Posición uruguaya ante FAO afianza agronegocios y amenaza soberanía alimentaria

Idioma Español
País Uruguay

El discurso de Uruguay ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), realizado en una conferencia sobre el estado actual de la alimentación, evidencia el apoyo de nuestro país a las mismas medidas que hoy generan hambre a unos 860 millones de personas, alerta REDES-Amigos de la Tierra Uruguay en un editorial publicado este miércoles 25 de junio (ver www.redes.org.uy).

La exposición del 4 de junio en Roma del secretario de la Presidencia uruguayo, Miguel Toma, promovió "una nueva generación de tecnologías para la intensificación agrícola", más investigaciones en agrocombustibles y una mayor liberalización del comercio agrícola como formas para paliar el hambre en el mundo. REDES señala que esta postura favorece la consolidación de un modelo agroindustrial dominado por las corporaciones transnacionales, al tiempo que amenaza a los pequeños productores y la soberanía alimentaria de los pueblos.

(Montevideo, 25/06/08) REDES-Amigos de la Tierra Uruguay presentó este miércoles 25 de junio un editorial en el que llama la atención sobre los riesgos que implican las medidas propuestas por Uruguay ante FAO para hacer frente a la crisis alimentaria.

Uruguay recomendó estudiar "cómo desarrollar una nueva generación de tecnologías para la intensificación agrícola". La propuesta va en la línea de la "nueva revolución verde" que FAO está promoviendo para África, y que luego podría extender a otras regiones, y que implica entre otras cosas una mayor producción y patentamiento de semillas transgénicas y agroquímicos por parte de corporaciones transnacionales que operan en el medio rural. Estas empresas no son extrañas para Uruguay, dos de las más importantes son dueñas de las tres variedades transgénicas que se producen y comercializan en nuestro país: la estadounidense Monsanto (soja RR y maíz Mon 810) y la suiza Syngenta (maíz Bt11). La primera versión de la revolución verde, desarrollada en las últimas décadas como solución al hambre en el mundo, fue catastrófica. La agricultura industrial y sus insumos tecnológicos han servido para destrozar suelos, contaminar fuentes de agua y expulsar a los productores del campo.

Las nuevas investigaciones en materia de agrocombustibles propuestas por Toma están emparentadas con el impulso de la FAO a los "agrocombustibles de segunda generación", que entre otras cosas requieren de un mayor desarrollo de transgénicos. Los monocultivos de las materias primas (soja, maíz y caña de azúcar, entre otros) generan impactos ambientales y sociales nefastos en varios países de nuestra región, y presionan sobre los precios de los alimentos.

Gobiernos y agencias internacionales se empeñan en explicar el hambre por el aumento denodado de la población mundial (especialmente en China). En contrapartida, el movimiento campesino internacional, agrupado en la Vía Campesina, asegura que no hay falta de alimentos en el planeta, sino una distribución injusta y absurda de esos alimentos y de los factores de producción.

En Uruguay hay voces que desde lo local, desde el intercambio comunitario de semillas y experiencias, desde la autogestión de empresas recuperadas y desde el trabajo de la tierra (propia, prestada u ocupada), reclaman por un modelo de desarrollo en el marco de la soberanía alimentaria. Sería bueno que el gobierno se hiciera eco de tales propuestas para avanzar en la construcción de un Uruguay productivo, con justicia social y ambiental.

Fuente: REDES - AT

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