¿Sobreviviremos a nuestros nanorobots?

Trabajo distribuido en el Seminario Nuevas Tecnologías, organizado por ETCGroup y CET Sur

La ciencia y la tecnología han sido las fuerzas motrices que durante el siglo XX han propiciado el desarrollo de nuestras sociedades hasta el estado en que se encuentran hoy día. Nada de lo que nos rodea en los países de nuestro entorno sería posible sin los avances tecnológicos. Vuelvan la vista 20 años atrás y vean los nuevos dispositivos que han invadido nuestras vidas. Observen en particular como nos abruman por la superabundancia de información que nos invade, necesaria en unos casos, aunque superflua muchas otras veces (publicidad, propaganda, etc.). Nuestra dependencia de la tecnología es evidente. ¿Imaginan lo que ocurriría si la red de ordenadores de Nueva York, Tokio y Londres fueran saboteados o se averiaran durante algunos días?. Recuerden el enorme esfuerzo que hubo que desplegar ante el temido Y2K (efecto 2000). Lo que intentamos describir aquí no es ciencia-ficción, sino el escenario con que nos podemos encontrar en un futuro de unos 30 años por la aparición de los nanorobots, robots formado por millones de moléculas, que sin duda existirán como consecuencia de los avances en genética-nanotecnología- robótica. (GNR). La nanotecnología estudia los objetos de tamaño nanométrico (1 nanometro es la mil millonésima parte de 1 metro) y permite manipular los átomos uno a uno para formar distintas configuraciones y hacerlos reaccionar para formar compuestos moleculares con propiedades y funciones pre-establecidas.

Cuando dos especies de seres se ven obligados a compartir un mismo territorio sobrevive aquella cuyos individuos son más competitivos y tienen más capacidad de adaptación. Por ejemplo los mamíferos marsupiales perecieron ante el acoso de los placentarios en tan solo unos pocos miles de años. Y el paradigma de destruir todas las especies con las que convive es el "Homo sapiens". La razón fundamental no es solo que los individuos de esta especie son los seres más inteligentes sino que, además, aún dentro de la misma especie, las comunidades mas desarrolladas explotan y dominan a las subdesarrolladas reduciéndolas a la mínima expresión. Sin embargo no se ha demostrado, no hay dato experimental alguno, que pruebe que los individuos de las comunidades mas desarrolladas son más inteligentes que los de las menos desarrolladas. ¿Qué es, pues, lo que hace que unos sean más competitivos, con más capacidad de destrucción y construcción que los otros?. La respuesta es que unos poseen mejores máquinas y mejores técnicas de organización que los otros. La diferencia está en la tecnología, el know-how, el conocimiento en definitiva. Nuestras máquinas nos hacen ganadores. Nada nuevo. En el futuro el juego será entre seres humanos, por un lado, y la naturaleza y sus máquinas por otro. ¿Quién ganará?. La naturaleza y sus máquinas. Pero éstas no serán como las máquinas que hemos fabricado hasta ahora. Las máquinas de la naturaleza serán nanoscópicas y funcionales, ¿inteligentes?, y capaces de autorreproducción, autodestrucción y cambio.

En la última mitad del siglo XX las circunstancias de antagonismo entre las grandes potencias propiciaron la dotación de enormes sumas de capital para inversiones en I + D orientadas a la defensa, que dieron lugar a la aparición de tecnologías (atómicas, químicas y biológicas), de gran complejidad y refinamiento y a la consecución de armamento de gran eficacia y poder de destrucción, que permitió que unos pocos estados dominaran al resto. Inversiones realizadas al margen de consideraciones de rentabilidad, beneficio empresarial, u otros criterios comunes en economía libre de mercado. Pero lo que está sucediendo desde comienzos de la década de los 90 y lo que se avecina para las primeras décadas del nuevo milenio es bastante más inquietante, individual y egoísta. El beneficio empresarial, el "mercado" en suma, junto con la curiosidad y ambición científica van a ser ahora la verdadera fuerza motriz del desarrollo.

El futuro que se vislumbra surge de la posibilidad de conseguir la compactación de información e integración de memorias en chips con capacidad en el rango de terabits (un billón -español- de bits) por centímetro cuadrado de superficie (la capacidad de memoria del cerebro humano), que permitirán fabricar miniordenadores de cien a mil veces más potencia que los ordenadores personales actuales . Con esta capacidad de memoria el ordenador podrá tener inteligencia propia. Ya sabemos que alguien puede decir que esto no es verdad, porque el ordenador no tiene consciencia. Para nosotros la inteligencia y la consciencia son cosas separadas. Inteligente es un ser o un instrumento que es capaz de tomar decisiones que le ayuden a salir airoso y con ventaja de situaciones dadas utilizando unas reglas preestablecidas. Los humanos lo llamamos código moral y conocimientos adquiridos o algo así. A un ordenador de un terabit se le puede dotar de códigos muy complejos, de forma que pueda tomar decisiones ante situaciones muy complicadas. Se puede argumentar que hay que proporcionarle el código o programa de funcionamiento, y eso lo hará siempre un ser humano. Lo mismo nos ocurre a los seres humanos, que funcionamos con códigos de conducta que nos han sido enseñados. Ambos son sistemas con funcionalidad y memoria que se autoalimentan con nuevos conocimientos.

¿En qué momento nos encontramos ahora? y ¿cuáles son los problemas mas inminentes?. La primera respuesta es que la genética molecular está a punto de completar la descodificación del código genético humano: proyecto genoma. Esto representa un avance de enorme importancia: una vez conocido el código -software- podremos ir entendiendo mejor la maquinaria -hardware- que lo hace funcionar: basta con ir modificando genes uno por uno y observar la respuesta. El problema importante aquí es el hardware. La Nanotecnología avanza día a día en las técnicas de manipulación y fabricación de nuevos objetos de tamaño nanoscópico con funciones específicas. También se están consiguiendo avances importantes en electrónica molecular: nanocontactos con propiedades específicas, y las técnicas nanoscópicas se están aplicando con éxito en biología molecular. Hay, pues, una tendencia a integrar
la biología y la nantoecnología. Se está intentando producir robots mixtos; i.e con chips de silicio para las unidades de memoria y con componentes moleculares autoreplicantes para algunas de sus partes móviles. El camino actual es el de la interdisciplinaridad para la fabricación de tales productos mixtos, explorando posibilidades. Se van a utilizar conjuntamente las técnicas de la experimentación genética y de la manipulación nanotecnológica para la producción de moléculas más sencillas que el DNA y que se puedan autoreplicar mas rápidamente y autoensamblarse con las unidades de memoria en diminutos robots con un funcionamiento predeterminado. A esto es a lo que se le denomina GNR en el siglo XXI. Tales robots se obtendrán por billones, o en el numero deseado de unidades, por procedimientos genéticos de replicación y autoregulación, una vez que se haya logrado obtener el primer prototipo. Este es el procedimiento que sigue la pauta de la naturaleza, pero tendrá lugar a mayor velocidad, y será difícil de controlar.

La situación será pues la existencia de un numero enorme de nanorobots dotados con sistemas informáticos de gran memoria y, a la vez, suficiente capacidad operativa para poder tomar por si mismos decisiones complejas, esto es inteligencia, distribuidos por todos los campos de actividad de la sociedad: medicina, comunicaciones, sistemas financieros, difusión de conocimientos científicos, agricultura, transporte, etc.: una red muy compleja de robots-ordenadores con muchas entradas y salidas de datos. Será un sistema caótico en donde nosotros seremos observadores de sus interacciones y dependeremos de sus decisiones. Déjenme poner varios ejemplos. Supongamos que nos dicen que van a introducir 100 gramos de chips o robots en nuestro organismo para que controlen nuestras funciones vitales, de tal manera que estos objetos se encarguen de la detección de malformaciones, tumores, o infecciones etc. Y cuando esto ocurra den órdenes a nanonavegadores que circulen por nuestras arterias para que depositen una cantidad ínfima pero suficiente de medicación ,localmente en la zona afectada.. Esto podría resultar en una mejora en la calidad de vida y el alargamiento significativo de la misma. ¿Qué ser humano se opondría a ello?. Lo único que regulará la decisión de introducir estos nanorobots de manera generalizada en toda la población será el coste económico de hacerlo o no. Hecho brutal porque, de no ser posible hacerlo para todos, se favorecerá la supervivencia y selección de los mas pudientes, dado que esta nueva medicina será más eficaz que la actual. Otro ejemplo paradigmático: las telecomunicaciones. Nuestra sociedad está basada cada día mas en la información y la comunicación. Pronto los sistemas de comunicaciones actuales se quedarán completamente obsoletos tanto en lo que se refiere a velocidad de transmisión de datos como a capacidad de almacenamiento y procesado de los mismos. La red de comunicación será mucho más amplia y los datos serán recibidos instantáneamente a medida que se produzcan, en niveles de preferencia de acuerdo con el sistema avanzado de selección que cada uno tenga. Pero ya no será necesario, como ahora, conectarse a una radio, televisión, internet etc. Los datos serán transmitidos con imágenes visuales mediante "displays" incorporados en forma de viseras o lentillas, ¿por qué no?. En la comunicación telefónica serán práctica rutinaria normal las audioconferencias en cualquiera de los ocho o diez idiomas mas hablados en el planeta. Naturalmente los sistemas de comunicación que tengamos se tendrán que relacionar con los de medicina para que, por ejemplo, un exceso de datos e información no afecte nuestro sistema nervioso. Todo será una maraña de redes con datos entrando y saliendo de ellas. Y lo mismo ocurrirá con muchas otras actividades: ¿por qué no utilizar trillones de nanorobots dotados de un determinado pigmento para cubrir grandes superficies de edificios o de barcos?. Esto será mucho más competitivo y rentable que pintarlas por los procedimientos actuales, puesto que los robots se autoreproducirán solos a medida que se vayan desgastando. Especial atención se esta dedicando a la nanotecnología en los ejércitos. En EEUU hay cantidades ingentes de medios para el desarrollo de dispositivos nanotecnológicos que pueden cambiar las estrategias militares. La idea es que tener el liderazgo en este campo es tener el poder para controlar el resto. Como se ve la inserción de los robots en el mundo de los humanos será paulatina, haciendo a estos mas dependientes y "domesticados". ¡Seremos unos seres diferentes!.

En el futuro nuestra dependencia de estos ingenios afectará a nuestras vidas en gran medida. ¿Hasta que punto nosotros podremos estar en control, o los robots necesitarán de nosotros?. Difícil de contestar. La nuestra será una sociedad en que hombres y maquinas naturales autoreplicantes se integrarán en una red muy compleja. ¿Quién tomará decisiones: las máquinas naturales o el hombre?. En nuestra opinión las máquinas serán mucho más competitivas y eficientes, por tanto la respuesta acertada sería que las máquinas asumirán el control. Si esto es así la especie humana estará a merced de las máquinas, y los hombres no seremos necesarios para lo que venga después. Las máquinas seguirán evolucionando a gran velocidad y los humanos seremos mera comparsa, si acaso.

Podríamos hacer la hipótesis contraria: que los humanos, por alguna razón desconocida, siguieran manteniendo el control. Si es así, el hombre medio controlará algunos de sus robots más próximos: los de su propio cuerpo, los de sus necesidades de comunicación y algunos mas, muy personales. El resto de la red estará en manos de una elite muy reducida y especial, que tendrá poder para esclavizar al resto de la población a su antojo, ejerciendo un control total, con el agravante de que la existencia de la mayoría será totalmente innecesaria, puesto que todo estará en correcto funcionamiento por medio de los robots. Esto puede parecer demasiado tremendo pero, de hecho, en parte ya ha empezado a ocurrir.

Naturalmente se presentan nuevos y serios problemas. Hacen falta nuevas ideas claras y revolucionarias sobre cómo dar pasos que rompan las barreras existentes y abran nuevos caminos. Pero esto siempre ha ocurrido a lo largo de la historia del desarrollo. Por otra parte habrá que resolver problemas operativos que pueden ser de una envergadura que ahora no nos llegamos a imaginar: ¿cómo y de qué se alimentarán los nanorobots? ¿qué fuente de energía van a utilizar para su funcionamiento?. ¿Cómo disipar el calor producido por tal numero de operaciones?. Son problemas serios que necesitan de nuevos puntos de vista y nuevas soluciones, que vendrán propulsados por ambición científica y la perspectiva de unos beneficios empresariales astronómicos (véase lo que ocurre con la llamada nueva economía).

Ante esta situación los gobiernos tendrán que imponer normas legislativas mercantiles completamente nuevas, y la sociedad deberá establecer nuevos códigos de conducta. Pero entonces, otra vez tendremos intervencionismo estatal. ¿Será esto posible? ¿Consentirán los hombres la imposición de frenos a su curiosidad, y de restricciones que impidan avanzar por los caminos del conocimiento?. ¿ Van las empresas a renunciar a posibles beneficios al no poder acometer el desarrollo de determinados ingenios por prohibición legal?. Difícilmente, porque la normativa legal en estos temas tan complicados acabará siendo interpretada a conveniencia en distintos países y por distintos grupos. En fin, lo anterior es mas o menos lo que queríamos contarles. No son solo nuestras ideas, sino corrientes de opinión que existen entre muchos de nuestros colegas cualificados en la frontera difusa entre lo que se tiene y lo que se puede llegar a tener. No es ficción, sino procesos plausibles y de una probabilidad razonable.

Nicolás García García
Profesor de Investigación y Director del Laboratorio de Física de Sistemas Pequeños y Nanotecnología del CSIC.

José Antonio Rausell Colóm
Profesor de Investigación y miembro del mismo laboratorio.

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