Argentina: "la fiebre de la soja está destruyendo nuestros últimos bosques". El reclamo de todo el pueblo de Pizarro

El avance de los cultivos orientados al mercado internacional impulsó la expansión de la frontera agropecuaria, destinando a la producción tierras que no eran de uso agrícola, deforestando bosques y selvas nativos, como las yungas salteñas o el monte santiagueño

Esta incorporación de nuevas tierras para la agroexportación también se hizo muchas veces a través de la expulsión violenta de las familias campesinas y las comunidades de los pueblos originarios (ocupantes ancestrales de esos espacios) que trabajan y ocupan legítimamente esas tierras.

Esta expansión se da de la mano de la soja transgénica: en nuestro país casi el 100% de los cultivos de soja son transgénicos, es decir, genéticamente manipulada para tolerar el agroquímico (Round Up ) que produce Monsanto, la misma multinacional que tiene el derecho de propiedad sobre la semilla. La semilla patentada por Monsanto, más los insumos necesarios que también provee esta empresa, conforman un paquete tecnológico que aumenta la dependencia de los agricultores con respecto a estas compañías.

Este modelo de agricultura industrial ?insumo dependiente? configura una matriz de producción que disminuye la capacidad de decisión de los pequeños productores y campesinos en la elección de producir sin agrotóxicos nocivos para la salud y el ambiente o producir con los saberes campesinos, indígenas, sumando la aplicación de tecnologías libres de agrotóxicos y transgénicos, como la agricultura orgánica plantea en el marco de la agroecología.

Lamentablemente, los agricultores cada vez tienen menos poder de decisión sobre qué producir, cómo producir y para quién producir; si producir granos para el ganado del primer mundo o producir para alimentar a los pueblos; si exportar generando divisas que, vía retenciones estatales, sirven para pagar la deuda externa o si orientar la producción agroalimentaria a paliar el hambre en Argentina.

Las condiciones para la implantación de este modelo comenzaron a darse durante la dictadura militar, pero se profundizaron a partir de la década del ?90 cuando las instituciones financieras internacionales presionan a los gobiernos de los países más pobres para que abran sus economías a la inversión extranjera. Se inicia así un proceso en el que se han canalizado miles de millones de dólares directamente a grandes corporaciones transnacionales, destinados a financiar la construcción de plataformas de perforación, oleoductos, gasoductos y minas en gran escala. Al mismo tiempo, las grandes transnacionales del ?agribusiness? deciden qué y cómo producir en las tierras y territorios.

Más Información:

Greenpeace Argentina

Publicado por:

Indymedia Argentina

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