Exposición de gestantes a pesticidas aumentaría el riesgo de hijos con autismo

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El pasado mes de febrero, una investigación alertó de que el DDT y otros pesticidas agrícolas podían provocar un aumento de trastornos del desarrollo neurológico en los niños. Ahora, un nuevo estudio lanza otra voz de alarma: científicos de la Universidad de California en Davis (EEUU) han constatado que ciertos plaguicidas de uso común son neurotóxicos, y pueden aumentar hasta en un 66% el riesgo de tener un hijo con trastorno del espectro autista o con retraso en el desarrollo. La contaminación del aire en las ciudades también incrementa este peligro, señaló en 2013 otra investigación.

Por Yaiza Martínez

El pasado mes de febrero de 2014, una investigación realizada por científicos de la Harvard School of Public Health (HSPH) y de la Icahn School of Medicine at Mount Sinai (EEUU), señalaba que el DDT y otros pesticidas pueden provocar un aumento de trastornos del desarrollo neurológico en los niños, como trastorno por hiperactividad y déficit de atención (TDAH) o dislexia.

Ahora, otro estudio lanza una nueva voz de alarma. Científicos de la Universidad de California en Davis (EEUU), que estudiaron la relación entre la exposición a pesticidas químicos de las gestantes con la probabilidad de que sus hijos desarrollasen autismo, han constatado que ciertos plaguicidas de uso común son neurotóxicos, y pueden ser una amenaza para el desarrollo del cerebro fetal.

Más concretamente, la investigación reveló que las mujeres embarazadas que viven cerca de campos y granjas donde se aplican estos compuestos experimentan dos tercios más de riesgo (un 66%) de tener un hijo con trastorno del espectro autista o con retraso en el desarrollo, informa la agencia Sinc. Se comprobó que esta relación fue más fuerte cuando las exposiciones se produjeron durante el segundo y tercer trimestres del embarazo.

Por todo ello, los científicos recalcan que “las embarazadas deben tener especial cuidado para evitar el contacto con productos químicos agrícolas siempre que sea posible".

Características del estudio

Para alcanzar estas conclusiones, la investigación examinó las relaciones entre clases específicas de plaguicidas -incluyendo los organofosforados, piretroides y carbamatos - aplicadas durante los embarazos de las 1.000 participantes en el estudio y los posteriores diagnósticos de autismo y retraso en el desarrollo en su descendencia (niños de entre 2 y 5 años).

En total fueron identificados veintiún compuestos químicos en la clase de los organofosfatos, incluyendo clorpirifos, acefato y diazinón. Los organofosforados aplicados en el transcurso del embarazo se asociaron con un riesgo elevado de trastornos del espectro autista, particularmente para aplicaciones de clorpirifos en el segundo trimestre.

Los piretroides fueron moderadamente asociados con el trastorno del espectro autista inmediatamente antes de la concepción y durante el tercer trimestre. Los carbamatos aplicados durante el embarazo se asocian con retraso del desarrollo.

Aproximadamente un tercio de las participantes vivían en las proximidades –de 1,25 a 1,75 kilómetros– de los lugares de aplicación de pesticidas comerciales. Según los investigadores, algunas de las asociaciones entre pesticidas y problemas neurológicos en la descendencia fueron mayores entre las madres que vivían más cerca de los lugares de aplicación; y fueron disminuyendo conforme las madres se alejaban de las zonas de aplicación.

Cerebros muy vulnerables

La exposición a los insecticidas puede ser problemática para cualquiera que viva cerca de las zonas agrícolas, pero lo es más durante la gestación debido a que el cerebro del feto en desarrollo es más vulnerable que el de los adultos.

Para los expertos, la exposición intrauterina a la neurotoxicidad de estas sustancias durante el desarrollo temprano puede distorsionar los procesos de desarrollo estructural y la señalización neuronal, produciendo alteraciones en los mecanismos de excitación e inhibición que regulan el estado de ánimo, el aprendizaje, las interacciones sociales y la conducta.

"En ese período gestacional de desarrollo temprano, el cerebro está desarrollando las sinapsis –las conexiones entre las neuronas–, donde los impulsos eléctricos se convierten en neurotransmisores químicos que saltan de una neurona a otra para transmitir mensajes. Su formación es muy importante y puede que estos plaguicidas afecten a la neurotransmisión", sostiene Irva Hertz-Picciotto, investigadora principal de la institución norteamericana en declaraciones recogidas de nuevo por Sinc.

Los científicos hacen hincapié en la importancia de la nutrición de la madre durante el embarazo, en particular el uso de vitaminas prenatales, para reducir el riesgo de tener un niño con autismo.

Contaminación en ciudades y autismo

En junio de 2013, otra investigación, realizada en la Harvard School of Public Health (HSPH) de Estados Unidos, reveló que las embarazadas que viven en zonas urbanas muy contaminadas tampoco están libres de padecer un riesgo aumentado de tener niños con autismo.

Según este otro estudio, la contaminación del aire durante el embarazo puede doblar dicho riesgo, si se compara con el peligro que corren gestantes que viven en áreas con escasa contaminación.

Según la HSPH esta otra investigación constituyó el primer análisis nacional a gran escala de la relación entre autismo y contaminación del aire en los Estados Unidos.

Otros riesgos para gestantes y descendencia

En 2013, un estudio de la Universidad de Granada (España), reveló que las mujeres almacenan en su organismo niveles de un derivado del organoclorado DDT (el DDE, el metabolito más persistente de este pesticida) que los hombres (prácticamente el doble).

Dichos niveles de contaminación no afectarían sólo a la salud de la mujer, sino también a la de su descendencia, advirtieron los investigadores de la UGR. De hecho, se han relacionado con diversos efectos en salud evidenciables al nacimiento (como malformaciones en el tracto genitourinario) o, más tarde, durante la vida adulta de sus hijos (obesidad, alteraciones neuroconductuales).

Por último, en marzo de 2013, otra investigación de la Universidad de California Davis (EEUU) reveló que las niñas expuestas a altos niveles de DDT cuando aún estaban siendo gestadas en el vientre de sus madres eran tres veces más propensas a sufrir hipertensión en la edad adulta.

El DDT es un compuesto organoclorado incoloro y cristalino muy usado hasta los años ochenta como insecticida y plaguicida. Después llegó su prohibición (incluso en España), pero como fue un compuesto originalmente diseñado para ser muy resistente a la degradación, aún sigue presente en el medioambiente y en la cadena alimentaria. Eso sin contar que aún se utiliza para el control de plagas en ciertos países, como Marruecos o Sudáfrica.

Referencias bibliográficas:

Janie F. Shelton, Estella Marie Geraghty, Daniel J. Tancredi, Lora D. Delwiche, Rebecca J. Schmidt, Beate Ritz, Robin L. Hansen, Irva Hertz-Picciotto. Neurodevelopmental Disorders and Prenatal Residential Proximity to Agricultural Pesticides: The CHARGE Study. Environmental Health Perspectives (2014). DOI: 10.1289/ehp.1307044.

Roberts AL, Lyall K, Hart JE, Laden F, Just AC, Bobb JF, Koenen KC, Ascherio A, Weisskopf MG. Perinatal air pollutant exposures and autism spectrum disorder in the children of Nurses' Health Study II participants. Environmental Health Perspectives. (2013). DOI: 10.1289/ehp.1206187.

Fuente: Tendencias de la Salud

Temas: Agrotóxicos, Salud

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