La "Ingeniería Genética no es ninguna Ingeniería, por Lluís Botinas

Como se verá, debido a la complejidad y a la autoregulación de la red de la vida, lo llamado «ingeniería genética» no tiene ninguna posibilidad de reproducir sus experimentos, y menos aún de predecir cuál será el resultado de ellos; luego no es científica, y no puede en manera alguna ser, como su propio nombre pretende, una ingeniería

Además, «la ingeniería genética» sólo puede tener consecuencias perjudiciales en cualquiera de sus aplicaciones, aunque el persistente marketing de sus promotores por ahora haya logrado hacer creer lo contrario. Y los genetistas de mercado y patente al servicio de grandes laboratorios engañan a la humanidad y, muchos de ellos, se engañan a sí mismos.

Estas son las tres principales conclusiones respecto a «ingeniería genética» (muchos otros temas fueron abordados) a las que probablemente llegaría cualquier persona que hubiese tenido la suerte de poder asistir a uno de los cursos sobre INGENIERÍA GENÉTICA: ILUSIÓN Y REALIDAD que impartió en Barcelona y Bilbao el biólogo, virólogo y genetista alemán Doctor Stefan Lanka.

El Doctor Lanka explicó la complejidad de la red de la vida, en particular la del ser humano. He aquí algunos elementos. Aprender que el cuerpo humano consta de cien billones (un uno seguido de catorce ceros) de células en cada una de las cuáles están en marcha en cada instante diez mil (un uno seguido de cuatro ceros) reacciones bioquímicas que se influencian las unas a las otras, es una adquisición intelectual y vital de primer orden. Enterarse de que la mayoría de este millón de billones (un uno seguido de dieciocho ceros) de reacciones que se están realizando en nuestro cuerpo en cada momento son aceleradas por enzimas y otros tipos de proteínas, resalta la importancia de las proteínas. Ver en gráficos cómo la información genética para que se forme alguna de las proteínas más sencillas (como la beta-globulina) está codificada en varios trozos (exones) del material genético (ADN) de un mismo cromosoma, exones que están separados por trozos de ADN que no contienen información genética conocida (intrones) intercalados entre ellos, permite intuir el misterio que rodea al funcionamiento de cada una de nuestras células. Oír que para muchas proteínas, la información genética proviene de exones situados en cromosomas distintos, aún hace la cosa más impresionante. Observar un dibujo que representa cómo los exones necesarios para la formación de una proteína se ponen uno a continuación de otro formando el pre-ARN en el que se van apartando los intrones, es apasionante. Asimilar que el paso de este pre-ARN a ARN-mensajero exige la eliminación de los intrones, es subir un peldaño más en el conocimiento de la realidad biológica. Seguir al ARN-mensajero en su salida del núcleo para ser captado y leído por unos «aparatos» llamados ribosomas que van sucesivamente leyendo cada tres letras genéticas y las traducen en la adición de un aminoácido determinado constituyendo así bloque a bloque las cadenas de aminoácidos llamadas proteínas, es deslumbrador. Pero todo el proceso se hace aún más atrayente cuando se interioriza que:

el lenguaje genético no es universal, lo cual significa que la lectura que el ribosoma hace del mismo ARN-mensajero depende de las condiciones que rodean a la célula, por lo que la misma información genética puede dar lugar a proteínas distintas;
la célula puede producir proteínas para las que no existe información en los cromosomas;
orgánulos celulares tienen restos de información genética de efecto no conocido;
la información genética interacciona con el medio ambiente tanto de la célula como del cuerpo;
ni con los ordenadores más potentes se puede predecir la evolución de una ecuación de tres variables que estén relacionadas con el resultado de la ecuación; no digamos si intervienen centenares o incluso millares de variables interdependientes, como ocurre en cada célula, que sólo la propia vida es capaz de regular; etc.
Sólo falta entonces comenzar a proximarse a la realidad de un cromosoma y captar cosas como que:

es una molécula de ADN larguísima que contiene miles de millones de letras genéticas;
es tan larga que para que no se rompa tiene que enroscarse en torno a unas proteínas de sostén llamadas histonas;
para poder secuenciar trozos de un cromosoma y que ello sirva de justificación para, pegando trozo a trozo las secuencias obtenidas, diseñar este engendro llamado «Mapa del genoma humano», los «especialistas» tienen inevitablemente que romper por numerosos lugares cada cromosoma;
los dos hilos de cada cromosoma (el proveniente de la madre y el proveniente del padre) están intercambiando permanentemente información entre sí;
distintas partes de un mismo cromosoma están intercambiando constantemente información entre sí;
distintos cromosomas están intercambiando permanentemente información entre sí;
el núcleo tiene la tendencia a asimilar a su interior, e incluso incorporar a sus cromosomas, el material genético que se encuentra en el interior;
el citoplasma contiene una gran cantidad de ARN que no proviene de ADN alguno;
el ARN tiene capacidad de replicarse a sí mismo y además de traducirse en ADN (autoretrotranscripción), siendo a menudo estos trozos de nuevo ADN, formados por transcripción inversa de trozos de ARN, usados en procesos de reparación del ADN nuclear;
cada una de los cientos de mitocondrias que tiene cada célula es una bacteria que, además de ser el pulmón celular productor de la energía imprescindible, tiene su propio ADN del que depende un millar de productos que son enviados al núcleo celular e intervienen decisivamente en la programación de la información genética nuclear; etc.
El Doctor Lanka combinó estos elementos de la complejidad de la red de la vida con hechos como que:

es impredecible el lugar en que acabe situándose un trozo de material genético manipulado que se introduce en una planta o animal; además, la integración de dicho material genético manipulado en un cromosoma produce cambios y destrozos no sólo cerca del lugar de inserción sino también en zonas alejadas del mismo cromosoma o de otros, e incluso puede romper el cromosoma. Esto convierte en humo las promesas de superplantas o superanimales que tendrían propiedades ventajosas (y, además, nos dicen que estables y permanentes). En realidad, las consecuencias no pueden ser sino perjudiciales.
para introducir en una planta o un animal el material genético manipulado, los fabricantes tienen que utilizar unos interruptores genéticos durísimos provenientes de virus realmente existentes que, al dispararse, obligan a la célula a cumplir la información genética contenida en el trozo extraño. Además, añaden una cola que hace que el pedazo que contiene la nueva información genética no puede ser eliminado (digerido). Esto convierte a los llamados «alimentos transgénicos» vehículo de auténticas bombas de relojería genéticas que pueden explotar en cualquier momento con consecuencias imprevisibles.
las proteínas humanas son tridimensionales. Esto permite declarar nulamente fiables los llamados «tests de anticuerpos» utilizados para fabricar enfermos de «hepatitis B ó C», de «SIDA», etc., ya que utilizan proteínas lineales (por esta y muchas razones hay que prohibir inmediatamente la aplicación de dichos tests). Además, resulta que las bacterias no pueden dar a las proteínas que elaboran el carácter tridimensional específico de cada proteína humana. Esto hace inevitable que los nuevos «medicamentos» obtenidos por biotecnología genética tengan graves efectos secundarios (lo confirman las peligrosas secuelas de la nueva insulina, presentada como la más pura jamás lograda cuando ello es totalmente falso).
la técnica de detección de material genético utilizada (llamada hibridación) tiene fuertes limitaciones técnicas intrínsecas. Esto convierte en criminales los llamados «tests génicos o genéticos» que detectan supuestas mutaciones en supuestos genes supuestamente responsables de cáncer, y que llevan a amputaciones «preventivas» irreparables de mama, de útero,... (Lo ilustra saber que hay más de 1.200 mutaciones registradas para el mismo «gen BRCA-1» considerado como responsable del cáncer de mama, y que estas mutaciones aparecen en los mismos porcentajes en las mujeres con cáncer de mama que en las mujeres sin cáncer de mama... ¡e incluso en los hombres!). Y también convierte en instrumentos de control sin base rigurosa alguna la llamada «huella genética» y el llamado «carnet genético».
las mitocondrias de la célula de la que se extrae el núcleo quedan en la célula desechada, mientras que este núcleo es insertado en otra célula que ya tiene sus propias mitocondrias. Esto sólo ya convierte a toda pretensión de clonación (es decir, de obtener organismos idénticos que desarrollarían iguales características) en una manipulación comercial de la que el show con la «oveja Dolly» (monstruo sobreviviente entre los cadáveres de cientos de intentos fallidos) es tan sólo su escenificación más conocida; etc.
Mi conclusión es que sería más coherente que el título del curso fuese «INGENIERÍA GENÉTICA»: ¿REALIDAD O ILUSIÓN?. O quizá ¿REALIDAD O ENGAÑO?. O, más exactamente, ¿REALIDAD O MANIPULACIÓN CRIMINAL?. O incluso LA ÚNICA REALIDAD DE LA «INGENIERÍA GENÉTICA» ES LA GRAVE MANIPULACIÓN CRIMINAL CONSCIENTE QUE IMPLICA. Y todo ello por razones de poder y de dinero, camufladas tras cortinas de humo acerca de beneficios para la salud, el medio ambiente, la agricultura, la investigación, la sociedad, el futuro, etc. Las razones éticas para exigir que la «ingeniería genética» sea inmediatamente paralizada, son importantes. Pero las científicas son definitivas. Para lograrlo basta actuar para que, además de bio-ética, haya bio-rigor.

Barcelona, a 14 de junio de 1998.

Lluís Botinas (director de la asociación C.O.B.R.A.).

Extraido de FreeNews. Los peligros de la manipulación genética: http://freenews.dragonfire.net/indexe.htm

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