Colombia: 100 millones de hectáreas de algodón... 13 mil para el Tolima

Idioma Español
País Colombia

Cultivos genéticamente modificados: seguimos con la obsesión de jugar a ser dioses… en un tenebroso e incierto sendero

Después de la economía del dólar y el avance de la religión católica, no había existido un proceso que invadiera tan rápidamente al planeta como la siembra de organismos modificados genéticamente: La superficie sembrada con transgénicos aumentó a razón de más de 10 por ciento anual en cada uno de los últimos diez años. El año pasado, con un 11 por ciento, llegó a casi 100 millones de hectáreas.

Y la tendencia también es clara: Cuando empezaron a comercializarse por primera vez en 1996, estos cultivos ocupaban casi dos millones de hectáreas en seis países. Y para 2005, ya se plantaban en casi 100 millones de hectáreas en 21 países, según el informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAA), que recibe fondos de la Fundación Rockefeller.

Los partidarios de la biotecnología saludaron los datos, pero según el grupo ecologista Friends of the Earth, y el Instituto Polaris de Ottawa, los argumentos en el sentido de que la tecnología ayudaría a aliviar la pobreza en África "han sido ilusorios", ha sido pura paja...

El Instituto Polaris de Ottawa admitió que crecen las superficies con transgénicos, pero señaló que la tecnología todavía está concentrada en un puñado de países. Estados Unidos, Argentina, Canadá y Brasil, representan el 90 por ciento de la superficie mundial dedicada.

Casi un tercio de la tierra apta para el cultivo en EE.UU. y más de la mitad en el caso de Argentina y Paraguay, está ocupada por cultivos genéticamente modificados. Agricultores brasileños plantaron ilegalmente estos cultivos durante años, pero hoy Brasil los legalizó.

En área cultivada, a nivel global, las semillas transgénicas de Monsanto cubrieron 91 por ciento de la soya, 97 por ciento del maíz, 63.5 por ciento de algodón y 59 por ciento de canola. A nivel global (sumando cultivos convencionales y transgénicos), Monsanto domina 41 por ciento del maíz y 25 por ciento de la soya. (Ver artículo de Silvia Ribeiro en esta misma página)

En este marco planetario, en donde las estadísticas indican que Monsanto está acumulando más poder que los Presidentes, los Senados, las Cámaras, más que todos los organismos del Estado y está aplastando la soberanía de la sociedad civil… en Colombia nos abrimos de piernas y les hacemos todas las concesiones agrícolas y monetarias posibles para que aprovechen las ganancias del cultivo socialmente más importante para la población colombiana.

Presión para lograr una introducción acelerada

Según Grupo semillas oc.gro.sallimes@sallimes

“En los últimos meses, Colombia está sufriendo transformaciones fundamentales en materia jurídica relacionada con la introducción de organismos transgénicos. Es evidente la enorme presión que las empresas biotecnológicas que promueven estos cultivos en todo el mundo, están ejerciendo sobre el gobierno de Colombia. Es así que, a pesar de las enormes preocupaciones, cuestionamientos y demandas judiciales que organizaciones de la sociedad civil han planteado, el Gobierno insiste en introducir de forma acelerada, inconsulta y mediante procedimientos cuestionables y sin sustento científico y jurídico, la introducción de estos cultivos en el país. A pesar de que se dio un fallo del Consejo de Estado, en el que se exige un trámite de licencia ambiental para los OGM que se pretendan introducir en el país, el Gobierno inicialmente desconoció este fallo, y posteriormente, presentó un Proyecto de Ley para eximir este trámite a los OGM. Adicionalmente, expidió un Decreto reglamentario interministerial que pretende atomizar las competencias en materia de bioseguridad en cada uno de los Ministerios de Ambiente, Agricultura y Protección Social, lo cual les abre y facilita el camino a quienes pretenden introducir estos transgénicos para evadir una rigurosa y completa evaluación de bioseguridad, lo que traería enormes impactos negativos sobre los complejos ecosistemas, biodiversidad y sobre los aspectos económicos en el país”.

Tolima: 18 mil hectáreas en algodón

Nuestro vecino Oscar A. Varón B. realizó una crónica, para El Nuevo Día, (l4 de enero) sobre las proyecciones del cultivo del algodón para el próximo semestre.

Las opiniones recogidas coinciden con nuestra premisa, que lo único que preocupa son los dólares al presente y no se hace ninguna consideración con respecto al equilibrio ecológico: Y recordemos que Corpoica hizo un buen análisis de los problemas ambientales en la cosecha anterior, algunos nuevos, otros de indisciplina, otros económicos… todos asociados a la presencia de transgénicos, que este año aumentarán hasta 13 mil hectáreas.

De otra parte, el nuevo coordinador seccional del ICA en el Tolima, Humberto Orjuela Rozo, quien orientó el Consejo Asesor Algodonero, manifestó sobre el tema que "se ha notado un buen ambiente para hacer crecer el cultivo de algodón en la región. De las 18 mil hectáreas a sembrar, unas13 mil corresponden a transgénicos, y las cinco mil restantes, a métodos convencionales”.

Por todas partes se respira una bonanza económica, -que bueno- el arriendo de las tierras suben, la maquinaria reajusta los precios, aumentan los intereses y los préstamos, aumentan las migraciones….

Pero no consideramos factores novedosos como la precipitación, que de acuerdo con Max Henríquez aumentará en este semestre creando condiciones hídricas no experimentadas; queremos ignorar algo que es muy sabido en agronomía con respecto a la plasticidad genética de los insectos que ya heredaron los aportes del ADN de las generaciones inmediatas criadas sobre cultivos transgénicos; desconocemos los cambios en los organismos del suelo, y nos hacemos los bobos con respecto al impacto del cultivo sobre la salud de los trabajadores.

Deberíamos aprovechar este momento agrícola para un desarrollo científico con los pies en la Tierra … recordemos que hoy por hoy, la ciencia es de Monsanto, es clandestina y debemos pagar por su uso, en dinero, en medio ambiente, en herencia genética, en soberanía, en propiedad intelectual y en nuestro patrimonio ético.

Por Gonzalo Palomino Ortiz
GRUPO ECOLÓGICO DEL TOLIMA

Fuente: El Nuevo Día

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