Silvana Melo

Foto: Agencia Pelota de Trapo

Les talaron los bosques, los dejaron sin su alimento y su remedio para el espíritu y el cuerpo, les saquearon la tierra para pooles de siembra, les extinguieron los animales que cazaban, les mataron las hierbas y los frutos que recogían. Los niños se apagan en el Chaco salteño.

Infancia deforestada en el Chaco salteño

Sucumbir, como la hierba

Argentina utiliza más de 500 millones de litros /kilos de agroquímicos por año. Doce millones de personas fumigadas soportan una cotidianidad envenenada. Se enferman de lo menos pensado. Se mueren. Y no forman parte de las estadísticas del modelo productivo.

Sucumbir, como la hierba

Imagen: Carmen Vivas

«Fuimos nosotros quienes generamos la epidemia de coronavirus. Puede haber comenzado desde un murciélago en una cueva, pero fue la actividad humana lo que la desencadenó» - David Quammen

La OMS y el cuento del coronavirus

Virtual o presencial, el agronegocio está en las aulas

El agronegocio sigue plantando bandera en las escuelas, donde los niños y los adolescentes son los cobayos para experimentar la construcción de líderes que consoliden el modelo. La Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) acaba de lanzar un concurso para alumnos del nivel secundario de las escuelas técnicas y agrarias, para alentar las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Es decir, para enseñarles a usar los venenos que caen sobre las cabezas de los niños en los patios cercados de las escuelas rurales, que enferman a las familias de los trabajadores, que contaminan el alimento que cada día llega a la mesa. Casafe y Aapresid, con la anuencia de autoridades educativas y el aval del estado han traspasado las puertas de las aulas desde hace años con folletos, campeonatos de pulverizaciones, charlas para cooptación docente, manuales intervenidos y otros censurados.

Virtual o presencial, el agronegocio está en las aulas

El pan siempre será nuestro

Suele estar solo en la mesa de los pobres. Huérfano de maridajes. Pan, como símbolo de la comida, del alimento como derecho de la humanidad, canasta donde el sol y la tierra pusieron la vida, como semilla para el resto. Para transformar, revolucionar, hacer del estómago lleno un mitin de amaneceres. En estos días el gobierno aprobó el primer trigo transgénico del mundo. Y el pan palidece en su identidad de combustible para alterar lo establecido. El HB4, que no fue producido por Monsanto –para hablar de un demonio ya legendario- sino por Bioceres, llega con su veneno estrella en el paquete tecnológico que infectará las mesas y terminará de destituir la escasa soberanía alimentaria que se sostiene en los platos de esta tierra. Arrasados, hoy, por el hambre. Pero atravesados por la necesidad de generar divisas y de buscar fortaleza en la vecindad de las multinacionales.

El pan siempre será nuestro

La guerra de los cerdos

El borrador del acuerdo con China para criarle cerdos para su consumo puede convertirse en otro mojón, 24 años después de la entrada triunfal de la soja transgénica en 1996. Aquellos pibes que nacieron cuando Felipe Solá, entonces ministro de Carlos Menem, firmó sin pedir ni siquiera traducción los 108 folios en inglés del informe de Monsanto, hoy son adultos que crecieron con la explosión de un modelo productivo que se consolidó multiplicando 1400 veces el uso de agrotóxicos. Para cerrar el paquete transgenético de superproducción de commodities forrajeras para alimentar a los cerdos de las antípodas (esa tierra que, siempre soñamos, encontraríamos si cavábamos en el patio de la infancia un pozo tan profundo que cruzaría la tierra en dos). Un modelo que salvó los incendios financieros de varios gobiernos pero destituyó la biodiversidad, arrasó los bosques nativos, agotó la tierra y fumigó (fumiga) a catorce millones de argentinos con más de 500 millones de agroquímicos por año.

La guerra de los cerdos

Evelyn y la cuarentena fumigada de Exaltación

En plena cuarentena murió Evelyn, en Capilla del Señor. El 26 de abril, mientras el fantasma del covid19 recorría los pueblos y los barrios y cerraba las puertas de las casas de todo el país, Evelyn Maglioni moría de cáncer en uno de los territorios más fumigados de la zona agraria argentina. Tenía apenas 28 años. Un año atrás, cuando la enfermedad se le presentaba brutalmente, dos vecinas de los barrios Esperanza y San José recorrían casa por casa preguntando a los vecinos de qué se había enfermado cada familia. Encontraron 45 casos de cáncer en 30 manzanas. En el 34 por ciento de las casas habitaban dolencias parientes de los agrotóxicos. Las planillas a mano de Johana Tejera y María Troilo siguen siendo hoy la única constatación de la tragedia del partido de Exaltación de la Cruz. El Estado se ha negado sistemáticamente a tomar partido por la gente. Y para Evelyn ya es irremediable.

Evelyn y la cuarentena fumigada de Exaltación

Discutir retenciones. Discutir venenos

"El otro campo, el que da trabajo, el que cree en la soberanía de la semilla y del alimento libre, el que ofrece un tomate cascado porque no tiene diez agrotóxicos pero sí tiene sabor y es saludable, el que busca comercializar con equidad, el que convive con la tierra y no la usa y la tira, ése es el garante de la vida. Y es al que hay que sentar a la mesa donde se habla".

Discutir retenciones. Discutir venenos