Papeleras: la migración de las industrias tóxicas del Norte hacia el Sur fué advertida en 1993

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Desarrollo en el Norte industrializado; propagación hacia el Sur menos industrializado; decadencia en el Norte, en virtud de factores ambientales, sanitarios y económicos; y permanencia en el Sur, donde, debido a la falta de reglamentación o al incumplimiento de las normas vigentes, provocan todavía más daños que en el Norte

"Asia, América Latina y la ribera del Pacífico: ese será casi seguramente el rumbo que tomarán en la década actual las industrias del cloro, tras haber sido 'desterradas' de Europa y Estados Unidos por las continuas protestas de las organizaciones ecologistas", decía un artículo de Kenny Bruno y Jed Greer, titulado "La nueva amenaza tóxica", (Revista del Sur Nº 23, agosto de 1993). Han transcurrido doce años y no hay cómo desmentirlo.

Según Bruno y Greer, la migración de industrias tóxicas cumplía las siguientes etapas:

1a.) desarrollo en el Norte industrializado;
2a.) propagación hacia el Sur menos industrializado;
3a.) decadencia en el Norte, en virtud de factores ambientales, sanitarios y económicos; y
4a.) permanencia en el Sur, donde, debido a la falta de reglamentación o al incumplimiento de las normas vigentes, provocan todavía más daños que en el Norte.

El cloro se encuentra en la base de algunos de los productos más tóxicos, persistentes y acumulativos en los organismos vivos. La química del cloro combina el elemento cloro con hidrocarbonos para formar una gran variedad de compuestos químicos organoclorados. El gas de cloro fue uno de los primeros tóxicos de los gases que atacan al sistema nervioso del ser humano utilizado en las guerras (p.ej. Segunda Guerra Mundial).

Los plaguicidas DDT y pentaclorofenol, los PCBs, los CFCs que agotan el ozono, el Agente Naranja, una variedad de disolventes tóxicos como el tetracloroetileno y percloroetileno, subproductos como las dioxinas y los furanos, pertenecen a los organoclorados. Sus efectos abarcan el cáncer, malformaciones de nacimiento, problemas reproductivos, de desarrollo y neurológicos, falta de inmunidad y daños a la piel, hígado, riñones y otros órganos.

La migración de la industria del cloro se encuentra hoy en América Latina entre el final de la tercera etapa y la consolidación de la cuarta etapa de expansión. En cuanto a la producción de celulosa y papel, mientras las tecnologías en Europa y Estados Unidos ya prescinden casi totalmente del cloro, en el Sur se han instalado y siguen instalándose plantas de 'alta tecnología' con procesos de blanqueo basados en compuestos de cloro (p.ej. el ECF).

Frente a las economías sedientas de América Latina, la industria de la celulosa se presenta, con gran despliegue publicitario, como portadora de grandes inversiones y las tecnologías más avanzadas, que aseguran crecimiento y desarrollo social, además de preocupación por el medio ambiente. Los gobiernos locales, inscriptos en la camisa de fuerza del modelo neoliberal, acogen alegremente la inversión y hablan de 'control'.

Inclusive en países como Chile, Argentina, Brasil y Uruguay, en donde la derecha tradicional ha sido desplazada por partidos o coaliciones de centro-izquierda, los nuevos gobiernos no muestran intenciones de aplicar un modelo económico alternativo y llegan a disputarse los megaproyectos de las industrias forestales y de celulosa. En medio de 'accidentes' e intentos no convincentes de exigencia, las poblaciones afectadas resisten.

En Chile, el "juego de la mosqueta"

Las autoridades chilenas acaban de permitir la reapertura de la planta de Celulosa Arauco y Constitución (Celco), ubicada en la provincia de Valdivia, a unos 790 km al sur de Santiago. La fábrica fue clausurada el 18 de enero pasado, al constatarse numerosas irregularidades y en medio de crecientes protestas ciudadanas por la mortandad masiva de cisnes de cuello negro en el santuario del Río Cruces, 15 km. aguas abajo del vertedero de Celco.

La planta comenzó a operar en febrero de 2004 y, poco después, ambientalistas y vecinos de la zona empezaron a denunciar que cientos de habitantes de las poblaciones cercanas de San José de la Mariquina, Rucaco, Rayula y Ciruelos, padecían problemas respiratorios, irritaciones en los ojos y dolores de cabeza, entre otras afecciones, atribuidas a emisiones de gases tóxicos de la planta, ya que ésta es el único elemento nuevo en la zona.

En el santuario, que hasta octubre pasado habitaban unos 6.000 cisnes de cuello negro, la mayor población de ellos en América del Sur, hoy quedan menos de mil. Un estudio de la Universidad Austral concluyó que la muerte de 120 cisnes y la emigración de otros 4.000 se debe a los vertidos de Celco, que provocaron la muerte de un microorganismo que les sirve de alimento y el alto índice de hierro y parásitos encontrado en sus organismos.

La Comisión Regional de Medio Ambiente (Corema) condicionó la reapertura al cierre de un caño que extraía agua de pozos no autorizados, a la ejecución de un plan para no superar los valores de producción permitidos, al control en línea de diversos parámetros operativos, y a la contratación de auditorias nacionales y extranjeras. Al mismo tiempo, fijó un plazo de dos años para estudiar y construir una salida al mar alternativa al actual vertedero.

Celco deberá pagar una multa irrisoria de 10.000 dólares por dos de siete incumplimientos entre octubre y diciembre de 2004. La Corema aceptó sus descargos en los otros cinco.

Cuatro de las cinco exigencias de la Corema son acciones de mediano y largo plazo. "Los impactos ambientales quedarán en evidencia en forma tardía, cuando resulten irreversibles”, aseguró la Fundación Terram. Por otra parte, la decisión de llevar la salida del vertedero al océano significa volver al proyecto original de Celco, que debió ser descartado entre 1996 y 1998 debido a la firme resistencia y movilizaciones de los pobladores de la costa.

"Si en 10 meses ocurrieron cambios significativos, qué esperamos que suceda en 24 meses más", declaró el doctor Eduardo Jaramillo, coordinador del estudio de la Universidad Austral. Mientras tanto, desde Chile se informa que ha corrido nuevamente el alerta en el lafquen Mapu (territorio Mapuche de la costa) y sus comunidades, ya que ha trascendido que Celco proyecta instalar el vertedero en los límites costeros de la novena y décima región.

"La empresa cumplió las sugerencias y ordenanzas de la Corema regional”, fue la escueta declaración del ministro Secretario General de Gobierno, Francisco Vidal. Fuentes locales indicaron que la decisión de la Corema permite que Celco 'deje de perder' 1:000.000 de dólares en ventas y 250.000 dólares de utilidades por día inactivo. No hace falta mucha imaginación para suponer cuál fue el factor que pesó en la decisión de reapertura.

Uruguay, un nuevo socio en el club

La implantación de dos grandes proyectos de fabricación de celulosa en Uruguay, uno de la empresa española Ence y otro de la finlandesa Botnia, se inscribe en la política neocolonial de los últimos gobiernos de los partidos blanco y colorado, que como antecedente lógico incluyó una ley forestal que, a fuerza de subsidios y exenciones de impuestos, abrió el país a la inversión extranjera en plantaciones masivas de árboles para pulpa de papel.

En el proyecto de Botnia, anunciado como la mayor inversión en la historia del Uruguay, se ha demostrado que, de unos 1100 millones de dólares, se gastará en el país sólo un 20%, que la concesión adicional de una zona franca y puerto libre implica que el Estado no tendrá otros ingresos regulares y que los 300 puestos prometidos no compensan los 2000 empleos del turismo, pesca, apicultura y otras actividades que serán afectados por la planta.

Esto sin contar los muy probables perjuicios de las plantas sobre el medio ambiente de la región circundante, situada en el tramo medio del fronterizo Río Uruguay, y que abarca las poblaciones vecinas del lado uruguayo y el argentino, en particular las ciudades de Fray Bentos (23000 hab.) y Gualeguaychú (65700 hab.). Hay que agregar también los impactos propios de la forestación, que será incrementada por la proximidad de las plantas.

Si quisiera prever el futuro, el caso uruguayo se podría mirar en el chileno. La tecnología de producción de celulosa es la misma (ECF), aunque Botnia-Uruguay pretende producir el doble de Celco. El ecosistema del Río Cruces, sin el santuario, se asemeja bastante al del Río Uruguay, por su rica y no menos frágil biodiversidad. Hasta un ejecutivo de la poco creíble Celco, Ronald Beare, ha pasado a ser Gerente General de Botnia-Uruguay.

En contra del Uruguay corre, además, la menor experiencia y capacidad de control frente a emprendimientos industriales de este porte, si se lo compara con Chile, Argentina o Brasil. El análisis hecho por la Dinama uruguaya del Informe Ambiental Resumen (IAR) de Botnia llevó menos de un año, contra seis años del estudio de la Conama chilena, y la autorización tiene numerosas carencias, ya denunciadas por técnicos independientes locales.

El doctor e ingeniero químico Ignacio Stolkin, eminencia académica y científica internacional, y otros colegas uruguayos analizaron el IAR de Botnia y concluyeron que carece de rigor y seriedad científica, es vago en sus afirmaciones, tiene contradicciones internas y no expone fuentes bibliográficas que permitan verificar sus afirmaciones. Y recusaron más tarde la autorización de la Dinama, que mal podía pretender controlar algo con esa base.

Botnia dice, por ejemplo, que dioxinas y furanos no son detectables en efluentes de plantas de ECF y no propone medirlos. La Dinama no aceptó esa afirmación y exigió un límite de emisión anual, que los recusantes estiman igual "altamente peligroso". Para estos técnicos es imposible, asimismo, que una firma como Botnia ignore la presencia de dioxinas en los 14 millones de metros cúbicos diarios de gases de invernadero que emitirá la planta.

Sorprendentemente, el gobierno de izquierda presidido por el Dr. Tabaré Vázquez, instalado el 1º de marzo pasado, asumió como suyas las decisiones de su predecesor y ha pasado a defender el proyecto con argumentaciones similares a las utilizadas cincuenta años atrás y que, en particular, contribuyeron a destruir el medio ambiente en Europa, razón por la cual en esos países no se permiten hoy las tecnologías del cloro y sus derivados.

"Marketing verde" y opinión pública

Desde el primer paso en el país, las industrias forestal y de celulosa realizan un despliegue de relaciones públicas y publicidad sumamente agresivo y eficiente. Aparte de las típicas tretas de seducción, como los regalos a la comunidad ('cuentas de colores') y los viajes para mostrar cómo hacen las cosas en la metrópoli ('espejitos'), si se cree el discurso oficial, no hay nadie más avanzado tecnológica, social y ambientalmente que ellas.

En Chile, la agrupación Acción por los Cisnes denunció una "campaña de desinformación" de Celco. La empresa reparte volantes, realiza visitas puerta a puerta y llama por teléfono a los vecinos para decir que ellos cumplen las normas, que las dioxinas no son una amenaza para la salud y que la planta genera más de 10 mil empleos. "Datos y argumentos que faltan seriamente a la verdad", afirmó Claudia Sepúlveda, en nombre del grupo cívico.

En Uruguay, la ofensiva publicitaria no ha sido menor. Y al anunciar, en la última semana de mayo, el comienzo de la fase de construcción de la planta en Fray Bentos, Botnia reveló que ha contratado los servicios de Research Uruguay, una empresa de encuestas de opinión. A la hora de tener que hacer valer su punto de vista sobre la población, no les faltan recursos económicos ni aportes 'científicos', incluso de técnicos y profesionales locales.

Tan sistemáticamente planificada la campaña por las empresas, con respaldo del gobierno y de la prensa, puede llevarles años a las comunidades afectadas y grupos ecologistas para hacerse oír. En su sección financiera, el diario El Mercurio de Chile los define como la "traba medioambiental" a la inversión. Mientras la traba no traba... las ganancias son enormes. Al final, la gente puede lograr echarlos, pero el daño hecho suele ser irreversible. (Fuente Rebelión, MapuExpress)

Víctor L. Bacchetta

Fuente: Info Alternativa

Comentarios

24/01/2006
Papeleras sobre el rio Uruguay, por Juan Ferro
Genio el Sr.Ferro en su enfoque economico y no ecologico. Como maestro me cuesta horrores que mis pibes del polimodal generen enfoques analíticos alternativos. Lo unico que habria que agregar es cuanto perderia don Anacleto Angelini, dueño de CELCO y la mas importante productora de Celulosa en Chile, Argentina y Uruguay cuando lleguen los gallegos y lapones.
16/11/2005
PAPELERAS ARGENTINAS, por JUAN FERRO
ARGENTINA-URUGUAY
La guerra de las papeleras
Juan Ferro

La gran difusión que ha tenido el diferendo entre los gobiernos de Uruguay y Argentina por la posible instalación de dos grandes fábricas papeleras en Fray Bentos no significa que la población obtenga toda la información que el tema exige: existe un deliberado silencio cómplice entre ambos gobiernos sobre el nudo de la polémica.

La inmensa mayoría de las empresas papeleras están consideradas como grandes depredadoras del planeta. Las grandes empresas papeleras cargan con la responsabilidad de haber provocado, en todos los lugares del mundo donde actúan, un desequilibrio ecológico terrible para la humanidad: el de la deforestación indiscriminada sólo dictada por su propia voracidad.

La tala de árboles siempre produce un escurrimiento de las aguas de lluvia, causa de grandes inundaciones, con pérdidas millonarias de bienes, fundamentalmente en los sectores más marginados que viven a la vera de los ríos.

En el proceso de la elaboración del papel, más del 85% del trabajo se realiza con agua, por eso no por casualidad todas las papeleras del mundo están al borde de los ríos. Los ríos y los lagos cumplen para estos grandes depredadores tres funciones fundamentales: minimizan el costo del agua utilizada; sirven para el transporte de sus productos (tienen hasta puertos propios); y, a la vez, los ríos y lagos constituyen la gran cloaca de los residuos tóxicos provenientes del proceso de fabricación del papel.

El gobierno argentino, ¿defensor de la ecología?

Desde hace añares, una gran parte de las papeleras argentinas se han ubicado sobre el Paraná. Celulosa Campana, Papelera del Plata, Wixel, Campanita, Papel Prensa de San Pedro, Iby en Entre Ríos, Andino sobre Santa Fe, Celulosa de Capitán Bermúdez, y tres grandes papeleras de Misiones arrojan a este río los efluentes tóxicos derivados de una gigantesca producción de más de 850.000 toneladas anuales de pasta de celulosa.

Los quimicos básicos para la producción de papel son el cloro y el ácido sulfhídrico. Todas esas papeleras han cosechado centenares de denuncias sobre la contaminación del agua. Algunas de estas empresas han llevado su depredación al extremo de no mantener ni los más mínimos recaudos en materia de contaminación, bajo el silencio cómplice de los gobiernos nacionales, provinciales y de la propia burocracia sindical.

La contaminación de las papeleras es sólo uno de los aspectos de la gigantesca cloaca de más de 1.500 kilómetros en que se ha transformado el Paraná, pues el mismo procedimiento de las papeleras lo aplican las fábricas de los cordones industriales de Campana, Zárate, Villa Constitución, San Lorenzo, el norte de Santa Fe y Misiones. Con estos antecedentes, la “preocupación” del gobierno argentino sobre “el impacto ambiental en el río Uruguay y en el Río de la Plata” suena a cargada.

El gobernador Bussi, de Entre Ríos, también se ha hecho “ecologista”; ha llegado a la desfachatez de pedir “permiso” al gobierno nacional para llevar el caso de la instalación de las papeleras frente a Gualeguaychú hasta el Tribunal de La Haya, mientras que la papelera Iby, ubicada en su provincia, fabrica 18.000 toneladas anuales de pasta de celulosa, para lo cual, además de violar sistemáticamente las normas ambientales, viola todo tipo de norma laboral y de producción, con trabajadores en negro o con contratos basura, impidiendo la sindicalización y sin tener ningún tipo de seguridad industrial.

El gobierno argentino tiene aún mayor desfachatez pues ha pedido que se mida el impacto ambiental sobre el Río Uruguay, omitiendo el desastre ecológico que se produce en el Paraná.

Uruguay, ¿y por casa cómo andamos?

Las papeleras Fanapel y Parner, de Juan Lacaze, arrojan desde hace muchos años al Uruguay la misma basura tóxica que las papeleras argentinas, pero con un agravante: Fanapel, la pomposamente llamada “Fábrica Nacional de Papel” uruguaya, ha sido comprada por una multinacional inglesa, la Investment Corporation, desplazada de Europa por prácticas de contaminación ambiental.

Fanapel no sólo ha trabajado activamente estos años en Uruguay, ¡sino que ha comprado Celulosa Argentina de Zárate y de Capitán Bermúdez!

Las dos plantas papeleras que pretenden establecerse en Fray Bentos, la Botnia (finlandesa) y la Ence (española), tienen también una negra historia detrás. La conducta de la Botnia, que opera sobre el Lago Saimaa (el más importante de Finlandia), la ha dejado casi fuera de la producción europea a raíz de un grave incidente ambiental que aniquiló toda la pesca en el verano de 2003.

Botnia está armando su retiro de la producción finlandesa hacia tierras donde hay menor control. La cuestión de fondo es que las normas ambientales europeas exigen un tratamiento antitóxico libre totalmente de cloro, y Botnia trabaja hoy con el sistema llamado ECF (libre de cloro elemental), arrojando efluentes de dioxinas (sustancias altamente tóxicas de propiedades cancerígenas). A partir de 2006, el sistema ECF va a ser prohibido en toda Europa.

La diferencia entre el sistema que arroja cloro a las aguas y el que no arroja cloro es una cuantiosa inversión industrial. En la Argentina y el Uruguay de hoy el sistema es más simple: tiran directamente “todo al río”, casi sin inversión tecnológica que evite la contaminación.

La Ence española, que se instalará junto a Botnia en Uruguay, tiene el mismo sistema ECF, con el agravante de que además se dedica a la compra de tierras para forestar y luego las desforesta indiscriminadamente para vender a escala mundial la madera para fabricación de pasta de celulosa. ¡Lo llamativo es que la Ence ya vende madera a muchas empresas de celulosa en Argentina!

El presidente de Ence, José Luis Méndez, en declaraciones que llaman la atención por su absoluto descaro, señaló para “Proyecto Uruguay”: “El objetivo de la compañía es expandirse donde se den las condiciones propicias, y hoy por hoy el asentamiento de Ence en Uruguay cuenta con un enorme potencial de crecimiento. Ence posee en Uruguay 62.000 hectáreas de bosque y cuenta con la estructura logística en un marco fiscal y legal oportuno” (fuente: página web de la Ence española).

En resumen: la historia de que ambos gobiernos se preocupan por evitar la contaminación ambiental es, como se dice en la jerga popular, “para la gilada”.

La única realidad es que se trata de una lucha entre las multinacionales desplazadas de Europa y las actuales empresas de celulosa rioplatenses, donde estas últimas llevan las de perder por dos razones: 1) a pesar de que todas ellas son depredadoras por igual, las europeas tienen mayor tecnología y utilizan el sistema CFE, que es un poco menos contaminante que el bárbaro que se usa por estas costas; 2) no menos importante, las multinacionales van a producir la quiebra de los sectores papeleros más rezagados. Ejemplo, ya estuvo cerrada Celulosa Argentina de Zárate hasta que la compró la “uruguaya”, ahora inglesa, Fanapel. Está en una seria crisis económica la planta de celulosa de Puerto Piray.

Las dos plantas a instalar en Fray Bentos tienen un proyecto de producción de 1.500.000 toneladas de pulpa de celulosa, casi el doble de lo que se produce en toda la Argentina, y cinco veces más de lo que necesita Uruguay. La producción se hará en condiciones óptimas para la exportación, casi en la puerta del Río de la Plata. Este es el corazón de la guerra de las papeleras.

Entregados es poco

Kichnner y Tabaré Vázquez son peones de esta lucha de las multinacionales. Vázquez auspicia descaradamente el ingreso de las dos multinacionales. “La solución que han planteado las empresas es que ellas mismas financien los controles y formen a los especialistas, un mecanismo que claramente no ofrece garantías, aunque en principio sería aceptado por el gobierno” (Brecha, 22/7). Es poner al zorro al cuidado del gallinero.

Por su parte, Mujica y los dirigentes del MLN se han pasado de matar al imperialista Dan Mitrione, a ser los adalides del ingreso de las multinacionales en Uruguay, como lo demuestran Fanapel, Botnia, Ence, los que se llevarán Pluna... y el último que apague la luz. Los uruguayos, que realizaron decenas de campañas contra las privatizaciones, ahora ven que el gobierno de “izquierda tan soñado” las hace entrar en masa.

El “ecologista” Kichner es el único pingüino del mundo que auspicia la contaminación. Su defensa “nacional y popular” consiste en que la única forma de competir de las empresas “nacionales” es haciendo la vista gorda a la contaminación de las empresas de los ríos y las explotaciones mineras, y permitiendo el trabajo en negro y los contratos basura, como lo demuestran las empresas del río Paraná, Esquel, Río Turbio, entre otras. El gobierno argentino entiende la defensa de la “empresa nacional” permitiendo todo tipo de atropellos de ellas contra la propia población y contra los trabajadores argentinos.

La lucha de las papeleras va a concluir, inevitablemente, con muchos cambios de dueños en las dos veredas rioplatenses, a favor de las multinacionales desplazadas de Europa.

Corresponde denunciar a las direcciones burocráticas de los sindicatos papeleros, que salvo honrosas excepciones aceptan ser la variable de ajuste de las contiendas patronales. Si para muestra basta un botón, reproducimos una exquisita declaración de un dirigente papelero argentino (Alberto Chávez, representante de la Federación del Papel) ante manifestaciones populares contra la contaminación de una de las empresas más depredadoras del país, Pasta Celulósica Piray: “Hace medio siglo que la fábrica funciona en las mismas condiciones y ahora que el país está envuelto en crisis y faltan fuentes de trabajo no se puede pretender frenar la ocupación de cientos de familias papeleras”. “Aunque todos conocen de la contaminación que la fábrica produce” (Territorio Digital.com, 10/4/04).

Es necesario defender un programa que combine la defensa de las condiciones de trabajo en las papeleras (ya que la contaminación también va para los de adentro) y la lucha contra la contaminación ambiental que produce un desequilibrio del medio ambiente y destruye la vida de los más vulnerables, que son los pobres.

Tanto europeas como rioplatenses, las patronales viven de la explotación de los trabajadores y de la complicidad de los gobiernos títeres al servicio de los distintos intereses patronales.


13/08/2005
DIOXINAS EN URUGUAY, por ASECMASANGA
QUERIDOS HERMANOS ARGENTINOS,PARA COMENZAR SERIA INTERESANTE MIRARAN LAS DIOXINAS DENTRO DE SU QUERIDO PAIS.LUEGO TENGAN EN CUENTA QUE EL MINISTRO ARANA,ES UN INVERBE HOMOSEXUAL PROGRESISTA,COBARDE Y TREMENDAMENTE SOBORNABLE.
LAS GRANDES INTENCIONES DE INTEGRAR LA DIPLOMACIA MUNDIAL,COMO GRAN HOMOSEXUAL,LE HARA PERMITIR LA INSTALACION DE LAS PAPELERAS EN TERRITORIO URUGUAYO,EN DETRIMENTO DE NUESTROS HIJOS, Y DE LOS VUESTROS.SU SOCIO EL CANCELOLOGO,QUE TEMNEMOS DE PRESIDENTE,PROHIBIO FUMAR EN ESPACIOS LIBRES Y PUBLICOS ,PERO PERMITIRA QUE UN CAUDAL DE AGUA ENVENENEDA,SIMILAR A LO QUE CONSUME FRAYBENTOS EN UN MES, SEA VOLCADO DIARIAMENTE AL RIO QUE DA EL NOMBRE DE NUESTRA PATRIA.
ENTRERRIANOS Y CORRENTINOS,CUASI ORIENTALES,LES QUIERO MUCHO Y PELEAREMOS POR NUESTRAS AGUAS Y TIERRAS,ADELANTE.