Frijol Rojo Chiquito de EUA: ¿amenaza a Nicaragua y Centroamérica?

La Universidad Estatal de Washington y el Servicio de Investigación Agrícola (ARS) de los EUA desarrollaron a fines del 2001 una nueva variedad de fríjol llamada Rojo Chiquito. Este fríjol fue desarrollado con el propósito deliberado de producirlo en los EUA para ser exportado y vendido en Nicaragua y otros países de Centroamérica, y a los mercados latinos de Florida y California.

El Rojo Chiquito es un fríjol pequeño, rojo y radiante, muy parecido a los pequeños frijoles nativos de color rojo intenso y tonalidad brillante que tanto gustan a los nicaragüenses. Fue desarrollado de esa manera con toda la intención del mundo para que sea aceptado por el gusto del consumidor nicaragüense y centroamericano.

Este fríjol; chiquito y rojito, es probablemente la mayor amenaza que ha enfrentado la agricultura nicaragüense de granos básicos en su historia. Los desastres naturales como el huracán Mitch o las sequías del Niño pueden causar graves problemas para la producción agrícola, pero al fin y al cabo son fenómenos temporales cuyos efectos pueden ser resueltos con el paso del tiempo. Pero ante el "fenómeno del Rojo Chiquito" no hay paso del tiempo que valga pues sus consecuencias sociales y económicas pueden ser duraderas y definitivas.

Pero, ¿cuál es el problema de llegar a importarse Rojo Chiquito a Nicaragua? La respuesta es simple y las consecuencias muy graves: eliminaría la producción de 200 mil familias campesinas (y que representan un millón y medio de nicaragüenses), que siembran unas 140 mil ha de frijoles sacándolas del juego del mercado, cortando una de sus principales fuentes de ingresos (los campesinos siembran frijol no sólo para autoconsumo sino también para la venta por su alta demanda) y lanzándolas a la desocupación. En estos tiempos de crisis económica nadie quisiera ver a miles de campesinos en ruina y migrando a ciudades sin empleo, y creando mayor inestabilidad política y social.

¿Cómo y porqué se crearía este problema? La respuesta es nuevamente simple. Los agricultores nicaragüenses sería incapaces de competir en precios con el Rojo Chiquito, no porque no puedan, sino porque sencillamente los agricultores norteamericanos reciben subsidios de su gobierno que les permiten vender sus productos incluso debajo de los costos de producción. Para muestra el 13 de mayo recién pasado el presidente Bush firmó una ley (Farm Security and Rural Investment Act) que aumenta en unos 6,400 millones de dólares anuales los subsidios a los agricultores en los EUA. Con este nuevo subsidio la agricultura norteamericana recibe casi 20 mil millones de dólares anuales en subsidios, equivalente a !10 veces el Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua. Como promedio un agricultor estadounidense recibe un subsidio anual de 20, 803 dólares (período 1998-2000, OCDE-Banco Mundial). Para tener esos 20,803 dólares un nicaragüense promedio tendría que trabajar 11 años de su vida, tomando en cuenta el ingreso per cápita ajustado de Nicaragua.

Los pequeños agricultores de frijol, trabajando en áreas ecológicamente frágiles y expuestos cada vez más a ciclos periódicos de sequías e inundaciones, no pueden esperar competir con estos niveles record de subsidios de los EUA. Para las empresas agrícolas de EUA la siembra del Rojo Chiquito para exportación es una oportunidad de mercado que representa una ganancia extra no prevista. Si no lo exportan es una oportunidad que se perdió, nada más. Para los miles de nicaragüenses que siembran como promedio de ½ a 2 hectáreas de frijol la entrada del Rojo Chiquito será una tragedia de vida. Pero tal vez lo peor de todo es que los injustos efectos del Rojo Chiquito están dirigidos al área rural de Nicaragua que es donde precisamente viven el 85% de los pobres del país. En otras palabras Rojo Chiquito no sólo desestabilizará a la agricultura de granos básicos, base de la alimentación nacional, sino que también provocará más pobreza entre los más pobres de Nicaragua.

Habrá tecnócratas e incluso gente bien intencionada que pueda alegar que un frijol más barato beneficia al consumidor, pero no es cierto. En primer lugar el frijol producido en Nicaragua ya es barato (USD 0.28 la libra) a tal punto que es el principal sustituto de la carne (USD 1.40 la libra) para el pobre y la más importante fuente de proteínas, vitamina B (incluido el ácido fólico que evita la espina bífida en los niños recién nacidos) y hierro de la dieta del nicaragüense. En segundo lugar los granos y la leche "barata" que provienen de los EUA y Europa son debido a la brutal distorsión de precios que causan los subsidios. Habría que ver si un agricultor de las grandes llanuras de los EUA en su cosechadora con aire acondicionado o un agricultor europeo serían capaces de producir sin subsidios a los mismos costos que un productor del valle de Jalapa, Estelí, Muy Muy u otras áreas rurales de Nicaragua. En tercer lugar ese frijol "barato" en realidad sale muy caro por los costos sociales y políticos e incluso ambientales que implica. No vivimos aislados y no se puede ignorar el drama humano que significaría para más de un millón y medio de nicaragüenses la importación de este frijol a Nicaragua.

Nicaragua está en su pleno derecho soberano de proteger su seguridad alimentaria y sus 200 mil agricultores con medidas legales que pueden ir desde subir los aranceles de importación hasta imponer barreras no arancelarias de diverso tipo (cuotas de importación, restricciones estacionales, restricciones ambientales dado que Rojo Chiquito es un frijol transgénico, y otras). Los países ricos protegen con mucho celo y con toda clase de barreras arancelarias y no arancelarias a sus agricultores. Los nicaragüenses y los centroamericanos también debemos hacerlo.

Álvaro Fonseca
mayo del 2002
Fundación para el Desarrollo Socio Económico Rural (FUNDESER)
in.moc.xmt@resednuf

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