Se avecina una guerra de corporaciones

Por APM
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Convertir a la agroindustria en una destilería de gasolina sólo será negocio para lo más concentrado de la economía capitalista, ostente la bandera que ostente. Las transnacionales de origen estadounidense encabezan la lista de las que se afilan los dientes para ganar posiciones en ese nuevo escenario de dependencia que se llama agrocombustibles. Archer Daniels Midland (ADM) y Cargill ya emplazan sus respectivas artillerías

Aseguran, por ejemplo, que Brasil perderá millones en capital extranjero necesario para competir. Como dato curioso, ADM y otras sostienen que el etanol podría ser rentable aun si los crudos cediesen a 45 dólares el barril, casi un imposible, según un informe de Mercado Digital.

Una de las firmas brasileñas objeto de presiones es Companhia Açucareira Vale do Rosario (CAVR), que produce tanto azúcar de caña como etanol. Un conglomerado de origen belgoargentino, Bunge ltd., ofreció 775 millones de dólares por la empresa. El principal propietario, Cícero Junqueira, no quiere saber nada.

Naturalmente, los motivos de los grupos multinacionales son claros: los altos precios de hidrocarburos y la decreciente influencia política de las grandes petroleras en Estados Unidos. A su vez, lo segundo refleja dos hechos: la decadencia de los republicanos -arrastra al “lobby” tejano que orienta el vicepresidente Richard Cheney- y el movimiento internacional contra el “efecto invernadero” (emisiones de monóxido y dióxido de carbono), señala el informe de Mercado Digital.

Los mercados brasileño y argentino de etanol involucran no uno, sino dos insumos claves, maíz y caña de azúcar. En escala mundial, hoy los mayores productores son Estados Unidos (unos 18.500 millones de litros en 2006) y Brasil, con 16.250 millones.

Pero el punto crítico está en el futuro. Hacia 2016, esta categoría de biocombustibles habrá substituido a 15 por ciento de los hidrocarburos. Más que Estados Unido., Brasil y Argentina aportan tierras, experiencia y bajos costos. Esto despierta la codicia de grandes productoras o intermediarias de insumos, firmas energéticas y fondos especulativos.

Mientras los fondos pierden terreno debido a la doble crisis global (hipotecas, iliquidez financiera), el resto de la gama se da de bruces contra las compañía locales, al menos en Brasil.

El caso del azúcar tiene una característica casi folclórica: clanes feudales como Junqueira controlan el negocio desde que los portugueses echaron a los holandeses, en el siglo XVII. Es lógico que no quieran vender o que los escasos operadores dispuestos a hacerlo pidan precios muy superiores al ofrecido por Bunge.

Como sucede en minería, las empresas extranjeras deberán desarrollar proyectos desde el inicio, en vez de aprovechar activos en marcha. Las presiones no se han hecho esperar: columnistas allegados al negocio en Estados Unidos sostienen que, si Brasil no se abre, se demorará la adopción de su etanol como combustible para automotores alrededor del mundo, subraya la fuente citada.

Por otra parte, conglomerados como ADM (encabeza una campaña para ablandar a los brasileños) tienen mejor acceso al financiamiento y pueden modernizar más rápidamente el sector.

Por cierto, hace tres años que ADM intenta penetrar en el gigante sudamericano y, hoy, tiene un inesperado rival ruso: Ólyeg Dyeripaska opera vía la transnacional suiza de materias primas Glencore, con intereses en Argentina y Brasil.

Otros interesados son la australiana CSR, la germana Südzucker y la india Bajaj Hindusthan. Se trata de la mayor productora de azúcar y etanol en Asia meridional. Proyecta invertir 500 millones de dólares en comprar instalaciones brasileñas. Todas estas empresas tienen ventajas, pues la industria local se maneja en forma poco seria y atomizada, sin libros fiables, evade impuestos y sus métodos laborales son primitivos (aún mas que los argentinos).

A veces, el capital extranjero es afectado por esas características. Eso le ocurrió a Hongkong & Shanghai Banking Corporation (HSBC), cuando le dio crédito a Pará Pastoril e Agricola (Belén). Recién al cerrar tratos, el banco supo que el gobierno federal investigaba a la compañía por emplear mano de obra esclava. El ministerio de trabajo descubrió más de 1.100 personas –menores inclusive- en situación degradante, ocultas en una subsidiaria del grupo, Pagrisa.

El etanol de maíz estadounidense sigue siendo más caro que el brasileño. Por de pronto, aquél goza de un subsidio equivalente a 13,2 centavos por litro. Pese a ello –que refleja el poder de los cabildeos en el congreso y la Casa Blanca-, ADM y su competidora, Cargill, obtuvieron escasas ganancias en 2006. ¿Por qué? Porque la demanda para fabricar etanol infla los precios del maíz. El perfil es más flexible en Brasil o Argentina, pues ambos tienen un segundo insumo, la caña de azúcar, asevera el reporte de Mercado Digital.

16-9-07

Fuente: APM

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