Glencore: de las “necesidades” europeas de materias primas a la impunidad del agronegocio

Hace 40 años, Salvador Allende denunciaba ante las Naciones Unidas la dominación ejercida por las empresas transnacionales y sus repercusiones en el Sur, pero también en el Norte. Hoy, en todo el planeta, trabajando de forma coordinada o paralela, millones de seres humanos están inmersos en procesos de lucha ante la injusticia económica, social y ambiental generada por el sistema.

Defienden a los territorios, las semillas, el agua, los bosques, la alimentación, la biodiversidad, la salud, la cultura, etc., de la agresión de las empresas transnacionales, que expanden su poder mediante lo que Harvey (2003) denominó la “acumulación por desposesión”. Las grandes corporaciones cada día más concentradas y poderosas, gozan de las ventajas que les proporcionan la liberalización del comercio y de las inversiones, así como un sistema financiero fuera de control. El capital va extendiendo sus fronteras de asalto también en los países del Norte, como lo demuestran las intenciones de privatización de todos los servicios públicos (George 2012, 4), acaparando ganancias y socializando pérdidas. La financiarización de la deuda pública constituye la palanca que está permitiendo imponer nefastos planes de ajuste estructural, amarga “medicina” que ya hizo estragos en el Sur hace décadas. Esto ocurre a la vez que se consuma el divorcio entre el capitalismo y la democracia, tal como lo señala Zizek. La actividad de las transnacionales vacía de todo contenido a la democracia representativa, constituyendo “un factor de primer orden en la crisis política, económica, social, ecológica y cultural que afecta actualmente a la humanidad” (Teitelbaum 2012, 7).

Un punto de abordaje puede ser el gran negocio que representan para las transnacionales las “necesidades” europeas de materias primas. Estas no son determinadas a partir de la consulta y gestión popular, sino más bien del modo de producción y consumo capitalista. Así, la lógica de la competitividad en los mercados internacionales define un metabolismo social europeo altamente dependiente de la importación desde los países del Sur (ODG 2012). Esta realidad se esconde detrás de la imposición de tratados de libre comercio y acuerdos de asociación por parte de la Unión Europea (UE), como los recién aprobados acuerdos con Perú, Colombia y Centroamérica. Éstos no tienen otro resultado que el encerrar a los países proveedores en un modelo primario-exportador colonial, un desgastado círculo vicioso de empobrecimiento de los Pueblos.

Por Olivier Chantry, Delphine Ortega y Mónica Vargas
Observatori del Deute en la Globalització

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Temas: Agronegocio, Corporaciones

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