Cultivos transgénicos: destrucción y despojo

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"Los cultivos transgénicos no son respuesta alguna a los problemas de pobreza que enfrentan millones de familias y comunidades campesinas en el mundo. Todo lo contrario: aumentan la dependencia, nos expulsan de la tierra, nos dejan sin trabajo, deprecian el valor de la producción y destruyen las economías locales."

Por Galo Muñoz Arce

 

La Vía Campesina, una organización internacional que por largo tiempo ha experimentado en carne propia las agresiones del agro-negocio y los transgénicos, se encuentra acompañando procesos que permitan establecer la Soberanía Alimentaria y Nutricional como un objetivo estratégico y una obligación de los Estados latinoamericanos para garantizar que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, alcancen la autosuficiencia de alimentos sanos y culturalmente apropiados de forma permanente.

 

En este sentido la Vía Campesina Internacional menciona la conquista del pueblo ecuatoriano y su Gobierno, que en la nueva Constitución política declara a Ecuador “libre de cultivos y semillas transgénicas”. También en Nicaragua está en vigencia la Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria y en algunos municipios del país las alcaldías han declarado “territorio libre de los transgénicos”.

 

En otros países como Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Costa Rica, hacen uso de semillas transgénicas, sin considerar los efectos negativos y el atentado a la soberanía alimentaria que esto implica. Vía Campesina, en base a su experiencia organizacional, ha debatido en diversos lugares del mundo y concluido que los cultivos transgénicos “sólo provocan destrucción y despojo, llevan a la concentración de la tierra y la riqueza, envenenan a las familias, animales, cultivos y la vida entorno nuestro, destruyen las fuentes de trabajo y nos expulsan de la tierra”.

 

Los cultivos transgénicos no alimentan a los pueblos. Gran parte de ellos está destinado a la producción de combustibles y otras materias primas industriales. Y son estos cultivos, factores que la FAO identificó como importantes en la anterior crisis alimentaria y en la actual elevación del precio de los alimentos.

 

Nos sorprende que aún existan gobiernos y organizaciones que aseveren que los cultivos transgénicos pueden cuadruplicar la producción. Experimentaciones y estudios científicos universitarios indican que las variedades transgénicas son menos productivas que las mismas variedades sin la transgenie.

 

Los estudios señalan que más del 80% de los cultivos transgénicos son resistentes a herbicidas. No hay un solo caso de un cultivo transgénico desarrollado resistente al frío, a la sequía o a otras condiciones muchas veces enfrentadas por las agriculturas campesinas. La realidad de los cultivos transgénicos es que han provocado el incremento del uso masivo e intensivo de herbicidas y de otros pesticidas.

 

Argentina consume hoy más de 200 millones de litros de glifosato, la mayor parte de las veces mediante aplicaciones en aéreas que afectan indiscriminadamente a cultivos, animales, personas y plantas silvestres. Brasil, por su parte, se ha convertido en el país con el mayor uso de Agrotóxicos por persona a nivel mundial. El resultado, como bien se ha documentado en Argentina, Chile, Brasil y Paraguay, ha sido el aumento alarmante de los casos de cáncer, de enfermedades graves a la piel, malformaciones al nacer, aumento de la tasa de abortos, y casos de intoxicación aguda que han llevado a la muerte, especialmente de niños pequeños.

 

Si alguna duda podía quedar acerca de los efectos de los cultivos transgénicos, un estudio científico de investigadores franceses y recién publicado en Estados Unidos demuestra sin lugar a dudas que la exposición al glifosato -obligatoriamente asociado a la mayoría de los cultivos transgénicos- y el consumo de transgénicos, provoca cáncer, alteraciones hormonales y glandulares, lesiones graves al hígado y los riñones y finalmente tasas de mortalidad 2 a 3 veces mayores que las normales, especialmente en mujeres.

 

Los cultivos transgénicos no son respuesta alguna a los problemas de pobreza que enfrentan millones de familias y comunidades campesinas en el mundo. Todo lo contrario: aumentan la dependencia, nos expulsan de la tierra, nos dejan sin trabajo, deprecian el valor de la producción y destruyen las economías locales.

 

Fuente: El Nuevo Diario

Temas: Transgénicos

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