Transgénicos en Uruguay: ¿quién nos preguntó?

Idioma Español
País Uruguay

La convivencia o coexistencia con los transgénicos implica, tras una aparente conciliación, neutral y liberal, su imposición, que avasalla y cuestiona la viabilidad misma de una agricultura sustentable... El costo más obvio, perverso y tangible para los productores rurales: la expulsión, o éxodo rural; el desarraigo, producido ininterrumpidamente durante las últimas décadas. Esta tecnología, por sus características, acelera y profundiza la concentración y extranjerización de la tierra y la producción. ¿Cuánto costó al país, en estas últimas décadas, la "industrialización" y especialización de la agricultura?

Por Hugo Bértola

La convivencia o coexistencia con los transgénicos implica, tras una aparente conciliación, neutral y liberal, su imposición, que avasalla y cuestiona la viabilidad misma de una agricultura sustentable.

Decíamos hace cuatro años: "La Asociación de Productores Orgánicos del Uruguay (APODU) se dirige a toda la ciudadanía para manifestar nuestro rechazo a la habilitación, para importar y comercializar para la siembra, de las semillas de maíz transgénico Bt (genéticamente modificado). Fundamenta nuestro rechazo: el peligro que los transgénicos significan para la salud humana y para el medio ambiente; el perjuicio que ocasionan a la viabilidad de la agricultura ecológica y a sus agricultores; por los riesgos socioeconómicos que significan para la agricultura en general.

* La introducción en nuestra agricultura de Organismos Genéticamente Modificados, transgénicos, supone un impacto ambiental negativo e irreversible.
* Suponen reproducir organismos que nunca han existido en la naturaleza y que una vez multiplicados no pueden ser retirados de ella.
* Niegan la libertad de elección tanto de los agricultores como de los consumidores.
* Incentivan prácticas agrícolas incompatibles con los principios de una agricultura sustentable.
* Suponen una amenaza inaceptable para la salud humana. * Comprometen las mejores tradiciones y esfuerzos que el país ha realizado para ser y posicionarse como un país natural.

Hasta tanto un profundo y necesario debate nacional tenga lugar, acorde con la magnitud del tema, con tan grandes implicancias socioeconómicas, éticas, filosóficas, ambientales y sanitarias, hasta tanto ese debate nacional se procese, solicitamos la moratoria de la introducción de los transgénicos y cualquier otro Organismo Genéticamente Modificado.

POR UN URUGUAY LIBRE DE TRANSGÉNICOS
APODU - SETIEMBRE 2002"

Los argumentos siguen en pie, cuatro años después, con toda su fuerza. No hubo moratoria ni hubo debate. Todo lo contrario, aplanaron los hechos consumados. A la soja transgénica se agregaron las aprobaciones de los eventos de maíz transgénico Mon 810 (junio de 2003) y Bt 11 (abril de 2004). El Mon 810, con la opinión contraria y protesta de todas las agremiaciones de productores agropecuarios de cierta entidad existentes en el país, e infringiendo la Constitución y la ley.

El solo cumplimiento de la ley 17.283, referida a la protección del medio ambiente, hubiera impedido su aprobación. Su artículo sexto dispone que la política nacional ambiental se base en los siguientes principios:

A. "La distinción de la República en el contexto de las naciones como `País Natural' desde una perspectiva económica, cultural y social del desarrollo sostenible."
B. "La prevención y previsión son criterios prioritarios frente a cualquier otro en la gestión ambiental y cuando hubiera peligro de daño grave o irreversible no podrá alegarse la falta de certeza técnica o científica absoluta como razón para no adoptar medidas preventivas".

La Facultad de Agronomía de la Universidad de la República produjo un informe técnico desaconsejando la introducción del maíz transgénico Mon 810 sin la previa realización de los estudios científicos de impacto a nivel nacional. Se señaló, además, que la variedad autorizada contiene una proteína insecticida que ataca a una plaga que no existe en el país, desconociéndose los efectos que pudiera tener sobre otros insectos benéficos, sobre la alimentación animal, sobre la salud humana. Se subrayó que no se han evaluado de ninguna manera las posibilidades de contaminación de maíz convencional y que no se han realizado experiencias en el ámbito local que permitan determinar si son eficaces o no en relación a las plagas que sí afectan los cultivos domésticos.

En junio de 2005 el Ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente convocó a la formación de un Comité Nacional Coordinador, que "será responsable de asesorar y guiar el proceso de preparación de la propuesta para el Marco Nacional de Bioseguridad". En el Comité participan gremiales y asociaciones de productores (APODU entre ellas), organizaciones no gubernamentales, ambientalistas, direcciones ministeriales, cámaras empresariales, etc.

El 3 de agosto de 2005 se realizó la jornada inaugural del Comité. En ella se acordó y explicitó un consenso de que un debate amplio y profundo tendría lugar, cosa que ninguna administración anterior propició.

En cumplimiento de su responsabilidad de "asesorar y guiar" el proceso de preparación del debate sobre Organismos Genéticamente Modificados ((OGMs), transgénicos -y ante la propuesta de un Marco Nacional de Bioseguridad-, el Comité recomendó a los Ministerios más involucrados en el tema (MVOTMA, MSP. MGAP, MEC) cinco puntos: 1) Prohibición del maíz dulce transgénico. 2) Moratoria a nuevos eventos transgénicos. 3) Suspensión del ensayo de trébol blanco transgénico. 4) Revisión de los eventos transgénicos ya cultivados. 5) Cumplimiento del artículo 1º del Decreto 249/00, en relación a los granos importados de eventos transgénicos que nunca fueron autorizados en el país.

Todo ello en vísperas de un nuevo período de siembra, para evitar que el debate se realice bajo la lógica coercitiva y determinante de los hechos consumados.

La convivencia o coexistencia ya está impuesta.

La voluntad de un debate real que defina la estrategia del país sobre el tema supone neutralizar mínimamente ese determinismo del hecho consumado.

El decreto reciente de suspensión del maíz dulce transgénico es un primer paso trascendente en esta dirección. La concreción de un segundo decreto de moratoria de nuevos eventos transgénicos sería más trascendente aún, como prólogo a definiciones en relación a los otros puntos, como, por ejemplo, los transgénicos ya cultivados, esos sí de gran importancia por el área cultivada, que definen la estrategia del país.

Sobre la convivencia o coexistencia

En medio de este "estado de situación" El País Agropecuario publicó, en su edición de agosto de 2006, una nota del Ingeniero Gonzalo Souto cuyo título es "La convivencia puede ser posible". Es lo que motivó el presente artículo.

Agradecemos la oportunidad de referirnos al tema. Si bien el Ing. Souto aclara al pie de su artículo que es de su exclusiva responsabilidad y no compromete en modo alguno la opinión de las instituciones públicas y privadas donde actúa profesionalmente, es cierto que ambos integramos el Comité Coordinador del Proyecto de Marco Nacional de Bioseguridad. El Ingeniero Souto lo hace en representación de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA) del MGAP. Yo lo hago en representación de APODU, colectivo organizado de agricultores orgánicos, con un perfil predominantemente familiar.

La OPYPA es una oficina de importancia estratégica en el Ministerio. Mucho más hoy, cuando gracias a una nueva política aparece retomando las tareas que años de políticas neoliberales para la agropecuaria le vedaron. Una reciente propuesta de OPYPA, y que el MGAP resolvió, fue la de crear la Unidad de Fomento de la Agricultura Familiar, por la importancia estratégica dada a la agricultura familiar y al desarrollo local. Esto es fiel reflejo de los nuevos tiempos y del papel de la Oficina.

Es por eso importante debatir en relación a ese artículo, por la importancia del tema y por el peso e implicancias que la opinión de un destacado técnico de esa Oficina tiene.

Uruguay Natural o transgénicos

Para debatir, debemos tomar el tema en toda su complejidad.

La aproximación que realiza el Ing. Souto en ese artículo, reduciendo todo el análisis al mero aspecto económico, se da al mismo tiempo en que el MGAP, el INIA, la Facultad de Agronomía, por ejemplo, incorporan la dimensión social y ambiental en las políticas e investigación agropecuarias, respectivamente. Ya no hablamos sólo de productividad, rentabilidad, mercado, "mano invisible" y ventajas comparativas.

Irrumpen visiones más profundas e integrales, como la importancia estratégica de la agricultura familiar y la sostenibilidad, que ahora es físico-biológica tanto como económica y social.

Por eso el análisis y la evaluación de los transgénicos debe abarcar hoy los aspectos que nunca abarcó antes. Un análisis y una evaluación integral de los efectos de los transgénicos, de sus costos y beneficios, de su impacto en todos los campos.

Sobre los beneficios, reales o supuestos, ha habido derroche "informativo". Cabe precisar que no vemos como un beneficio el argumento, por muchos repetido, de que muchos productores han solucionado su problema de endeudamiento vendiendo sus tierras, dejando de ser productores, volviéndose prestadores de servicios. Los costos, tan poco divulgados, "informados", considerados, valuados, cuantificados, contabilizados. existen.

Costos para la salud humana

La introducción de los transgénicos aumentó sensiblemente el uso de agrotóxicos. En particular, con la soja transgénica, el uso de glifosato (producido por la misma Monsanto que patentó la semilla transgénica) y varios insecticidas, como el Endosulfan.

En el artículo "Los enfoques del INIA. Riesgos y desafíos" (Simposio sobre Sustentabilidad de la Intensificación Agrícola, con motivo de los 90 años de La Estanzuela; El País Agropecuario, agosto de 2004) se decía, en relación a la presentación de la Ing. Agr. Stella Zerbino: "Los sistemas agrícolas que tienden a la simplificación del ambiente resultan más inestables, acentuando el riesgo del ataque de plagas, con el consecuente aumento en el uso de insecticidas y los efectos colaterales que generan (intoxicaciones, contaminaciones, muerte de fauna silvestre, muerte de enemigos naturales y resistencia de plagas)".

¿Cuál es el costo para la salud humana, entonces, del aumento en el empleo de agrotóxicos? ¿Cuál es el costo de las intoxicaciones de productores, asalariados, consumidores, pobladores de los pueblos circundantes a las grandes plantaciones -sean en Bella Unión, Treinta y Tres o Palmitas-, y de las deformaciones congénitas y otras? ¿No será el momento de comenzar a cuantificar esto?

Sobre la ingesta de alimentos transgénicos, pese a lo reciente de su introducción, ya hay estudios, prohibiciones (incluso por alergias), resistencia a antibióticos y muchas investigaciones en curso.

Costos ambientales

En el mismo artículo se lee que "la intensificación agrícola asociada al uso masivo de herbicidas genera importantes efectos sobre las comunidades florísticas presentes en los sistemas". También se recogió en esa nota la opinión de la Ing. Agr. Amalia Ríos, que resaltó "la reducción de la diversidad de especies de malezas a partir de la inclusión de la siembra directa (.)".

Además, se lee en ese artículo que "el mayor uso de glifosato que implica la nueva tecnología, y en especial el uso de la soja RR (transgénica), generan una mayor presión de selección sobre la comunidad florística, en la cual ocurre el proceso de inversión de flora hacia especies tolerantes al glifosato, además de un mayor riesgo de ocurrencia de resistencia al herbicida".

¿Cuál es, entonces, el costo de la pérdida de nuestra biodiversidad, que en relación a gramíneas, por ejemplo, es riquísima? ¿Cuál es el costo de haber perdido y continuar perdiendo poblaciones locales de semillas rústicas, adaptadas a los distintos ecosistemas del país? ¿Cuál es el costo de todo el trabajo de décadas de selección, investigación y mejora realizado en recursos genéticos, localmente adaptados? ¿Cuál es el costo de la soberanía perdida y de la dependencia más absoluta de las semillas patentadas?

Costos técnicos y administrativos de la coexistencia

Son los costos de segregación o identidad preservada, trazabilidad, para garantizar la no contaminación de los productos.

En el caso del maíz, es particularmente difícil -si no imposible- el desarrollo en protocolos de aislamiento, y disponer de todos los recursos humanos, técnicos y de infraestructura que el control de todo esto conlleva.

Costos sociales

Es el costo más obvio, perverso y tangible para los productores rurales: la expulsión, o éxodo rural; el desarraigo, producido ininterrumpidamente durante las últimas décadas. Esta tecnología, por sus características, acelera y profundiza la concentración y extranjerización de la tierra y la producción. ¿Cuánto costó al país, en estas últimas décadas, la "industrialización" y especialización de la agricultura?

El costo fueron cientos de asentamientos bordeando las capitales departamentales de todo el país, sumado a los costos de hoy de programas de regularización y saneamiento para ellos. El costo fueron toneladas de perfiles de hierro importados para la construcción de rejas, electrodos, soldaduras, teléfonos intercomunicadores, perros guardianes de razas sofisticadas con su necesaria instrucción y alimentación y guardería, policías privadas, alarmas sofisticadas. ¿Cuál es el costo de la inseguridad pública, del sistema carcelario desbordado, de los programas de capacitación para desempleados, de las políticas sociales de emergencia y de las otras. Sin hablar de la sangría joven y calificada que ya emigró.

¿Qué tiene que ver todo esto con los transgénicos? Acentúan y aceleran todo lo visto.

Los otros costos: desandar el Uruguay "país natural"

El Uruguay "país natural" no es sólo una imagen. Es también una construcción teórico-práctica que refleja nuestra posibilidad, viabilidad y fortaleza. Expresa también nuestra idiosincrasia, es el nombre y apellido de la agrointeligencia.

Uno de sus símbolos es la obra desarrollada en el Instituto Fitotécnico y Semillero Nacional "La Estanzuela". Allí, el fitotecnista Alberto Boerger dejó un legado invalorable, que trascendió fronteras: el legado de la revolución verde genuina, de las rotaciones con leguminosas, como alternativa a los monocultivos, décadas de ensayos con resultados incuestionables y una adelantada, para su época, definición de agricultura sustentable:

"La estabilidad de la producción agropecuaria, incluso su acrecentamiento paulatino proporcional al aumento de la población, constituye una operación harto comprensible de las naciones civilizadas, con una agricultura orientada a larga vista. En el polo opuesto figura la explotación esquilmante del hombre despreocupado de las cuestiones por venir. Pensando con criterio egoísta, sólo en el beneficio propio del momento, recurre a las riquezas acumuladas en la tierra virgen, expoliándolas despiadadamente." (Alberto Boerger, "Agricultura estable y explotación esquilmante", 1955)

Entonces, ¿Uruguay Natural o transgénicos?

Publicado en El País Agropecuario

El productor orgánico uruguayo Hugo Bértola solicitó espacio para realizar comentarios sobre la nota publicada en la edición 136 de El País Agropecuario (páginas 26 a 28) por el Ing. Agr. Gonzalo Souto. Éste es su enfoque.

Enviado por gro.clacder@attehccabv

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