Transgénicos en Uruguay. La hora de la verdad

Idioma Español
País Uruguay

Uruguay se apresta en breve a definir por ley si seguirá usando organismos transgénicos en la producción local. Si bien la decisión del oficialismo en este tema todavía no es clara, durante los trabajos de preparación del marco normativo, varios asistentes técnicos elaboraron documentos que advierten sobre los perjuicios que generan los maíces y la soja transgénicos

En enero de 2007 el Poder Ejecutivo decretó la suspensión (moratoria) de nuevas aprobaciones de cultivos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos por un año y medio para permitir así un proceso de análisis y discusión que concluiría con la redacción de un proyecto de ley que regule su uso o lo prohíba, a más tardar a partir de enero de 2008.

La decisión asume el compromiso internacional de Uruguay cuando en 2001 adhirió al Protocolo de Cartagena, un acuerdo de las partes de la Convención sobre Diversidad Biológica que busca contribuir a asegurar un nivel adecuado de protección en el uso de OGM considerando los riesgos para la salud y el ambiente.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) financian la elaboración de marcos regulatorios nacionales en más de cien países adherentes, entre los cuales está Uruguay.

La transgénesis es una técnica revolucionaria de la ingeniería genética. Sus aplicaciones en la agricultura permiten introducir en una semilla parte del código genético de organismos no relacionados, como bacterias y virus, para dotarla de características como la resistencia a herbicidas o a plagas, con el objetivo de mejorar la producción.

Mientras las multinacionales que los fabrican los promocionan como una panacea que acabará con el hambre en el planeta, un sector de la academia y de la ciencia los cuestiona fuertemente. El profesor de agroecología de la Universidad de Berkeley (California) Miguel Altieri advierte sobre "la ruptura de los límites de los reinos, lo cual trasciende las barreras biológicas que la naturaleza ha impuesto y se combinan bacterias con plantas, ranas con uvas, lo que plantea una serie de preguntas éticas y también una gran interrogante frente a cuáles son las consecuencias de intervenir en la naturaleza más allá del plan natural que existe".*

Tampoco en Uruguay los vaticinios han sido muy positivos. De hecho, en 2003, el entonces senador y hoy vicepresidente, Rodolfo Nin Novoa, afirmaba: "El uso del cultivo transgénico en nuestro país va a agudizar las adversidades para los pequeños y medianos productores, va a profundizar el proceso de concentración en la tenencia de la tierra ya que es una tecnología que requiere escala - que es lo que está pasando en Argentina, va a generar una dependencia mayor con las trasnacionales y nos hará perder un sitial donde la calidad nos caracteriza, con lo cual limitaremos nuestra actividad comercial".

Y algunas advertencias ya se cumplieron: la fuerte expansión que ha experimentado la soja transgénica en Uruguay tiene como protagonistas a empresarios argentinos que, favorecidos por los menores precios de la tierra y las facilidades para la exportación del grano (en Argentina -a diferencia de Uruguay- está gravada), han desplazado a pequeños y medianos productores uruguayos que se dedicaban a otros cultivos o a la ganadería. Durante una jornada de reflexión sobre la expansión agrícola organizada por las Cooperativas Agrarias Federadas (CAF) en junio pasado, el docente de la Facultad de Agronomía Pedro Arbeletche remarcó que la concentración de la producción en la nueva agricultura uruguaya provocó entre 2000 y 2006 una caída del 36 por ciento en el número de agricultores (El Observador, 15-VI-07). Por otra parte, recientemente la Sociedad de Productores de Leche de Florida expresó su preocupación por el avance de la soja en detrimento de la ganadería.

Las causas de este avance imparable tienen que ver con la política que desarrolla la multinacional Monsanto desde principios de los noventa, cuando introdujo en el mercado sudamericano una variedad de semilla de soja modificada genéticamente para hacerla resistente a un herbicida, con lo que el costo de su producción se reduce y da buenas ganancias con escaso personal, poca maquinaria y combustible. La expansión está estimulada por los altos precios internacionales y la demanda de varios países, especialmente China, el mayor importador de soja y sus derivados.

Asimismo, la irrupción de los biocombustibles en el mercado mundial ha aumentado la demanda y promete seguir haciéndolo.

MAÍZ Y PLAGAS CRIOLLAS

A través del proyecto Desarrollo del Marco Nacional de Bioseguridad, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) creó un ámbito de discusión para redactar la normativa. Documentos elaborados por los asistentes técnicos del proyecto, Fernanda Pardo y Gonzalo Martínez, refieren a los efectos ambientales que los maíces y la soja transgénicos están provocando o podrían provocar en Uruguay.

El trabajo "Maíz Bt en Uruguay: elementos para una evaluación de riesgos ambientales", de julio de 2006, parte de la idea de que es necesario determinar a través de medidas de gestión "la posibilidad real de coexistencia" entre un sistema de producción con OGM y otro sin ellos. Pero, según el informe: "Dicha posibilidad ha sido puesta en tela de juicio en los últimos años por parte de la comunidad científica con miradas ciertamente críticas".

Durante el gobierno de Jorge Batlle se autorizaron en Uruguay dos maíces transgénicos (Mon 810 y Bt 11) fabricados por las multinacionales Monsanto y Syngenta respectivamente. Contienen una bacteria (Bt) que libera una toxina mortal para las plagas maiceras. Entre 30 y 40 por ciento de los maíces que se plantan en Uruguay son Bt.

El documento concluye que "existe suficiente evidencia para considerar que los eventos Mon 810 y Bt 11 no son los adecuados para nuestra matriz de plagas. Si el país optara por el uso de OGM en maíz deberían testearse otras toxinas con mayor especificidad para los lepidópteros (insectos) que provocan mayor daño económico". Cuando se autorizó el Mon 810 en 2003, técnicos de la Facultad de Agronomía se pronunciaron en igual sentido. Este maíz fue creado para atacar a plagas del hemisferio norte.

Ambos investigadores indican que "el análisis de riesgos no ha sido conducido correctamente en ninguno de los procesos de aprobación de maíz transgénico", y que la introducción debería haberse postergado "hasta tanto no se tuvieran datos de la toxicidad de los eventos del maíz sobre las especies propuestas como blanco (plagas destinatarias)".

Los peligros que conlleva este maíz son el de la contaminación genética, es decir la transformación de cultivos convencionales en transgénicos por la migración de polen (ya hay casos en México y Estados Unidos), el impacto no intencional de estos cultivos sobre organismos que no atacan al maíz, y la aparición de resistencia de las plagas a la toxina contenida en la semilla. Para plantearse la coexistencia, subraya el informe, es necesario determinar el riesgo de flujo genético desde las plantas transgénicas a variedades no Bt y establecer formas de minimizar la contaminación. Además se citan estudios científicos que reportan algún tipo de daño provocado por la toxina en poblaciones de insectos que no son los destinatarios, así como en algunos depredadores y microorganismos que habitan el suelo, provocando su disminución.

Y se advierte que "desafortunadamente el aumento de las áreas cultivadas con Bt a nivel mundial convierte al desarrollo de resistencia en una mera cuestión de tiempo". La resistencia se adquiere evolutivamente como respuesta a la presión selectiva provocada por la exposición constante a la toxina.

¿Y LOS SUELOS?

La soja transgénica resistente al herbicida glifosato es el principal cultivo en expansión territorial a escala mundial y nacional. El área cultivada en el país pasó de 18 mil hectáreas en 2001 a más de 400 mil en el presente, y se ha extendido a todos los departamentos (salvo Montevideo). El incremento del área sojera correspondiente a 2005-06 es el más alto de los últimos diez años y se localiza fundamentalmente en la zona agrícola tradicional del litoral oeste del país (MGAP-DIEA, 2006).

El documento "Soja transgénica en el Uruguay. Caracterización del cultivo y elementos para una evaluación de riesgos ambientales", de setiembre de 2006, también de Pardo y Martínez, sostiene que el cultivo de esta soja fue autorizado en nuestro país sin que mediaran "estudios socioeconómicos del impacto (...) en comparación con la soja convencional que justifiquen la adopción del mismo". Y advierten que el incremento de la superficie cultivada desde 1996 "que desplazó por completo a la soja convencional y otros sistemas productivos" ya generó en otros países (Argentina, Brasil, Chile, Australia y Estados Unidos) la transformación del paisaje rural y la aparición de malezas resistentes al glifosato.

Esta soja provocó el pasaje del tradicional sistema de producción basado en rotaciones de cultivos y pasturas hacia uno basado en secuencias de cultivo continuo de soja bajo siembra directa (técnica en la que no se prepara el suelo), lo que, según el documento, "puede comprometer seriamente la sostenibilidad del recurso suelo". Estudios realizados en nuestro país demuestran que en el sistema de soja continua se obtienen estimaciones de erosión (degradación de suelos) mayores a las tolerables.**

A raíz de "la preocupación existente", la encuesta agrícola de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del MGAP "Primavera 2006", realizada a productores a fines de 2006, ncorporó el tema de la erosión. Los resultados indican que casi el 26 por ciento de los productores (que manejan más del 50 por ciento del área destinada a chacra) están afectados por algún grado de erosión, y los afectados atribuyen el problema en primer lugar a las adversidades climáticas y en segundo término a la importancia creciente que ha registrado la soja en el patrón de cultivos.

Pardo y Martínez afirman que, contrariamente a lo que se promociona desde las multinacionales, los transgénicos requieren mayor cantidad de agrotóxicos que los cultivos convencionales. En Uruguay el glifosato es el herbicida más usado (40 por ciento del total).

DEL COMITÉ A LA COMISIÓN

Con la participación de más de 30 instituciones y organizaciones públicas y privadas vinculadas al tema convocadas por el MVOTMA en el marco del proyecto Desarrollo del Marco Nacional de Bioseguridad, funcionó un comité durante el año pasado cuyo cometido fue realizar un análisis del estado de situación de los transgénicos en Uruguay y elaborar un proyecto de ley sobre el tema. Se trabajó en aspectos ambientales, socioeconómicos, sanitarios, administrativos, industriales y relativos a la investigación. Aunque se estipuló que se considerarían dos escenarios posibles "país libre de OGM y coexistencia entre OGM y no OGM", varios grupos de trabajo no consideraron la primera alternativa. Se argumentó que era una opción impensable dado el desarrollo alcanzado en la aplicación de los transgénicos, y que abstenerse de su utilización podría implicar al país mayores dificultades que beneficios, así como la detención de muchas investigaciones.

Desencuentros mediante (en julio de 2006, organizaciones ambientalistas se retiraron por discrepancias con el coordinador del proyecto, Marcos Frommel), este comité culminó su tarea en diciembre de 2006 y dio paso a la creación (vía decreto del Poder Ejecutivo) de una comisión interministerial?integrada por representantes de Economía, Ganadería, Salud Pública y Medio Ambiente? que quedó encargada de elaborar el proyecto de ley. El decreto estipula que a los seis meses de publicado (en julio) la comisión debía presentar a los ministros un avance del proyecto y sus conclusiones sobre los riesgos y beneficios del uso de la tecnología transgénica.

Enzo Benech, presidente del Instituto Nacional de Semillas (INASE) y representante del MGAP en el grupo interministerial, dijo a Brecha que semanas atrás se envió el avance a los ministros proponiéndose la adopción de una opción país (con OGM o sin OGM), sugerencia que aún se mantiene en reserva.

En los próximos días se reunirán los ministros de Medio Ambiente y de Ganadería, Mariano Arana y José Mujica, para perfilar una decisión.

A pesar de la reserva, el ministro Mujica*** da algunas pistas: "este ministro está convencido de que esa doncella (los transgénicos) vino para no irse más. La época en que hemos entrado significa que el hombre aprendió a toquetear la vida. Como todo toqueteo inicial tiene riesgos de carácter pavoroso y tenemos que ser conscientes de que podemos actuar de aprendices de brujo. Esto no invalida la transgénesis. No podemos recular, esto es parte del arsenal instrumental de la humanidad del futuro".

TRANSGÉNICOS, SALUD Y COMERCIO (recuadro)

EL INFORME DE la Organización Mundial de la Salud (OMS) " Biotecnología moderna de los alimentos, salud y desarrollo humano. Estudio basado en evidencias", de 2005, reconoce que los OGM ofrecen un potencial aumento de la productividad agrícola. Pero advierte que también pueden acarrear potenciales riesgos para la salud. "Muchos de los genes y rasgos usados en los OGM agrícolas no se encontraban anteriormente en el suministro de alimentos y no se conocen antecedentes de uso alimentario inocuo (?) se necesita un mejor entendimiento de la interacción del sistema inmune y los alimentos para descifrar si determinados alimentos transgénicos pueden tener impactos sobre el sistema inmune aparte de la alergenicidad."

En cuanto a los aspectos comerciales, un trabajo que la Red de ONG Ambientalistas envió a la comisión interministerial señala que "un estudio reciente publicado en Hospitality Management muestra que más del 70 por ciento de los entrevistados en 15 países europeos tenderá a no consumir productos con una etiqueta que informe sobre la presencia de OGM (O'Fallon et al, 2007). Estudios sociológicos muestran que la nueva demanda por productos etiquetados proviene de la desconfianza existente hacia las agencias reguladoras y las autoridades científicas a cargo de controlar los riesgos (Sand, 2006). En 2006 se produjo la contaminación a escala mundial con una variedad de arroz experimental de Bayer que no estaba autorizada para consumo humano. Numerosos mercados continúan cerrados al arroz de Estados Unidos y en dicho país se han entablado millonarias demandas entre los cultivadores y la empresa".

La Red cita un estudio realizado con entrevistas a importadores y distribuidores de comida en Europa (Knight et al, 2005) que muestra que el consumidor europeo rechaza firmemente cualquier trazo de transgénicos en su alimento de carne o leche, y el importador y distribuidor lo sabe y toma en cuenta. Y destaca que el comisario europeo de Salud aseguró hace unas semanas que se revisará el etiquetado de carne derivada de animales alimentados con transgénicos, algo que hasta el momento no se aplicaba a productos cárnicos. Un cambio que podría generar problemas para la exportación nacional.

Por Virginia Matos - Semanario Brecha, 2 de noviembre de 2007

* "Agroecología: una realidad alternativa a la agricultura industrial y transgénica", artículo publicado en Los transgénicos en la agricultura y la alimentación, Departamento de Ciencias Sociales, Facultad de Agronomía, Montevideo, Uruguay, 2002.

** Estimación del impacto de la soja sobre erosión y carbono orgánico en suelos agrícolas del Uruguay, de Carlos Clérici, Walter Baethgen, Fernando García Préchac y Mariana Hill, Facultad de Agronomía, UDELAR.

*** El País Agropecuario, octubre de 2006.
Fuente: RAP-AL Uruguay

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