuales luchaba, hace algunas décadas atrás, toda la línea de tupamaros que hoy hegemoniza las altas esferas ejecutivas y legislativas de la República. Como señalaron los cañeros Ricardo Ferreira y Ramón Álvez en su paso por Buenos Aires, los antiguos dirigentes del MLN-Tupamaros, entre ellos Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro, no sólo se olvidaron de la Reforma Agraria, sino también de las reivindicaciones básicas de los asalariados rurales, como la jornada de 8 horas de trabajo.

“El peón de estancia sigue trabajando sin horas, sin descanso y en competencia con los perros, porque un perro es muy bien cotizado en la Rural del Prado. Es decir, un perro tiene más valor en el campo que un peón”, aseguró Ferreira. Es, precisamente, en este tipo de “olvidos” sobre los que se apoyan los cañeros cuando afirman que el gobierno frenteamplista cedió ante “las presiones de la Asociación Rural, la Federación Rural, las cámaras empresariales y comerciales, y en definitiva, de toda la oligarquía uruguaya”, que “aplaude” la gestión oficial.
Pero los cañeros no se desaniman. Las 36 hectáreas improductivas que decidieron “arrancar” se convirtieron en una esperanza para Bella Unión. El órgano estatal que administra el área, el Instituto Nacional de Colonización (INC), se las había adjudicado a un colono para luego cursar un pedido judicial de desalojo por abandono del predio durante diez años y deudas de arrendamiento.

En cuanto a la capacidad productiva de esas tierras, las estimaciones reales indican que sólo permitiría el sustento de unas seis familias. Más importantes, en cambio, son las proyecciones simbólicas de la acción que podrían abrir el camino para negociar una política de tierras con el gobierno que contemple adjudicaciones, créditos y asesoramiento. Por lo pronto, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, luego de sus primeras acusaciones, se mostró permeable al diálogo y prometió unas 200 hectáreas disponibles del INC, aunque los ocupantes las consideraron insuficientes.

“Lo que pedimos es que se adjudiquen tierras a la gente que quiera trabajar, pero además los recursos para poder hacerlo. Si tenemos que arrendarle tierras al Instituto de Colonización, lo haremos, porque se sabe que trabajando bien se puede vivir y pagar arrendamiento, cosa que muchos colonos de Bella Unión no están cumpliendo. Pero también necesitamos los recursos para empezar a trabajar”, dijo Ferreira en diálogo con APM.

Mientras tanto, los “peludos” se aventuran en proyectos para aprovechar lo poco que ya tienen gracias a la ocupación. No sólo preparan el terreno para plantar caña, sino que además quieren construir un invernáculo, un refugio y algunas huertas para el sustento familiar y la formación de trabajadores. “Sería como una escuela de formación que permitiría, a su vez, realizar un intercambio de semillas a nivel nacional y regional. Es una iniciativa de mucho interés para el sector de las huertas orgánicas”, aseguró Ferreira.

En estos temas, los ocupantes cuentan con el apoyo de la central obrera PIT-CNT y la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), que aportaron experiencia y asesoramiento. La FEUU realiza además cursos de alfabetización para adultos bajo los lineamientos del sistema cubano “Yo sí puedo”, un programa que viene dando muy buenos resultados en varios países de América Latina.

ra.moc.rusocremasnerp@zepolmf

Agencia Periodística del Mercosur, Internet, 20-6-06

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