Sembrar es cuidar

Idioma Español

"En la revista La Agroecóloga también sembramos en mayo el primer número. Pensando que la agricultura es parte de todo un sistema de grandes vasos comunicantes, que nos conectan con conocimientos y saberes tan ancestrales como presentes; pero que todos juntos nos sirven para entender el mundo y quienes lo habitan."

Mayo es ese mes que marca la transición del invierno al verano; pero es también el mes que permite la reinvención. Mes que sirve para pensar y sembrar; dos ejercicios que no están desligados, aunque así lo quieran las estructuras de poder de la educación formal.

La meteorología campesina tiene bien marcado el momento de siembra del maíz y el frijol en Centroamérica. Y nuestros pueblos han mirado y pensado el mundo siempre desde la milpa. Es esta la época del año llamada “la primera”, donde el agua se asoma desde las nubes y ya la gente está preparando la tierra. Así es como el año se divide en dos ciclos cortos de producción: “la primera” (mayo) y “la postrera” (agosto).

Pues acá en la revista La Agroecóloga también sembramos en mayo el primer número. Pensando que la agricultura es parte de todo un sistema de grandes vasos comunicantes, que nos conectan con conocimientos y saberes tan ancestrales como presentes; pero que todos juntos nos sirven para entender el mundo y quienes lo habitan.

Resulta entonces que la pala y el azadón son una conexión directa de un pasado que vuelve a ser futuro. Al igual que las comunidades indígenas latinoamericanas se resguardaron en el monte para sobrevivir, la agricultura campesina se resiste a dejar de ser y seguirá sembrándose aunque sea en la clandestinidad.

La agricultura puede ser entendida en femenino -porque se sabe que es una invención de las mujeres- y entendida como el oficio de cultivar: la cultura de trabajar la tierra, donde cultura se desgrana de la palabra cuido.

Lolita Chavez Ixcaquic es una mujer ixchil del pueblo K’iche de Santa Cruz, en Guatemala y nos plantea una idea radical y una línea de acción tan básica como el cuido. Lolita es parte de la Red de Sanadoras Ancestrales y el pasado 17 de abril -Día de la Lucha Campesina- le alcanzamos a escuchar la frase: “Sanando tu, sano yo”.

Lolita es una de las miles de desplazadas por los 36 años de guerra en Guatemala; pero también por los cinco siglos de colonización que traen consigo un sinnúmero de agresiones y ataques a los pueblos que cuidan la tierra y a las mujeres que cuidan sus pueblos. Como sanadora, se dedica a arrancar la violencia patriarcal que pesa sobre el cuerpo de las mujeres; pero también a revitalizar saberes y prácticas urgentes para combatir de la crisis del capitalismo, llamada por muchos neoliberalismo.

Don Roberto, por otra parte, era un viejo campesino de Talamanca, que vivía en lo alto de una montaña, cerca de Punta Uva. Insistió siempre que él no era un simple sembrador de plantas, sino un cuidador de un territorio, de un centro -como tantos otros- desde el que se construye libertad, mejor conocido como huerta. Esa libertad de la que habla es la que nos dará cultivar nuestros propios alimentos.

Y así es como la fórmula que encontramos para traerles a ustedes la revista La Agroecóloga es la “Mano cambiada”. Una forma de denominar el trabajo colectivo y en colectivo, sin el cual la agricultura y, por lo tanto, la civilización humana, no se hubiera fundado. Es pues una minga esta revista, un espacio cultivado con muchas manos, sin las cuales no hubiera sido posible.

A partir de este primer número proponemos hacer un ejercicio de entendimiento conjunto de la agricultura, a la vez que este experimento editorial quiere ser una revista campesina. Seguiremos caminando y preguntando para escuchar siempre las voces que suelen ser silenciadas; pero que por su potencia y urgencia brotan siempre como semillas al contacto con la lluvia. Desde ya invitamos a sembrar siempre que se pueda en esta huerta que es La Agroecóloga, aunque nos lo quieran prohibir.

Foto: Zuiri Mendez

Nace La Agroecóloga, revista campesina

Esta semana se dieron cita campesinos y campesinas, técnicos agrícolas, representantes de organizaciones campesinas, investigadores y docentes universitarios para crear el consejo editorial de la primera revista especializada en agroecología del país.

La revista La Agroecóloga se funda por la necesidad de ampliar la discusión y la difusión a nivel nacional sobre los saberes y los conocimientos de la producción agrícola socialmente justa y ecológicamente equilibrada.

Costa Rica es uno de los países con más consumo de agrotóxicos por hectárea cultivada, lo cual hace que sea dependiente de insumos derivados del petróleo, que tienen serios impactos sobre la vida cotidiana y la comunidades locales. La historia nacional está marcada por más de 14.000 personas afectadas por el químico llamado DBCP, más conocido como Nemagón, utilizado en las plantaciones bananeras en los años setenta.

Sumado a esto, en la actualidad comunidades de la provincia de Limón cumplen casi 10 años no tener agua potable en sus casas a causa de la presencia de agroquímicos en los acueductos comunitarios. Esta contaminación está asociada a la producción industrial de piña para la exportación.

Más de 12.000 personas de El Cairo, La Francia y Milano no pueden tomar agua sin sufrir afectaciones estomacales, o no pueden bañarse con esa agua sin que les provoque serios problemas en la piel, como alergias o llagas. Alarmante es también el hecho de que niños pequeños estén experimentando afectaciones en la vista.

Según el Informe del Estado de la Nación 2016 el país ha incrementado el volumen de importación de agroquímicos potencialmente peligrosos. Se reportan alrededor de ocho toneladas anuales de ingrediente activo importado para el periodo 2105.

Asimismo, las condiciones económicas hacen que la población joven salga de forma más acelerada del campo. Se sabe que la edad promedio de personas encargadas de labrar la tierra está por encima de los 50 años de edad, según el último Censo Agrícola, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Mientras todo esto ocurre, existen cada vez más emprendimientos de agricultura orgánica, mercados y ferias con productos locales libres de agroquímicos, y fincas productoras y distribuidoras de productos agroecológicos. Estas iniciativas no deben de estar atomizadas, sino que deben permitir crear redes y espacios de difusión, investigación, formación y fomento de la agricultura orgánica por y para las personas.

En este contexto es que nace la revista La Agroecóloga, un medio de comunicación gestionado por la Red de Coordinación en Biodiversidad (RCB) con apoyo del Programa Puntos de Cultura, del Ministerio de Cultura y Juventud.En la reunión realizada este 8 de febrero, el equipo editor de la revista se reunió con el consejo editorial de La Agroecóloga para crear la estructura y acordar el funcionamiento y los mecanismos de publicación de la revista; y brindar elementos teóricos y prácticos sobre las formas narrativas y su importancia.

En el espacio nos acompañó Ramón Vera-Herrera editor de la Revista Biodiversidad Sustento y Culturas, del suplemento Ojarasca del periódico La Jornada de México, e integrante de la organización internacional GRAIN, quien creó un dialogo e intercambio sobre publicaciones creadas desde pueblos indígenas y campesinos.

Puede seguir esta nueva revista mediante el sitio web: www.agroecologa.org o a través de Facebook en: https://www.facebook.com/RevistaAgroecologa/

La Red de Coordinación en Biodiversidad (RCB) es un espacio de encuentro entre organizaciones campesinas, ecologistas, de mujeres y académicas de Costa Rica.

Contactos:

Henry Picado, cel. 8760-9800, agrobici@gmail.com

Fabiola Pomareda, cel. 8433-2985, pomaredafabiola@gmail.com

Fuente: La Agroecóloga

Temas: Agroecología, Feminismo y luchas de las Mujeres

Comentarios