Argentina: las topadoras del lucro pueden acabar con la biodiversidad en Santiago del estero

Idioma Español
País Argentina

la crisis Argentina puso a los medianos ahorristas en un febril movimiento para movilizar sus fondos recuperados en inversiones controlables. Muchos medianos productores cordobeses pusieron sus ojos entonces en los campos santiagueños: baratos, anchísimos, sin títulos claros, con amplias posibilidades de explotación. Los más audaces se abalanzaron sobre esta provincia

El vía crucis de Julio Galeano

Julio Marcelino Galeano es un santiagueño oriundo de Bandera, tierra de agricultores y ganaderos. Como muchos de nosotros, en su juventud se fue a Buenos Aires, en busca de horizontes económicos más amplios. Allí pasó gran parte de su existencia, que hoy ya supera los 60. En los 80, cumplió con la coronación del ciclo santiagueño en la diáspora: regresó. Con algunos pesos que había juntado compró un campo, en el departamento Moreno, y no le cambió el nombre, pues llevaba uno ya tradicional: Santa Ana.

Julio Marcelino Galeano ama el monte, los pájaros y los animales. Como todos los campesinos santiagueños, que durante siglos habitaron este espacio sagrado sintiéndose parte de él y no sus dueños. Con el valor agregado que trajo de la gran ciudad, Julio introdujo sin embargo novedosos elementos: la organización solidaria, la tecnología posible, la educación necesaria.

En poco tiempo, junto a los antiguos pobladores, construyó una escuela, organizó un grupo comunitario, instaló una FM, logró el implante de un teléfono comunitario.

En veinte años y con el entusiasmo de los campesinos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, docentes y jornaleros que habitan los parajes de Santa Teresita, Elsita, Santa María, El Puesto, El Aibal, María Angélica, San Isidro, todas aledañas al campo de Julio, montaron un grupo electrógeno para proveerse de electricidad, formaron una cooperativa rural, instalaron dos antenas satelitales para ver televisión, y lograron construir un campo deportivo, completamente iluminado. Impulsaron además programas educacionales, cursos para el mejoramiento de los cultivos y del ganado vacuno, caprino y porcino, lecciones de ecología. En todo esto contaron con la ayuda de la familia de Julio, quienes desde Bandera u otras localidades, apoyaron desde un principio su emprendimiento solidario.

Las cosas anduvieron bien hasta el año 2001.

Ese año, la crisis Argentina puso a los medianos ahorristas en un febril movimiento para movilizar sus fondos recuperados en inversiones controlables. Muchos medianos productores cordobeses pusieron sus ojos entonces en los campos santiagueños: baratos, anchísimos, sin títulos claros, con amplias posibilidades de explotación. Los más audaces se abalanzaron sobre esta provincia, vendiendo sus propiedades cordobesas para comprar otras diez veces más grandes aquí y quedar con plata en el bolsillo encima.

"Santiago tuvo la mala suerte de quedar como epicentro de las especulaciones inmobiliarias, por ser una zona considerada marginal y con precios deprimidos", se lamenta Julio Galeano en conversación con @DIN.

Informe especial de @DIN, por Julio Carreras (h) y María U. Berton Zoat.

Texto completo: ADIN

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