Joan Martinez Alier nos narra en vivo el final de la Cumbre - Despedida de Johannesburgo

Hoy Colin Powell tuvo en la sesión plenaria el premio de un fuerte abucheo, y unos delegados valientes le sacaron una pancarta, "Betrayed", traicionados.

 

Hay unanimidad entre las grandes ONG en la valoración negativa, el WWF, Greenpeace (que dio hace unos días un paso en falso con su acuerdo con el Business Council for Sustainable Development), también los Amigos (y Amigas) de la Tierra que esta mañana fueron trasladados por una policía algo brutal hasta un rincón del centro de convenciones cuando estaban manifestando su descontento. El plan de acción es repetitivo con respeto a acuerdos anteriores. Hay algo nuevo concreto respecto a la protección de recursos marinos. Pero no solo no condena los subsidios a la exportación de excedentes agrarios del norte, no solo no propone un plan de energías renovables, sino que en el texto queda casi arrumbado el principio de precaución ante los riesgos tecnológicos. No hubo discusión a fondo de los transgénicos. Se oyen voces pronucleares con más fuerza que hace pocos años. La Organización Mundial de Comercio sale reforzada, y es allí donde se aprobaran acuerdos de garantías para inversiones extranjeras (un MAI renovado). Las empresas transnacionales dominaron la reunión con unos anuncios de partnerships de tipo II con la sociedad civil, que huelen a cooptación y hasta a corrupción. La ofensiva anti-ecologista esta bien fuerte, se promueve enormemente el libro de Bjorn Lomborg, El ambientalista escéptico, convertido en biblia de los neoliberales.

 

Las posiciones en una conferencia mundial como esta se entrecruzan, no dejan avanzar. La Unión Europea sale comparativamente con todo honor con sus propuestas de energías renovables, pero nadie puede creer que va a suprimir los subsidios directos o indirectos a las exportaciones agrícolas - aunque todo cambia con el tiempo, y veamos si repite la ministra verde alemana de agricultura tras las elecciones. El presidente de Costa Rica apoya una moratoria a la extracción de petróleo en su país, bravo, pero se opone con fervor religioso a legalizar el aborto, que es un asunto de derechos de las mujeres y de salud pública. Y así caso tras caso, parece que Bush es el único coherente, le gusta sobre todo el petróleo y la guerra. Canadá ratifica el protocolo de Kyoto, en parte por el impulso del gobierno de Quebec con una fuerte delegación propia en Johannesburg envidia de la Generalitat de Catalunya, pero las empresas mineras de Canadá son de las que más daño hacen en el mundo, dejando enormes pasivos ambientales y sociales. Rusia esta también, parece, por ratificar el protocolo de Kyoto, que por cierto le da una generosisima cuota que tal vez le permitirá vender “hot air”, derechos de carbono si hay compradores, pero es al mismo tiempo gran vendedora mundial de petróleo y gas y vigilante de la próxima expoliación del Asia Central.

 

Basta ya de conferencia oficial, no los aguanto más. ¡Qué contraste entre Sandton y la Sudáfrica realmente existente! Estuve leyendo buena parte de la noche pasada el libro recién publicado aquí de Patrick Bond, Unsustainable South África, le conozco, profesor en la Universidad de Witwatersrand, y también conozco a Trevor Ngame quien es protagonista de buena parte del libro porque es actor importante del movimiento antiglobalización y en la lucha en Soweto a favor de una cierta cantidad de electricidad gratuita y de agua gratuita para todos.

 

En Sudáfrica, el triunfo tan autentico de 1994 contra el apartheid ha coincidido con la década de los 90, con los consejos del BM y FMI de privatización y de tarifas llamadas realistas de los servicios públicos. Hay hoy protestas en Soweto (lugar clásico hace 25 años de la lucha antirracista) contra las compañías que literalmente les cortan a los pobres la luz. Piden en cambio tarifas eléctricas más caras para las empresas mineras, las fundiciones de metales, que exportan más y más y que empobrecen el país con la contaminación. La estrategia de la NEPAD, ese nuevo plan para África impulsado por el gobierno de Sudáfrica, esta basada precisamente en mas inversión extranjera y más exportación, mal negocio económico y ecológico porque se exporta mas productos primarios a precios que caen.

 

Esa lucha tan practica de Soweto por el mínimo gratuito de electricidad y agua para la gente pobre, que les lleva por sus pasos a hablar de los precios de la energía y de todo el modelo económico y energético, es lo que más me ha gustado de Sudáfrica. Cuando hablamos en España contra el Plan Hidrológico, decimos, con razón pienso yo, que no es cuestión de aumentar la oferta de agua sino de gestionar su demanda, no regalar el agua a la agricultura o a la industria turística, dejarla en los ríos porque los ríos son la vida y hay que hacer una gestión ecosistema de cuencas, y subir sus precio para tener en cuenta los costos de verdad. Yo estoy de acuerdo al cien por cien. Pero vean ese otro problema, en Sudáfrica, en Bolivia, en Tucumán en la Argentina, en tantas ciudades donde se protesta contra la privatización del agua (a cargo de empresas extranjeras como Suez, Aguas de Lyon o por Aguas de Barcelona...). No es posible una gestión economicista de la demanda sin más, una cierta cantidad de agua y una cierta cantidad de energía es necesaria para todas las personas aunque no tengan dinero. Los temas del agua, ya sean las represas, ya sea la privatización, concitan cada vez más la atención. Se esta formando una red mundial alternativa sobre el agua sumamente interesante, una especie de Waterwatch mundial.

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