¿Monsanto prepara el desembarco final sobre las semillas en América Latina?

Por GRAIN
Idioma Español

Durante los últimos dos meses la prensa latinoamericana se ha visto inundada de noticias sobre la nueva ofensiva de Monsanto en varios países de América Latina, en lo que parece ser un intento más por completar la invasión de transgénicos en todo el continente y doblegar las resistencias que surgen a sus intentos de control y dominación de la agricultura

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Esta vez, el eje sobre el que se viene moviendo rápida y ágilmente la multinacional es en la elaboración de acuerdos con gobiernos y algunas organizaciones de agricultores que complacientemente han accedido a seguir los pasos que marca el mayor fabricante de transgénicos del mundo.

Frente a un panorama futuro que resulta cada vez más hostil para los transgénicos, con organizaciones campesinas que denuncian los gravísimos daños que 10 años de transgénicos han producido en los campos y las semillas campesinas, y con consumidores informados que los rechazan, la opción de Monsanto parece ser subir la apuesta para intentar continuar la invasión con los mismos mecanismos que ha utilizado en la última década. De esta manera, la contaminación de nuevos territorios con transgénicos, la modificación de leyes a gusto y placer de la corporación, la presión para cobrar regalías y la imposición de los transgénicos a través de los hechos consumados seguirán marcando un rumbo que tiene claros cómplices y ejecutores.

Veamos un panorama de los distintos escenarios locales y los hechos concretos que han tomado lugar en estas últimas semanas.

En Chile, el 26 de marzo pasado, Monsanto y el Ministerio de Agricultura anunciaron que Monsanto ha elegido a Chile para sembrar hasta 20.000 hectáreas de soya transgénica para la producción de semillas. Monsanto además indica su intención de introducir en Chile maíz y raps transgénicos. De acuerdo a entrevista publicada en El Mercurio, la iniciativa tiene el pleno apoyo del Ministerio de Agricultura (1). En este caso la medida implica avanzar con la contaminación transgénica en Chile, ya que a pesar de proyectarse el cultivo únicamente para “producción de semillas” es claro que la soja transgénica terminará contaminando cultivos y alimentos en todo el país. Mucho más grave es que la propuesta se lleve adelante con el aval del Ministerio de Agricultura.

En Venezuela el presidente de la Subcomisión de Industria y Comercio, Jhonny Milano, tras escuchar la exposición del representante de Monsanto, cuyo objetivo central fue difundir los beneficios de la producción de rubros transgénicos, planteó que la Comisión de Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional decidió iniciar una evaluación de la viabilidad de la aplicación de esos mecanismos, conjuntamente con especialistas en el área biotecnológica y agrícola. Señaló que de las conclusiones de dicho debate puede o no generarse una reforma parcial de la Ley de Semillas, Material para la Reproducción Animal e Insumos (aprobada en octubre de 2002, Gaceta Oficial 37.552), cuyo contenido deja algunos vacíos en este sentido (2). Esto significa claramente que Monsanto ha logrado por esta vía abrir una puerta para modificar la legislación vigente y lograr así la autorización para cultivar transgénicos en Venezuela, cosa hasta ahora prohibida.

En México la trasnacional estadounidense y la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz (CNPAM) firmaron un acuerdo por el que Monsanto acuerda con campesinos mexicanos acercarlos a la biotecnología, además de constituir un fondo que sirva para “proteger las variedades nativas de maíz mexicano” (3). Mediante este acuerdo Monsanto mata varios pájaros de un tiro ya que no sólo logra la complicidad de una organización de agricultores, sino que da un paso más en su proyecto de imponer el maíz transgénico en México (prohibido hasta hoy) y abre la posibilidad de acceder a cientos de variedades nativas con la excusa de su “protección”.

En Argentina la Federación Agraria Argentina (FAA) ha anunciado en estos días que la empresa Monsanto "nuevamente se opone a normalizar la cuestión de semillas enfrentando la institucionalidad, y junto a un grupo de semilleros, tal como lo han denunciado los medios, pretenden forzar a que los productores agropecuarios firmen una nota de consenso" (4). Frente al fracaso de las presiones para cobrar regalías sobre la soja producida en Argentina a través de las medidas judiciales que impulsó en la Unión Europea, ahora vuelve a la carga sobre los productores argentinos pretendiendo que las regalías se paguen con la firma de dicha “nota de consenso”, que visiblemente no tiene ningún consenso.

La estrategia de Monsanto repite su esquema histórico que, lamentablemente, ya le ha dado buenos resultados prácticos:

• Buscar aliados dentro de los gobiernos, con organizaciones de agricultores o empresas semilleras para doblegar las resistencias de otros sectores e imponer normas que viabilicen sus pretensiones.

• Fomentar la contaminación con transgénicos imponiéndolos a través de los hechos consumados.

• Asegurarse la ausencia de debate público y democrático, dejando a sus serviles contrapartes dar la voz pública sobre los acuerdos y propuestas encaminadas.

• Presionar a través de la vía jurídica o de contratos privados para mantener el control y sus ganancias por medio del cobro de regalías.

La reacción de la sociedad civil no se ha hecho esperar y en Chile las organizaciones campesinas (CLOC- Vía Campesina) emitieron un comunicado afirmando:

“La inciativa de Monsanto se suma a otras agresiones en contra de la agricultura campesina y la salud de todos los chilenos. Informamos a la opinión pública, al Parlamento y al Gobierno que desde hoy nos movilizaremos para impedir que Chile se convierta en un peón más de la Monsanto. Creemos que el gobierno debe cumplir con el deber de proteger la salud, la producción de alimentos, el medioambiente y el bienestar de los chilenos, especialmente de sus sectores sociales más pobres y agredidos. Igualmente creemos que el parlamento tiene el deber de fiscalizar la actividad gubernamental e impedir que el Ministerio de Agricultura apoye a empresas transnacionales en desmedro del bienestar y el futuro de todos nosotros. Llamamos a los campesinos y campesinas y a sus organizaciones, así como a las organizaciones sociales y ciudadanas, a movilizarse junto a nosotros, para que gobierno y parlamento cumplan con su deber, y para que la presión social impida que Monsanto nos sume a su larga lista de abusos” [1].

En Argentina la FAA denuncia esta “ nueva estrategia, alternativa a la negativa acogida que sufrieran los intentos de cobrar en Europa las espurias pretensiones de Monsanto que le son legalmente negadas en el territorio nacional” y señala que “los productores agropecuarios debemos estar advertidos de esto y rechazar cualquier imposición de parte de los proveedores de semillas”[4].

Tal como se planteó en el Foro de Soberanía Alimentaria de Mali en febrero de este año, las organizaciones campesinas tienen en claro que “l a soberanía alimentaria nos aporta la esperanza y el poder para conservar, recuperar y desarrollar nuestro conocimiento y nuestra capacidad para producir alimentos” y están dispuestas a luchar contra “t ecnologías y prácticas que erosionan nuestra capacidad de producción alimentaria en el futuro, dañan el medioambiente y ponen en peligro nuestra salud. Éstas incluyen los cultivos y animales transgénicos, tecnología terminator, acuacultura industrial y prácticas pesqueras destructivas, la llamada “Revolución blanca” de las prácticas industriales en el sector lácteo, las llamadas “Nueva y vieja Revoluciones Verdes”, y los “Desiertos Verdes” de los monocultivos de biocombustibles industriales y otras plantaciones” [5].

Si bien la lucha es muy desigual, son estas voces las que tienen un futuro y crecen día a día a través de nuevas alianzas y construcciones. El único camino posible a recorrer por los campesinos de América Latina es el de la resistencia a través de la denuncia, la movilización y la desobediencia civil al mismo tiempo que se avanza en la construcción y reconstrucción de otro modelo en el que las semillas y la agricultura estén al servicio de la soberanía alimentaria de los pueblos.

1- Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, "Chile: Monsanto y Ministerio de Agricultura anuncian nueva agresión a la agricultura campesina y a la ciudadanía", 5 abril 2007

2- Agencia Bolivariana de Noticias, "AN evaluará viabilidad del uso de transgénicos en cultivo de alimentos", 18 abril 2007

3- La Noticia Tiempo, "Monsanto acuerda con campesinos mexicanos acercarlos a la biotecnología", 19 abril 2007

4- Analysis Digital, "La Federación Agraria Argentina denunció presión de la empresa Monsanto a productores", 19 abril 2007

5- Declaración de Nyeleni, Mali, 27 febrero 2007

Fuente: GRAIN

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