Cambio climático: edición especial sobre Bali de Enfoque sobre Comercio

Idioma Español

Durante la reciente Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, quedó en evidencia que el tema cardinal de la "justicia" –quién tiene la responsabilidad histórica por las emisiones de los gases de efecto invernadero y quién paga el precio—y la cuestión esencial de cómo mejorar las vidas de cientos de millones de personas del Sur Global, en un espacio ecológico cada vez más acotado, deben constituir la médula de cualquier futuro régimen del clima viable. Cualquier otra cosa es sencillamente inaceptable. Sin embargo, pocos están dispuestos a reconocer esto, porque, en contraposición a los mecanismos de mercado y los arreglos tecnológicos que se promueven como soluciones donde "todo es ganancia", un nuevo régimen del clima que reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero de manera justa, exige que los ricos hagan reducciones muy grandes en sus emisiones, y que lo hagan muy pronto y rápido.

También implica que realicen grandes contribuciones financieras y técnicas para compensar y apoyar las transiciones en el Sur, y que asistan a aquellos que ya están siendo gravemente afectados o desplazados por los eventos climáticos.

La reticencia de los países ricos –en particular Estados Unidos- a asumir estos compromisos es vergonzosa. La mayoría de los analistas concuerda en que no es para nada probable que Estados Unidos modifique su posición antes de las elecciones presidenciales de 2008, pero todos asumen que la posición de este país será más razonable en una era pos-Bush. Sin embargo, si la conferencia de prensa realizada en Bali por el candidato presidencial Demócrata de 2004, John Kerry, fuera representativa del pensamiento Demócrata, hay pocos elementos para ser optimistas. En una exposición de 30 minutos destinada exclusivamente a los medios estadounidenses, Kerry habló de la necesidad de "soluciones globales". Exactamente los mismos términos utilizados por el equipo negociador de Bush a todo lo largo de la Conferencia de Bali, lo que decodificado significa "no haremos nada hasta que China se mueva". Kerry también rechazó las metas per cápita, defendiendo fervientemente el sistema de "topes y cuotas" ( cap and trade –un sistema de asignación de permisión de emisión fijos y limitados, donde agentes con excedentes pueden comercializarlos), que, según dijo, le da "certezas al mercado".

Las grandes empresas son centrales en la visión de Kerry sobre el futuro, que se refirió con entusiasmo a las 27 compañías de Fortune 500 –que incluyen a Dupont, Dow y BP—que están asumiendo la posición de "tomar en serio el desafío del clima" (en buen romance, "obtener ganancias del desafío del clima"). También mencionó una reunión reciente en Clarence House (donde vive el Príncipe Carlos) en las que participaron 150 compañías que alegremente concluyeron que se puede hacer dinero en una "economía verde". En realidad, Kerry se mostró tan ansioso por destacar el rol central de las corporaciones en la solución del problema, que tuve la no muy digna impresión de que Estados Unidos está demorando las negociaciones con el único objetivo de darles tiempo a las compañías estadounidenses para que se apronten adecuadamente para llevarse las ganancias del cambio climático. (Mientras tanto siguen ganando fortunas con el carbón y el petróleo, volando las montañas y perforando y excavando los bosques boreales).

En la visión de Kerry sobre el futuro, algunas empresas ganarán y otras perderán, pero el capitalismo sobrevivirá. Hay quienes piensan que el capitalismo es el problema, y quienes piensan que es la solución. Hay otros que sostienen que la crisis del clima es tan urgente que no da ni siquiera para hacerse esa pregunta, simplemente hay que hacer lo que sea necesario para reducir las emisiones. Sin embargo, estamos ingresando inevitablemente a un nuevo paradigma de la energía que exigirá nuevos modelos de producción y consumo y posiblemente nuevas formas de propiedad y control. La oportunidad de transformar nuestras sociedades es real, no teórica, ya que las cosas van a cambiar (realmente tienen que cambiar). No es demasiado tarde para colocar la justicia en el centro de ese futuro, en vez de dejárselo a las grandes empresas corporativas.

En esta edición especial sobre Bali de Enfoque sobre Comercio, seis personas que estuvieron en la conferencia del clima dan su punto de vista sobre lo que sucedió allí, y lo que no, y sobre qué debemos hacer de ahora en adelante al respecto. También incluimos una declaración de prensa de la coalición "Justicia Climática Ya" recientemente formada, que está comenzando a reunir y acercar entre sí a los movimientos por la justicia global y los ambientalistas: es éste sin dudas el resultado más positivo de la conferencia de Bali. Y sólo para recordarnos que algunas cosas nunca cambian, terminamos con un artículo de Aileen Kwa sobre las tácticas sucias de la Unión Europea en las negociaciones de los Acuerdos de Asociación Económica (EPA).

Que disfruten los artículos y nuestros mejores deseos para el año que comienza.

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EN ESTA EDICIÓN

BALI, EL DÍA DESPUES...

Walden Bello

LAS ONG SE REAGRUPAN EN TORNO AL CAMBIO CLIMÁTICO DESPUÉS DE BALI

Marwaan Macan-Markar

¿HACIA DÓNDE VAMOS? LA REUNIÓN DE BALI Y LAS LECCIONES QUE APRENDIMOS

Tom Athanasiou

¿QUÉ SE GANÓ EN BALI? NO MUCHO…

Janet Redman

LA DISMINUCIÓN DE LA DEFORESTACIÓN EN EL CONVENIO SOBRE EL CLIMA: ¿SE TRATA DE FINANCIAR BOSQUES, PLANTACIONES O EMPRESAS Y CONSULTORES FORESTALES?

Simone Lovera

COMERCIO, CLIMA Y BALI

Victor Menotti

ACTORES Y OBRAS EN EL DRAMA DE BALI SOBRE EL CLIMA

Walden Bello

COMUNICADO DE PRENSA: ¿QUÉ ESTÁ AUSENTE DE LAS NEGOCIACIONES SOBRE EL CLIMA? JUSTICIA!

LA UE UTILIZA "TÁCTICAS INTIMIDATORIAS" PARA IMPONER LOS EPA

Aileen Kwa

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BALI EL DÍA DESPUÉS

por Walden Bello*

Un día después del borrascoso final de las negociaciones sobre el clima en Bali, muchos se preguntan si en realidad el resultado fue, de hecho, el mejor posible dadas las circunstancias. Es cierto que EE.UU. regresó al redil, pero al precio de eliminar del documento final –la llamada Hoja de Ruta de Bali- cualquier referencia a la necesidad de reducir del 25 al 40 por ciento por debajo de los niveles de 1990, hasta al año 2020, las emisiones de gases de efecto invernadero, a fin de mantener el aumento de la temperatura global promedio en 2.0 a 2.4 grados centígrados durante el siglo XXI.

La mención de las cifras cuantitativas fue reducida a una nota al pie, que hace referencia a algunas páginas del Informe 2007 del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC), que se limita a enumerar varios escenarios de la estabilización del clima. Los escenarios alternativos van desde un aumento de 2.0 a 2.4 grados de temperatura, hasta uno de 4.9 a 6.1 grados. Esto incitó a un participante de la sociedad civil a comentar que "La Hoja de Ruta de Bali es un mapa para llegar a cualquier lugar".

¿Habría sido mejor dejar simplemente que EEUU se fuera, permitiendo así que el resto del mundo forjar un acuerdo robusto que incluya recortes profundos obligatorios de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los países desarrollados? Con la expectativa de que un/a nuevo/a presidente/a de EEUU, con una nueva política en materia del cambio climático, estará en funciones a inicios de 2009, ese país habría tenido que sumarse a un proceso que ya estaría progresando con metas severas y obligatorias. En cambio, lo que tenemos ahora es que, siendo parte del consenso de Bali, los negociadores de la administración Bush, -según los escépticos-, podrán continuar con sus tácticas obstruccionistas, diluyendo la acción global durante las negociaciones de 2008.

Bien podríamos preguntarnos qué habría sucedido si Washington, permaneciendo fiel a sus inclinaciones ideológicas, hubiese decidido marcharse de la sala cuando el delegado de Papua Nueva Guinea destapó la reprimida frustración colectiva de la conferencia, al emitir su -ahora histórico- desafío: "Pedimos y buscamos su liderazgo. Si ustedes no están dispuestos a conducir, por favor quítense de en medio". Como todo el mundo ahora sabe, después de consultas de última hora con Washington, el negociador norteamericano ablandó la posición de línea dura que su país había mantenido respecto a la enmienda propuesta por India, que buscaba que la conferencia reconozca la diversidad de capacidades de los países en vías de desarrollo para abordar el cambio climático, y dijo que Washington "procederá a unirse al consenso".

El objetivo único de conseguir la participación de Washington se tradujo en los escasos acuerdos de la reunión respecto a obligaciones firmes, salvo por el plazo dado al grupo de negociación, el "Grupo de Trabajo Ad Hoc sobre la Acción cooperativa a largo plazo bajo esta Convención," para que tenga su trabajo listo para su adopción en la Conferencia de las Partes en Copenhague en 2009 (COP 15).

Muchos delegados también se sentían ambivalentes frente a los arreglos institucionales acordados después de una semana de duras negociaciones Norte-Sur.

* Un Fondo de Adaptación fue instaurado, pero fue puesto bajo la administración del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) del Banco Mundial -ente dominado por EEUU. Es más, se estima que los fondos semilla de los países desarrollados sumarán apenas entre US$18,6 y US$37,2 millones montos que se juzgan seriamente inadecuadas para apoyar los esfuerzos de emergencia orientados a abordar los estragos que ya está causando el cambio climático en los pequeños Estados insulares y otros países ubicados en la "primera línea de fuego" del cambio climático. Oxfam estima que serán necesarios, como mínimo, US$ 50 mil millones anuales para asistir a todos los países en vías de desarrollo a adaptarse al cambio climático.

* Se aprobó, asimismo, un "programa estratégico" de desarrollo y transferencia de tecnología, que también significó ceder posiciones. Los países en vías de desarrollo habían defendido inicialmente que el mecanismo sea un "fondo" específico, pero finalmente tuvieron que aceptar la caracterización diluida de la iniciativa como un "programa" debido a la intransigencia estadounidense. Es más, el programa fue asignado al GEF sin asignaciones claras de financiamiento, para una empresa que se espera costará miles de millones de dólares.

* Se adoptó la iniciativa REDD (Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y Degradación de los bosques), impulsada por el anfitrión Indonesia y varios otros países en desarrollo con grandes extensiones forestales en vías de rápida desaparición. La idea es conseguir que el mundo desarrollado canalice dinero a estos países, vía mecanismos de ayuda o de mercado, para mantener estos bosques como sumideros de carbón. Sin embargo, muchos activistas temen que las comunidades indígenas serán victimizadas por los rapaces intereses privados, que se posicionarán para ser los principales recipientes de los fondos recaudados.

Aún así, muchos consideran que estos resultados, aunque pobres y mixtos, son mejor que nada.

Quizás la mejor indicación de si la conferencia tuvo razón en dar un giro de casi 180 grados para acomodar a EEUU vendrá el próximo mes en Honolulu, durante la Reunión de las Mayores Economías, una conferencia impulsada por Washington que fue diseñada originalmente para trastornar el proceso de Naciones Unidas. La pregunta que aflora en los labios de todo mundo es: ¿Regresará la administración Bush a sus costumbres y utilizará la conferencia para lanzar un proceso distinto, para hacer descarrilar la Hoja de Ruta de Bali?

Traducción: ALAI ( www.alainet.org)

* Walden Bello es el analista principal de Focus on the Global South y profesor de sociología de la Universidad de las Filipinas. Participó como representante de ONG en la Conferencia sobre Cambio Climático de Bali.

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LAS ONG SE REAGRUPAN EN TORNO AL CAMBIO CLIMÁTICO DESPUÉS DE BALI

por Marwaan Macan-Markar*

BALI, Indonesia, 18 diciembre (IPS) – Esta isla turística, conocida por los viajeros extranjeros por su esplendor tropical y sus profundas tradiciones espirituales, está a destinada a formar parte del vocabulario de otro grupo internacional: el movimiento mundial de la sociedad civil en rápida expansión.

Bali pronto se unirá a la lista de los lugares que han establecido mojones en el activismo mundial, al igual que Seattle en Estados Unidos y Porto Alegre en Brasil, tras haber sido sede durante dos semanas de una muy polémica conferencia internacional sobre el cambio climático que acaba de terminar.

La presencia de Walden Bello en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático desarrollada entre el 3 y el 14 de diciembre, da una idea de la importancia emergente de Bali. El filipino de 62 años, hasta ese mes había eludido del furibundo debate en torno al calentamiento del planeta ocasionado por las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), la principal causa del cambio climático.

En sus casi 35 años de activismo, Bello ha centrado su interés principalmente en la lucha contra las dictaduras, la oposición al Banco Mundial y a la Organización Mundial del Comercio, y la protesta contra las campañas militares lideradas por Estados Unidos en Asia y Medio Oriente. El delgado y ligeramente entrecano Bello, que dirige el instituto de investigaciones estratégicas Focus on the Global South con sede en Bangkok, ha sido desde entonces un referente para los activistas de las campañas contra la explotación, la injusticia y el abuso del poder.

Cabe preguntarse entonces, ¿qué cambió? ¿Por qué las políticas del cambio climático han hecho que en esta reunión de Bali se hayan sumado caras nuevas como la de Bello al grupo habitual de activistas que integran las organizaciones ambientalistas tradicionales como Greenpeace y World Wildlife Fund?

"Estamos aquí debido al carácter cada vez más generalizado de la crisis del cambio climático y de las soluciones que se están proponiendo en Bali", comentó Bello a IPS. "Ya no se trata de soluciones técnicas. Se ha transformado en una emergencia en la cual cuestiones como el comercio, la justicia, la equidad y la democracia tienen que ser tomadas en cuenta. Y es allí donde radica nuestra fuerza".

Ese punto de vista fue reiterado por otras organizaciones no gubernamentales e institutos de investigación estratégica conocidos por su trabajo en temas de desarrollo, alivio de la pobreza y asistencia humanitaria, como la Red del Tercer Mundo, Action Aid, Oxfam y La Via Campesina. Estos grupos tuvieron un protagonismo importante en las reuniones sobre las consecuencias de las políticas en torno al cambio climático para los pobres del mundo, que se realizaron en forma paralela al evento central de Bali en el cual participaron ministros y líderes de gobiernos de casi 190 países.

Según Bello, entre las casi 350 ONG que participaron de la CMNUCC, hubo al menos unas 100 organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan en temas asociados al comercio y la justicia. "Ahora hay más actores en la escena, porque debemos frenar a los gobiernos de las grandes potencias y las transnacionales que quieren sacar provecho de los temas económicos que están en juego", agregó. "Estos son aspectos a los que los grupos que tradicionalmente han trabajado sobre el cambio climático no le han prestado mucha atención".

Los cinco temas principales analizados durante esta reunión de dos semanas son ilustrativos de ese cambio en la política del cambio climático. Solamente uno de ellos – un modelo para reducir las emisiones de GEI a través de políticas de mitigación de carácter urgente—estuvo limitado a la ciencia y la tecnología. Los demás involucraron aspectos económicos, sociales y de desarrollo, que tienen influencia directa sobre los pobres del mundo, quienes, según los informes de los expertos, serán los que pagarán el mayor precio a medida que el clima siga cambiando. Estos temas incluyeron la creación de un "Fondo de Adaptación", cuya misión será financiar programas de ayuda a los pobres del mundo en desarrollo que les permitan enfrentar los dramáticos cambios del medioambiente.

Los ambientalistas que han estado desde hace tiempo involucrados en moldear las políticas frente al cambio climático saludan con agrado las nuevas alianzas que se forjaron durante la conferencia de Bali al interior de las organizaciones de la sociedad civil (OSC). "Las nuevas voces son muy bienvenidas, ya que las clásicas ONG ambientalistas, como nosotros, hemos centrado nuestra atención fundamentalmente en la mitigación y en intentar reducir los gases de efecto invernadero", declaró Michael Goo, director del Natural Resources Defense Council (Consejo de Defensa de los Recursos Naturales) en materia de legislación sobre le clima, un grupo de presión verde con sede en Washington D.C.

"Hace cinco años, la adaptación era considerada una mala palabra entre las ONG ambientalistas. Había gran preocupación de que la adaptación se usara como excusa para evitar la mitigación", declaró en una entrevista. "Pero, evidentemente las cosas han cambiado en los últimos cinco años en el mundo del cambio climático".

Los funcionarios de los gobiernos de los países en desarrollo que estaban en Bali con el objetivo de trazar una hoja de ruta para enfrentar los futuros desafíos del cambio climático, también ganaron con las nuevas OSC que se sumaron a la arena del cambio climático. Durante la segunda semana de la conferencia, los activistas de la agencia humanitaria mundial Action Aid sostuvieron una reunión con el Grupo de los 77 y China, un bloque que representa a 130 países en desarrollo, para reflexionar sobre los vínculos entre el calentamiento del planeta y la pobreza.

"El análisis que nos presentaron en la reunión resultó muy útil durante las negociaciones oficiales aquí. Reveló la profunda inequidad que habrían de enfrentar los pobres, implícita en algunas de las soluciones que se estuvieron analizando", comentó a IPS el presidente del grupo G77 y China, el embajador paquistaní Munir Akram, en la última jornada de la CMNUCC. "Uno de los ejemplos es el de los niveles de emisión per cápita entre los países en desarrollo y los países desarrollados, y también la dificultad que representa para los países en desarrollo resolver el problema de la pobreza con desarrollo sustentable".

El objetivo de esa reunión fue hacerles comprender que había un "enfoque que no se estaba teniendo en cuenta en la discusión", dijo Rashed Al Mamad Ttumir, el coordinador político regional de Action Aid para Asia. "Ya no se puede seguir con una discusión que se limite solamente al medioambiente. En Bali nos enfrentamos con cuestiones políticas y de poder, tales como los temas comerciales y económicos que se están abordando en la reunión. Es por ese motivo que estamos aquí".

Action Aid utilizó la reunión de Bali, donde participaron alrededor de 11.000 personas, para promover el apoyo a un nuevo enfoque "fundado en la justicia ambiental". "Tiene que haber un enfoque amplio, que integre el cambio climático con los derechos de los pobres al desarrollo" declaró Rashed, quien al igual que Bello, lleva muchos años como activista político pero es la primera vez que asiste a una conferencia sobre el cambio climático. "No podemos seguir siendo observadores sentados a la orilla del camino".

* Este artículo fue publicado por Inter Press Service, IPS.

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¿HACIA DÓNDE VAMOS? LA REUNIÓN DE BALI Y LAS LECCIONES QUE APRENDIMOS *

por Tom Athanasiou**

* Este artículo ha sido editado porque nos es imposible reproducir las gráficas en la versión de correo electrónico de Enfoque sobre Comercio. Para acceder al texto completo, visite: aquí

Esta vez es importante sacar conclusiones y hacerlo en forma pública. En Bali hemos cruzado una línea –escasa y penosamente- e ingresado en un nuevo nivel aún más difícil del juego del clima que estaremos jugando por el resto de nuestras vidas. En realidad no es exagerado decir que a partir de los sucesos y reconocimientos del año pasado y su culminación en la XIII Conferencia de las Partes, finalmente, aunque tarde, el partido ha comenzado en serio.

En primer lugar, al llegar a Bali sabíamos que si continuábamos la vieja rutina sin ninguna variante, verdaderamente estaríamos en problemas. El momento escogido para el encuentro es una prueba de esto. Aquí estábamos, más allá de los escépticos, después del Cuarto Informe de Evaluación del PICC, después del Premio Nóbel de Al Gore (y del PICC). Ahora sabemos lo grave que es la situación. Es por eso que para mi es un gran alivio poder decir, al menos si juzgamos por los resultados de Bali, que el juego realmente cambió –excepto para Estados Unidos, por supuesto.

El cambio más importante es que el G77, el bloque negociador del Sur, no puso su unidad por sobre todas las cosas. Siempre ha sido fácil entender esta unidad, ya que el Sur es débil y los miembros del G77 saben bien que si no se mantienen unidos, van muertos. Pero está claro asimismo desde hace años que la unidad del G77 puede ser también un gran problema, que le ha permitido a sus miembros más retrógrados (los saudíes, por ejemplo) pasar por encima de los intereses de los participantes más débiles (como, por ejemplo, la Alianza de los Pequeños Estados Insulares). Así que Bali, la Conferencia de las Partes en la que China, Sudáfrica y Brasil dieron el paso de anunciar su voluntad de adoptar "compromisos o acciones" vinculantes, significó un avance real, entre otras cosas, y para nada menor, porque la condición que se anexa a la ayuda de parte de los países industrializados a los países en desarrollo, de que ésta sea "mensurable, comunicable y verificable", fue ampliamente entendida como una condición justa e inevitable.

No es que no supiéramos antes que, sin apoyo del Sur para una acción rápida, no habría ninguna acción. Pero la flexibilidad del G77 nos permitió acceder a otra clase distinta de conocimiento, el conocimiento concreto de un acuerdo efectivo y un camino para avanzar. Si bien no cambió todo, cambió mucho.

En segundo lugar, está el tema del dinero. Dinero para la adaptación. Dinero para la transferencia de tecnología. Dinero para generar capacidad, y dinero, por sobre todas las cosas, para el desarrollo, que sigue siendo necesario, aunque en nuevas formas, incluso en este mundo con restricciones climáticas y tantas otras tensiones. Sabíamos sobre el dinero, también, por supuesto. ¿Cómo podríamos no saber? Pero no de la forma en que sabemos hoy, cuando la necesidad de efectuar reducciones de las emisiones mundiales de al menos un 50 por ciento en forma rápida, como quedó claramente establecido en Bali, se ha consolidado como la posición de consenso.

Un caso ilustrativo: Nicolas Stern, quién apenas unos días antes de la humillación que sufrió la delegación de Bush en el plenario extendido del sábado en la mañana, entusiasmó a los asistentes de un pequeño evento paralelo poco concurrido, contándoles que los países ricos no sólo tendrían que profundizar sus reducciones nacionales, sino también financiar reducciones paralelas en el mundo en desarrollo. Esto, debido a que, como dijo en un comentario publicado bajo el título "ahora los ricos tienen que pagar", "incluso desde un enfoque mínimo de equidad, será imprescindible que las reducciones de los países ricos alcancen por lo menos el 80% --sea que las efectúen directamente o que las compren". Por otra parte, y significativamente, Stern continuó destacando que la financiación necesaria no resultaría de un régimen igualitario de derechos de emisión per cápita considerados como cartas de poder otorgadas a cambio de los compromisos financieros necesarios del mundo rico. "Contracción y convergencia", dijo, es "un principio de equidad muy débil", y sería necesario algo más fuerte.

En tercer lugar, Bali fue testigo de cómo el encuentro, largamente pendiente, entre el movimiento en torno al clima y el movimiento por la justicia mundial, logró superar sus dispersos pasos preliminares. Apenas estamos dando los primeros pasos obviamente (para acceder a un rápido análisis de cómo fueron las cosas en Bali, leer el artículo de Walden Bello más adelante), pero queda claro que ninguno de estos movimientos volverá a ser el mismo. Incluso los voceros de la tendencia tradicionalmente dominante en las discusiones sobre el clima hablan ahora de equidad, y esto es algo nuevo. Es más, lo hacen a pesar que temen las consecuencias que eso implica, y que francamente tienen razón en temer: Si se la toma seriamente, la equidad climática puede potencialmente aumentar tan ostensiblemente lo que está en juego, que tanto nuestros políticos como nuestras poblaciones tenderían a rechazarla. Esa es una razón más que suficiente para admirarnos del terreno al cual ingresamos y cuánto hemos avanzado, ya que cada vez menos y menos gente del movimiento en torno al clima es capaz de imaginar un futuro sin justicia, y la mayor parte de ellos ni siquiera quiere intentarlo.

Pero los verdes no serán los únicos que habrán cambiado en este encuentro. También los activistas por la justicia mundial tendrán que cambiar gran parte de sus viejas pieles, y adoptar enfoques y marcos analíticos más amplios. Hay mucho para decir sobre esto, pero la clave es que un movimiento "radical" – que ha dejado hasta el momento su marca denunciando la falacia del Mecanismo de Desarrollo Limpio, oponiéndose a la vez a todos los mecanismos de mercado— enfrenta ahora un desafío mayor, donde no alcanza simplemente con ser oposición. Si realmente quiere hablar por los pobres y los vulnerables, tendrá entonces que encontrar un marco de acción más amplio. La cuestión ahora es moverse y avanzar, avanzar con rapidez, y si las soluciones falsas son un peligro terrible, también lo es la ilusión de que desnudar ese peligro es todo lo que debemos hacer, todo lo que estamos llamados a hacer.

Esto también quedó claro en Bali. O al menos así parece, si atendemos la declaración final del los grupos de base que se reunieron en la "Aldea de la Solidaridad" cerca del centro de la conferencia de Bali. La declaración dice: "Por esto entendemos que los países y sectores que han contribuido más a la crisis climática –los países ricos y las empresas transnacionales del Norte—deben pagar el costo que implica garantizar que todos los pueblos y futuras generaciones puedan vivir en un mundo saludable y justo, respetando los límites ecológicos del planeta".

En cualquier caso, es necesario que las emisiones globales lleguen a su pico, y rápido. Gracias a la asombrosa arrogancia y la duplicidad de la administración Bush, el Plan de Acción final de Bali ( ver aquí) no lo deja explícitamente claro, pero existen al menos referencias claras al Cuarto Informe de Evaluación, y eso será suficiente. Todos saben lo que esas referencias significan. Si es necesario hacer descender las curvas de emisiones, como efectivamente lo es, debemos comenzar rápido, y tenemos que generar nuevos maneras de ver y nuevos compromisos y acuerdos, y crear nuevas instituciones en el camino a medida que avanzamos. No es suficiente oponerse a las soluciones falsas. Necesitamos soluciones reales.

Por todo esto, Bali fue quizá el mayor de los éxitos que podría esperarse en las circunstancias actuales y con la sombra que hoy emite Washington. Las negociaciones están en marcha, y la lucha seguirá otro día. Y la daremos en un marco que – gracias a la insistencia del G77—exija avances mensurables, verificables y monitoreables tanto en los aspectos de las finanzas como de la tecnología. Sin lugar a dudas, no se trata de un logro concreto. Bali no estableció obligaciones nacionales, ni siquiera una meta mundial, y sus resultados son fácilmente cuestionables. Yo mismo puedo hacerlo sin problemas. Pero lo cierto es que Bali nunca iba a fijar los detalles, ni siquiera un marco general. Y en cambio sí consiguió plantear y dejar en claro los desafíos que habrá que enfrentar en la batalla real, la que habrá de librarse en dos años. En Bali se logró lo que era posible, y es suficiente.

Más aún, ahora somos más sabios –y esperemos que también estemos mejor preparados para las batallas que vienen, que serán sin duda encarnizadas. Y hay que admitir que, de ahora en adelante, no se ganarán con enfoques, marcos ni buenas intenciones. Ahora debemos ir más allá de establecer las condiciones de posibilidad de un acuerdo mundial justo y viable, y pasar a formularlo en toda su expresión.

Cuando lleguemos al terreno de los casos, no tendremos más opción que enfrentar los detalles de una realidad sobrecogedora. Afortunadamente, en este aspecto Bali también arrojó resultados positivos. No solamente el hecho de que, a pesar de algunos pocos escépticos obstruccionistas, todo el mundo entendió que la amenaza justifica una acción de emergencia, sino también que, al menos hasta donde yo pude apreciar, la gente estuvo dispuesta, cuando no directamente ansiosa de conocer la verdadera magnitud del problema que hoy aparece como un dibujo sin trazos completos, apenas insinuado por puntos.

Esos puntos no insinúan un retrato precisamente hermoso. La verdad resulta más que inconveniente. Es impactante y hasta terrible. Porque lo que la ciencia nos dice es que tenemos que enderezar esto y pronto. Y lo que la política nos dice es que la batalla de 2009 será realmente enconada. Y no habrá manera de ganar si no disponemos, a gran escala, tanto de confianza como de tecnologías. Y antes de alcanzar la una o las otras, tenemos que lograr avances reales en los aspectos financieros y por supuesto en 'compartir la carga' ( burden sharing). Y también será necesario que demos un paso al costado de las negociaciones del clima para luchar por "coherencia en las políticas", de manera tal que las instituciones del comercio y las inversiones se alineen rápidamente con los imperativos del régimen del clima.

Y necesitaremos justicia. Ya que sin justicia no habrá cooperación ni solidaridad. Y sin solidaridad a nivel mundial, fracasaremos.

* Tom Athanasiou es director de EcoEquity, una organización de investigación y activismo que se dedica a promover una solución justa y adecuada para la crisis del clima. http://www.ecoequity.org/. Este comentario fue publicado primero en Grist: Environmental News and Commentary (c)2007. Grist Magazine, Inc. Todos los derechos reservados. Gloom and doom with a sense of humor(r).

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¿QUÉ SE GANÓ EN BALI? NO MUCHO...

por Janet Redman*

Parecería ser que muy poco, tras dos semanas de negociaciones sobre el clima donde importaron más los negocios que el clima, y donde hubo más obstrucción deliberada que negociación.

El abucheo sin precedentes a la subsecretaria para la democracia y asuntos mundiales del Departamento de Estado estadounidense Paula Dobriansky, fue mucho menos perturbador que los aplausos que siguieron poco después. El dramático cierre de las conversaciones ayudó a generar la impresión en la opinión pública de que al haberse logrado consenso sobre una hoja de ruta para las negociaciones de un tratado pos-2012, algo útil había ocurrido en Bali.

Dependiendo en nombre de quién se hable, esta impresión podría ser correcta. El mandato de Bali reafirma el poder de las grandes empresas y las instituciones financieras globales que trabajan para ellas, sin comprometer a ningún gobierno a reducciones tangibles de sus emisiones. La afirmación de que Bali puede ser considerado un éxito para aquellos que son más afectados por el cambio climático – los residentes de los pequeños Estados insulares amenazados por el ascenso del nivel de las aguas, los pobladores de los bosques que enfrentan más pérdidas de tierras a manos de las plantaciones de agrocombustibles—debe ser seriamente cuestionada.

Más comercio, más Banco

Las propuestas de mitigación y adaptación al cambio climático que se plantean en el acuerdo de Bali no son muy detalladas, pero están lo suficientemente articuladas como para que se pueda percibir que el comercio en créditos de carbono, tanto a través de los mecanismos de Kioto ya existentes como de los nuevos programas sectoriales previstos, será probablemente el elemento central de un tratado mundial.

En la hoja de ruta se esboza un Fondo de Adaptación que podría reunir US$500 millones para 2012, y que sería administrado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM o GEF por sus siglas en inglés), en tanto que el fideicomisario sería el Banco Mundial. Una de las propuestas sugiere aumentar las donaciones de los países industrializados a ese Fondo, cobrándoles a tal efecto un arancel de 2% sobre la recaudación de los proyectos de compensación de emisiones de carbono ( carbon offset) llevados a cabo en el marco del Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto. Los partidarios y proponentes del Fondo de Adaptación sostienen que al usar el MDL, los países ricos se verían "obligados" a financiar proyectos de energía limpia en los países más pobres.

El capital total del Fondo es prácticamente insignificante al lado de los US$50 mil millones que necesitará cada año el mundo en desarrollo, según estimaciones de Oxfam, para poder enfrentar los cambios en el clima. Pero al determinar que el MDL es una de las principales fuentes de financiación para la adaptación, el mandato de Bali perpetúa el comercio de carbono como elemento en las futuras negociaciones. La propuesta asegura que los países en desarrollo tengan un interés creado cada vez mayor en el florecimiento de los mecanismos de mercado, y asegura el rol del Banco Mundial en el establecimiento de las reglas de ese mercado.

Aún dejando de lado que el Banco ha continuado financiando a las compañías de petróleo y gas con dineros públicos por un monto que ronda los US$8 mil millones desde 2000 (82% de los cuales se destinaron a proyectos de exportación de esos productos a los países industrializados), la cartera financiera de carbono actualmente existente en el Banco ha hecho muy poco para mitigar el cambio climático o para apoyar el desarrollo de energía sustentable para las 1.600 millones de personas que no tienen acceso a la electricidad.

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Hasta la fecha, el Banco ha canalizado más de US$1.000 millones a las industrias más destructivas del medioambiente en el Sur global, provenientes de las compañías más contaminantes en el Norte industrializado. Solamente un quinto de los proyectos activos son de energía renovable, en tanto que el 80% de los fondos desembolsados han ido a parar a compañías de carbón, metales, cemento y gas industrial. De toda la cartera financiera de carbono del Banco, solamente el 2% de un total de US$2 mil millones del capital reunido se ha asignado a proyectos que contienen requisitos explícitos de desarrollo comunitario sustentable.

El código REDD

Considerando los antecedentes tan poco alentadores del Banco Mundial, es sorprendente que sea precisamente esta institución la que sea llamada para hacerse cargo de llevar adelante una propuesta surgida de las conversaciones de Bali para la reducción de las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques en los países en desarrollo (REDD).

La inclusión de la REDD en la hoja de ruta establecida por los delegados en Bali, básicamente integra los bosques al mercado de carbono, pero no dice mucho respecto de cómo sería el proceso mediante el cual se compensaría a los países con bosques por detener o desacelerar la deforestación.

El Banco Mundial ha irrumpido para orientar un mercado de créditos de REDD a través de su nueva iniciativa para reducir las emisiones de carbono mediante la protección de los bosques, denominada Forest Carbon Partnership Facility (Fondo para Reducir las Emisiones de Carbono mediante la Protección de los Bosques, o FCPF por sus siglas en inglés). El FCPF seleccionará algunos países para pilotear un enfoque del comercio de carbono en base a programas. A diferencia del MDL, estos programas establecerán metas de reducción a nivel nacional para todo el sector forestal del país, en vez de fijar puntos de partida y metas en función de cada proyecto.

Las organizaciones de derechos de los Pueblos Indígenas y de manejo sustentable de bosques han denunciado que no hay nada en este Fondo que garantice que los beneficios de un esquema de comercio forestal mundial lleguen a los pueblos de los bosques. En particular, los opositores a este enfoque señalan que implica amenazas de desplazamientos masivos, en la medida en que las compañías se apresuren a adquirir tierras boscosas y los gobiernos a cambiar su política pública para facilitar que las tierras vayan a parar a manos de las industrias.

Los inversionistas, por el contrario, están muy contentos, ya que hace tiempo venían pidiendo que el Banco le diera coherencia a todo el mercado de carbono, a fin de ayudar a disminuir los riesgos de ingreso al mercado y los costos de las operaciones de los proyectos de compensación de emisiones de carbono ( carbon offset). Al avanzar hacia un enfoque sectorial, es posible estandarizar los créditos para ramas industriales enteras.

El Banco en realidad ya comenzó a diseñar un nuevo FCPF para ampliar este enfoque programático a los mercados de créditos de carbono generados a partir del desarrollo del sector energético, gas flameante, eficiencia energética, transporte y sistemas de manejo de desechos.

Vigilando al banco

El papel cada vez más importante que está jugando el Banco Mundial para allanarle el camino al capital privado en un mercado de carbono ampliado, no pasó desapercibido entre los grupos que trabajan por la justicia climática presentes en Bali. Cientos de activistas de distintos grupos de todas partes del mundo, manifestaron en la calle durante el lanzamiento de FCPF. Los eventos paralelos y conferencias de prensa del Banco Mundial estuvieron condimentados por reclamos exhortando al Banco a que se retire del mercado de carbono. A medida que avancen las negociaciones del clima en los próximos dos años, será cada vez más importante vigilar los programas del Banco para el clima, a fin de garantizar que los mercados no sean los que determinen la forma que adoptará el acuerdo internacional para contener las emisiones de gases de efecto invernadero.

* Janet Redman es investigadora de la Sustainable Energy & Economy Network (Red de Energía y Economía Sustentable) en el Institute for Policy Studies (Instituto de Estudios de Políticas) en Washington, DC. Participó en Bali como ONG en calidad de observadora de las negociaciones del Clima de la CMNUCC. gro.cd-spi@tenaj

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LA DISMINUCIÓN DE LA DEFORESTACIÓN EN EL CONVENIO SOBRE EL CLIMA: ¿SE TRATA DE FINANCIAR BOSQUES, PLANTACIONES O EMPRESAS Y CONSULTORES FORESTALES?

por Simone Lovera*

La melodía "The money keeps rolling" (El dinero sigue entrando) del musical "Evita" sonaba en mi cabeza mientras era testigo de los tejes y manejes con relación a los bosques, que tuvieron lugar en diciembre durante la 13ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), realizada en Bali. Esta canción habla de cómo los gobiernos populistas intentan ganarse el apoyo popular dándole dinero a la gente, en lugar de aplicar políticas responsables que alivien la pobreza del pueblo de manera sustentable. Las posturas de los gobiernos frente a las propuestas para la Reducción de las Emisiones resultantes de la Deforestación y la degradación de los bosques en los países en desarrollo (REDD) muestran algunos paralelismos evidentes.

La reunión en sí tuvo escaso éxito, habiéndose acordado un proceso de negociación de dos años (muy intenso en carbono, en vista de todas las reuniones y viajes aéreos que implicará). Sin embargo, en un intento desesperado por mantener a todas las partes en el mismo barco, incluido Estados Unidos, no lograron acordar una base firme para las futuras acciones de mitigación del cambio climático. Una propuesta de aceptar una meta mínima para la reducción de las emisiones de los países desarrollados, de entre 25 y 40%, tal como lo recomendara el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC), fue diluida durante las sesiones de negociación de última hora, quedando solamente una microscópica nota al pie que sugiere que los gobiernos se remitan a los informes del PICC.

Las decisiones acerca de los bosques tampoco reconfirmaron los actuales compromisos vinculantes de reducción de la deforestación establecidos en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). Por el contrario, la decisión final contiene solamente una simple recomendación a los gobiernos para que "tomen nota" de esos compromisos.

Los resultados tampoco abordan un gran problema pendiente: la necesidad de mejorar la definición de "bosque". En ausencia de una nueva definición, cualquier zona arbolada o conjunto de árboles, sean éstos nativos o exóticos e invasores, en pie, o "temporalmente desprovista de existencias", sigue contando como bosque para el Protocolo de Kioto.

Esta mala definición es hoy más problemática que nunca, ahora que la reunión aceptó aplicar procedimientos simplificados que permiten que proyectos de "reforestación y forestación" (léase plantaciones de árboles) de mediano porte sean financiados al amparo del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).

La ignorancia de los gobiernos sobre la importancia de la diferencia entre bosques y plantaciones de árboles quedó evidenciada en el hecho que por todas partes en el predio de la Conferencia de Bali se invitaba a los participantes a "compensar" las emisiones derivadas de sus vuelos de larga distancia, ayudando a financiar con tal fin el establecimiento de plantaciones de teca y caoba en la isla. Como si los predios de la conferencia saturados de insecticidas no fueran de por sí suficientemente artificiales.

Danza de dólares, recorte de derechos

Por otra parte, lo que resulta aún peor es que los resultados de Bali han sido vaciados prácticamente de cualquier reconocimiento de los derechos humanos o la justicia social. Los derechos de los Pueblos Indígenas, que quedaron consagrados en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas adoptada recientemente por Naciones Unidas, siguen siendo soberbiamente ignorados por el proceso de la CMNUCC. La dimensión social de la política sobre los bosques se condensó en una única referencia vaga en el preámbulo de la decisión, que exhorta a abordar las necesidades de las comunidades locales y los pueblos indígenas. Tampoco hay un reconocimiento de las necesidades y derechos específicos de las mujeres con relación a los bosques y al cambio climático en general.

Sin embargo, a pesar de la ausencia de virtualmente cualquier garantía para la aplicación de políticas sólidas que reduzcan la deforestación y promuevan la conservación de los bosques, el dinero corría visiblemente como agua en Bali.

Los países donantes demostraron su compromiso con la reducción de la deforestación volcando millones de dólares al Fondo para reducir las emisiones mediante la protección de los bosques (FCPF por sus siglas en inglés), recientemente creado por el Banco Mundial. Algo realmente destacable, si tenemos en cuenta que en la última reunión anual del Banco Mundial, el tema dominante fue la publicación de un informe del propio Panel de Inspección del Banco, que dio lugar al último escándalo del Banco Mundial en torno a los bosques: un préstamo pos-conflicto otorgado al sector forestal de la República Democrática del Congo. Se estableció que en ese préstamo se violaron prácticamente todas las normas internas y las pautas del Banco, abriendo la Cuenca del Congo a las grandes compañías madereras que destruyeron trechos enormes de bosques tropicales prístinos y pisotearon los derechos y las formas de sustento de las comunidades indígenas.

Menos de dos meses después, casi una docena de gobiernos se alinearon para contribuir con montos de entre 5 y 40 millones de dólares cada uno, para otro gran emprendimiento forestal del Banco. Esto demuestra, quizá mejor que ninguna otra cosa, que los países del Norte están más interesados en crear un mercado de compensación de emisiones de carbono en el que puedan comprar créditos de reducción de emisiones a bajo costo, que en establecer mecanismos y políticas de conservación de los bosques eficientes y equitativas, basadas en los derechos.

Los millones de dólares literalmente danzaron por el suelo del salón de Fiestas del Hyatt Bali el 11 de diciembre de 2008 durante el lanzamiento del FCPF, entre aplausos y auto-elogios que casi ahogan los gritos de la gente que estaba afuera del salón, exigiendo que el Banco Mundial se mantuviera fuera de sus bosques y reclamando que se respetaran sus derechos territoriales.

Los países donantes del Norte ganan en todos los casos

El FCPF del Banco Mundial ciertamente representa una opción sin riesgos y sólo ganancias para los países donantes. Es una forma sencilla de mostrarse generosos y aparentar contribuir a la conservación de los bosques tropicales, sin tener que preocuparse por políticas de financiamiento responsables. Y, si el fondo resulta ser un desastre, el Banco es una oveja negra fácil de culpar.

A fin de que incluyan sus bosques en el mercado internacional del carbono después de 2012, el Fondo también estimula a los países en desarrollo potencialmente reacios, otorgándoles a los países donantes acceso a abundantes créditos baratos que los ayuden a evitar dolorosas reducciones de emisiones en sus propios territorios.

Como premio adicional, la mayor parte de los dineros del Fondo indudablemente terminarán de vuelta en esos mismos países donantes, en los bolsillos del sector de consultores forestales de esos países. Una lectura cuidadosa del borrador propuesto revela que la mayoría de los fondos se destinarán al tipo de actividades en las que se especializa este gremio en pleno auge: el establecimiento de metodologías de monitoreo y contabilidad para estimar las reservas de carbono, y la generación de capacidad en los países para que puedan 'vender' los proyectos existentes de conservación de bosques como "nuevos y adicionales" (y por ende elegibles para los créditos de carbono).

Esta nueva industria del carbono forestal mostró su verdadero rostro en la primera conferencia del Día de los Bosques, organizada el 8 de diciembre por el Centro Internacional de Investigación Forestal (CIFOR, por sus siglas en inglés) junto con otros miembros de la Asociación de Colaboración en materia de Bosques (Collaborative Partnership on Forest).

A pesar de los intentos del propio CIFOR por agregar cierto equilibrio de género y algunos enfoques indígenas a la reunión, la jornada estuvo dominada por cientos de asesores forestales, principalmente del Norte y de sexo masculino, quienes acudieron en masa para promover lo que sin dudas se transformará en un negocio muy rentable para ellos. Después de todo, es al sector de consultores forestales al que se recurrirá para que ayuden a los países en desarrollo a "prepararse" para el mercado de emisiones.

El Banco Mundial sin duda los llamará para pedirles que desarrollen sistemas de monitoreo y metodologías de contabilidad, y para que diseñen y ejecuten los "proyectos piloto" que el Banco Mundial viene proponiendo. Además, los gastos generales por concepto de asesoría en los proyectos del Banco Mundial siempre han sido muy altos. A manera de ejemplo, el fallido Proyecto de Conservación de la Diversidad Biológica del Sundarbans en Bangladesh, financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) administrado por el Banco Mundial, malgastó no menos de un 53% de su presupuesto en consultores extranjeros y un 19% adicional en consultores locales y viajes relacionados con las consultorías.

Los conejillos de India humanos llevan todas las de perder

Entre tanto, en el otro extremo de la balanza, los pueblos de los bosques que serán los conejillos de India humanos en este "proceso de aprendizaje", llevan todas las de perder. En primer lugar perderán sus bosques, por la apropiación de sus tierras. Esto ya está sucediendo, ahora que los grandes terratenientes se dan cuenta que pueden aplicar la fórmula "páguenme o sigo talando" en cada hectárea de bosque que logren arrebatarles a los Pueblos Indígenas y los campesinos sin tierra.

Los proyectos de pago por servicios ambientales ya están teniendo efectos negativos sobre la reforma agraria y sobre las reivindicaciones territoriales indígenas, y los efectos indirectos a gran escala no se resolverán con promesas vagas de consultas previas e informadas asociadas a proyectos específicos. Obviamente, tal como lo aclaró Vicky Tauli-Corpuz, presidenta del Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas durante el lanzamiento del Fondo del Banco Mundial, el consentimiento previo e informado en torno a iniciativas como el FCPF es totalmente diferente a la consulta previa e informada efectuada en el terreno, sobre todo cuando no hay garantías de que los resultados de tal consulta serán tomados en serio. La solución propuesta por el Banco Mundial – tres meses más de consultas apresuradas con las comunidades indígenas – no inspira gran confianza al respecto.

En segundo lugar, la mayor parte de los Pueblos Indígenas y las comunidades locales no obtendrán ningún beneficio con esos "proyectos piloto" de reducción de la deforestación, ya que no tienen tasas de deforestación para reducir, porque la mayoría han conservado exitosamente sus bosques durante siglos. No obstante, el Fondo y otras propuestas similares de reducción de las emisiones derivadas de la deforestación y degradación de los bosques (REDD), apuntan claramente a premiar la tala destructiva y a las empresas de soja y palma aceitera, y a los países que practican la deforestación. Esos mismos países y empresas que durante años recibieron financiación del Banco Mundial y otros bancos para destruir los bosques, ahora serán premiados por su eventual disposición a dejar de hacerlo.

En tercer lugar, esos hombres y mujeres saldrán perdiendo porque se encuentran en la primera línea de fuego del cambio climático, con poca o ninguna protección frente a los impactos que se avecinan. La compensación de emisiones de carbono a través de la deforestación evitada o reducida pondrá en entredicho la adopción del régimen climático severo, sí, pero equitativo y respetuoso de los derechos, que con tanta urgencia se necesita para poder sortear éste desafío social y moral, que es el mayor que jamás se le haya planteado a la comunidad mundial.

Cegados por El Dorado de la compensación de emisiones de carbono

Como era de esperar, las conclusiones formales de la conferencia de Bali respecto de la REDD no abordan la pregunta fundamental: ¿la disminución de la deforestación contribuirá a mitigar el cambio climático, o será acaso que ese mecanismo socavará el régimen climático debido a su inclusión en el mercado internacional de emisiones?

Por definición, las compensaciones de carbono no reducen las emisiones (simplemente compensan las continuidad de las emisiones en otra parte). Por lo tanto, el hecho de incluir actividades relacionadas con los bosques no significa que los instrumentos para la disminución de la deforestación generen necesariamente una reducción de las emisiones.

No obstante esa sencilla realidad, y a pesar de los discursos ensordecedores de Bali sobre la necesidad de medidas urgentes, una gran cantidad de países y muchas organizaciones conservacionistas siguen apoyando que se financien actividades de REDD a través de los mercados de emisiones, lentos e ineficaces. El Dorado de los millones de dólares disponibles para sus actividades de conservación de los bosques es evidentemente demasiado tentador para ignorarlo. Sin embargo, la idea de que los proyectos de compensación de emisiones son incompatibles con la equidad, la conservación, los derechos humanos y un régimen climático eficaz parece estar ganando terreno. Y, felizmente, también hay otras opciones alternativas. Una de ellas, claramente, es el anuncio del gobierno de Noruega, que donará US$ 545 millones por año durante el período 2008-2012 para ayudar a los países en desarrollo a conservar sus bosques. Esta generosa contribución no sustituye la reducción de emisiones de Noruega, sino que la complementa.

Es falso el argumento que dice que "no hay suficiente dinero de la ayuda oficial" para conservar los bosques. El desafío reside no tanto en la cantidad de dinero que se destina a la conservación de los bosques, sino en la forma de utilizarlo. Si ese dinero se dedicara a generar la voluntad política indispensable para conservar los bosques mediante la sensibilización, la educación y el fortalecimiento de las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil y de los Pueblos Indígenas, las políticas de conservación eficaz de los bosques no tienen porqué ser costosas.

Una política forestal equitativa, fundada en derechos y de bajo costo tiene que incluir el reconocimiento de los derechos territoriales de los Pueblos Indígenas y tribales y el apoyo a proyectos de conservación y de restauración de pequeña escala y a menudo dirigidos por mujeres, que ya lograron salvar millones de hectáreas de bosques. Las iniciativas de este tipo también mejoran la gobernanza de los bosques, que constituye quizás el desafío más importante de la política forestal en tiempos de expansión de los agrocombustibles. Sin embargo, por ser relativamente poco costosos, estos proyectos son mucho menos atractivos para el gremio de los consultores forestales.

Ojalá que al transitar el camino iniciado en Bali, los gobiernos estén dispuestos a anteponer los intereses de los bosques y de los pueblos que los habitan, por encima de los intereses de las empresas y consultores forestales y sus plantaciones de árboles.

* Simone Lovera trabaja para la Coalición Mundial de Bosques (Global Forest Coalition), Paraguay. oc.oohay@arevolenomis
Este artículo fue publicado primero en Cobertura Forestal (Forest Cover), el boletín de la Coalición Mundial de Bosques, que se puede descargar en el sitio web: www.globalforestcoalition.org. Para obtener mayor información sobre la CMNUCC y los bosques, visite: http://unfccc.int y en particular aquí (PDF)

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COMERCIO, CLIMA Y BALI

por Victor Menotti*

Los elaboradores de las políticas económicas de todo el mundo están abordando en la conferencia de Bali el problema del cambio climático con un nivel de involucramiento sin precedentes. Mientras las negociaciones para un nuevo acuerdo mundial sobre el clima que sustituya al Protocolo de Kioto están por concluir en Nusa Dua, un número importante de ministros de comercio, y también de ministros de economía, están reunidos para comenzar un diálogo informal sobre el clima.

Los funcionarios oficiales de las finanzas y el comercio están interviniendo, porque la reducción de las emisiones a tiempo para evitar una catástrofe es un hecho que inevitablemente tendrá impactos sobre la economía mundial. También implica que las instituciones económicas mundiales deberán adaptarse a las realidades ecológicas de hoy. Si el cambio climático es realmente la emergencia mundial que creemos que es, entonces la protección del clima debe transformarse en el nuevo lente a través del cual analicemos las reglas del comercio y la economía. Habrá que repriorizar los valores con los cuales orientar la gobernanza mundial para poder reconocer los límites ecológicos y acordar formas equitativas de vivir dentro de estos límites.

Los ministros de comercio quieren discutir en Bali cómo puede contribuir la política comercial a la protección del clima. Informalmente ya se han planteado varias propuestas a discusión.

Empoderando a los elaboradores de políticas

Una de las preguntas centrales en Balí es si las propuestas, en última instancia, empoderarán a los elaboradores de políticas de comercio o a los de políticas para el clima. En un momento en que es urgentemente necesario que los gobiernos intervengan en los mercados, enviando señales claras que permitan cambiar las decisiones de los inversionistas y los consumidores de energía, la idea de reducir los derechos de los gobiernos a través de disciplinas comerciales vinculantes es, en el mejor de los casos, de poca ayuda, y en el peor, una formula que va en sentido contrario a las nuevas orientaciones que debemos explorar. Hasta los partidarios de más liberalización comercial como el Banco Mundial y el representante comercial de Estados Unidos, admiten en sus informes sobre comercio y clima que el factor más importante para desviar las inversiones y producción de energía y la transferencia de tecnología hacia una nueva economía sin carbono, es la acción gubernamental para internalizar los costos del carbono.

Ninguna decisión o posición adoptada en Bali debe obstaculizar ninguna opción política de protección del clima. La contribución más importante que pueden aportarle las políticas comerciales a la protección del clima no es simplemente salvaguardar el espacio político que requieren los negociadores del clima para actuar en forma urgente, sino aumentarlo activamente. Los ministros de comercio podrían además declarar que cualesquiera sean los acuerdos a los que se llegue en la conferencia de cambio climático de Bali, ninguno de los mismos podrá ser recusado en la Organización Mundial del Comercio.

Bienes y servicios ambientales

Estados Unidos y la Unión Europea propusieron en Ginebra antes de comenzar esta reunión, un programa de dos capas para eliminar las barreras a los bienes y servicios, que comenzaría con los aranceles de importación al comercio de tecnologías para reducir los gases de efecto invernadero. La propuesta se basa en el informe recientemente publicado del Banco Mundial que analiza cómo la liberalización del comercio puede contribuir, no directamente a a la protección del clima sino aumentando el comercio de las tecnologías de energía, específicamente las de carbón limpio, eólica, solar y las de eficiencia energética en la iluminación.

Si bien es ciertamente necesario acelerar la transferencia de tecnologías de energía limpia, reducir los aranceles marginales es una idea decepcionante y posiblemente peligrosa para el clima. Los países son libres de bajar los aranceles a su voluntad, así que no hay necesidad de forzar una liberalización y obligarlos a aplicar un arancel cero. Los esfuerzos para combinar las políticas referidas al clima con las de creación de empleo también podrían ser afectados si se eliminan los aranceles en estas industrias que recién comienzan. La transferencia de tecnologías de energía limpia podría facilitarse a través de otras áreas de la política de comercio.

El único resultado positivo que destaca el estudio del Banco Mundial es el crecimiento enorme de los volúmenes de comercio, de 3,6% a 63,6%. Sorprendentemente, incluso a pesar que el comercio de carga funciona con una de las fuentes de energía más sucias que existe (los combustibles de alquitrán conocidos como bunker), nadie parece estar dispuesto a preguntar sobre la huella de carbono consiguientemente creciente que dejarán los barcos de carga que transportarán por todo el planeta esa enorme cantidad adicional de bienes de la lista propuesta de 50 tipos de turbinas, torres, tanques, tubos y otros productos. La conferencia de Bali podría fácilmente proponerse realizar una evaluación climática de cualquier propuesta de liberalización del comercio, con vistas primero que nada a que no haya daño climático.

Ámbito equivocado

La OMC no es el ámbito competente para determinar qué tecnologías son favorables al clima, y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) ya dispone de un mecanismo para acelerar la transferencia. Esperar los resultados de la finalización de la Ronda de Doha –que están empantanados debido en gran parte a que los países desarrollados han fracasado en cumplir las promesas realizadas en la ronda previa de negociaciones comerciales—representa demasiado tiempo para hacerse cargo en forma adecuada de las acciones de emergencia que hay que adoptar ahora. Los imperativos del clima no deberían ser utilizados para otorgarle nueva legitimidad a Doha. Más aún, las prioridades de Estados Unidos y la UE para destrabar un acuerdo de Doha incluyen la apertura de mercados para empresas que brindan servicios de energía como Halliburton en países con grandes reservas de petróleo y gas, de forma tal que cualquier beneficio que pudiera obtenerse a partir del comercio de tecnologías limpias sería opacado y contrarrestado por la profundización de nuestra dependencia en los combustibles fósiles a través de la OMC.

La falla fundamental de la propuesta de Estados Unidos, la UE y el Banco Mundial es su negativa a reconocer algunos de sus propios supuestos y conclusiones, en particular, el hecho de que el factor más importante para impulsar la adopción de las nuevas tecnologías limpias es la acción de los gobiernos en pos de internalizar los costos del carbono. Poner un precio predecible a los gases de efecto invernadero es los que más dinamizará a los mercados; fortalecer las reglas del comercio, no obstante, solamente conducirá a reducir el papel necesario que los gobiernos tendrán que jugar con el fin de propiciar el cambio a nuevas fuentes de energía, enviando a tal efecto las señales pertinentes a los inversionistas, los productores y los consumidores de energía. La internalización de los costos puede darse de diversas formas, entre las que se incluyen los topes y/ o los impuestos al carbono, los criterios de energía renovable, o incluso las normas de eficiencia energética.

El imperativo de internalizar los costos del carbono debería obligar a los formuladores de políticas a proteger y ampliar el espacio político de los elaboradores de la política del clima, de manera que tengan la libertad para implementar las medidas necesarias.

Subisidios

Como se sugiere en los documentos preparatorios de la reunión de los ministros de comercio en Bali, un área en la que la política de comercio podría reducir sus restricciones a la política del clima es aumentando las flexibilidades, de manera tal de permitir las distintas formas de apoyo público necesarias para acelerar la investigación, el desarrollo y la diseminación de las tecnologías de energía limpia y eficiente.

Es necesario ampliar la cooperación internacional, pero aún así debe permitírseles a los gobiernos nacionales y sub nacionales apoyar sus propios procesos de transición. Incluso los programas y propuestas del Presidente George W. Bush orientados a apoyar los esfuerzos de la industria por aumentar la innovación en materia de equipos eficientes energéticamente y acelerar la adopción de tecnologías benignas para el clima, corren riesgo de caer en la incertidumbre si se les aplican las reglas del comercio mundial. Las cuotas de emisión también corren riesgo de ser tratadas como subsidios injustos, poniendo en tela de juicio la ampliación de los mercados de carbono que Kioto implica, y asimismo enfrentan un futuro incierto los intentos de Bruselas por incluir a la aviación, y los esfuerzos de Washington por ejecutar casi todo lo que está considerando el Congreso. Los inversionistas también están solicitando incentivos para sobrellevar los costos de la energía renovable, así que lograr los incentivos adecuados puede también requerir adecuar las reglas del comercio.

Debería ser interés común de los gobiernos salvaguardar el espacio de política necesario para formular y aplicar los subsidios específicos que permitan cambiar hacia fuentes de energía ecológicamente sostenibles y socialmente estables.

Obstáculos a la inversión

Los ministros de comercio reunidos en Bali también están discutiendo la cuestión de los obstáculos no arancelarios a las inversiones, entre los que podrían contarse eventualmente las reglas de zonificación, los incentivos impositivos, los permisos de operación, o simplemente cualquier medida aplicada por los gobiernos que de alguna manera impacte sobre las inversiones. Entre los obstáculos no arancelarios también se han incluido demasiado a menudo en los últimos tiempos, las protecciones legales al medioambiente o el desarrollo comunitario. Nuevamente, la política comercial debe abstenerse de poner restricciones a los gobiernos respecto de la internalización de los costos en las inversiones y la producción de energía.

Las reglas sobre las nuevas inversiones en infraestructura energética determinarán el futuro de nuestro clima. La Agencia Internacional de Energía (AIE) pronosticó recientemente que será necesario financiar US$22 billones por concepto de infraestructura de energía nueva en los próximos 25 años, para cubrir lo que la agencia caracteriza como una demanda explosiva de energía, que lideran China e India. Esta es la razón por la cual los inversionistas en todo el mundo les están pidiendo a los gobiernos que le pongan un precio al carbono, para poder planificar qué proyectos de infraestructura energética financiar. Incluso la reciente declaración de Riyadh de la OPEC comunicaba que será necesario que los países importadores de petróleo aclaren sus intenciones respecto de su futura demanda de petróleo. ¿Por qué invertir en algo que debe ser eliminado?

Algunos de los mecanismos más importantes para orientar las inversiones en energía son los procesos de otorgamiento de permisos que determinan cuáles son las instalaciones productivas que se construirán, dónde y para beneficio de quiénes. Los procesos de otorgamiento de permisos deben ser públicos y participativos, si queremos asegurar que la producción de energía sea ecológicamente sostenible y que efectivamente ayude a los pobres.

Propiedad intelectual

La transferencia de tecnologías de energía limpia, y los fondos para financiarla, constituye una de las promesas rotas más notorias de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, que al día de hoy sigue siendo incumplida por las naciones industrializadas. Si se les pide a los países en desarrollo que den un salto para no transitar el sucio modelo de desarrollo de los países industrializados, el mundo requiere que los gobiernos hagan suyo un nuevo espíritu de cooperación internacional.

Incluso en uno de los epicentros de actividad del sector de las tecnologías de energía limpia, la zona de la Bahía de San Francisco, no existe consenso en el seno de la industria sobre la necesidad de las patentes monopólicas mundiales sobre tecnologías de energía limpia nuevas e importantes. Ese centro de universidades, innovadores, empresarios e inversionistas de primer nivel que trabajan en conjunto con los ambientalistas conforma un microcosmos de la revolución energética. Sin embargo, para muchos de esos líderes no es evidente hasta qué punto, si es que efectivamente lo es en alguna medida, la propiedad intelectual constituye un obstáculo para la transferencia de las tecnologías de energía limpia. Muchos concuerdan con que si el cambio climático es efectivamente la emergencia que nosotros creemos que es, entonces las patentes no deberían usarse para impedir la difusión de innovaciones importantes.

Es necesario seguir analizando estos temas. La conferencia de Bali, en cooperación con la comunidad de formuladores y analistas de las políticas de comercio, podría ser la arena adecuada en la cual llevar adelante esos análisis a fin de garantizar un enfoque donde prime el clima.

Cualquiera que desee que la OMC tome el tema de los subsidios a la energía en su agenda oficial sólo tiene que observar cómo se han desarrollado y aplicado sus reglas sobre los subsidios agrícolas, para ver las razones que justifican la enorme falta de confianza que genera esto en la opinión pública y los países miembros de la OMC. Los subsidios a la energía son un ejemplo de cómo la ampliación del mandato de la OMC, cuya visión es totalmente sesgada en su concepción a favor de la eliminación del rol del Estado en la economía para aumentar el comercio, podría complicar, o incluso imposibilitar el arribo a resultados que efectivamente protejan el clima. Los gobiernos deben cooperar en forma multilateral para lograr eliminar los subsidios perversos a los combustibles fósiles que ponen en riesgo nuestro clima, pero lo deben hacer en el ámbito adecuado y con misiones que estén abocadas precisamente a lograrlo.

Conclusiones

Las relaciones internacionales se visualizan cada vez más a través de la lente de los temas energéticos, por eso los gobiernos pueden mantener abiertas todas sus opciones, rechazando cualquier restricción nueva al ejercicio de las responsabilidades que les corresponden para actuar proactivamente en pos de modelar la nueva economía fundada en energía limpia. La ampliación de las reglas del comercio a las políticas en torno al clima sólo puede implicar complicaciones y demoras en nuestra búsqueda de lo que más necesitamos: la intervención estratégica de los gobiernos para corregir lo que se ha dado en llamar el mayor fracaso del mercado en la historia.

Ninguna decisión o posición adoptada en Bali debe obstaculizar ninguna opción política de protección del clima. La contribución más importante que pueden aportarle las políticas comerciales a la protección del clima no es simplemente salvaguardar el espacio político que requieren los negociadores del clima para actuar en forma urgente, sino aumentarlo activamente. Los ministros de comercio podrían además declarar que cualesquiera sean los acuerdos a los que se llegue en la conferencia de cambio climático de Bali, ninguno de los mismos podrá ser recusado en la Organización Mundial del Comercio.

* Victor Menotti es director de programa en el Foro Internacional sobre la Globalización (IFG), gro.gfi@ittonemv. Estuvo presente en Bali para la conferencia sobre cambio climático y su artículo apareció por primera vez en Foreign Policy In Focus ( www.fpif.org).

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ACTORES Y OBRAS EN EL DRAMA DE BALI SOBRE EL CLIMA

por Walden Bello*

(Bali, 13 de diciembre de 2007). Faltando 48 horas para que la conferencia del clima llegue a su fin en Bali, la expectativa general es que la 13ª Conferencia de las Partes produzca una diluida "hoja de ruta de Bali" que refleje la forma en que los países otra vez se inclinan y retroceden buscando seducir a Estados Unidos para que se sume a un proceso multilateral pos-Kioto, destinado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

La declaración esperada supuestamente debe plasmar un acuerdo entre las partes para forjar laboriosamente los detalles de un marco de negociación para la 14ª Conferencia a realizarse en Polonia en 2008, y lograr un acuerdo final para la 15ª Conferencia en Dinamarca en 2009.

También se espera que contenga una referencia a una reducción de entre 25 y 40 por ciento en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020, respecto de los niveles de 1990, a pesar de que Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) salió rápidamente a desmentirlo, diciendo que ésta no era "una meta".

Australia vuelve al rebaño

La sesión de apertura del "segmento de alto nivel" del encuentro, que ha estado deliberando durante casi 10 días, estuvo marcada por la dramática aparición del nuevo primer ministro australiano Kevin Rudd, quien asumió su cargo apenas 10 días antes, y que entregó personalmente el instrumento de ratificación del Protocolo de Kioto aprobado por su país al Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon. Bajo el mando del gobierno anterior encabezado por John Howard, Australia se había aliado con Estados Unidos y no había ratificado el protocolo. En la actitud de quien intenta expiar los pecados de su antecesor, Rudd hizo público su apoyo al nuevo acuerdo multilateral, presentando metas de emisión obligatorias y prometiendo una reducción del 60 por ciento de las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) para el año 2050, respecto de los niveles de 1990. "No hay plan B" dijo a los participantes. "No hay escapatoria a otro planeta".

Algunos activistas por el clima, sin embargo, no quedaron conformes con las palabras de Rudd, quejándose de que éstas no se reflejan todavía en la conducta de los negociadores australianos, que aparentemente siguen prisioneros del paradigma obstruccionista del régimen de Howard.

Obstruccionistas S.A.

Las intervenciones reiteradas en reclamo de metas vinculantes contrastan con las realidades de un trasfondo signado por la falta absoluta de una actitud positiva de la parte de Estados Unidos, el obstruccionismo de Canadá –el país que ha reemplazado a Australia en el papel del mejor aliado ideológico de George W. Bush—y el mal disimulado retroceso de Japón respecto de las reducciones obligatorias de las emisiones, como resultado de la enorme presión de la industria japonesa. Por otra parte, China y el Grupo de los 77 sorprendieron a algunos observadores que monitorean desde hace tiempo el proceso de Kioto, mostrándose dispuestos a hacerse cargo de su cuota parte, si el mundo desarrollado estuviera dispuesto a decretar reducciones significativas de los GEI y financiara el desarrollo y la transferencia de tecnología para asistir a los países en desarrollo en la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono.

Norte – Sur

Ha habido fuertes tensiones entre el Norte y el Sur, y el martes 11 de diciembre las conversaciones se interrumpieron en torno a tres temas, uno de ellos, el problema clave de la transferencia de tecnología para ayudar a los países del Sur a hacerle frente al calentamiento global. Según el embajador paquistaní Muir Akram, presidente del bloque del Grupo de los 77 y China, el desacuerdo se generó en torno a si se debía emplear el término "facilitar" como querían los países en desarrollo o "programar", la palabra preferida del Norte. En opinión de un subsecretario de medioambiente de un país en desarrollo que no quiso ser identificado, "Estados Unidos mandó dinosaurios a estas negociaciones, y por eso es que estamos trabados en 80 por ciento de los temas". Washington es la bestia negra en Bali, y los más frustrados con esta situación son los activistas estadounidenses frente al cambio climático que constantemente se están disculpando por la intransigencia de la administración Bush.

Las diferencias al interior del Grupo de los 77, aunque mucho menos visibles, no han estado ausentes. Malasia, por ejemplo, sorprendió a los delegados de los países en desarrollo al comienzo de las negociaciones cuando su representante apareció siguiendo fielmente la línea Estados Unidos, al decir que quería un resultado institucional de las negociaciones que fuera "flexible" y "no vinculante". En un evento paralelo auspiciado por el gobierno de India, realizado el miércoles 12 de diciembre, uno de los expositores sugirió que los compromisos de reducción de emisiones de GEI debían depender de si el país pertenecía a la OCDE o a un bloque rico, a los países del tercer mundo, o a una tercera categoría integrada por "un gran país". Esto ultimo en una referencia obvia a China, cuya presencia en el Grupo de los 77 hace que muchos se sientan incómodos –en particular los pequeños Estados insulares que reclaman con urgencia asistencia de emergencia para enfrentar el ascenso del nivel del mar que ya los está ahogando—, al ver que sus intereses quedan entreverados en la dinámica de las negociaciones entre el Norte y China. Los países ricos quieren que China, que está en camino de superar a Estados Unidos como el mayor emisor de GEI y experimenta un crecimiento económico record pero desestabilizador del medioambiente, eventualmente sea incluida en un régimen de reducciones de emisiones obligatorio. Sostienen esta misma demanda, aunque no con la misma fuerza, respecto de Brasil y de India.

Las transnacionales irrumpen a toda máquina

Bali probablemente sea recordada como la conferencia en que las grandes empresas ingresaron al debate sobre el cambio climático a lo grande. Un número importante de eventos paralelos se han centrado en las soluciones de mercado para el problema de los GEI, tales como los programas de comercio de emisiones. En el marco de estos programas, los países que emiten GEI intensamente pueden "compensar" sus emisiones, pagándoles a otros que emiten poco para que renuncien a actividades altamente contaminantes, con el mercado oficiando como mediador.

Shell y otros contaminadores de gran envergadura se han dedicado a pregonar que el mercado es la mejor solución para la crisis del clima, una posición que se articula muy bien con la del gobierno de Estados Unidos en contra de las reducciones obligatorias de las emisiones. Los funcionarios de Naciones Unidas justifican la mayor presencia del sector privado diciendo que el 84 por ciento de los US$50 mil millones necesarios para combatir el cambio climático en los próximos años deberá provenir del sector privado, y que éste debe ser "incentivado".

Los activistas por el clima han visto atónitos y horrorizados cómo las transnacionales se han adueñado del discurso del cambio climático. Un activista de la India salió de una sesión sobre "tejiendo vínculos entre los mercados de comercio de emisiones", mascullando entre dientes: "No lo puedo creer. Estos tipos tienen su propia jerga especializada. No entendí ni una palabra de lo que dijeron".

Según Kevin Smith de la Durban Network on Climate Justice (Red de Durban sobre Justicia Climática), "al principio, el mercado de carbono era una parte muy menor de la arquitectura para hacerle frente al cambio climático, un punto que los activistas por el clima aceptamos para poder sumar a Estados Unidos al tren de Kioto. Pues bien, resulta que Estados Unidos nunca se subió al tren, y ahora nosotros estamos embretados con los mercados de carbono orientando el proceso, porque las grandes empresas descubrieron que se puede hacer dinero con el cambio climático".

Smith y otros sostienen que el mercado de carbono como solución es una panacea que solamente sirve para que los contaminadores del Norte sigan contaminando, en tanto que le permite al sector privado del Sur desplazar a los pequeños agricultores para establecer plantaciones de árboles, sin monitoreo ni regulación, que supuestamente absorberían el dióxido de carbono de la atmósfera.

El Banco Mundial provoca protestas

El Banco Mundial también ha tenido una presencia importante en la conferencia. Esto no ha sido del agrado de muchas de las partes. Durante más de una semana, los negociadores estuvieron discutiendo sobre el mecanismo de administración de los fondos que se destinarán a la asistencia de los países que están en la primera línea de fuego de la crisis del clima. Los países desarrollados querían que el Banco Mundial fuera el fideicomisario de los fondos y que el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) oficiara como administrador. Esto no fue del agrado de los países en desarrollo, que tienen muchas experiencias negativas del GEF bajo el mando del Banco. La situación se resolvió solamente cuando las partes acordaron establecer un "Directorio del Fondo de Adaptación", compuesto fundamentalmente por países en desarrollo, que estará a cargo de supervisar la administración de los fondos a cargo del GEF.

El lanzamiento de su Fondo para Reducir las Emisiones mediante la Protección de los Bosques (Forest Carbon Partnership Facility) –una iniciativa que se propone utilizar mecanismos de mercado para compensar a los países en desarrollo que tienen grandes extensiones de bosques, incluyendo al país sede Indonesia, por no talarlos—fue acompañado de una reacción aún más fuerte. Unos 100 activistas realizaron una manifestación relámpago de una hora de duración en el Grand Hyatt Hotel, que puso al Presidente del Banco Robert Zoellick a la defensiva. Los manifestantes, entre ellos miembros del Foro de la Sociedad Civil indonesa, Amigos de la Tierra Internacional, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, la Coalición Mundial de Bosques, Jubileo Sur, la Durban Network on Climate Justice y Focus on the Global South, advirtieron que la incorporación de los bosques al mercado de carbono no es otra cosa que garantizar su traspaso a manos de grandes intereses privados.

Una de las preocupaciones centrales de los manifestantes fue la suerte de las comunidades indígenas. La iniciativa propuesta por el Banco, advierten en una declaración, "podría ser el detonante de nuevas expulsiones, mayor conflicto, y violencia. A medida que el valor de los bosques se incremente, se los declarará de acceso prohibido para las comunidades que viven en ellos o dependen de ellos para su sustento".

La sociedad civil mundial irrumpe en la escena

La acción de masas contra Zoellick dentro de la sede de la conferencia revela otro de los motivos por los cuales Bali será recordada. Marcó el ingreso del movimiento por la justicia mundial en las negociaciones del cambio climático. No solamente asistieron las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en comercio y desarrollo como Oxfam y World Development Movement, sino también redes de movimientos populares como Vía Campesina y Jubileo Sur. Se montó un espacio denominado Villa de la Solidaridad por un Planeta sin Calentamiento a menos de un kilómetro de la sede de la conferencia, organizado por Gerak Lawan o el Movimiento del Pueblo Indonés contra el Neocolonialismo y el Imperialismo, conjuntamente con otros movimientos y organizaciones sociales regionales e internacionales, que sirvió para alojar una conferencia paralela que contó con centenares de participantes. En este evento que duró una semana participaron entre otros representantes de los refugiados ambientales de las Islas del Pacífico, de los pueblos indígenas amenazados por los programas de comercio de carbono forestal, y campesinos de Vía Campesina.

La irrupción en escena de los activistas por el desarrollo y la justicia en el comercio introdujo una atmósfera de conflictividad a las negociaciones –semejante a la de las reuniones ministeriales de la OMC—que anteriormente habían estado marcadas por una relación civilizada e incluso amistosa entre los negociadores del gobierno y los cabildantes por el clima. "Esta apertura del proceso a gente que pone nuevos temas –como el comercio y la justicia y el empoderamiento de los pueblos—a tallar en la ecuación ha sido un poco desconcertante para las ONG que tradicionalmente han seguido las negociaciones sobre el clima" declaró Emma Brindal de Amigos de la Tierra Australia.

"Justicia Climática" fue la consigna que reunió a los distintos grupos en la Villa de la Solidaridad. En una declaración hecha pública al finalizar el encuentro, los participantes expresaron: "Por justicia climática entendemos que los países y sectores que han contribuido más a la crisis climática –los países ricos y las empresas transnacionales del Norte—deben pagar el costo que implica garantizar que todos los pueblos y futuras generaciones puedan vivir en un mundo saludable y justo, respetando los límites ecológicos del planeta. En Bali avanzamos un nuevo paso en pos de la construcción de un movimiento mundial por la justicia climática".

*Walden Bello es el analista principal del instituto de investigación Focus on the Global South con sede en Bangkok, y profesor de sociología en la Universidad de Filipinas. También es presidente de la Coalición por la Liberación de la Deuda de Filipinas.

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COMUNICADO DE PRENSA

Diciembre 14, 2007

¿QUÉ ESTÁ AUSENTE DE LAS NEGOCIACIONES SOBRE EL CLIMA? JUSTICIA!

BALI (INDONESIA), 14 de diciembre 2007 – Delegados de los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo llevaron las luchas por justicia social, ambiental y de género hasta adentro de los salones de negociación y afuera a las calles de Bali durante la cumbre de la ONU sobre el cambio climático. [1]

Adentro y afuera del centro de convenciones, los activistas reclaman políticas y prácticas alternativas que protejan los medios de sustento y el medioambiente.

Se han denunciado las falsas soluciones al cambio climático –tales como los mercados de contrapartidas de emisiones de carbono, el comercio de carbono por bosques, los agrocombustibles, la liberalización del comercio y las privatizaciones impulsadas por gobiernos, instituciones financieras y empresas multinacionales—en decenas de eventos e informes paralelos, protestas improvisadas y conferencias de prensa.

Las comunidades afectadas, los Pueblos Indígenas, las mujeres y las organizaciones campesinas reclamaron soluciones reales frente al cambio climático, soluciones que no han concitado la atención de los líderes políticos.

Las soluciones genuinas incluyen:

* consumo reducido.

* enormes transferencias financieras del Norte para el Sur –en virtud de la responsabilidad histórica y la deuda ecológica—para costear los gastos de adaptación y mitigación, que se pueden financiar reorientando los presupuestos militares y mediante impuestos innovadores y anulación de la deuda.

* dejar los combustibles fósiles en el subsuelo e invertir en eficiencia energética apropiada y energías renovables inocuas, limpias y en manos de las comunidades.

* conservación de recursos fundada en el respeto y la aplicación de los derechos territoriales de los Pueblos Indígenas, y que promueva la soberanía de los pueblos sobre la energía, los bosques, la tierra y el agua.

* agricultura familiar sustentable (agroecología) y soberanía alimentaria de los pueblos.

En el seno de las negociaciones, los países ricos industrializados han presionado injustificadamente a los gobiernos del Sur para que asuman compromisos de reducción de emisiones, al tiempo que ellos mismos se han negado a cumplir con sus propias obligaciones legales y morales de recortar radicalmente sus emisiones y apoyar los esfuerzos de los países en desarrollo en pos de reducir sus emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático.

En contraste con los resultados de las negociaciones oficiales, lo más exitoso de Bali es el empuje y la energía que se acumuló para la organización y el surgimiento de un movimiento mundial diverso por justicia climática.

Nos comprometemos a proseguir con nuestra lucha, no solamente en las negociaciones sino localmente y en las calles – Justicia Climática Ahora!

Notas
[1] Muchos movimientos sociales y organizaciones se reunieron en Bali y acordaron fundar una coalición denominada Justicia Climática Ahora!, con el propósito de mejorar el intercambio de información y la cooperación mutua y con otras organizaciones y grupos, a fin de intensificar las acciones de prevención y respuesta frente al cambio climático. La justicia tiene que ser un componente central de la acción frente al cambio climático, y no podemos permitir que se la sacrifique de ninguna manera.

La coalición incluye las siguientes organizaciones como miembros: Carbon Trade Watch, Transnacional Institute; Center for Environmental Concerns; Focus on the Global South; Freedom from Debt Coalition, Filipinas; Amigos de la Tierra Internacional (FoEI); Gendercc – Women for Climate Justice, Coalición Mundial de Bosques (Global Forest Coalition); Global Justice Ecology Project; Foro Internacional sobre la Globalización (International Forum on Globalization); Kalikasan-Peoples Network for the Environment (Kalikasan-PNE); La Vía Campesina; Miembros del Grupo de Durban por Justicia Climática (Durban Group for Climate Justice); Oilwatch; Pacific Indigenous Peoples Environment Coalition, Aotearoa/Nueva Zelanda; Sustainable Energy and Economy Network; The Indigenous Environmental Network; Red del Tercer Mundo (Third World Network); WALHI-Amigos de la Tierra Indonesia; Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (World Rainforest Movement)

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LA UE UTILIZA "TÁCTICAS INTIMIDATORIAS" PARA IMPONER LOS EPA

por Aileen Kwa

"Nos rendimos" se lamentaba un diplomático de Namibia. "Firmamos el 12 de diciembre. Fue demasiada presión. El sector privado consideró que se vería muy afectado. En términos de mercados, iban a perder el acceso para la carne, las uvas, el pescado y sus derivados".

"El poderío político y económico de la Comisión Europea [CE] es en sí mismo una amenaza y una presión en las negociaciones", explicaba en declaraciones realizadas desde el anonimato.

"Cuando se negocia con una contraparte más fuerte, se termina siendo apenas receptor de importaciones. Se utilizan tácticas intimidatorias cuando se nos dice o "firman o pierden el mercado", declaró.

Hasta último momento, el gobierno de Namibia intentó resistir las presiones, tanto de su propio sector privado como de la UE. Incluso a fines de la semana previa a firmar el acuerdo, el ministro de comercio Ngatjizeko declaraba en forma categórica que las exigencias que imponía el EPA (Acuerdo de Asociación Económica) a Namibia "eran inaceptables".

Insistía en que el EPA debía ayudar a la "integración regional y no a desintegrar" la región.

"Cometimos muchos errores" dijo el diplomático a IPS. "No hubo una coordinación adecuada con los países del África, el Caribe y el Pacífico (ACP). La CE logró fragmentar al ACP, no sólo en términos de regiones, sino también dentro de las regiones.

La Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC por sus siglas en inglés) está integrada por 15 países. "Antes recibíamos de la UE ayuda para el desarrollo para la región como un todo, ahora solamente siete países de SADC (los que son parte del EPA de la SADC con la UE) recibirán asistencia para el desarrollo que se relaciona con los EPA. Esto tendrá ramificaciones".

También está prevista la formalización del área de libre comercio en el interior de la SADC en 2008. Está por verse cómo funcionará esto, ya que algunos países son firmantes de los EPA, y otros como Angola ha decidido no firmar el EPA.

El diplomático namibio se apuró a agregar que si bien el país había firmado el EPA provisional el 12 de diciembre, lo había hecho con reservas expresas sobre ciertas cláusulas. "Si estas reservas no se solucionan satisfactoriamente en la siguiente fase de las negociaciones, podemos decir que no estamos en condiciones de ratificar el acuerdo final y optaremos por salirnos. Pero en el entre tiempo, necesitamos hacer otras cosas, como encontrar mercados alternativos".

El problema es que Namibia, Lesoto, Botsuana, Suazilandia y Sudáfrica tienen una unión aduanera – la Unión Aduanera de África del Sur (SACU por sus siglas en inglés) creada en 1910. Lesoto, Botsuana y Suazilandia firmaron el EPA de la SADC que contiene cláusulas que Namibia no comparte.

Una de estas cláusulas restringe los requisitos de contenido local en el sector de la industria manufacturera. Para apoyar a su industria nacional, Namibia no quiere eliminar ninguna ley que exija a los inversionistas el uso de insumos producidos a nivel local. Otra de las cláusulas tiene que ver con el congelamiento de los impuestos a las exportaciones. La CE no quiere que los países ACP apliquen impuestos a las exportaciones. Namibia, sin embargo, quiere poder utilizar los impuestos a las exportaciones con toda libertad para desalentar la exportación de materias primas y estimular las industrias a nivel nacional y agregar así valor a los productos antes de exportarlos.

La CE solicitó a los países de la SADC que le otorguen el mismo nivel de acceso al mercado que la SADC les brinda a otros socios importantes. Actualmente, la SADC tiene acuerdos de libre comercio con India y el MERCOSUR, (el Mercado Común del Sur, el área de comercio que incluye a Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay).

Si los términos de acceso al mercado fueran más favorables en éstos u otros acuerdos comerciales futuros, ese mismo nivel de liberalización debería extenderse también a la Unión Europea (UE).

El EPA de la SADC también establece que los productos que ingresan en un país firmante del acuerdo, también deben poder trasladarse libremente a cualquier otro país signatario. Sin embargo, la SADC no formalizó todavía su propia unión aduanera. Existen aún problemas que deben ser resueltos al interior del bloque.

A diferencia de otros países que han sucumbido y firmado los EPA provisionales, Senegal, en África Occidental, sigue oponiéndose firmemente a los EPA. Un experto de Senegal, que no quiso dar a conocer su nombre, comentó la firme posición del Presidente Abdoulaye Wade en la Cumbre África–UE realizada en Lisboa a comienzos de esa misma semana.

"Simplemente reflejó la posición de nuestro país. El sector privado, la sociedad civil, el Parlamento y la oposición, todos se oponen a los EPA. En este momento ingresar a un EPA supondría un montón de problemas para nuestra economía. Abriría nuestros mercados a los productos de la UE, varios de ellos subsidiados", declaró el experto senegalés.

"Senegal es un país menos adelantado. Nuestra agricultura e industrias no están en condiciones de competir con la UE en un campo de juego nivelado. En la siguiente fase de las negociaciones de los EPA, también nos veríamos obligados a incluir las inversiones, la competencia y las compras gubernamentales, todos temas que han sido rechazados en la OMC (Organización Mundial del Comercio).

"Los EPA van más allá que la OMC, son OMC-plus. Por otra parte, en lo referente a cooperación para el desarrollo, no estamos seguros de que lo que esté sobre la mesa pueda compensar el impacto negativo de la liberalización", declaró.

También destacó los problemas que implica un EPA para la región de África Occidental, en particular para la Unión Monetaria y Económica de África Occidental. (WAEMU por sus siglas en inglés). Esta unión monetaria está integrada por ocho miembros –Senegal, Benín, Burkina Faso, Costa de Marfíl, Malí, Níger, Togo y Guinea Bissau.

De ellos, sólo Costa de Marfil firmó un EPA provisional, intentando salvaguardar sus exportaciones de bananas a la UE. El país es el principal productor dentro de la Unión, dando cuenta del 40 por ciento de su producto bruto interno.

Según el experto senegalés, "La adhesión de Costa de Marfil a este EPA provisional tendrá obviamente impactos importantes en la WAMU". Dado el alto nivel de integración económica de la región, los productos de la UE que ingresen a Costa de Marfil fácilmente encontrarán su ingreso a otros países de la WAMU.

"No creo que hayan hecho (la UE) una evaluación del impacto sobre la integración regional" declaró.

También destacó las tensiones que generaron las negociaciones del EPA en las negociaciones de la OMC. "Colocaron a los PMA (países menos adelantados) en una posición muy complicada en la OMC. Desde la reunión ministerial de Hong Kong en 2005, los PMA han venido solicitado acceso sin cupos y libre de impuestos a los mercados de todos los países desarrollados.

"En el marco del EPA, el acceso a los mercados libre de impuestos y libre de cupos arancelarios es recíproco. Ahora los demás países en la OMC van a decir, 'Ustedes le dieron esto a la UE, ahora también tienen que darnos algo a cambio'.

"Así que hay muchas preguntas sin respuesta y una gran incertidumbre", concluyó.

Kenia también firmó un EPA, junto con otros países de la Comunidad de África del Este. Un diplomático comercial de Nairobi, refiriéndose a las amenazas que representan los EPA para África, resumió su posición de la siguiente manera: "Dicen que el amor es ciego. Seguramente esto sea amor, porque avanzamos sin saber adonde vamos".

Las organizaciones de la sociedad civil de Kenia están trabajando con ahínco para que el EPA sea un tema central en las elecciones nacionales de Kenia que tendrán lugar más adelante este mismo mes.

Según Ezekiel Mparale de la ONG Iniciativas para el Desarrollo Comunitario y de la Empresa ( Initiatives for Community and Enterprise Development), "Una de las cosas que estamos haciendo es asegurarnos que el Dr. Mukhisa Kituyi (el actual ministro de industria y comercio) no sea reelecto. Consideramos que ha traicionado a los keniatas".

* Aileen Kwa es consultora independiente en políticas de comercio. Sus principales actividades incluyen la investigación, los ensayos y la enseñanza en materia de comercio y políticas económicas de alternativa. Es co-autora de " Behind the Scenes at the WTO', y autora de ' Rethinking the Trading System'. Actualmente está de licencia en Focus on the Global South. Este artículo fue publicado primero por Inter Press Service, IPS.

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Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ( moc.liamg@sederoicremoc) para REDES - Amigos de la Tierra Uruguay ( www.redes.org.uy)

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