Foro por la Soberanía Alimentaria: la mujer, protagonista clave en el evento

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Concluyó el Foro. El encuentro logró trazar una estrategia para que el derecho de los pueblos a la Soberanía Alimentaria sea reconocido. La participación de la mujer fue substancial para este objetivo

“En Mali hay un símbolo muy poderoso que podría ser el símbolo de la Soberanía Alimentaria. Es una mujer que entró en la historia de ese país como mujer y como gran agricultora. Cuando se dice su nombre, todo el mundo sabe lo que representa. Madre nodriza, madre agricultora, luchó para afirmarse como mujer en un entorno que no le era favorable. Esta mujer se llamaba Nyéléni. Si usamos este símbolo en Mali todo el mundo sabrá que es una lucha por la alimentación, una lucha por la soberanía alimentaria”.

El Foro nos dejó momentos inolvidables. Las consignas, la calidad de la gente, la convivencia, las luchas de los movimientos sociales. Pero una mención especial merece la mujer africana, seguían de modo estoico todas las actividades del Foro. De naturaleza digna, altivas, siempre acompañadas de sus niños. Fueron como unas madres para nosotros, los participantes.

El protagonismo de la mujer fue decisivo para lograr un plan de lucha común. El día anterior al inicio del foro, el 22, se celebró el primer encuentro de mujeres con dos objetivos específicos: poner en común las opiniones de las mujeres acerca de la Soberanía Alimentaria y acordar aportes conjuntos al Foro. Así, delegadas de Corea, Mali, Swaziland, Filipinas, Francia y de muchos otros países tomaron la palabra para señalar al capitalismo como responsable de las violaciones de los derechos de las mujeres. Como apuntaba Miram Nobre, de la Marcha Mundial de Mujeres: “las mujeres son las encargadas de asegurar el agua, la comida, el fuego en la casa... una serie de trabajos invisibles que el capitalismo aun hace mas difícil llevar a cabo”.

Las mujeres redactaron –al finalizar del Foro- su propia Declaración Final por la Soberanía Alimentaria.

El documento sostiene que las mujeres son las más afectadas por las políticas neoliberales y sexistas. Nosotras, “sufrimos las consecuencias dramáticas de tales políticas: pobreza, acceso insuficiente a los recursos, patentes sobre organismos vivos, éxodo rural y migración forzada, guerras y todas las formas de violencia física y sexual. Los monocultivos, entre ellos, los empleados para los agro-combustibles, así como la utilización masiva de productos químicos y de organismos genéticamente modificados tienen efectos negativos sobre el ambiente y sobre la salud humana, en especial, sobre la salud de la reproducción”.

“Deseamos –dice la declaración- que la alimentación y la agricultura se excluyan de la OMC y de los acuerdos de libre comercio. Es más, rechazamos las instituciones capitalistas y patriarcales que conciben los alimentos, el agua, la tierra, el saber de los pueblos y el cuerpo de las mujeres como simples mercancías”.

“Estamos movilizadas. Luchamos por el acceso a la tierra, a los territorios, al agua y a las semillas. Luchamos por el acceso al financiamiento y al equipamiento agrícola. Luchamos por buenas condiciones de trabajo. Luchamos por el acceso a la formación y a la información. Luchamos por nuestra autonomía y por el derecho a decidir por nosotras mismas, y también a participar plenamente en las instancias de toma de decisiones”, cierra el documento firmado por mujeres provenientes de más de 86 países, de múltiples pueblos autóctonos, de África, de América, de Europa, de Asia, de Oceanía y de distintos sectores y movimientos sociales.

Nyéléni era hija única, lo que en África se consideraba una maldición. Nyéléni concibió en secreto la idea de lavar las afrentas que los hombres le habían causado batiéndoles en su propio terreno, es decir en la agricultura y los trabajos del campo. A todo pretendiente le repetía incansablemente que el matrimonio podía esperar, que antes ella tenía una misión que cumplir, como homenaje a su familia y a la mujer, a todas las mujeres, y que esto era su prioridad. En las competiciones agrícolas Nyéléni superaba a todos los campeones, a hombres reputados en su pueblo y en los de los alrededores. Su reputación iba creciendo. Los hombres más arrogantes desafiaban a la campeona día tras día, y para su desgracia acababan siempre batidos. La reputación de Nyéléni se extendía más allá de su región, se había convertido en un mito viviente. Esta es la historia de Nyéléni.

Fuente: Agencia Periodística del Mercosur

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