Denuncian investigadores riesgos de la aplicación de la nanotecnología

Trasnacionales aprovechan falta de legislación, explicó el Nobel Alternativo Pat Mooney. Pronto podría haber más diversidad artificial en un tubo de ensayo que en un país megadiverso, dice

La nanotecnología -ciencias y técnicas que trabajan y manipulan la materia a escala de átomos y moléculas- promete ser la mayor revolución tecnológica de todos los tiempos.

Sus aplicaciones actuales y potenciales cubren el espectro de la biomédica, la farmaceútica, informática, cosmética, agricultura, alimentación, construcción, industria química y de materiales, aeronáutica, automotriz, textil, del caucho, etcétera.

De hecho, todo lo vivo y no vivo está compuesto de átomos y moléculas, y es potencialmente susceptible de ser modificado, manipulado, recreado, transformando sus propiedades y encontrando nuevos usos.

Este avance tan importante, cuyo impacto podría ser comparable con el de la Revolución Industrial, tiene una diferencia destacable porque podría traer varios riesgos a la humanidad.

De acuerdo con Pat Mooney, premio Right Livelihood Award (Premio Nobel Alternativo), y Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC, por sus siglas en inglés), los impactos económicos que traería la nanotecnología a los países en vías de desarrollo serían de "enorme relevancia", principalmente por la sustitución de materias primas y materiales cuya duplicidad y producción sería poco costosa mediante el uso de la nanotecnología.

De hecho, dice Mooney, ya están ocurriendo manipulaciones en la materia para producir algodón perfectamente idéntico al de las plantaciones -de cuya producción dependen directamente más de 100 millones de familias de Asia, Africa y América Latina, así como 22 países de Africa- o caucho -del que dependen 6 millones de familias en Tailandia-, con el cual se sustituye el original en la industria automotriz para fabricar neumáticos.

Si bien -dice Mooney- se habla de múltiples beneficios, los riesgos pueden ser varios, más aun cuando se carece de regulación a escala mundial y los intereses de trasnacionales dirigen el rumbo de esta tecnología en alimentos, cosméticos y medicamentos, entre otros productos.

Entre los imponderables, sobresalen la creación y duplicidad de gran variedad de productos a bajo costo, lo cual provocará grandes cambios en la economía global, pues fácilmente podrían sustituirse materias primas o productos como el acero, por ejemplo, en perjuicio de las naciones en desarrollo.

Habría sobrexplotación de productos baratos que causarían graves daños al ambiente o a la salud, que de hecho ya existen, como los bloqueadores solares y cosméticos (cremas antiarrugas que contienen nanopartículas o nanocápsulas cuyas repercusiones en la salud se desconocen aún).

"Desde 1997, las universidades de Oxford y Montreal demostraron que el dióxido de titanio y el óxido de zinc en nanopartículas, presentes en cosméticos y bloqueadores solares, generan radicales libres y pueden ocasionar daños al ADN, provocando desde una simple inflamación de tejidos hasta tumores", puntualiza Ribeiro.

Inclusive se teme que una nueva era en la carrera armamentista pudiera ensombrecer el planeta por los usos potenciales de armas biológicas. "Más peligroso aún teniendo en cuenta que se están haciendo varios proyectos de mapas genómicos, que incluyen poblaciones indígenas, y permitirían tener información específica de esos grupos, abriendo la puerta para el diseño de 'bombas étnicas'", destaca Mooney.

Aún más. Alerta que el científico Craig Venter, de fama mundial por participar en la iniciativa privada para secuenciar el genoma humano, creó recientemente la empresa Synthetic Genomics, con capital del empresario mexicano Alfonso Romo, para crear "organismos vivos artificiales".

Según Mooney, investigadores de la Universidad de Florida ya crearon artificialmente la quinta y sexta letra del ADN, además de las existentes C,G,T,A.

"De tal suerte que, de pronto, podríamos encontrar que hay más 'diversidad' artificialmente creada en un tubo de ensayo en Florida que la que existe en la naturaleza de un país megadiverso como México; paradójicamente, las fuentes para fabricarlas pueden ser de México, pues Craig Venter ya estuvo en las costas de Yucatán tomando muestras de esa biodiversidad, con un simple permiso de 'colecta científica' que le fue proporcionado por la UNAM y sin que nadie le pidiera explicaciones."

El mercado de la nanotecnología

Según Mooney, también integrante del Grupo ETC-Canadá, la nanotecnología tiene actualmente "un mercado de 50 mil millones de dólares a escala mundial, pero según la Fundación Nacional de la Ciencia de los Estados Unidos, el mercado de productos nanotecnológicos alcanzará el billón de dólares para el año 2011.

"Analistas de la industria estiman que sólo tres años después, en 2014, este mercado será de 2.6 billones de dólares, equivalentes a 10 veces el de la biotecnología e igual a la suma combinada de los mercados de la informática y las comunicaciones."

De acuerdo con el pionero en estudios sobre los impactos sociales y ambientales que tendría la revolución biotecnológica, quien del 14 al 18 de noviembre impartirá conferencias junto con investigadores de la UNAM, de El Colegio de México y otras instituciones de educación superior, a la fecha existen en el mercado más de 700 productos que contienen nanopartículas sin que tengan algún etiquetado ni evaluación de sus posibles impactos.

Mooney y Ribeiro destacan que en el mercado mexicano ya se pueden encontrar productos que contienen nanopartículas manufacturadas -moléculas diseñadas de carbono, o buckyballs, que miden algunas milmillonésimas de metro-, como en el caso de los cosméticos de L'Oreal, entre otras empresas; en aditivos alimentarios -adicionados a jugos cítricos- producidos por la empresa BASF, además de los que provienen de empresas que producen transgénicos (Monsanto, Bayer, Dupont, Syngenta y Dow), y de empresas alimentarias como Nestlé, Kraft Foods y Unilever.

Algunos países usan la ciencia para controlar al mundo: Drucker

Por otro lado, René Drucker Colín, investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, en su participación en el foro Genómica, nanotecnología y los nuevos caminos de la ciencia, que organizaron La Jornada y Casa Lamm, apuntó que "la ciencia es el instrumento más poderoso para transformar la vida humana, es generadora de conocimiento universal, sus resultados y aplicaciones no deben ser vistas en un extremo de lo bueno y lo malo, sino en el control que ejercen sobre ella los gobiernos desarrollados y las grandes empresas".

El conocimiento es universal, pero hay países que usan la ciencia para controlar la economía del mundo, y Estados Unidos la ha convertido en negocio; en contraste, el gobierno mexicano no ha entendido la importancia de apoyarla y corresponde al sector productivo incorporar nuevas tecnologías para impedir que el futuro de la nación quede en manos de algunas empresas.

"El problema es cuando algunos gobiernos débiles, como el nuestro, se muestran genuflexos frente a otros y no desarrollan su propia ciencia para que sea soberana y nacional", abundó. No descartó que la sociedad esté alerta al uso que se dé a los avances científicos, de crear leyes y reglamentos para proteger los derechos, pero también destacó que ella "nos ha permitido tener lo que actualmente gozamos".

Javier Flores, colaborador de La Jornada, resumió: "Estamos en un debate epistemológico; nadie cree en la ciencia objetiva, neutral y racional".

Fuente: La Jornada

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