“Aquí seguimos, 27 años después”: la resistencia campesina de Kok Edoi en Tailandia
En una remota zona rural cercana a la frontera con Camboya, un grupo de campesinxs decidió que no se dejaría expulsar. Lo que comenzó como una lucha por sobrevivir se transformó, con los años, en un ejemplo de organización comunitaria y lucha frente al despojo estatal, la criminalización y el avance del capital. Hoy, después de casi tres décadas la comunidad KoK Edoi se mantiene firme: organizada, autosuficiente y en pie de resistencia.
De la ocupación a la organización
En los años noventa, unas 400 personas llegaron a la finca de Kok Edoi, un terreno de 366 acres. Se encontraron con empresas que ya tenían concesiones sobre la tierra y con un Estado que no dudó en proteger esos intereses. Entre 1993 y 1996, la policía fronteriza persiguió y hostigó a las familias campesinas: confiscó herramientas, destruyó cultivos e intentó desalojarlos con el uso de leyes hechas para beneficiar a los poderosos.
“Nos quitaron las herramientas, pero no la voluntad”.
Fue en ese momento cuando escucharon de otras luchas campesinas, como la resistencia contra una represa en una provincia vecina. Fue la primera chispa. Decidieron unirse y contactaron con la Asamblea de los Pobres (AOP), una organización clave en las luchas agrarias tailandesas y miembro de La Vía Campesina.
“Ahí aprendimos a organizarnos, a no tener miedo, a resistir juntxs”,“Nos enseñaron a unirnos y a luchar”.
Con la ayuda de AOP, recopilaron pruebas, mapas y documentos que demostraban la presencia histórica de más de 400 viviendas en el área. En 1996 presentaron el caso al primer ministro. No hubo respuesta. Luego, bajo otro gobierno, organizaron una manifestación masiva. El Estado seguía sin ofrecer una solución real, pero la comunidad ya no estaba sola.

El derecho a vivir donde se lucha
Ante la falta de respuesta institucional, tomaron la decisión más arriesgada: ocupar el terreno. Sabían que se jugaban todo. La tierra era árida, seca, “no apta”, según las autoridades. Y quizás por eso les dejaron quedarse “por una semana”. Pero esa semana ya lleva 27 años.
Los conflictos no cesaron. La empresa concesionaria continuó reclamando el terreno e intentó manipular a antiguos habitantes para que se opusieran a la ocupación. El gobierno no intervino. La comunidad respondió con más organización: elaboraron un plano colectivo, dividieron el terreno y se establecieron. Decidieron construir sus casas sobre las plantaciones de eucalipto de la empresa, enviando un mensaje claro: aquí estamos, y aquí nos quedamos.

La marcha a Bangkok
En 2007, durante un gobierno militar, la comunidad decidió dar un nuevo paso: caminar hasta Bangkok. Lo hicieron para exigir su derecho a cultivar la tierra. Aunque intentaron detenerlxs, lograron negociar con el gobernador provincial, quien les proporcionó transporte para llegar a la capital. La acción surtió efecto: obtuvieron un permiso para cultivar, y derribaron los árboles de eucalipto, símbolo del extractivismo empresarial.
Pero con cada cambio de gobierno, volvía la amenaza. Por eso tomaron una decisión radical: dejar de negociar con el Estado. A partir de entonces, su lucha sería completamente autogestionada.
“Nos dimos cuenta de que el gobierno no estaba de nuestro lado. Así que decidimos organizarnos solxs”.

Agroecología y autogestión: sembrar autonomía
Hoy Kok Edoi está organizada en 12 zonas: viviendas, mercados, santuarios para la fauna, zonas de cultivo colectivo y una escuela de agroecología. Cada familia recibe una cantidad igual de tierra. Se trabaja sin maquinaria, de forma comunitaria y con prácticas agroecológicas. La producción no solo alimenta a las familias: también se comercializa en mercados locales y mensuales en Bangkok.
Durante la histórica manifestación de 1998 en Bangkok, la comunidad fundó su fondo de ahorro autogestionado, con cuotas iniciales de 10 baht. El objetivo: enviar a las infancias a la escuela, cuidar a lxs mayores y financiar la lucha. Hoy, ese fondo ha crecido a más de un millón de baht, con 54 familias asociadas.
“Con ese fondo enviamos a las infancias a la escuela, cuidamos a lxs mayores y financiamos nuestra resistencia”.
El comité de mercado, por su parte, garantiza soberanía alimentaria y precios justos. Cada vendedor contribuye con una cantidad simbólica para cubrir servicios, manejo de residuos y mantenimiento del espacio. Establecieron normas de calidad, precios accesibles y un sistema solidario donde cada persona que vende, aporta un porcentaje a una hucha de bambú para mantenimiento y para poder continuar con la lucha.
Las decisiones sobre el uso de los ingresos se toman en consulta comunitaria, y son las mujeres quienes lideran este proceso.

KokEdoi: territorio recuperado, comunidad en pie de lucha
Kok Edoi demuestra que es posible enfrentar el despojo y construir autonomía. Su historia está marcada por la dignidad, la solidaridad y la esperanza.
Hoy, 53 familias viven, cultivan y resisten en Kok Edoi. Son la prueba viva de que la tierra no se regala: se recupera, se defiende, se cultiva. Frente al abandono del Estado y el avance de las empresas extractivistas , construyeron su propio camino.
“Aquí seguimos. Porque decidimos que esta tierra es nuestra. Porque luchamos para quedarnos”.
Durante todos estos años han enfrentado a empresas, gobiernos, militares y políticas de despojo. Pero su estrategia ha sido siempre la misma: cultivar, organizarse y resistir colectivamente.

La historia de KokEdoi es ejemplo y esperanza para los movimientos campesinxs y para otras comunidades del mundo.
¡Ocupar es cultivar! ¡Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!
El informe se basa en la visita de campo de una delegación de La Vía Campesina, que asistió a la reunión de Articulación de la Diversidad en Tailandia en abril de 2025.
Fuente: La Vía Campesina