Bolivia y los OGM

Idioma Español
País Bolivia

Boletín N° 196 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos. En este número, compartimos con ustedes tres artículos sobre la situación de Bolivia y los OGM: La soya nuestra de cada día, por Antonio Peredo Leigue; Bolivia compra soya de Brasil y Paraguay para reexportarla. El volumen de soya importada es similar a la que compra Colombia, por Freddy Morales V. y Soya convencional y transgénica en Bolivia: ¿Quiénes realmente se benefician?, protesta de diversas organizaciones e instituciones ante la difusión de información incompleta e irresponsable sobre los transgénicos en Bolivia

RED POR UNA AMERICA LATINA LIBRE DE TRANSGENICOS - BOLETIN 196

La soya nuestra de cada díaAntonio Peredo Leigue

Nadie podrá creer, seriamente, que el gobierno del Presidente Evo Morales tiene la culpa por la firma del TLC entre Colombia y Estados Unidos. Sin embargo la derecha, huérfana de argumentos, endilga al Presidente y al Ministro de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca, el acuerdo por el que Bogotá comprará soya a Estados Unidos, con lo cual Bolivia perderá el mercado colombiano.

Los hechos se han concatenado desde que aparecieron, en el mercado mundial y en el regional también, nuevos proveedores de este producto. El Pacto Andino, basado en el intercambio comercial preferente entre los países que lo forman, comenzó a hacer aguas desde hace dos años por efecto de las leyes del mercado que se manejan en los centros del poder mundial.

La ofensiva lanzada por Washington para obligar a los países latinoamericanos a firmar un tratado de libre comercio, está socavando la economía de los países que no se alinean en su política de copamiento del mercado latinoamericano. Fracasado el intento de conformar el ALCA, el gobierno de Bush cambió de táctica. Firmó un Tratado de Libre Comercio con los países centroamericanos; luego, buscó imponer un acuerdo similar con el Pacto Andino (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) que, hasta ahora, no ha tenido resultados. Solamente Perú y Colombia se han sometido a ese trato; Venezuela lo rechazó de plano, Ecuador no lo firma por la mayoritaria oposición del pueblo y Bolivia, por las mismas razones, tampoco lo ha hecho.

Empero, la táctica de llegar a acuerdos país por país busca producir un efecto dominó que termine con las resistencias que hay en la región.

El pecado del TLC

ALCA o TLC tienen el mismo propósito: obligar a nuestros países a establecer un comercio de una sola vía con USA. Con subsidios a su producción agrícola, reclamando sometimiento a las marcas registradas de sus productos farmacéuticos, obligando a pagar derechos sobre el software de computación y otras prebendas. A cambio, Estados Unidos mantendría los cupos de compra que se dan por el ATPDEA y los aumentaría con otros productos en los que, mayormente, los países de la región no tienen posibilidades de competitividad. Graciosamente, Washington mantendría el apoyo económico que proporciona anualmente.

Si esta es la inmensa desproporción en términos económicos, el TLC tiene mayores desniveles en el plano político. Está la imposición de la inmunidad para sus tropas y funcionarios que actúan en nuestros países, el libre tránsito de sus efectivos militares y la adecuación de las normas jurídicas a las leyes de Estados Unidos. Con tales acuerdos, las posibilidades de desarrollo nacional son imposibles y la integración regional no podría intentarse.

Un TLC para Bolivia

En las conversaciones alrededor del TLC Andino, Bolivia actuó como observador. Desde que se inició ese proceso, se sucedieron en la presidencia del país: Jorge Quiroga Ramírez, Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa Gisbert y Eduardo Rodríguez Veltzé. Estos gobiernos fueron, todos ellos, partidarios de la inclusión de Bolivia en el tratado con Estados Unidos. Claro para se enfrentaban a una cerrada oposición de los sectores sociales aunque, por cierto, contaban con el apoyo de los grupos empresariales. En tales circunstancias, tales gobiernos debieron asumir una conducta indefinida: mantener una mínima delegación en las conversaciones, pero sólo en calidad de observadores. Al mismo tiempo, realizaban una intensa campaña interna en pro del tratado. El mejor recurso para esto, ha sido sembrar los temores de que se cierre el mercado de textiles y joyas que se ha establecido en Estados Unidos para Bolivia, a través de otro tratado llamado ATPDEA. Este acuerdo comercial termina a fines de este año.

Joyeros, que en un 90% son extranjeros, y textileros que mantienen costos reducidos pagando bajos salarios a obreros eventuales, fueron la punta de lanza de esa campaña. Como no ha sido suficiente para obligar a la firma del tratado, ahora arremeten contra la soya, cuya producción ha sido el centro del movimiento económico, durante los últimos años, en la región oriental del país.

Los empresarios de esa producción agro industrial, que apoyaron al grupo liderado por Jorge “Tuto” Quiroga, sintieron el impacto de las elecciones de diciembre pasado, pero nada pudieron decir, ante el arrollador triunfo del ahora Presidente Evo Morales.

Nuevos usos de la soya

Vendida como grano, como torta, extraído su aceite, la soya tiene múltiples usos: los vegetarianos comen bistecks de soya, toman leche de soya; la lista culinaria es infinita. La derecha ha encontrado un nuevo uso: arma política.

Durante veinte años, este grupo ha proclamado su vocación por el modelo neoliberal: libertad de comercio, libertad de contratación, liberación de impuestos para importación de maquinaria y subvención para su combustible. Los agricultores orientales transitaron de la siembra de caña a la de algodón, ensayaron con el ricino y otros cultivos exóticos y se dedicaron a la soya cuando encontraron un mercado favorable. Mientras campeaba el modelo, estaban dispuestos a otros ensayos de plantación, si pasaba el auge de la soya. Ahora, en cambio, son usados por la derecha como arma para atacar al gobierno. Evo Morales, que les advirtió sobre la poca probabilidad de revertir el acuerdo de Álvaro Uribe con George Bush, se avino a entrevistarse con el presidente colombiano y plantearle las preocupaciones respecto al mercado de la soya. Que no haya logrado tal propósito, sólo confirma las previsiones que había al respecto. Para la derecha, no es esa la preocupación sino desacreditar al gobierno que les infligió la derrota electoral de diciembre.

Aún así, más adelante tendrán que arrepentirse de sus reacciones violentas, cuando el gobierno del presidente Morales encuentre nuevos mercados para la soya boliviana. En esta nueva realidad, los empresarios deberán cumplir con ciertas normas que beneficien al país y, por supuesto, a sus trabajadores.

BOLIVIA COMPRA SOYA DE BRASIL Y PARAGUAY PARA REEXPORTARLA

El volumen de soya importada es similar a la que compra Colombia.

Freddy Morales V.

Bolivia está importando soya de países vecinos y luego busca mercados para exportarla, con el reclamo de preferencias arancelarias, sobre todo a nivel del Acuerdo Andino de Naciones (CAN). La revelación la hizo el Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade), al afirmar que la pérdida del mercado colombiano de oleaginosas no es tan catastrófico como se ha divulgado.

Fobomade se pregunta ¿Cómo es que el país importa soya si hace tantos esfuerzos para encontrar mercados para la producción nacional?

De acuerdo a Kreidler y Asociados (en el estudio efectuado para Anapo: La soya boliviana hacia el mercado libre de las Américas), bajo el Régimen de Internación Temporal para Perfeccionamiento Activo RITEX, “las importaciones de grano de soya han sido crecientes, la materia prima principalmente se importa desde Brasil y Paraguay, para su procesamiento interno y posterior reexportación”.

De acuerdo a Kreidler, el 2002, las importaciones de soya alcanzaron a 290.000 toneladas y el 2004 a 240.000 toneladas.

Estas importaciones permiten que países que no forman parte de la CAN, accedan a las preferencias arancelarias que tiene Bolivia y precisamente a través de Bolivia. Se trata de casi de 300.000 toneladas, lo cual se acerca al total exportado a Colombia el 2004.

Fobomade se cuestiona y pregunta ¿Cómo es que los soyeros de Anapo no han dicho nada al respecto? ¿Tiene sentido que el Gobierno se esfuerce en buscar mercados para la soya boliviana y también para la brasilera y paraguaya y que además esta producción extranjera aproveche las ventajas arancelarias de Bolivia?

Y por si fuera poco, la empresa que efectúa esas importaciones es Gravetal Bolivia S.A., empresa del Grupo de Inversiones Osorno de Colombia, establecida en Puerto Guijarro, sobre la frontera Bolivia- Brasil. De acuerdo a la empresa, “La mayor parte de la oferta exportable de Gravetal Bolivia S.A. se dirige al mercado andino y tiene una participación muy importante del total de las exportaciones bolivianas destinadas a este mercado. Gravetal ha exportado el 47% de la exportación total de aceite crudo de soya boliviano y 31% de harina de soya respectivamente".

El Fobomade afirma que la pérdida del mercado colombiano no es tan dramática ni insuperable, además de que no es inmediata. Por lo tanto, es absolutamente inaceptable el chantaje de Colombia para forzar a negociar el TLC con Estados Unidos.

“De la misma manera, la actitud de los dirigentes de Anapo de lanzarse a la conversión de la soya boliviana en soya transgénica parece más bien una estrategia de otros países para anular una ventaja competitiva de Bolivia, que al ser aplicada por los propios dirigentes del sector, es un sin sentido, que ahora es más visible que nunca”, agrega.

Presiones

El informe del Fobomade señala que una semana antes de la firma del TLC con Estados Unidos, el gobierno colombiano estuvo ejerciendo una presión intensa sobre la Cancillería boliviana, con el objetivo de lograr el apoyo a su propuesta de modificar una norma de la CAN (Comunidad Andina de Naciones), la Decisión 486 de Propiedad Intelectual.

Esa modificación impediría la fabricación de medicamentos genéricos afectando a la salud pública. Como esta es una de las condiciones de los Estados Unidos en las negociaciones del TLC, Colombia emitió un decreto que viola la normativa de la CAN, por lo que el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina sancionó a este país.

Con el cambio de la normativa de la CAN Colombia pretendía eludir esa sanción y allanar el camino para el TLC con EEUU. A cambio del apoyo de Bolivia, Colombia aseguraba que mantendría el mercado de soya de Bolivia, se explica.

La Cancillería convocó a reunión a los diferentes sectores que participaron en el tema del TLC desde gestiones anteriores, para consensuar su posición. La posición de la industria farmacéutica fue muy contundente en sentido de no permitir tal modificación, a pesar de las amenazas de los productores de oleaginosas y porque luego de una reunión con la embajada de los Estados Unidos, este país dejó claro que mantener el mercado de Bolivia en Colombia era imposible luego de la firma del TLC Colombia-EEUU.

La soya producida en Estados Unidos recibe una subvención de 30 dólares por tonelada, lo que hace que ninguna producción latinoamericana pueda competir en precios.

Los subsidios que el Gobierno de los EEUU otorga a sus excedentes agrícolas así como las grandes ayudas internas a la producción, contribuyen a generar una distorsión muy grande en el precio de los productos en el mercado internacional y constituye por lo tanto una competencia desleal, inequitativa e injusta, agrega.

Soya transgénica

Además, el Fobomade advirtió que otro elemento a considerar en la crisis de la soya, es que se ha autorizado en el país la producción de soya transgénica, lo que resta competitividad a la producción nacional. De no haberse aprobado la soya transgénica el 2005, Bolivia podría reclamar al presidente de Colombia, Alvaro Uribe el carácter convencional de su soya, lo que la convertiría en un producto único en la región. Se recordó que de acuerdo a Rolando Zabala, de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas, Anapo, el 2005, 1.607.795 toneladas de la producción total de soya boliviana fue convencional, mientras que la soya transgénica alcanzaría a 381.100 toneladas, lo que está fuera de las tendencias de crecimiento de la soya boliviana. Se advirtió que los ejecutivos de Anapo normalmente inflan las cifras de la soya transgénica, pretendiendo que el proceso es irreversible.

Sobre la reciente y polémica visita que hizo el presidente Uribe a Bolivia, el Fobomade señala que ese mandatario llegó al país con un objetivo específico: atacar la nueva Política de Comercio Exterior. “La misión de Uribe fue ejercer una especie de chantaje para obligar al país a negociar el TLC con Estados Unidos. Su visita es claramente parte de una estrategia de ataque y debilitamiento, sin ninguna intención de negociar”, agrega.

Se afirma que Colombia no es el principal comprador de soya boliviana, sino Venezuela, de acuerdo a datos de Anapo y el IBCE presentados por Rolando Zabala en una presentación realizada en octubre de 2005. Para el 2004, el total de las exportaciones de soya de Bolivia alcanzó a 1.828.545 toneladas, incluyendo las importaciones.

Si multiplicamos ese monto por el 21% que es el total exportado a Colombia se obtiene la cifra de 383.994 toneladas. Tomando en cuenta que Venezuela comprará 200.000 toneladas adicionales, quedan 183.334 por colocar, agrega.
Fuente: execlub/17/03/06

Soya convencional y transgénica en Bolivia: ¿Quiénes realmente se benefician ?

Febrero 2006

El pasado 31 de Enero el periódico Los Tiempos (Sección Dinero y Finanzas / Agro p. 4) publicó un artículo acerca del cultivo de soya en Bolivia y los resultados de la segunda version de las Olimpiadas de Productividad de la soya, realizada en el Departamento de Santa Cruz.

Este evento se organizó con el objetivo de identificar los paquetes tecnológicos (a base de insumos sintéticos) que incrementen la productividad del cultivo de soya y reduzcan los costos de producción. El artículo enfatiza el debut de ocho variedades transgénicas en dicho evento y presenta las dos “recetas ganadoras” de la campaña 2004-2005; también hace un análisis corto e incompleto sobre el desarrollo de la soya en Bolivia, haciendo referencia sólo al incremento de la superficie cultivada y el supuesto “beneficio” de las variedades transgénicas para los productores en términos económicos; sin mencionar las implicaciones sociales y ecológicas negativas de la producción de soya convencional y transgénica.

El lector del artículo mencionado y otros similares, podría celebrar la producción de la soya en Bolivia con base a la información brindada. Sin embargo, antes de ello, se debería tener una visión más amplia y real de la producción de soya en Bolivia y, específicamente, de la soya transgénica. Lamentablemente, en muchos materiales informativos se omite que:

- La expansión del cultivo de soya en Bolivia durante los últimos 15 años ha sido del 411% a costa de la deforestación de más de un millón de hectáreas de bosque. La tasa de desmonte para habilitar tierras para el cultivo de soya es de casi 60 mil hectáreas por año. Si este ritmo de deforestación continúa, los bosques de las zonas soyeras corren el riesgo de desaparecer. Este es el caso de San Julián, uno los principales municipios productores de soya de Santa Cruz, donde - si el actual nivel de deforestación continúa - sus bosques estarán extintos en menos de nueve años.

La actual deforestación está causando la alteración del ciclo hidrológico, especialmente el ciclo pluvial. Por eso, no es de extrañar que en esta última temporada de lluvias, San Julián haya sido severamente afectada por inundaciones. Tampoco será de extrañar la probable sequía y la inevitable erosión de sus suelos.

- La expansión del cultivo de soya promueve la demanda de tierras y su concentración en pocas personas. Los pequeños productores soyeros antes se dedicaban a cultivar predios diversos y aplicaban métodos de conservación de suelos. Ahora, debido a la presión productiva y de mercados, estos productores han desmontado en promedio 20 a 50 hectáreas para implementar el monocultivo mecanizado de soya. Esta mecanización del agro “mono-culturista” (un solo cultivo), considerado equívocamente como la modernización y avance del sector agrícola, es en realidad el motor de la severa degradación de suelos y endeudamiento de los pequeños productores, quienes en este modelo productivo mecanizado y extractivista de soya, generan apenas los recursos suficientes para cubrir los costos básicos de producción. Estos pequeños agricultores representan alrededor del 70% de los productores de soya; sin embargo, este porcentaje tiene poca importancia ya que el 2% de los productores de esta oleaginosa son grandes propietarios (con más de mil hectáreas de producción) y conforman el grupo de empresarios soyeros (la mayoría ligados a empresas transnacionales) que controlan la producción, procesamiento y comercialización de la soya en Bolivia. A esto debe añadirse que el modelo agroexportador en el que está incluida la producción de soya convencional y transgénica, implica la pérdida de soberanía alimentaria. Es decir, que por la masificación de un solo cultivo y la degradación de suelos, se está disminuyendo la capacidad de producir nuestros propios alimentos según el potencial productivo y costumbres de Bolivia; lo que está provocando el incremento en la importación de alimentos.

- La producción de soya en Bolivia, especialmente de soya transgénica, es el ejercicio de la dependencia productiva y comercial. La producción de soya en Bolivia depende de insumos importados y costosos (80% de los insumos utilizados en la producción de soya son importados de diferentes países). Por otro lado, 66% de la producción soyera está en manos de extranjeros (principalmente menonitas, brasileños y japoneses). La comercialización y exportación también depende de empresarios trasnacionales, como ADM-SAO S.A. y Cargill. El control de la cadena productiva de la soya en Bolivia está en manos de empresas extranjeras y grandes productores, quienes “coincidentemente” proveen la semilla de soya y los agroquímicos usados en su producción. Este es el caso de la multinacional estadounidense Monsanto.

- La producción de soya debilita los sistemas alimentarios locales. La producción convencional y transgénica de soya se desarrolla en sistemas de monocultivo y reemplaza a la producción diversificada. Esto provoca que los diferentes alimentos necesarios para una adecuada alimentación sean cada vez más escasos y costosos. Como en otros países, el excedente de la producción de soya se destina al mercado interno como un paliativo a la escasez de proteína. Un ejemplo son los desayunos escolares, a través de los cuales, sin control alguno, cada vez se incluyen más productos derivados de soya, a una población no habituada a este cultivo como
alimento cotidiano.

- La producción de soya da lugar a la severa degradación de suelos. El cultivo de soya “absorbe” la fertilidad de los suelos, dejándolos degradados y empobrecidos. Esto se debe a que el cultivo de soya es muy extractivo y generalmente se cultiva en sistemas de monocultivos consecutivos donde la aplicación de fertilizantes y plaguicidas sintéticos es elevada. En Bolivia, la producción de soya ya ha dejado cien mil hectáreas de suelos severamente degradados por compactación, erosión y contaminación por agroquímicos. Estas hectáreas con suelos degradados son la herencia del monocultivo de soya en Bolivia a los sistemas alimentarios locales y cuya de producción total el 85% es exportada. Es por ello, que los productores soyeros deben invertir mayores crecientes cantidades de fertilizantes sintéticos. La degradación de suelos que la soya provoca es tan severa, que después de pocos años de su cultivo, los suelos son únicamente aptos para la producción ganadera extensiva. El cultivo de soya convierte la tierra fértil en suelos marginales.

- Los paquetes tecnológicos fomentados por la producción intensiva de soya en grandes superficies son una “bomba de químicos” que provocan el envenenamiento humano, de los suelos, aguas y vida silvestre. Por ejemplo, las dos recetas ganadoras de las II Olimpiadas de Productividad incluyen la aplicación de 18 y 24 diferentes agroquímicos sintéticos. Estos químicos, dejan residuos en el suelo e ingresan al cuerpo humano a través del grano de soya, convirtiéndose en agentes cancerígenos, mutagénicos y tóxicos. Sólo para ilustración, tres de los agroquímicos usados en los “paquetes ganadores” son:

1) El glifosato (herbicida estrella en la producción de soya transgénica) que altera los procesos metabólicos que regulan los niveles hormonales en los seres humanos.

2) El endosulfan, insecticida que, entre otros, causa malformaciones en niños durante la gestación.

3) Carbendazim, fungicida con efectos hormonales que debido al daño ambiental que causa se encuentra en la lista de los “cuatro sucios” de la organización Amigos de la Tierra. Si sólo tres agroquímicos pueden afectar la salud humana de forma tan severa, ¿qué pasará con la salud pública se consumen los residuos de un “coctel” de más de 15 o 20 diferentes agroquímicos a través del grano de soya? A esto debe añadirse el riesgo de la soya transgénica, especialmente a nivel inmunológico. Considerando que 60% de los alimentos procesados contienen soya, cada día el ser humano ingiere soya o sus derivados. Por tanto, no es posible librarse de los efectos nocivos de la soya producida por la agricultura convencional y transgénica.

- Los paquetes tecnológicos que promueven la soya convencional y la soya transgénica sólo son accesibles para los grandes productores y empresarios. Volviendo al ejemplo de las dos recetas ganadoras de las II Olimpiadas de Productividad, ellas tienen un costo de $US 229.28 y $US 351.39 por hectárea por campaña (monto que básicamente incluye insumos y maquinaria sin considerar el pago obligatorio de patentes por el uso de semilla transgénica ni el incremento anual de agroquímicos como resultado de la degradación de suelos y desarrollo de resistencia de las plagas).

Si ponemos el ejemplo de un pequeño productor con 20 hectáreas de soya, él necesitará entre $US 9.000 y $US 14.000 por año para replicar uno de los paquetes tecnológicos productivos “ganadores”. Dado el panorama socio-económico del agro boliviano y la ausencia de fomento bancario agrícola ¿puede un pequeño productor cubrir estos costos de producción? En este contexto, es más real (y lo demuestra la experiencia de los pequeños productores de Argentina, Brasil y Paraguay) que el pequeño productor adquiera deudas en lugar de ganancias con la producción de soya convencional y transgénica. Los $US 257 millones que generaron las exportaciones de soya en la campaña 2004/2005 no pasaron por las manos de los productores ni incidieron en una mejora de sus condiciones productivas. Ese monto, contribuyó a la concentración del poder económico y a las ganancias de los grandes productores y comercializadores de soya.

- La soya transgénica, no es tan productiva como se dice. Estudios realizados en Bolivia por PROBIOMA indican que la soya transgénica produce, en promedio, alrededor de 15% menos que las variedades convencionales (Soya convencional = 2.1 ton/ha; soya transgénica = 1.8 ton/ha). Este dato corresponde a Noviembre del 2005 y hasta el momento no se ha reportado lo contrario. En otros países, como Brasil, se han registrado pérdidas hasta el 25% de la soya transgénica en comparación a las variedades convencionales. El sector soyero en Bolivia debe $US 100 millones a los bancos privados.

La expansión avasalladora de la soya en Bolivia y en la región, posee un altísimo costo social y ambiental. El monocultivo de soya y especialmente de la soya transgénica o genéticamente modificada, conllevan múltiples riesgos sobre la economía local, ecología y salud humana. A pesar de ello, se sigue impulsando su cultivo masivo porque alrededor de la soya se han creado dos mitos que responden a intereses comerciales:

1) Que la producción de soya convencional y la soya transgénica servirá para reducir el hambre en el mundo, y;

2) Que la soya es un alimento sano y completo. Sólo dos ejemplos para demostrar la falsedad de estos argumentos. Así como en Bolivia, más del 80% de la producción de la soya producida a nivel mundial es exportada como alimento para animales y como insumo barato para la producción de carne. La soya no es alimento de las personas que sufren hambre, sino de animales de países industrializados. Además, según varios estudios realizados, la soya no es recomendable para niños menores de 5 años y su consumo - como grano o derivado, no debe ser permanente ya que inhibe la absorción de minerales importantes (entre ellos calcio y hierro).

Los argumentos a favor de la soya han sido creados por intereses comerciales para facilitar la apertura de mercados a favor de países cuyas economías dependen de este cultivo (como la de Estados Unidos). La desinformación es su principal instrumento. Entonces, ¿a quién realmente beneficia la producción de soya convencional y la soya transgénica? Definitivamente no a los pequeños productores ni a los consumidores.

Sin embargo, hay algo en lo que los promotores de la soya no se equivocan: La soya sí es “el grano de oro”; porque cada grano de soya concentra parte del bosque deforestado para su cultivo, el mineral de los suelos degradados, la deuda que el pequeño productor y su familia adquieren para seguir la “fiebre de la soya”, los gastos adicionales en agroquímicos y parte de la cuenta que el consumidor tendrá que pagar por los daños en su salud.

La producción diversificada de cultivos (particularmente la ecológica) y la recuperación de semillas, son alternativas ante la producción convencional y transgénica de cultivos, no solo porque fortalecen las dinámicas sociales y ecológicas; sino también porque favorecen al acceso de alimentos sanos, libres de tóxicos y diversos, al fortalecimiento comunitario y al establecimiento de mercados locales y responsables. La recuperación de las semillas librándolas de los regímenes comerciales y el rechazo de la producción convencional y transgénica es defender la soberanía alimentaria de los pueblos.

AGRUCO, Bolivia
Asociación Internacional por la Salud (AIS) - Bolivia
Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (AOPEB), Bolivia
AYNISUYU, Bolivia
Central Obrera Departamental (COD) de Cochabamba, Bolivia
Centro de Servicios Agropecuarios (CESA), Bolivia
Centro de Documentación e Información de Bolivia (CEDIB), Bolivia
Centro de Educación y Producción Radiofónica (CEPRA), Bolivia
Colectivo “Bioptimistas”, Uruguay
Comité de Defensa de los Derechos del Consumidor (CODEDCO), Bolivia
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB)
Coordinadora de Mujeres del Valle Alto (COMUVA), Bolivia
Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) – Cochabamba, Bolivia
Federación de Regantes – Cochabamba, Bolivia
Fundación AGRECOL Andes, Bolivia
Movimiento sin Tierra (MST) - Cochabamba, Bolivia
Profesionales en Sociedad para el Desarrollo Humano (PROESAH), Bolivia
Red de Acción en Plaguicidas (RAP-AL) - Uruguay
Red “Bolivia Libre de Transgénicos”, Bolivia
Somos Sur, Bolivia

NOTA: El presente documento es la protesta de diversas organizaciones e instituciones ante la difusión de información incompleta e irresponsable sobre los transgénicos en Bolivia. Fue elaborado por la Red “Bolivia Libre de Transgénicos“ con base a: Bravo, E. 2005. “Soya. Instrumento de control de la agricultura y alimentación”. Acción Ecológica – RALLT. Quito • Escóbar, R. 2005. “El Mayor depredador del bosque y el suelo es el cultivo de soya”. Periódico El Deber / Economía / B22. Santa Cruz, 8 de Mayo 2005 • Molina, P.; Copa, S. 2005. “¿La agricultura soyera en Bolivia, necesita transgénicos? Factores productivos y competitividad de la soya boliviana”. FOBOMADE, FNMCB-BS, CIOEC-Bolivia, CESA, AOPEB. La Paz • Pardo, E.; Gudynas, E. 2005. “Soja en Bolivia. La encrucijada entre mercados, tecnología, impactos”. CLAES - D3E. Montevideo, Uruguay • Pengue, W.; Altieri, M. 2005. “La soja en América Latina: Una Máquina de hambre, deforestación y devastación socio-ecológica”. Revista Agricultura Ecológica Nro. 3. Cochabamba

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