Colombia: espejos de oro en el TLC, por Aurelio Suárez Montoya
"Este acuerdo, fundado en la aplicación a ultranza de la apertura ruinosa que sumió al país, contiene lesiones silenciadas en el canto de sirena que se entona cuando se va a las comarcas en busca de 'base social' en pro del adefesio"
Pese a los pujos oficiales por convencer a la sociedad colombiana sobre la bondad del TLC con Estados Unidos, a los amañados foros donde los ministros ofertan como alhajas las eventuales dádivas del acuerdo y a que se afirma que exportando materias primas y exóticas e implantando maquilas, compitiendo con los países del sur, está el progreso, las realidades de la negociación son , con los días, primer desmentido a los promotores de la iniciativa. Hay que reiterar que este acuerdo, fundado en la aplicación a ultranza de la apertura ruinosa que sumió al país, incluida la hacienda pública, en la inopia, contiene, en asuntos medulares que se van definiendo, lesiones silenciadas en el canto de sirena que se entona cuando se va a las comarcas en busca de ?base social? en pro del adefesio.
Ya se da por descontada la competencia desigual entre los sectores agropecuarios estadounidenses y los campesinos colombianos puesto que no se discutirán los 52.000 millones de dólares anuales en los cuales se tasan como mínimo los subsidios internos que el gobierno gringo entrega a sus productores de cereales, oleaginosas, leche, carnes, azúcar y otros, aunque los ministros digan que sólo será en una década cuando esos géneros crucen las fronteras sin pagar aranceles. No sólo en el comercio agrícola viene el desastre, industrias como la automotriz, la petroquímica y plástica y la farmacéutica, se someterán a un peor ritmo de desgravación, condenándolas a la ?inyección letal?.
La estrategia comercial colombiana consiste en cambiar valiosas porciones de la economía por un trato preferente de acceso al mercado norteamericano de bienes que ya exportamos pero a los que Tío Sam, dentro de las negociaciones, colocó trabas para fijarnos como meta suprema el mantenimiento de las actuales condiciones comerciales. A lo sumo, el objetivo sería conservar esas ?ventajas? . Ese objetivo se considera primordial así no haya incidido para paliar el desempleo , ni la pobreza, ni el déficit de las finanzas oficiales. Se trata de competir con los países que elaboran los mismos productos para el mismo mercado y al mismo tiempo, la competencia entre pobres; no trascienden de allí las miras que el uribismo tiene en el tratado. Éste es el espejo que se espera recibir.
No obstante, como el ?negocio? no es sólo intercambio mercantil, el precio de las ?exportaciones redentoras? no es apenas el caos agrícola e industrial. Colombia alterará la Constitución para satisfacer la voracidad norteamericana. Debe facilitar, ?a cambio de compensación? las patentes sobre microorganismos de la biodiversidad que sirvan de base para inventos biotecnológicos, aceptar los conceptos imperiales, que anulan las 200 millas de mar territorial, sobre riquezas marinas, entregar educación, salud, y servicios públicos, el agua en forma de servicio ambiental, y las telecomunicaciones a la plena mercantilización, suprimiendo la regulación estatal, abrir los concursos estatales más jugosos , incluido el sector energético y el petróleo, a las ofertas foráneas, convenir con las inicuas normas de propiedad intelectual que sientan el monopolio en medicamentos, semillas, diseños, señal de televisión, procedimientos terapéuticos, noticias y similares, y propender, en aras de la ?Transparencia?, por acabar las empresas estatales. Éste es el oro que se concederá, ?la real agenda interna?, dijo JHB, ministro de comercio.
El tesoro más preciado es la garantía para el más libre accionar a la inversión extranjera, hasta en sus formas especulativas. Se acepta la exclusión de todo control a los flujos de capitales aunque hoy , por ellos, se padezca inerme la peor revaluación de los últimos años. En la mesa, además de todo, Estados Unidos vetó negociadores, no entregó listado de solicitudes, presentó tardíamente sus ofertas, descartó como parámetros los convenios internacionales ambientales y laborales, exigió tribunales de arbitraje para ventilar con ventajismo las controversias entre el Estado y los inversionistas, calificó como ilegales los mecanismos de protección a la agricultura y , de manera insólita y al parecer consentido por JHB ( véase La Tarde 22/08/04) , pidió ingreso de café, que ha sido procesado allá, al mercado colombiano y firmas como American Airlines intrigan, al lado de las mesas, para birlar las comisiones de las agencias de viajes locales. Todo esto se soslaya y a quienes nada cuestionan se les valora como ?lúcidos?, así como los españoles hacían con las tribus que les trocaban oro por espejos. Eran los ?racionales?. (La Tarde, agosto 31 de 2004).
Fuente: MOIR