ECVC: El sector agroalimentario europeo soportará enormes costes económicos y sociales del acuerdo entre la UE y EE.UU

La Comisión Europea ha publicado una declaración conjunta con Estados Unidos en la que se esboza el marco de un acuerdo comercial que está a punto de finalizarse. Este anuncio confirma nuestros peores temores de un TTIP camuflado bajo un nombre diferente [1]. Si se implementa, el acuerdo podría dar lugar a una afluencia sustancial de productos agrícolas estadounidenses que no cumplen con las normas medioambientales, sanitarias y de calidad vigentes de la UE [2] y que ingresarían al mercado europeo libres de aranceles aduaneros.

En un momento en que Europa se enfrenta a repetidas catástrofes relacionadas con el clima, como sequías e incendios forestales generalizados, y sus campesinxs luchan por recuperarse de sucesivas crisis sanitarias, la UE está dispuesta a desmantelar sus propias regulaciones ambientales y sanitarias para permitir la entrada de alimentos de menor calidad que ya producimos en cantidad suficiente. Los Estados miembros y los eurodiputados tienen la responsabilidad de defender a lxs campesinxs y trabajadorxs agricolxs. Rechazar este acuerdo es un paso necesario para apoyar a quienes les alimentan.

De hecho, Estados Unidos y la Unión Europea “tienen la intención de proporcionar un acceso preferencial al mercado para una amplia gama de productos pesqueros y agrícolas estadounidenses, incluidos los frutos secos, los productos lácteos, las frutas y verduras frescas y procesadas, los alimentos procesados, las semillas para sembrar, el aceite de soja y la carne de cerdo y de bisonte” y “se comprometen a trabajar juntos para reducir o eliminar las barreras no arancelarias y abordar las barreras no arancelarias que afectan al comercio de alimentos y productos agrícolas, incluida la racionalización de los requisitos para los certificados sanitarios para la carne de cerdo y los productos lácteos”.[3]

Eliminación de las barreras no arancelarias

A pesar de que la Comisión Europea afirma que «no se trata de negociar las normas o estándares sanitarios y fitosanitarios de la UE» [4], simplemente no hay manera de abordar estas barreras sin reducir nuestros estándares de calidad. Si bien uno de cada dos europeos considera que la calidad y el origen de sus alimentos son factores importantes a la hora de comprarlos [5], esto significa que los consumidores podrían acabar consumiendo alimentos que contienen sustancias prohibidas en Europa por razones obvias de salud. Dado que estos productos se venderán a precios bajos, serán, una vez más, las poblaciones más vulnerables las que se verán afectadas por los efectos de estos alimentos en su salud.

Análisis sectorial

Ganadería: Es el sector más expuesto. La carne de cerdo estadounidense, que a menudo se produce a menor costo (por ejemplo, mediante el uso de ractopamina, prohibida en la UE, pero que ahora no se utiliza para la exportación a la UE) y con estándares diferentes, se beneficiará de acceso preferencial. La mención específica de la «carne de bisonte» abre la puerta también a cortes de carne de res estadounidense, ejerciendo presión sobre las granjas europeas, que ya se enfrentan a altos costos. La competencia se basará en el precio, lo que dificultará aún más la situación de los ganaderos de la UE, que operan con estándares más estrictos (y costosos) de bienestar animal y seguridad alimentaria.

Leche: El coste de la producción de leche es un 23 % más bajo en Estados Unidos que en la UE en 2025 [6], en un sector en el que los ingresos de los productores son especialmente bajos. Los quesos y productos lácteos estadounidenses (por ejemplo, el cheddar y la mozzarella) podrían saturar el mercado de la UE, conocido por su altísima calidad y variedad, pero también por sus elevados costos de producción. El peligro es una carrera a la baja en los precios que erosione los márgenes de los productores europeos.

Semillas: Es un sector crucial en la cadena de valor agroalimentaria e impacta el control de la base misma de la producción agrícola. El acuerdo prevé que la UE conceda «acceso preferencial» a las semillas estadounidenses, lo que supone la eliminación de los aranceles aduaneros que se aplican actualmente a las importaciones de semillas procedentes de EE.UU. y la reevaluación de las barreras no arancelarias, es decir, el proceso de autorización y registro. La competencia se intensificará no solo en términos de precio, sino también en términos de propiedad intelectual. Las empresas estadounidenses podrían traer variedades protegidas por fuertes patentes, lo que supondría un reto para la cartera de productos europea. El inciso 15 del acuerdo sobre «compromisos de alto nivel relacionados con la propiedad intelectual» abre esta posibilidad. La penetración significativa en el mercado por parte de actores estadounidenses podría aumentar la dependencia europea de la genética y las tecnologías estadounidenses (por ejemplo, la edición genética o las nuevas técnicas de mejoramiento genético), socavando la soberanía tecnológica estratégica de la UE.

Vino: Contrariamente a las afirmaciones de que el sector se beneficiaría del acuerdo, el hecho de que el vino no sea mencione explícitamente entre los productos con acceso preferencial es una señal gravísima y deliberada. Indica que no hubo un entendimiento para eliminar las barreras existentes. El verdadero problema del vino europeo no son las normas, sino los aranceles y las barreras de distribución (muchos estados en los EE.UU tienen leyes que favorecen a los productores locales). El acuerdo no aborda estos temas. Mientras que la UE está abriendo su mercado agrícola, no obtiene nada a cambio de uno de sus principales sectores de exportación.

Productos con DOP/IGP: La Comisión Europea afirma que el acuerdo abre grandes oportunidades para los productos de calidad gracias a los compromisos en materia de propiedad intelectual. Mientras que el sistema de la UE se basa en derechos de propiedad intelectual «fuertes» y geográficos, el sistema estadounidense cuenta con marcas comerciales «débiles» y genéricas, en las que términos como «feta» y «champán» se consideran genéricos y están disponibles libremente siempre que se indique el verdadero origen del producto (por ejemplo, «queso parmesano elaborado en Wisconsin»). La entrada de productos estadounidenses que, aunque no pueden denominarse «Parmigiano Reggiano DOP» en Europa, podrían erosionar el mercado con productos similares a precios mucho más bajos, confundiendo a los consumidores menos informados.

Frutos secos (almendras): El flujo comercial de frutos de cáscara entre EE.UU. y la UE es una arteria comercial vital, fuertemente desequilibrada a favor de los exportadores estadounidenses de materias primas (sobre todo almendras y pistachos), mientras que la UE responde con productos terminados y de alta gama. Al igual que en otros sectores agrícolas, la producción de almendras en EE.UU. implica menores estándares de calidad y un coste ambiental y sanitario significativamente mayor. Por ejemplo, mientras que alrededor del 85 % de las almendras españolas se cultivan en sistemas de secano[7], la industria californiana de la almendra consume cerca del 13 % del suministro hídrico desarrollado del estado, y una sola almendra requiere más de 12 litros de agua de riego al año[8]. Sin un apoyo más firme a la producción local y menos competencia desleal, la UE corre el riesgo de comprometer el desarrollo de su propio sector de frutos secos, justo en un momento en que fortalecer la soberanía alimentaria y promover una agricultura sostenible deberían ser prioridades estratégicas.

Aceites vegetales: El aceite de soja estadounidense, a menudo procedente de cultivos modificados genéticamente (sujeto a una estricta regulación en la UE), se beneficiará de un acceso preferencial. Esto podría perjudicar a los productores europeos de aceites vegetales (girasol, colza y oliva). El compromiso sobre la deforestación (inciso 10 sobre EUDR)[9] sugiere que podrían reducirse las barreras reglamentarias a las importaciones estadounidenses.

Desregulación

Las fuerzas económicas que dominan la economía de la UE ya habían allanado el camino para un profundo proceso de desregulación del marco jurídico europeo, bajo el falso pretexto de la simplificación burocrática (véase la desregulación de la legislación sobre semillas, el paquete ómnibus de simplificación y las propuestas para la «nueva PAC» después de 2027). Los límites impuestos en Europa a la protección de los ecosistemas en la explotación de fuentes de energía naturales (fracking, gas, minería, entre otros) están desapareciendo. Esta situación traiciona a lxs campesinxs y trabajadorxs agricolxs que salieron masivamente a la calle y se presentaron ante las instituciones europeas en 2024, participando posteriormente activamente en el diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura de la UE. Lxs campesinxs exigieron ingresos dignos mediante la regulación del mercado y la exclusión de la agricultura de los Tratados de Libre Comercio (TLC). En cambio, la Comisión Europea prepara la desregulación y la competencia desleal mediante la propuesta de la PAC, los TLC UE-Mercosur, otros TLC y este acuerdo con EE. UU. Una vez más, ¡la UE no quiere escuchar la voz de quienes la alimentan!

Productos con altas emisiones de carbono respaldados por la Comisión Europea

Además del reciente acuerdo sobre el aumento de la exención de minimis, la UE se ha comprometido a trabajar para proporcionar una mayor flexibilidad en la aplicación del Mecanismo de Ajuste en Frontera de Carbono (MAFC), un sistema que exige a los importadores de ciertos productos el pago de un coste adicional proporcional a las emisiones de CO₂ incorporadas en los productos importados. La Comisión Europea ya ha indicado que otros sectores con altas emisiones de carbono podrían incluirse en el futuro, y el debate también abarca: productos agrícolas primarios (cereales, carne, leche) procedentes de países con prácticas agrícolas con mayores emisiones y productos agroindustriales (azúcar, aceites vegetales, alimentos procesados). De este modo, cualquier empresa estadounidense obtendrá un descuento adicional en sus productos que entren en la UE, lo que aumentará su competitividad.

Derechos de propiedad intelectual

Otra amenaza para la agricultura a pequeña escala son los altos estándares de protección y el cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual. Las normas de patentes estadounidenses y las de la OEP (Oficina Europea de Patentes) tienen puntos en común, pero también diferencias estructurales que influyen considerablemente en las estrategias y los plazos de presentación. En concreto, el ámbito de la patentabilidad en EE.UU. es mucho más amplio, ya que incluye software, métodos comerciales y semillas, mientras que el de la OEP es más restrictivo, ya que las variedades vegetales, en particular, no son patentables.

La UE está atrapada en sus dependencias

La Comisión Europea está permitiendo que su industria exportadora salve las apariencias. Tras cosechar los beneficios de estas exportaciones durante años (a expensas de lxs agricultorxs del sector agroalimentario), estas multinacionales están dejando que el resto de la sociedad europea pague por su dependencia del comercio internacional. Llevamos muchos años advirtiendo que la dependencia de la economía europea del comercio exterior es la causa de numerosas crisis económicas, sanitarias y geopolíticas [10]. Debido a estas dependencias, la UE y los gobiernos de los Estados miembros europeos no pudieron ejercer ninguna influencia en las negociaciones con Donald Trump, y su terquedad en persistir en estas opciones económicas la obligó a someterse a todas las exigencias de Trump. Paradójicamente, estos acuerdos son consecuencia de enormes gastos militares supuestamente destinados a afirmar la autonomía estratégica europea frente a Estados Unidos. La UE solo será fuerte cuando invierta en su soberanía alimentaria y en la reducción de sus necesidades de recursos energéticos y minerales.

La deuda estadounidense pagada por la UE

Estados Unidos enfrenta un grave problema con su enorme deuda: 35 billones de dólares en deuda pública (120% del PIB), cuyos pagos de intereses superarán el gasto en defensa para 2025, y 42 billones de dólares en deuda privada[11]. Esta situación expone la economía estadounidense a diversas crisis, como el aumento de los tipos de interés o una recesión. En la situación actual, tras el acuerdo comercial, parece claro que la UE amortizará gran parte de la deuda estadounidense con una contribución significativa del sector agroalimentario europeo.

Las violaciones de derechos humanos son recompensadas

Aunque se disfraza la firma de este acuerdo como un apoyo a Ucrania, en realidad es un acto al servicio del colonialismo estadounidense. La Unión Europea demuestra, mediante los acuerdos comerciales que negocia o mantiene, que las violaciones de derechos humanos, los ataques a la democracia y el escepticismo climático por parte de ciertos regímenes como Estados Unidos, Argentina, Paraguay e Israel se ven recompensados con acuerdos que refuerzan sus acciones perjudiciales, en detrimento de la economía europea y de las condiciones de vida y laborales de lxs ciudadanxs.

Fuente: La Vía Campesina

Temas: Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos, TLC y Tratados de inversión

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