21 de setiembre: homenaje a Ricardo Carrere y a todos los que luchan contra los Monocultivos de Árboles y en defensa de la vida

Por WRM
Idioma Español

"En el Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles, queremos dialogar con las palabras que Ricardo dedicó en estos últimos años a este Día, como una forma de homenajearlo y de mostrar algunas de las muchas ideas y reflexiones en los libros, publicaciones y artículos que escribió y que nos dejó generosamente." Boletín N° 170 del WRM

El último 16 de agosto perdimos a nuestro querido compañero Ricardo Carrere. Por un lado tenemos que lidiar con la pérdida de un gran compañero y amigo, pero por otro, Ricardo nos dejó un legado enorme.

Esto lo observamos en los numerosos mensajes que recibimos de colegas y amigos de largo tiempo. Pero también nos llamó la atención la gran cantidad de mensajes de personas que se encontraron con Ricardo una o pocas veces. Esos momentos, aunque fueran de corta duración, dejaron marcas duraderas en esas personas, como muestra el artículo publicado sobre Ricardo en este boletín, escrito por Julien-François Gerber y Sandra Veuthey.

En el editorial de este boletín con foco en el Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles, queremos ‘dialogar’ con las palabras que Ricardo dedicó en estos últimos años a este Día, como una forma de homenajearlo y de mostrar algunas de las muchas ideas y reflexiones en los libros, publicaciones y artículos que escribió y que nos dejó generosamente.

Ricardo siempre se dedicó con su habitual entusiasmo a este Día Internacional de Lucha, creado en un encuentro de comunidades afectadas por los monocultivos en Brasil, en 2004. Cabe recordar que en Brasil, el 21 de setiembre es el día del árbol.

En la visión de Ricardo, ¿cuál es el objetivo del Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos? Ricardo escribe: “En este 21 de setiembre apuntamos, entonces, a dar visibilidad a los numerosos pueblos que luchan contra las plantaciones, como una forma de romper el círculo de silencio y mentiras silencio y permanecer a su lado en esta situación apremiante. Al mismo tiempo, nuestro objetivo es divulgar, tanto como sea posible, la evidencia que surge de esas luchas relativas a los impactos sociales y ambientales generados por esas plantaciones. A través de este medio queremos debilitar el apoyo de los gobiernos a las plantaciones y exponer a aquéllos que dan credibilidad a las plantaciones o que no informan al público sobre el tema.” (Boletín WRM, setiembre de 2008)

Podemos ver que para Ricardo era un principio estar siempre al lado de las comunidades impactadas, con las que aprendió y se convenció de los graves impactos negativos de los monocultivos de árboles, algo que siempre buscaba transmitir de forma simple y clara: “El conocimiento adquirido durante las últimas décadas del hecho de que las plantaciones se establecen a expensas de los medios de vida y el ambiente de las poblaciones locales ha alcanzado un nivel tal de certeza que ya no puede seguir siendo ignorado. En país tras país, los monocultivos de árboles han resultado en la pérdida neta de empleos, migración forzada o ‘voluntaria’, apropiación de enormes áreas de tierra por empresas nacionales y transnacionales, desaparición y contaminación de recursos hídricos, pérdida de biodiversidad, empobrecimiento del suelo, destrucción de ecosistema locales –bosques o praderas- y en muchos casos en violaciones a los derechos humanos, incluyendo represión, encarcelamiento y hasta muerte.” (Boletín WRM, setiembre de 2006)

Uno de los argumentos de Ricardo para justificar la importancia del Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles era el hecho de que para mucha gente plantar árboles se considera algo bueno. Escribía “muchas personas, del Sur y del Norte, no tienen conocimiento alguno acerca de los impactos sociales y ambientales resultantes de los monocultivos de árboles a gran escala, y creen que plantar árboles es siempre positivo. Tampoco están al tanto del hecho de que estas plantaciones no apuntan a mejorar los medios de vida de las poblaciones locales sino a alimentar el consumo despilfarrador de los países del Norte”. (Boletín WRM, setiembre de 2008)

Y diagnostica los motivos para tal situación: “La situación antes mencionada es el resultado de una combinación de factores, entre los cuales se encuentra el hecho de que las voces de las poblaciones locales que luchan contra las plantaciones son silenciadas por el miedo, la represión o la nula difusión por parte de los medios que las vuelve invisibles. Tanto el miedo y la represión como la invisibilidad en los medios son consecuencia del poder político y económico de las empresas forestales, a menudo involucradas también en inversiones en otros sectores industriales, como la celulosa, la madera, el aceite de palma o el caucho.” (Boletín WRM, setiembre de 2008)

Ricardo se horrorizaba con las tácticas de las empresas que invadían los territorios de esas comunidades, con promesas y argumentos científicos falsos: “El hecho de que ninguno de esos argumentos tenga el menor fundamento científico no ha sido obstáculo para que se los difunda como ‘verdades científicas’, no solo por los directamente beneficiados – las empresas – sino también por todo el aparato técnico-burocrático – nacional e internacional – puesto a su servicio. En ese proceso, la sabiduría local ha sido descartada como ‘ignorancia’ y la verdadera ignorancia ha sido elevada al pedestal de ‘ciencia’". (Boletín WRM, setiembre de 2009).

Y así resumía la situación: “En resumen, el establecimiento de estos grandes monocultivos de árboles constituye una guerra contra los pueblos y la naturaleza. El gran ejército verde invade, destruye y reprime a las poblaciones locales, cuyo único “delito” consiste en defender lo que es suyo ante el invasor.” (Boletín WRM, setiembre de 2010).

A modo de conclusión, comenta: “Por último, deseamos enfatizar que la lucha contra las plantaciones es algo que ha sido impuesto a las comunidades, las cuales están, de hecho, defendiendo sus medios de vida y el medio ambiente local contra la codicia empresarial. Es una lucha indispensable para proteger los bosques, las praderas, los pantanos, la diversidad biológica, los suelos, el agua y las personas, todos los cuales están siendo afectados por estos vastos monocultivos de árboles. Es, en suma, una lucha por la vida.” (2008)

Para finalizar, en el boletín del año pasado, Ricardo rindió homenaje a esas comunidades que luchan contra los monocultivos de árboles, en todo el mundo, diciendo: “Es por ello que en este 21 de setiembre queremos homenajear a los pueblos que luchan por la defensa de sus territorios y a hacer un llamamiento a redoblar esfuerzos para apoyarlos en la justa defensa de sus derechos”.

Este 21 de setiembre de 2011, queremos incluir a Ricardo en este homenaje y enfatizar que para el WRM el apoyo a esas luchas continuará siendo una prioridad central.

Gracias por todo y ¡hasta siempre, Ricardo!

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A LA MEMORIA DE NUESTRO AMIGO RICARDO

- En memoria de Ricardo Carrere

Ricardo Carrere falleció a comienzos de la mañana del 16 de agosto de 2011. Desde hacía un tiempo sufría de cáncer de pulmón, pero había preferido guardar la mayor discreción posible sobre la evolución de su enfermedad. Todo se aceleró en pocos días, y la triste noticia nos tomó completamente por sorpresa.

Creemos que Ricardo Carrere dejará una impronta indeleble. Ante todo, para quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, encarnaba una rara combinación de humildad, generosidad y bondad. De él emanaba una suerte de frescura juvenil, y el talento de escuchar a los demás. Dos cualidades muy poco frecuentes. También mantuvo siempre intactos un fervor contagioso sobre la importancia de ser un activista y la capacidad de indignarse ante cualquier injusticia.

Además, desde el punto de vista político la vida de Ricardo Carrere fue extraordinaria. Su importancia, quizás sin que él lo supiera, será considerada esencial en la historia del ambientalismo mundial.

Ricardo se interesó en la política desde muy temprano. A fines de los años 50, el nivel de vida de los uruguayos decayó seriamente, frente a lo cual crece la militancia estudiantil, la agitación obrera y surge la lucha armada. A medida que la policía se volvía más represiva, aumentaron los conflictos sociales y, en 1973, el ejército tomó el control del parlamento y estableció un régimen militar. En este contexto, Ricardo fue arrestado y permaneció preso durante siete años, debido a su afiliación al partido comunista maoísta. No le gustaba hablar de esta experiencia, pero siempre pensamos que su extraordinaria pasión por la vida y la justicia era el resultado de esos años de cárcel. Luego de su liberación, se reunió con su hija en Londres, donde vivió durante un tiempo, trabajando como limpiador, estudiando y contribuyendo a la lucha por los derechos humanos a través de Amnesty International.

Ricardo Carrere encarna la generación de activistas socialistas que descubrieron la crítica ambiental del capitalismo y que, desde entonces, ya no pudieron actuar como si no supieran nada. Pensamos que Ricardo nunca perdió el radicalismo de su juventud. En los movimientos socio-ecológicos del Sur encontró una amplia arena ignorada de luchas contemporáneas, a las cuales decidió dedicar su apoyo por el resto de su vida.

Si bien nunca buscó los primeros planos, se le conoce sobre todo como el “líder carismático” del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM), aunque no fue su fundador. Bajo su impulso, el WRM se convirtió sin duda en la red activista especializada en bosques tropicales más influyente del mundo. Creado en 1986, con base en Montevideo, se convirtió en una ONG internacional con muchas ramificaciones y participó en la defensa de los bosques tropicales del mundo, en la preservación de las tierras y los medios de vida de los pueblos que en ellos viven, y en la promoción de su manejo comunitario. El WRM es sobre todo famoso por denunciar – especialmente en su boletín mensual – los impactos de la tala comercial, las represas, la minería, las plantaciones, las granjas camaroneras y otros emprendimientos que destruyen los bosques del mundo. El boletín, que se publica en cuatro idiomas, es un medio de expresión para las comunidades y grupos que sufren dichos impactos, y sirve además para divulgar, en términos comprensibles, información sobre los bosques y los temas relacionados. En ese sentido, Joan Martínez-Alier ha sugerido que Ricardo Carrere figura entre los fundadores del Movimiento Mundial por la Justicia Ambiental.

Ricardo fue realmente un internacionalista. Nunca se limitó a las fronteras nacionales. Aunque estudió la silvicultura convencional en el Sur de Francia, se convirtió en un oponente encarnizado de la forestación de tipo “revolución verde”, caracterizada por el modelo de plantación industrial de árboles. Al expandirse en el mundo entero y particularmente en el Sur, dichas plantaciones, que la FAO presenta como “bosques plantados”, tienen numerosos impactos sociales y ambientales negativos sobre las comunidades locales. Su crítica de las plantaciones industriales de árboles logró renombre mundial.

Dicho sea de paso, los conflictos sociales generados por esas plantaciones fueron el tema de una tesis de doctorado para uno de nosotros (J.-F. G.). En 2006, mientras realizábamos una investigación sobre la resistencia contra el monocultivo de palma aceitera y de caucho en el Sur de Camerún, Ricardo escribió a J.-F. G. para decirle que quería ver de cerca lo que estaba sucediendo allí, pues, según dijo, no tenía mucha experiencia en materia de África central. Así, le organizamos un viaje de cinco días en esa zona. Fue así como lo conocimos. Para nosotros, el encuentro fue valioso e inolvidable. Llegó al aeropuerto con su valijita, de cuyo volumen ocupaba un tercio el material para el mate (una infusión tradicional sudamericana). Sus ojos brillantes y expresivos nos impresionaron.

Durante el día, discutimos con campesinos bantúes, trabajadores de las plantaciones y cazadores-recolectores bagyeli, y durante las largas veladas en Kribi, los tres conversábamos sobre política, investigación y experiencias personales. Su humanidad y su talento para comunicarse con personas de diferentes orígenes eran inusuales.

Ricardo permanecía escéptico en cuanto al valor de la ciencia cuando el científico carece de implicación política directa. Nos dijo que conoció los impactos del monocultivo industrial de árboles leyendo los libros de Vandana Shiva, a fines de los 80. Junto con Larry Lohmann, publicó luego “El papel del Sur” (1996), un libro que hizo historia y se convirtió en un clásico de la literatura ambientalista. Ese libro contiene las premisas teóricas del “ambientalismo de los pobres”, incluye estudios de caso bien documentados referentes al mundo entero, y posee también un aspecto político-práctico, de gran ayuda para los activistas.

Dos años después de esa publicación, el WRM lanzó su campaña contra los monocultivos de árboles. Dicha campaña apunta a generar conciencia y a organizar la oposición mundial contra las iniciativas forestales de ese tipo. También exige a la FAO que cambie su definición de bosques, pues incluye entre ellos a las plantaciones de árboles, con un fuerte eslogan que ha dado la vuelta al mundo desde el inicio: “Las plantaciones de árboles no son bosques”. Exhorta a los gobiernos a no incluir las plantaciones de árboles como sumideros de carbono en el Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto, y critica con energía la certificación de base comercial, los mercados de carbono y los agrocombustibles. Como su posición es coherente, éticamente sólida y basada en conocimientos de primera mano de activistas locales, varias grandes organizaciones internacionales, como el FSC, el CIFOR y la FAO, no pueden permitirse ignorarla. En ese sentido, el impacto del WRM es sorprendente, dada su orientación política “anticapitalista”. Durante esa campaña Ricardo escribió algunos artículos memorables, entre los que se destaca “Diez respuestas a diez mentiras” (1999).

Luego de esa visita de campo a Camerún, Ricardo volvió varias veces a África. No dejamos de intercambiar mensajes y textos, y volvimos a encontrarnos en Johannesburgo y Quito. Su entusiasmo nunca decayó. El año pasado, escribió a J.-F. G. sobre lo mucho que estaba aprendiendo de sus conversaciones sobre la palma aceitera con la gente de la zona rural de África central. Para nosotros, Ricardo ejemplifica la lucidez y la humanidad del “conocimiento activista”. Fue uno de los mejores ecologistas políticos del mundo. Su espíritu radical permanecerá vivo.

Por Julien-Francois Gerber & Sandra Veuthey

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DÍA INTERNACIONAL DE LUCHA CONTRA LOS MONOCULTIVOS DE ÁRBOLES

- Factores de expansión de las plantaciones forestales

Vivimos tiempos de recalentamiento. Quizás el clima sea la expresión más notoria de una aceleración económica que ha recalentado los motores, quemando todo a su paso. En unas pocas décadas la productividad ha crecido enormemente. Aparecieron las economías de escala, un aumento en la acumulación de capital, las fusiones crecientes de empresas, la expansión de los mercados, la globalización.

En este escenario, donde el poder se concentra y las desigualdades se agudizan, las economías nacionales terminan muchas veces supeditadas al poder de gigantes transnacionales y se priorizan, fomentan y habilitan aquellas formas productivas que resultan funcionales al modelo y, cada vez más, a la especulación financiera. Obviamente, se trata de producciones a escala, con gran productividad a corto plazo, con gran inversión de capital privado, corporativo, generalmente con uso intensivo de paquetes tecnológicos, con acceso a mercados grandes o medianos.

En la otra punta de la cadena, y cerrando un círculo vicioso, se crean mercados de muy alto consumo. La renovación de las mercancías alcanza en algunos países – donde están los mayores mercados de consumo – un ritmo vertiginoso: todo se usa y tira, se renueva rápidamente, viene empaquetado, pronto para comer, desde los más distantes confines del mundo a la góndola de su supermercado. Se necesita cada vez más hierro, más madera, más celulosa, más energía. El planeta se ha convertido en un gigantesco mercado impersonal, sin la gracia de los aromas y los intercambios del “bazaar”… Corporaciones que producen, corporaciones que transportan, corporaciones que venden.

Obviamente, las economías locales, la gestión comunitaria, la posesión colectiva no tienen cabida en las planificaciones que priorizan las exportaciones, la macroeconomía, la inversión de capitales.

Parecería que nadie contabiliza los costos “externalizados” del gasto masivo de agua, la pérdida de nutrientes del suelo, la destrucción de ecosistemas, el apetito voraz de combustibles fósiles con la consiguiente liberación irreparable de carbono, el descalabro social que acarrea la expulsión y marginación de comunidades, la pérdida de rumbo en la búsqueda del bienestar o del “Vivir Bien”.

La industria celulósica-papelera

El sector forestal ha estado inmerso en este proceso. Desde mediados de la década de 1990 el consumo de papel y cartón se fue acelerando, en un principio a costa principalmente de los bosques tropicales, como en el caso de Indonesia y Malasia. La industria celulósica-papelera comenzó a expandirse y con ella la forestación industrial, básicamente dominada por grupos del Norte, donde se produce gran parte del total mundial de madera para pulpa y donde se registra el mayor consumo de papel. Pero las plantaciones industriales de árboles de rápido crecimiento (principalmente eucaliptos), en régimen de rotación relativamente cortos (entre 6 y 10 años, según la región), se instalaron en el Sur y se expandieron a expensas de distintos ecosistemas, como el bosque nativo, en el caso de Chile, o la pradera, en Sudáfrica y Uruguay. Posteriormente, el aumento de la capacidad manufacturera habilitó también el surgimiento de conglomerados del Sur.

La expansión de la industria forestal contó con marcos legales y la inyección de generosas subvenciones directas e indirectas y exoneraciones fiscales del Estado, que potenciaron el establecimiento de las plantaciones de monocultivos de árboles, como ocurrió en Chile, Brasil, Uruguay, Nueva Zelanda, Indonesia, Vietnam, Kenya, por citar algunos ejemplos. En todos los casos se beneficiaron poderosos intereses privados - en algunos se trató de grandes capitales nacionales, en otros desembarcaron las inversiones extranjeras.

Varios otros actores han sido fundamentales para la expansión de la forestación. La FAO, en especial, ha puesto a su servicio la parafernalia tecnológica de la “Revolución Verde” y su influencia, contribuyendo a disfrazar a los monocultivos forestales de “bosques”, con su definición que los caracteriza de “bosques plantados”.

Las consultoras – como la finlandesa Pöyry – han puesto su cuota en la promoción, investigación, planificación y diseño de fábricas de pulpa y papel y de plantaciones forestales.

Por su parte, las agencias bilaterales – entre las que destaca la japonesa JICA –, las agencias gubernamentales de créditos para la inversión y la exportación, y las agencias multilaterales aportaron financiamiento de fácil acceso, tanto para las empresas plantadoras como para los gobiernos que aplicaron planes de subsidios. Dentro de estas últimas, el Banco Mundial ha proporcionado créditos baratos para el establecimiento de millones de hectáreas de plantaciones de árboles. (1)

Nuevos actores: fondos especuladores

¿Y de quiénes son las plantaciones? Además de las mencionadas empresas de la industria celulósica y papelera, nuevos actores del mundo financiero han irrumpido invirtiendo miles de millones de dólares en la adquisición de tierras y el establecimiento de plantaciones de árboles. Buscando diversificar sus inversiones, instrumentos financieros como los fondos de pensión, los TIMO (sigla del nombre en inglés Timber Investment Management Organizations), los T-REIT (sigla de Timberlands Real Estate Investment Trust), los fondos de cobertura (hedge funds) han incursionado en la forestación. Según datos de un informe de la FAO (2), sus inversiones en plantaciones de árboles habrían totalizado aproximadamente 50.000 millones de dólares en 2007.

Los TIMO, grupos de gestión de inversiones de los Estados Unidos, conforman una estructura que acumula fondos agrupando a numerosos inversionistas institucionales que quizás no estén directamente interesados en comprar y administrar las plantaciones, o que pueden querer invertir pequeñas cantidades de sus fondos. Los TIMO tienden a establecer fondos que invierten por un plazo de unos diez años.

Los T-REIT, fondos de inversión inmobiliarios, extendidos al sector forestal, se crearon en Estados Unidos y han crecido rápidamente desde 2000. Según el referido informe de la FAO, el mayor propietario privado de plantaciones forestales del mundo (Plum Creek) es un T-REIT. Desde 2004, los activos de inversión de una serie de empresas forestales se han reestructurado en instrumentos T-REIT, que resultan más beneficiosos para los accionistas en materia de impuestos.

Ambos instrumentos financieros – TIMO y T-REIT – hasta ahora han invertido en un número relativamente limitado de países: Oceanía, Chile, Brasil, Sudáfrica y Uruguay, donde la forestación ya está consolidada.

A partir de 2005 surgió otra clase de inversor forestal: los “fondos de cobertura”, instrumentos financieros que operan con fondos de alto riesgo. La gran masa de dinero y de crédito existente en el sistema financiero mundial hasta mediados de 2007 permitió a estos fondos superar la capacidad de las empresas forestales, de los TIMO y de los REIT para comprar grandes extensiones de plantaciones de árboles, si bien luego en general las revenden.

También han surgido varios fondos privados europeos que invierten en plantaciones forestales en Europa y en otras partes del mundo. Algunos se han formado específicamente para invertir en el potencial mercado de carbono, una de las falsas soluciones al cambio climático creada por la renuncia del poder económico y político global a atacar de raíz el problema del calentamiento global, causado por la liberación de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera como consecuencia del insustentable consumo de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas).

Nuevos problemas con una economía “verde”

Es la misma resistencia que buscó el supuesto atajo de los biocombustibles, para seguir alimentando de la misma forma al sistema fagocitario de la economía globalizada, sólo que con otro alimento. Nuevos problemas. La demanda de bioenergía en Europa, catapultada por la Directiva del Parlamento Europeo de 2009 sobre energías renovables – que fija como objetivos obligatorios nacionales una cuota del 20 % de energía procedente de fuentes renovables en el consumo de energía y una cuota del 10 % de energía procedente de fuentes renovables en el consumo de combustibles para el transporte en la Comunidad Europea para 2020 – provocó una avalancha de inversionistas extranjeros acaparando tierras en África, América del Sur y el sudeste asiático para establecer plantaciones de palma aceitera y de otras maderas que suministren de astillas y pellets de madera a la energía de biomasa.

Según un informe del instituto de investigación IIED (3), sólo en 2011 se inauguraron 5 grandes fábricas de pellets en Canadá, Rusia, Noruega y los Estados Unidos, con una capacidad total combinada de aproximadamente tres millones de toneladas. Del lado del suministro, la mesa está servida en África. Varias empresas están desembarcando en el continente para establecer plantaciones o replantar las existentes, con ese fin. Se firmaron tratados para la producción de astillas para su exportación a Europa y otros lugares, replantando antiguas plantaciones de caucho en Ghana y Liberia.

El referido informe cita algunos casos de inversiones en plantaciones de árboles que se sabe están destinadas total o parcialmente para energía de biomasa, con la participación no solamente el sector privado sino también de los Estados – inversiones norteamericanas: 60,700 ha en Guyana, 5,000 ha en Ghana, 11,700 ha en India, 60,700 ha en Guyana; inversiones europeas: 126,000 ha en Mozambique; inversiones de Corea del Sur: 60,000 ha en Cambodia, 200,000 ha en Indonesia (esta última entre gobiernos).

Las plantaciones para biomasa tienen la ductilidad de poder destinarse a diversos mercados, según anden los precios: si caen los precios de la energía pueden servir para vender madera o celulosa, o bien créditos de carbono. IIED cita el caso de la empresa noruega Green Resources Ltd. (4), que ha adquirido tierras en Mozambique y Tanzania para establecer plantaciones de árboles que abarcan justamente esas tres actividades económicas.

Dentro de las nuevas tendencias que pueden incidir en un aumento de las plantaciones figura el mecanismo REDD+ (ver Boletín Nº 169 del WRM), que concibe la plantación de árboles como una estrategia de reducción de las emisiones de carbono. El gobierno de Indonesia ya anunció que, a tal efecto, se plantarán millones de hectáreas de árboles, a los que califica de “nuevos bosques” – una aberración apadrinada por la FAO.

También lo que se ha dado en llamar “bioeconomía” resulta una amenaza. Se trata de un plan para crear todo – desde plásticos a combustibles y textiles – a partir de árboles y otras fuentes de celulosa que complementen los combustibles fósiles. Para ello se utilizarían tecnologías peligrosas como la ingeniería genética, la biología sintética y la nanotecnología.

Por último, la Economía Verde, un concepto que entra por la puerta grande en la próxima Cumbre Río+20 que se celebrará en Río de Janeiro en junio de 2012, está siendo llenada de un significado que nuevamente volverá espurio todo intento de cambio. Se habla mucho de las nuevas oportunidades comerciales que traerá la Economía Verde, de inversiones en recursos clave – agua, energía renovable, biodiversidad, bosques (y seguramente eso incluya a las plantaciones) -, de movilizar recursos financieros, de estimular la participación del sector privado con el apoyo del gasto público. El PNUMA puede hablar de invertir en reforestación “sustentable”, pero bien sabemos que si no se cuestiona y rechaza el modelo en gran escala y de monocultivo que resulta tan rentable para los grandes capitales como destructivo para las comunidades locales y el ambiente, no serán más que palabras falsas.

Estamos en un momento crucial, un cruce de caminos. La humanidad puede seguir arrastrada al abismo por la poderosa fuerza de los intereses comerciales que por sí solos no desandarán su camino, o puede tener el coraje de cambiar el rumbo actual y retomar el principio ético del interés colectivo, el bien común, la interdependencia con la naturaleza. Desde el WRM, trabajamos para esto último.

Por Raquel Núñez Mutter, WRM, yu.gro.mrw@unleuqar

(1) Datos de “El papel del Sur. Plantaciones forestales en la estrategia papelera internacional”, Ricardo Carrere y Larry Lohmann, ver aquí

(2) “Corporate private sector dimensions in planted forest investments”, D.A. Neilson, ver aquí

(3) “Biomass energy: Another driver of land acquisitions?”, Lorenzo Cotula, Lynn Finnegan and Duncan Macqueen, The International Institute for Environment and Development (IIED), agosto de 2011, ver aquí

(4) Ver Mozambique, Serie Nº 14 del WRM, en inglés y en portugués.

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- Rechazo a la iniciativa de WWF: Proyecto de Plantaciones de Nueva Generación

En ocasión del Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles, la Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles (RECOMA), una red de organizaciones latinoamericanas cuyo objetivo fundamental es coordinar actividades para oponerse a la expansión de monocultivos forestales a gran escala en la región y que cuenta con representantes de varios países latinoamericanos, junto con diversas organizaciones y activistas sociales, están haciendo un llamado público a rechazar la iniciativa denominada “Proyecto de Plantaciones de Nueva Generación” (NGPP por su sigla en inglés (1)), promovida por la organización conservacionista Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por su sigla en inglés).

El llamamiento advierte lo siguiente:

“De acuerdo a la información disponible en su página web, la WWF plantea que “no se puede prescindir del comercio actual de las commodities (2) y los servicios que brindan las plantaciones de árboles”, y aún mas, plantea la necesidad de mejorar el modelo forestal actual para mantener dicho flujo, conservar los ecosistemas prístinos y respetar los derechos de las comunidades. Y para lograrlo considera que basta con mejorar el manejo de las plantaciones.

Sin embargo, es el comercio actual de commodities y, puesto de forma más amplia, el modelo de producción y consumo actual, es el que está en la raíz de los problemas que la humanidad sufre actualmente. Y en ningún momento la WWF hace una crítica a este modelo o se plantea cambiarlo. Quiere creer o hacer creer que por acto de magia se resolverán las contradicciones intrínsecas de la forestación industrial: concentración de la tierra, desalojo de comunidades locales y exclusión de otras formas productivas, agotamiento del agua y el suelo.

Los perjuicios sociales y ambientales de las plantaciones - que se profundizan conforme aumenta el lucro de las corporaciones- están directamente relacionados con el ´modelo forestal´ de escala industrial y en régimen de monocultivo, al cual WWF se refiere. Por eso, las grandes corporaciones forestales siempre han usado todas las estrategias posibles para maquillar de verde sus actividades. Y la WWF les viene como anillo al dedo para tal fin. La única preocupación de esta organización, parece ser mantener y ampliar los mercados actuales de las plantaciones.

Además de eso, una gran parte del NGPP está orientado a abrir las puertas al mercado del carbono y la energía para las plantaciones forestales, permitiendo así que aún mas tierras fértiles de las que millones de personas en América Latina dependen para su supervivencia sean ocupadas por grandes corporaciones.

La iniciativa NGPP involucra a un grupo de corporaciones del sector forestal (CMPC – Forestal Mininco, Masisa, Fibria, Masisa, Mondi, Portucel, Sabah Forest Industries, Stora Enso , Veracel, UPM-Kymmene) así como a la Administración Forestal del Estado de China, a la Comisión Forestal del Reino Unido y a la Iniciativa Forestal de Suecia.

En el sitio web de la Iniciativa se muestra una serie de ejemplos de plantaciones industriales en todo el mundo, que han ayudado a “conservar la biodiversidad”. De los nueve casos resaltados, cinco corresponden a plantaciones de árboles en América Latina que pertenecen a las empresas UPM (Uruguay), Veracel/Stora Enso y Fibria (Brasil), Masisa (Argentina) y CMPC / Forestal Mininco (Chile). Todas y cada una de estas empresas acumulan en sus prontuarios denuncias por parte de las comunidades locales, que por supuesto WWF ha optado por ignorar.

Las denuncias van desde la violación de los derechos de las comunidades indígenas y tradicionales a sus territorios, ocupación ilegal de territorios, destrucción de valiosos ecosistemas y fuentes de agua, sustitución de tierras para la producción de alimentos por plantaciones, entre otras.

Desde RECOMA y demás organizaciones y activistas abajo firmantes denunciamos este tipo de maniobras como una forma de prestarse a los intereses mercantiles de empresas que no dudan en violentar los derechos de las comunidades donde imponen sus monocultivos de árboles. al tiempo que hacemos un llamado público a todos los movimientos y organizaciones sociales a rechazar este proyecto de la WWF.

Lanzamos este comunicado como parte de las acciones del Día Internacional de Lucha contra los monocultivos de Árboles, al tiempo que recordamos a Ricardo Carrere quien durante su vida y trabajo en el WRM y RECOMA, ayudó a impulsar la lucha contra las plantaciones de árboles y sus impactos negativos reivindicando los derechos de las comunidades locales y los Pueblos Indígenas sobre sus territorios".

(1) Ver la página web del proyecto aquí
(2) Término anglosajón utilizado para definir aquellas mercancías transables a granel en los mercados financieros internacionales

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- Indonesia: deudas, plantaciones y degradación

A menudo, las plantaciones industriales de árboles se han expandido por medio de la expropiación directa o de manipulaciones para la compra de tierras. Sin embargo, existe un tercer mecanismo que indirectamente provoca esa expansión; este mecanismo es, en cierta forma, menos conocido, pero tan importante, o más, que los dos anteriores: se trata de la relación de endeudamiento. Este breve artículo pretende arrojar algo de luz sobre dicho mecanismo, refiriéndose en particular a las plantaciones comerciales de árboles en Indonesia.

La situación de los pequeños propietarios

En Indonesia, como en cualquier otro lugar, muchos campesinos se endeudan para establecer pequeñas plantaciones de árboles (palma aceitera, caucho, acacia, café, cacao, etc.). Por ejemplo, aproximadamente un tercio de las plantaciones indonesias de palma aceitera está manejado por pequeños propietarios que poseen menos de 5 hectáreas. Esto representa unos 2,5 millones de hectáreas, y buena parte de la expansión prevista dependerá de la producción de esos campesinos.

¿Qué esconden estos hechos aparentemente inofensivos? ¿Y por qué los campesinos piden préstamos? De hecho, los campesinos necesitan algo de dinero para pagar la asistencia médica, la educación y la compra de determinados artículos (ropa, jabón, combustible, etc.), para lo cual realizan algunos cultivos de renta. Pero la preparación de la tierra (drenado de canales, construcción de terrazas), la maquinaria, las plantas, los fertilizantes y los plaguicidas suelen ser costosos. Pocos campesinos pueden pagarlos, por lo cual están obligados a obtener préstamos, a menudo a través de las compañías de plantación regionales. Así, el pequeño propietario termina asociado por contrato a una compañía determinada, a la cual debe entregar su producción a un precio fijado por la empresa. Los convenios de este tipo incluyen varios tipos de arreglos, privados o estatales, entre una empresa madre y varios pequeños propietarios. A veces, la empresa se limita a proveer créditos pero, en general, también se encarga de la venta de plantas y agroquímicos.

A nivel oficial, las compañías que participan en dichos sistemas son presentadas como paladines del desarrollo. Se dice que ese tipo de programas de crédito por subcontratación son una ayuda decisiva para los pequeños propietarios – lo cual, en ciertos casos, es verdad – pero también representan una poderosa herramienta de disciplina y de control. A menudo no son más que una estrategia para la expansión, quizás la más prominente de Indonesia hoy en día. Incapaces de alcanzar sus objetivos financieros, los pequeños propietarios terminan vendiendo a la compañía las tierras que les quedan. Como señalaba Karl Marx (1867) hace mucho tiempo, “el sistema de crédito, que, en sus comienzos, entra furtivamente como modesto asistente de la acumulación, [...] se transforma finalmente en un enorme mecanismo social para la centralización de capitales” y, en este caso, de tierras.

Es importante comprender que, cuando firma un contrato de crédito, el pequeño propietario deja de ser libre. Las presiones constantes lo obligan a “portarse bien”, es decir, a producir lo suficiente para garantizar el pago de los préstamos y los intereses en el plazo fijado. No es una cuestión menor. Poco a poco, cada familia endeudada se ve obligada a establecer prioridades y a tomar decisiones, a veces dolorosas, entre los gastos socioculturales y las inversiones productivas. Muchas deben trabajar más e incluso contratar mano de obra temporaria o de medio tiempo para lograr pagar a tiempo. Si no lo hacen, se arriesgan a perder la tierra, que es su único medio de producción. Obviamente, las compañías han entendido perfectamente la ventaja que representa el contar con campesinos endeudados. Por lo tanto, tratan de permanecer el mayor tiempo posible en posición de acreedoras, a veces recurriendo a prácticas deshonestas (por ejemplo, ocultando el monto que falta reembolsar, o convenciendo al campesino de pedir otro préstamo).

Aún más importante es el hecho de que el endeudamiento rural ha contribuido a cambiar los estilos de vida tradicionales. Un investigador informó que en las conversaciones de la aldea “casi siempre surgían quejas sobre la falta de cooperación entre los aldeanos”, y afirmó que “la gente del pueblo se está volviendo cada vez más calculadora (berkira) sobre cuestiones de dinero” (citado por Scott, 1985). En lo que respecta al efecto sobre la comunidad, existen presiones en contra de las tierras comunales tradicionales, porque el crédito es imposible en esos casos, a menos que partes de ellas se usen como garantía.

Además de dichos impactos socioculturales, el endeudamiento de los campesinos ha generado también nuevas presiones sobre el medio ambiente. Wilson (2010) escribe que “si los campesinos acceden al crédito, sobre todo a altas tasas de interés, se vuelve indispensable que incrementen su productividad anual para poder reembolsar los préstamos”, lo cual implica a su vez un incremento de la contaminación y una mayor simplificación del ecosistema.

La situación de las compañías plantadoras

También las compañías pueden caer en la trampa del endeudamiento. Las grandes deudas de las empresas plantadoras son notorias en Indonesia. Asia Pulp & Paper (APP), la mayor productora de papel del país, es quizás el ejemplo más famoso. Sus plantaciones fueron establecidas a mediados de 1980 y 1990, en una concesión de 300.000 hectáreas. Con deudas de 13.900 millones de dólares contraídas en 2006, APP se ve sometida a extraordinarias presiones financieras y legales para expandir sus operaciones, sea cual sea el costo ecológico o social. Matthew y Gelder (2001) señalan que “el proceso de resolución de las deudas pendientes de APP con acreedores extranjeros está asociado a la expansión de sus operaciones de procesamiento. Por ejemplo, APP ha financiado en parte su deuda creciente obteniendo más fondos para financiar una nueva expansión de sus instalaciones de celulosa y papel. Ese círculo vicioso de endeudamiento ha llevado directamente a la destrucción de bosques”.

Si bien se ha estimado que las actividades de APP han provocado la pérdida de un millón de hectáreas de bosque tropical desde el inicio de sus actividades, la compañía parece seguir dependiendo, hoy en día, de la madera extraída de los bosques, que luego suelen ser transformados en plantaciones para celulosa.

Además de estar prisionera de esta dinámica de la deuda, APP es también conocida por sus violaciones de los derechos de las aldeas que dependen del bosque. Barr (2004) considera que unas 60.000 hectáreas de sus plantaciones son reclamadas por las comunidades vecinas. Desde que Suharto fue obligado a renunciar en 1998, los miembros de las comunidades que hasta entonces habían estado sojuzgadas, comenzaron a protestar abiertamente contra la pérdida de sus tierras y medios de vida tradicionales, lo cual en ocasiones terminó en violentos conflictos (HRW, 2003).

Obviamente, las prácticas de los acreedores internacionales son una causa importante del problema. Los fuertes préstamos solicitados por APP estaban basados en la suposición de que la empresa podría reembolsarlos porque tenía acceso a cantidades ilimitadas de madera barata proveniente de los bosques y de las plantaciones de árboles, y así era en el pasado, gracias al apoyo militar. Lo que importa aquí es comprender la conexión entre el endeudamiento de las empresas, la destrucción socio-ecológica y los conflictos sociales.

Conclusión

A escala familiar, en muchas partes del sudeste asiático, incluida Indonesia, las relaciones de endeudamiento han sido un medio fundamental para alentar la concentración de tierras en manos de unos pocos. De este modo, se estimuló un proceso de diferenciación social, en el cual los pequeños propietarios perdieron su tierra y se convirtieron en medianeros o en asalariados. Dicho proceso sigue en marcha actualmente en el sector de plantaciones indonesio. No siempre es fácil observarlo, pues adopta formas muy variadas y, a veces, sumamente informales.

A escala empresarial, las deudas también tienen un papel importante. Obligan a las compañías a incrementar agresivamente su producción para poder pagar a sus acreedores, que suelen estar en países industrializados. De este modo, llevan a expandir e intensificar las plantaciones. Dichas presiones son comparables, aunque a mayor escala, a las que sufren los propietarios a escala familiar. En todos los casos, el sector financiero, ya sea local, nacional o mundial, tiene la posibilidad de controlar y disciplinar a sus clientes, y termina siendo el que más gana.

By Julien-François Gerber, correo electrónico: JulienFrancois se.bau.supmac@rebreG

Referencias

Barr, C., 2004. Risk analysis and impact assessment for pulp and plantation investments: the case of Indonesia. Bogor: Center for International Forestry Research.
Human Rights Watch (HRW), 2003. Without remedy: human rights abuse and Indonesia’s pulp and paper Industry. New York: HRW.
Marx, K., 1976 [1867]. Capital. Vol. 1. New York: Vintage.
Matthew, E. & J. van Gelder, 2001. Paper tiger, hidden dragons. London: Friends of the Earth.
Scott, J., 1985. Weapons of the weak. New Haven: Yale University Press.
Wilson, B., 2010. Indebted to fair trade? Coffee and crisis in Nicaragua. Geoforum, 41(1): 84–92.

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- India: mujeres tribales de Kaimur plantan árboles nativos en protesta contra la campaña gubernamental de plantación de árboles financiada por la JICA

Cientos de árboles de especies indígenas utilizadas por las comunidades locales – tales como neem, limonero, sehjan, amla, jamun, mango, chironji y mahua – fueron plantados simbólicamente en la India, en la sede de la Corte Distrital, en Robertsgani, capital del distrito de Sonbhadra del estado norteño de Uttar Pradesh, el 4 de julio de 2011, por mujeres tribales que protestaban contra la campaña de plantación de árboles emprendida por el Departamento Forestal con financiación de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA, por su sigla en inglés).

Dicha acción forma parte del programa comunitario de plantación de árboles que se está implementando en el marco de la propuesta del Foro Nacional de Residentes y Trabajadores del Bosque y de la organización local Kaimur Kshetra Mahila Mazdoor Sangarsh Samiti, en todas las tierras que han sido recuperadas en los últimos años por las tribus de la región Kaimur de Sonbhadra, Uttar Pradesh, Jharkhand y Bihar.

La región de Kaimur es célebre por sus ricos bosques y recursos minerales. En 2006, el gobierno de la India aprobó una ley sumamente revolucionaria, la Ley de Tribus Registradas y Demás Habitantes Tradicionales del Bosque (Reconocimiento de Derechos Forestales), para reconocer los derechos de los cuales se había privado a dichos pueblos desde la época colonial, y reparar las injusticias históricas que habían sufrido. Desde la aprobación de dicha ley, ha crecido un movimiento que cuestiona el control detentado por el Departamento Forestal.

El principal objetivo de la Ley de Derechos Forestales (FRA, por su sigla en inglés) es defender los derechos de las comunidades a sus tierras y al manejo de sus bosques. Sin embargo, existe un conflicto directo entre los pobladores y el Departamento Forestal, pues éste no desea permitirles que recuperen la propiedad de la tierra heredada del régimen colonial. Para evitar la correcta aplicación de la FRA, el Departamento Forestal, a través del Ministerio de Medio Ambiente y Bosques, está emprendiendo varios proyectos de plantación de árboles, a los que da el nombre de “forestación”, que son financiados por compañías multinacionales y agencias internacionales, una de las cuales es la JICA.

Está previsto que el proyecto financiado por la JICA en el estado de Uttar Pradesh(2) dure ocho años y funcione en 14 distritos y 20 divisiones forestales. No tiene base legislativa alguna, pero se está aplicando en las mismas divisiones forestales que cubre la FRA. El Departamento Forestal, que controla el 23% de las tierras del país, teme que, si la FRA se aplica plenamente, perderá el control de buena parte de esas tierras. Hay una lucha encarnizada entre las comunidades locales (especialmente las tribus y demás habitantes dependientes del bosque) y el Departamento Forestal, por el control de los extensos bosques que, según la FRA, entran ahora en la categoría de “derechos comunitarios”.

Cabe mencionar que el movimiento por la recuperación de tierras que se desarrolló durante los últimos años en toda la región de Kaimur permitió a las tribus y demás habitantes del bosque tener el honor de aplicar la FRA a su manera, incluso antes de que dicha ley entrara en vigencia. Luego de cinco años de existencia victoriosa de dicho movimiento, los habitantes del bosque han logrado obtener cosechas y otros productos del bosque, incluso en años de sequía. Gozando así de seguridad alimentaria, ya no estuvieron obligados a trabajar como asalariados en los campos de los terratenientes feudales, que los usaban como esclavos. Los miembros de las tribus habían sido expulsados del bosque por el Departamento Forestal, mientras que, en las aldeas, eran explotados por los terratenientes feudales que se habían apropiado de sus tierras ancestrales. Al recuperar los bosques perdidos, han podido salir de la pobreza e incrementar sus bienes. Dentro de ese movimiento, las mujeres han tenido un papel ejemplar, emergiendo como líderes y luchando contra el aparato represivo del estado y los terratenientes feudales para hacer respetar sus derechos constitucionales.

Luego de alcanzar este año la estabilidad en la producción de cereales, los pueblos tribales se comprometieron a plantar árboles para proteger sus medios de vida y el medio ambiente. En nada menos que 20 áreas de bosque recuperadas, un movimiento liderado por mujeres planea plantar más de 10.000 árboles este año. Esa iniciativa es también una manera de protestar contra la campaña de plantación del Departamento Forestal financiada por la JICA. Se supone que el proyecto JICA será implementado por medio de la creación de comités de Manejo Forestal Conjunto (MFC), con la participación de las comunidades locales que dependen del bosque. Sin embargo, dichos comités están en realidad integrados por terratenientes feudales y aldeanos de la clase alta. No están regidos por ninguna ley, y actúan en contra de los comités formados según la FRA. Los comités MFC están plantando árboles en tierras reclamadas por los pueblos del bosque o sobre las cuales estos últimos ya han obtenido derechos gracias a la FRA. El resultado es una guerra de castas y clases, debida a los emprendimientos del Departamento Forestal. Los pueblos del bosque han desafiado abiertamente a esos comités MFC, para frustrar sus nefastos propósitos.

La campaña comunitaria de plantación de árboles iniciada por las mujeres tribales es una movida contra la campaña de plantación del Departamento Forestal, para hacer respetar los derechos de la comunidad sobre el bosque. El 4 de julio, las mujeres tribales organizaron una enorme manifestación en Robertsgani, capital del distrito de Sonbhadra. Vestidas con saris rojos y verdes (el sari es la vestimenta femenina tradicional de la India) y llevando cada una un retoño de árbol, marcharon a través de la capital y se reunieron en la sede de la Corte Distrital. En el parque del recinto plantaron los árboles, en un clima de fiesta, con gran entusiasmo y cantando hermosas canciones.

La manifestación hizo resonar un mensaje en toda la región: las tribus están tomando el control de sus bosques y no permitirán que las empresas, el Departamento Forestal ni nadie más, se los impidan. Esas mujeres también han desafiado al gobierno, afirmando que si no se reconocen los derechos de su comunidad, realizarán ellas mismas los mapas que indiquen las fronteras de sus tierras para recuperarlas de manos del Departamento Forestal.

Sokalo Panika, una mujer tribal, dijo que la campaña de plantación del Departamento Forestal es un completo fracaso, que sólo existe en los papeles, y que los comités MFC no están más que para ganar dinero. Rajkumari Bhuiya, otra mujer tribal, dijo que las plantaciones de árboles que hacen los comités MFC no sirven a los pobladores, dado que se trata de variedades comerciales que no tienen utilidad para ellos ni son buenas para el medio ambiente. Las tribus han comenzado a enviar notificaciones a dichos comités, de acuerdo con la FRA, ordenándoles que detengan dichas actividades. De no hacerlo, se tomarán medidas contra ellos, como prevé la Sección 7 de la FRA, que dice que cualquiera que actúe contra la ley será sancionado.

La entrega de las notificaciones se hace en forma tal que provoca conmoción, no sólo en el Departamento Forestal sino también en todas las autoridades gubernamentales que no tienen la seriedad de aplicar la FRA. En grandes grupos, vestidas con saris rojos, las mujeres pegan las notificaciones en el exterior de cada oficina, comenzando por el comité MFC, luego el servicio de guardabosques y la comisaría, y finalmente las oficinas de recaudación de impuestos. También envían copias a las Secretarías de Bosques, Finanzas y Asuntos Tribales, al Secretario en Jefe y al Ministro en Jefe del Estado, y a los Ministros nacionales de Medio Ambiente y Asuntos Tribales.

Mithai Lal Gond, líder tribal, dice: “En el pasado, el Departamento Forestal nos enviaba notificaciones para que evacuáramos nuestra tierra. Ahora, gracias a la FRA, tenemos derechos y poder; por lo tanto, enviamos notificaciones a esos departamentos por sus actividades ilegales”. Los miembros de las tribus también han enviado notas a las agencias periodísticas, pidiéndoles que escriban a su favor, y no a favor del Departamento Forestal. Su estrategia es atacar en varios frentes, para lograr que sus derechos comunitarios sean plenamente respetados.

Por Roma, 10 de julio de 2011, NFFPFW (Kaimur) / Human Rights Law Centre, Uttar Pradesh, India, correo electrónico moc.liamg@bnsamor, http://jansangarsh.blogspot.com.

(1) En 2007 surgió un gran movimiento dirigido por mujeres y organizado por las tribus y los Dalit para reclamar las tierras que habían perdido en la región Kaimur de Uttar Pradesh, Jharkhand y Bihar. Dichas tierras, que habían ocupado durante siglos, les habían sido robadas por los terratenientes feudales, el Departamento Forestal y varios emprendimientos industriales, antes y después de la independencia. La recuperación de tierras fue percibida como “la recuperación de su espacio político por parte de la clase obrera”. Gracias al movimiento, las tribus recuperaron la posesión colectiva de miles de hectáreas. Durante ese período, los principales activistas fueron encarcelados y millares de habitantes del bosque, de los cuales el 80% eran mujeres, fueron enjuiciados bajo falsas acusaciones. La autora de este artículo estuvo presa un mes, acusada de violar la Ley de Seguridad Nacional. Fue liberada por la propia Ministra en Jefe de Uttar Pradesh, luego de que el gobierno estatal descubriera que todas las acusaciones de la policía y del Departamento Forestal eran inventadas. Fue una gran victoria para el movimiento popular y, desde entonces, las mujeres tribales y Dalit han estado a la vanguardia, desafiando al Estado gracias a su conciencia política colectiva.

(2) El proyecto JICA se aplica a todo el país. Aquí nos centramos en un solo estado, Uttar Pradesh. Por más información ver aquí.

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- Mozambique: Expansión de plantaciones de madera

En el Sudeste de África, Mozambique brilla como una joya bajo el sol africano.

La costa se extiende por miles de kilómetros, con el cálido Océano Índico alimentando la profusión de la vida. Tiburones tigres y tiburones de Zambezi patrullan los bulliciosos arrecifes de coral, en un espectáculo submarino de gran variedad de peces de colores, mantarrayas y tortugas. Mejillones, cangrejos, camarones y langostas, ricos recursos alimentarios, han alimentado a los habitantes del lugar durante miles de años.

Tierra adentro se encuentran los humedales, las fértiles llanuras inundables, los lagos de agua dulce y los ríos, que filtran y entregan el agua vivificante gracias a la cual existen la agricultura y otros emprendimientos.

Mozambique es uno de los últimos países en los que aún se pasean ejemplares de mega-fauna en libertad, como el león, el elefante y el leopardo. Además de ser un recurso para las comunidades que viven en dichas zonas, la presencia de esos animales tiene un enorme potencial ecoturístico, que se vuelve cada vez mayor puesto que los ecosistemas “semisalvajes” en buen estado son cada vez más escasos a nivel mundial.

Uno de los mayores bienes naturales de Mozambique es su pueblo. La tierra ha producido líderes inspiradores, increíbles artistas y gente emprendedora. Durante miles de años, han cultivado y utilizado los recursos de la tierra, y los sitios de comercio, antiguos e históricos, dan testimonio de la abundancia de la región.

Millones de cocoteros de diversos tipos crecen por todos lados en la región costera. Esos árboles proveen refugio, materiales de construcción, fibras, alimento y un valioso aceite. El paisaje está salpicado de grandes mangos que ofrecen un alimento nutritivo a innumerables animales y personas, y para muchos constituyen su medio de vida. Asimismo, los anacardos y las deliciosas nueces que se producen en abundancia contribuyen al atractivo de Mozambique como país de exquisiteces: el pollo peri-peri – por sí mismo una razón suficiente para visitar Mozambique –, deliciosamente preparado en un pequeño restaurante al borde de la carretera; o el pescado “recién sacado del río o de la represa”, en Tete; la miel silvestre que se vende en botellas al borde del camino; las cabras transportadas en bicicleta al mercado de Lichinga; maníes tostados o crudos, bananas, tomates y caña de azúcar en los cruces de caminos. A la vuelta de cada esquina hay alimentos y delicias culinarias en cantidad.

Sin embargo, en las provincias de Zambezia, Niassa y Cabo del Gado, se están diezmando los bosques, y enormes cantidades de valiosa madera dura se embarcan hacia el Este. Esos bosques solían producir madera en forma sustentable para satisfacer la demanda local. Esos bosques proveían alimento, abrigo, refugio y oportunidades a las personas y la fauna del país.

A pesar de la gran deforestación, la naturaleza suele tener capacidad de recuperación y los bosques pueden rehabilitarse y recobrar su esplendor y diversidad originales – porque el lecho de semillas sigue intacto, mucha diversidad queda en el bosque cuando se extrae la madera, algunas plantas sobreviven – para crecer y volver a vivir.

Según las valiosas enseñanzas de Ricardo Carrere, “La forestación es MUCHO PEOR que la deforestación”, porque en el caso de la deforestación, “los madereros llegan, extraen la madera, y se van”... PERO cuando un paisaje natural es “forestado”, eso implica, en general, el establecimiento de monocultivos de árboles exóticos. Una vez plantados, los árboles quedan ahí. La región plantada nunca recuperará su esplendor pasado, ni siquiera si se invierten grandes recursos financieros para lograr ese objetivo.

Las plantaciones industriales de árboles del sur de África se componen principalmente de especies de eucaliptos y pinos. Dichas plantaciones son establecidas por empresas multinacionales cuyo principal objetivo es el lucro, y necesitan cientos de miles de hectáreas de tierra para lograr una rentabilidad suficiente.

El establecimiento de plantaciones de árboles a gran escala tiene un enorme costo para el medio ambiente, dado que consumen una cantidad desmedida de preciosa agua, destruyen la biodiversidad y atacan la integridad del ecosistema. El modelo extractivo termina empobreciendo los suelos y provocando su erosión a gran escala. La agricultura artesanal y diversificada se vuelve más difícil a medida que disminuyen la calidad del suelo y los recursos hídricos, con lo cual la producción de alimentos disminuye y aumentan la inseguridad, la desnutrición y la pobreza.

Esos impactos son evidentes en la vecina Sudáfrica, donde las plantaciones de árboles exóticos cubren millones de hectáreas para alimentar fábricas de celulosa para exportación, empobreciendo el ambiente y contaminando el agua y los ríos. Ya no existen las abundantes y diversas praderas naturales y los servicios de “retención de agua” que prestaban. Ha disminuido la capacidad de la tierra de alimentar el ganado, afectando la ganadería tradicional. Secos están los ríos que alimentaban a los habitantes de la llanura y recorrían el sur de Mozambique, pues el bajo caudal de los meses invernales secos no basta para satisfacer la “voracidad” de esos árboles exóticos siempre verdes, y las raíces de los eucaliptos penetran 50 metros más en el suelo, diezmando las preciosas reservas de agua.

Pocos trabajadores consiguen empleo permanente y de buena calidad en la industria maderera sudafricana. La mayoría son “subcontratados” y, una vez plantados, los árboles no requieren mucha intervención debido a su ciclo de rotación de 9 a 15 años. La industria sudafricana está cada vez más mecanizada y la maquinaria especializada ha reemplazado el trabajo de miles de hombres y mujeres a todos los niveles.

Las plantaciones de árboles exóticos se hacen con especies invasoras, y tienen un impacto tal sobre las reservas de agua que han sido clasificadas como “actividad reductora del caudal de los ríos”. Por ese motivo requieren un permiso del ministerio de Asuntos Hídricos. Ciertas provincias de Sudáfrica, como Mpumalanga, están “sobregiradas” en materia de agua, por lo cual es muy difícil obtener allí permisos para plantar árboles.

Los cultivadores de árboles de Sudáfrica miran ahora hacia Mozambique para invertir en plantaciones, y la compañía estatal Komatiland ya lo ha hecho en las provincias de Manhica y Zambezia. Del mismo modo, Sappi está investigando la posibilidad de establecer plantaciones de árboles y, quizás, una fábrica de celulosa, en la provincia de Zambezia.

Dado que las tierras disponibles se están volviendo escasas a nivel mundial, las multinacionales apuntan a los países del Sur para obtener suelos cultivables. Durante una conferencia en Estocolmo, un industrial sueco dijo: “Si quieren que los eucaliptos crezcan rápido, aprendan a hablar portugués”, implicando que Mozambique y Angola son las regiones que los inversores deberían explorar para establecer plantaciones de árboles.

Y así es que cientos de miles de hectáreas de las provincias de Niassa, Zambezia y Manhica están experimentando el peligroso fenómeno de la “forestación”. Empresas municipales están estableciendo grandes plantaciones industriales, principalmente de eucaliptos, aduciendo que plantan “bosques”. Lo que hacen, en realidad, es provocar una degradación de la tierra nunca antes vista.

No podemos permanecer sentados en nuestras casas electrificadas, tomando el agua que nos llega por cañerías, y exigir que haya sólo protección ambiental y nada de desarrollo. Es un hecho que se necesita “desarrollo”, “crecimiento” y oportunidades para todos. Pero advertimos que las plantaciones de árboles, en todas partes del mundo, han demostrado tener impactos que es necesario considerar y debatir en toda su extensión, con la plena participación de las personas que se verán afectadas por los cambios en el uso de su medio ambiente.

Existen alternativas de desarrollo que deben ser evaluadas, y que podrían ser mucho más beneficiosas para la gente y la tierra. Modelos de agricultura orgánica que proveen más empleos, seguridad alimentaria y resistencia al cambio climático. Modelos agrícolas que no requieren degradar cientos de miles de hectáreas, sino que pueden ser aplicados en áreas mucho menores y seguir siendo económicamente viables. Modelos de uso de la tierra que tienen el potencial de producir más valor agregado, procesamiento y generación de empleos.

Lo ideal sería dejar más tierras en estado “semisalvaje” – aunque utilizándolas – para mantener los numerosos servicios que la naturaleza presta. Así, Mozambique seguirá siendo un paraíso, uno de los pocos lugares del mundo donde la noche puede ser realmente silenciosa y donde las estrellas verdaderamente resplandecen.

By Philip Owen, Geasphere , e-mail: az.oc.tfos@newo , http://www.geasphere.co.za

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– Palma aceitera en Benín: de la producción en pequeña escala por mujeres a la producción industrial

La palma aceitera siempre tuvo un papel importante en Benín, y las plantaciones de este árbol, diferentes de los palmares naturales, se establecieron en el siglo XIX para responder a la demanda cada vez mayor de aceite de palma de los países occidentales, principalmente para abastecer sus fábricas de jabón. En esa época, las plantaciones de palma aceitera ocupaban en Benín unas 500.000 hectáreas, y la fabricación de sus derivados era enteramente manual, realizado en una producción a pequeña escala.

El primer programa de industrialización del sector de la palma aceitera comenzó en los años 1950. El gobierno colonial invirtió en grandes instalaciones públicas de procesamiento industrial y, luego de la independencia obtenida en 1960, el gobierno nacional instaló fábricas de mayor capacidad aún, y entre 1960 y 1974 plantó unas 30.000 hectáreas de palmas aceiteras seleccionadas.

Pronto surgieron dificultades, tanto internas (disminución de las lluvias y, por lo tanto, del rendimiento, mala gestión, etc.) como externas (competencia de los países asiáticos, etc.). Estos factores afectaron la rentabilidad de los grandes complejos industriales y llevaron al gobierno a no seguir desarrollando el sector. Las mismas dificultades afectaron también a las pequeñas plantaciones, cuya superficie, de unas 500.000 hectáreas en los años 1930, cayó a 300.000 hectáreas a fines del siglo.

El establecimiento de plantaciones entre 1960 y 1974 implicó la expropiación de tierras a 17.000 campesinos, los cuales debían recibir como compensación una renta anual. Los campesinos consideraron que dicha renta era insuficiente y se quejaron de los constantes atrasos en los pagos. Si bien las protestas contra ese plan comenzaron con las primeras expropiaciones, permanecieron moderadas mientras duró en Benín el régimen político autoritario (1972-1990), pero se intensificaron luego del retorno a la democracia. En 1993, luego de que los anteriores propietarios de la tierra destruyeran 2.000 hectáreas de plantaciones de palma, el gobierno decidió triplicar la renta anual que se les pagaba. La producción industrial de aceite de palma representa aproximadamente el 20% de la producción total del sector, pero se exporta en su mayor parte. En 2000, el 83% del mercado interno de aceite de palma del país era abastecido por los miles de mujeres que lo producían a pequeña escala (la producción industrial representaba el 7%, y el 10% restante se importaba). La producción tradicional artesanal ha predominado durante todo el siglo, y ha logrado adaptarse a condiciones muy cambiantes, tanto del lado de la oferta (fluctuaciones en el volumen de materia prima disponible) como del lado de la demanda (diversificación del mercado).

Hasta hoy, la producción tradicional, a pequeña escala, de aceite de palma ha sido realizada en su casi totalidad por mujeres, individualmente o, a veces, con la ayuda de otros miembros de la familia. Estas mujeres productoras usan técnicas totalmente manuales. No ha habido ningún proceso evidente de concentración del mercado en ese sector, que sigue estando muy repartido entre la población.

A partir de los años 1990, el gobierno de Benín y sus patrocinadores financieros decidieron optar por un enfoque diferente, ya que las grandes plantas de procesamiento industrial administradas por el Estado habían demostrado claramente sus limitaciones. En el transcurso de una década fueron privatizadas y se fomentó la creación de pequeñas industrias privadas, por medio de la distribución de plantas de palma seleccionadas y la promoción del uso de maquinaria. En 1993 se inició un programa para la distribución de dichas plantas. Éstas se venden a precio fijo en viveros privados, autorizados y subvencionados por el gobierno.

Una nueva categoría de actores apareció en el sector: los cultivadores de variedades seleccionadas de palma aceitera. Su estrategia es enteramente diferente de la de quienes cultivan las palmas que crecen naturalmente. Estos últimos combinan el cultivo de la palma con la plantación de productos de subsistencia, mientras que los primeros tienden a especializarse en la palma aceitera y a convertirse en “plantadores de palma”, por oposición a los “agricultores”. Dada la situación actual en el Sur de Benín, donde es posible ahora ser propietario de tierras, dichos plantadores compran parcelas que dedican específicamente al cultivo de palma aceitera. Casi todos son hombres. Las mujeres productoras raras veces logran ser dueñas de plantaciones. Ahora que la palma aceitera tiene el estatus de “cultivo industrial”, reforzado por un aspecto simbólico (como “símbolo de riqueza”), el sector está siendo cada vez más monopolizado por los hombres.

Esos plantadores saben muy bien cuánto pueden ganar con el procesamiento, sobre todo si tienen la posibilidad de acopiar materia prima. Hoy en día, aproximadamente uno de cada dos plantadores guarda al menos una parte de su producción y contrata a productoras que trabajan a pequeña escala, para que la procesen. Durante la última década, algunas organizaciones para el desarrollo han financiado la distribución de material (prensas y mezcladoras) con el fin de mejorar la capacidad técnica.

A los beneficios económicos se agrega un beneficio social: el propietario de un taller mecanizado tiene un prestigio social que no poseen los plantadores que contratan a mujeres para procesar su producción. Por lo tanto, es probable que los plantadores inviertan aún más en el segmento final de la línea de producción.

El aumento del número de plantadores que procesan su propia producción tiene un impacto directo sobre las mujeres productoras, dado que esto hace disminuir el volumen de materia prima (el fruto de la palma aceitera) que pueden obtener. Como dichas mujeres casi nunca pueden poseer sus propias plantaciones, muchas podrían verse excluidas del sector. Y como muchas mujeres del Sur de Benín consiguen parte de sus ingresos produciendo aceite de palma, el desarrollo de la mecanización podría terminar siendo problemático.

A diferencia del sector industrial, que tiene sus propias redes de abastecimiento y comercialización, los pequeños talleres semi-mecanizados compiten directamente con las pequeñas productoras.

La conclusión que se puede extraer de esta visión general de la situación es que el actual programa de desarrollo del sector de la palma aceitera, basado en la distribución de plantas seleccionadas, beneficia a una sola categoría de actores, creada por el programa mismo: los “nuevos” propietarios de plantaciones privadas. Dichos plantadores dispondrán de ventajas competitivas sobre las pequeñas productoras, a varios niveles, porque gozan de un acceso privilegiado a la materia prima, las técnicas de procesamiento mecanizadas les permiten bajar los costos y, al obtener un mayor volumen de producción, pueden vender a precios de mayorista, más atractivos para los minoristas.

Según un estudio publicado en 2007, “Los planes para el desarrollo de una industria de agrocombustibles en Benín gozan de un fuerte respaldo del gobierno, y constituyen un aspecto clave de su Programa de Reactivación Agrícola para el desarrollo económico”.

De acuerdo con dichos planes, Benín ha recibido la visita de representantes de varios grupos industriales de Malasia y Sudáfrica, quienes propusieron la conversión de 300.000 a 400.000 hectáreas de humedales en la parte sur de Benín (Ouémé, Plateau, Atlantic, Mono, Couffo y Zou) para la producción de palma aceitera. (1)

Más recientemente, un informe periodístico (2) anunció la visita de una delegación de ingenieros y empresarios agrícolas chinos, que deseaban invertir unos 2,15 millones de dólares en la industria aceitera de Benín durante los próximos cinco años, para aumentar la producción y mecanizar la industria de la palma aceitera.

Lamentablemente, dichos planes no han tenido en cuenta la advertencia del estudio antes mencionado: “Ya hay varias plantaciones de palma en monocultivo en el Sur de Benín” que deberían “servir de advertencia contra futuros emprendimientos, debido a las complicaciones y dificultades que han experimentado las comunidades al intentar vender sus productos de palma”.

(1) Extractado y adaptado de: “Oil palm in Africa: Past, present and future scenarios”, Ricardo Carrere, WRM, diciembre de 2010, ver aquí

(2) “Chinese entrepreneurs to invest in Benin palm oil production”, Serge-David Zoueme, publicado en Bloomberg, ten.grebmoolb@divadegresz, recibido a través de Farmlandgrab.org

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DEFINIENDO EL BOSQUE

- En el Día Internacional de Lucha contra las Plantaciones de Árboles, definamos al bosque su verdadero significado

El 21 de setiembre, en todo el mundo se realizarán varias actividades para celebrar el Día Internacional de Lucha contra las Plantaciones de Árboles.

Para el WRM, ese día será también la ocasión de cuestionar la actual definición de bosques de la FAO, que tantas y tan graves implicaciones tiene, puesto que considera como bosque incluso un monocultivo de árboles exóticos. Es por eso que el 21 de setiembre, se presentará ante la FAO una carta abierta firmada por más de seiscientos científicos de todo el mundo en la que expresan su desacuerdo con la definición de “bosque” de ese organismo y lo exhortan a iniciar un proceso de revisión de dicha definición. Las firmas se recibirán hasta el 21 de setiembre aquí.

Como parte de las acciones previstas, el 21 de setiembre se estrenará un nuevo VIDEO producido por el WRM. “Los bosques, mucho más que un conjunto de árboles” reúne testimonios de habitantes del bosque de todo el mundo, que dicen lo que el bosque significa para ellos.

También publicaremos el nuevo documento del WRM “La definición de bosque”, donde presentamos los argumentos por los cuales debemos seguir cuestionando a la FAO en lo referente al modo como ese organismo financiado con fondos públicos define el “bosque”, y explicamos cómo esa definición acarrea constantes impactos negativos para las vidas de numerosas comunidades del mundo y debilita su lucha por vivir con dignidad.

El documento, el video y la lista definitiva de firmas de la carta a la FAO estarán disponibles en nuestro sitio web el 21 de setiembre. ¡Estén atentos!

En el Día Internacional de Lucha contra las Plantaciones de Árboles, opongámonos a la expansión del monocultivo de árboles, definamos al bosque por su verdadero significado.

Fuente: Boletín del WRM - Número 170 - Setiembre 2011

Temas: Monocultivos forestales y agroalimentarios

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