Sri Lanka: El impacto del ciclón Ditwah en la agricultura, el campesinado y la soberanía alimentaria

Por Monlar
Idioma Español
País Asia

El ciclón Ditwah es el desastre natural más grande y desafiante en la historia de nuestro país después del tsunami. En cierto modo, representa mucho más que un evento meteorológico catastrófico. Expone las profundas vulnerabilidades estructurales del sistema agrario de Sri Lanka; vulnerabilidades arraigadas en la explotación colonial, las injustas relaciones territoriales y el descuido sistemático de la agricultura campesina.

La magnitud de la destrucción agrícola no tiene precedentes. Datos gubernamentales confirman 108.000 hectáreas de arrozales completamente destruidas, 11.000 hectáreas de otros cultivos perdidos, 6.600 hectáreas de maíz arrasadas y 6.143 hectáreas de hortalizas totalmente arrasadas. Estas no son meras estadísticas; representan el sustento, la seguridad alimentaria y la supervivencia de cientos de miles de familias de agricultores.

El momento en que ocurrió magnifica la tragedia

El ciclón Ditwah azotó Sri Lanka durante la temporada Maha, el principal período de cultivo, cuando aproximadamente 775.000 campesinxs habían sembrado recientemente aproximadamente 563.950 hectáreas. Estos pequeños agricultores habían invertido su trabajo, ahorros y, a menudo, capital prestado en cultivos en diversas etapas de crecimiento. Las inundaciones destruyeron no solo las cosechas, sino también las inversiones y esperanzas acumuladas durante todo un ciclo agrícola.

Los primeros informes indican que 273.000 acres de arrozales se han visto afectados por las inundaciones, y las provincias del Centro-Norte y del Este han sufrido inundaciones devastadoras. Las principales regiones productoras de arroz de los distritos de Vanni y la Provincia Oriental permanecen sumergidas, lo que amenaza directamente la seguridad alimentaria nacional. Para una nación donde el arroz es el alimento básico, esta devastación afecta directamente la soberanía alimentaria.

Soberanía alimentaria bajo asedio

La crisis en la producción de arroz representa un atentado contra la soberanía alimentaria. La reducción significativa del suministro nacional de arroz padrón inevitablemente aumentará la dependencia de las costosas importaciones de arroz, profundizando nuestra dependencia de los mercados globales y agotando las ya frágiles reservas de divisas. Este es precisamente el resultado contra el que advertimos: un sistema alimentario vulnerable a las crisis externas, ya que se ha visto sistemáticamente debilitado por políticas que favorecen los cultivos de exportación sobre la producción alimentaria nacional.

El impacto en otros cultivos alimentarios ilustra aún más esta vulnerabilidad.

En las tierras altas centrales, que abastecen la mayor parte de las hortalizas de Sri Lanka, se destruyeron por completo 2.613 de las 5.893 hectáreas de hortalizas del interior, mientras que se perdieron 3.530 de las 8.990 hectáreas de hortalizas de las tierras bajas. Algunos mercados se enfrentan ahora a la escasez de hortalizas esenciales, como zanahorias, puerros, judías y patatas, con un aumento drástico de los precios. Estos aumentos de precios afectan con mayor dureza a las mismas comunidades que producen nuestros alimentos: los hogares rurales, donde las tasas de pobreza ya se han duplicado hasta alcanzar casi el 25 % tras la reciente crisis económica.

La industria del té, aunque menos dañada que los cultivos alimentarios, sufrió importantes perturbaciones en Nuwara Eliya, Badulla y Kandy. Si bien la capacidad de fabricación se mantuvo prácticamente intacta, las caídas previstas en la producción amenazan los ingresos por exportaciones de 1.290 millones de dólares generados en los primeros diez meses de 2025.

Campesinado en Crisis

La dimensión humana de este desastre revela la precaria existencia del campesinado de Sri Lanka. El sector ganadero sufrió grandes pérdidas, con una grave reducción del suministro de pollos y huevos. Los ganaderos reportaron pérdidas devastadoras: animales muertos en inundaciones o sin pasto debido a la arena que sumergía los pastizales. Para los pequeños agricultores mixtos que dependen del ganado para su nutrición, ingresos y trabajo agrícola, estas pérdidas agravan una situación ya de por sí grave.

Además de las pérdidas de cultivos y animales, la destrucción de infraestructura crítica amenaza la viabilidad agrícola a largo plazo. El Departamento de Servicios Agrícolas registró la destrucción de 1.777 tanques, 483 presas, 1.936 canales y 328 caminos rurales. Las solicitudes gubernamentales de 15.000 millones de rupias para restaurar arrozales y cultivos de hortalizas, y 4.800 millones de rupias para rehabilitar pequeños tanques de riego, indican la enorme magnitud de los daños a la infraestructura. Estos sistemas de gestión del agua, construidos durante siglos y esenciales para gestionar la distribución durante las temporadas de siembra, representan conocimientos y prácticas agrícolas comunitarias que ahora se encuentran gravemente comprometidos.

Para nosotrxs, el aspecto más preocupante es la carga de la deuda que enfrentan las comunidades agrícolas. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, el endeudamiento rural ya afecta al 38 % de los hogares rurales. Muchxs campesinxs solicitaron grandes préstamos para financiar sus cultivos de la temporada Maha, asumiendo que obtendrían buenas cosechas para devolverlos. Con los cultivos destruidos y los equipos dañados, estas familias de agricultores ahora enfrentan una deuda abrumadora sin medios de pago. Este nexo entre deuda y desastre amenaza con empujar a lxs pequeñxs agricultores a la venta forzosa de sus tierras, el mismo proceso de enajenación de tierras.

La comunidad tamil de Malaiyaha se enfrenta a una vulnerabilidad particularmente aguda. Ya experimenta las tasas más altas de pobreza y desnutrición en Sri Lanka. Muchas viviendas fueron destruidas por deslizamientos de tierra.

Vulnerabilidades estructurales expuestas

El ciclón Ditwah debe entenderse en el contexto más amplio de la vulnerabilidad climática y la explotación histórica. El ciclón se formó inusualmente cerca del ecuador y mantuvo su fuerza mucho más tiempo de lo previsto tras tocar tierra, con más de 350 mm de lluvia en tan solo 24 horas. Si bien Sri Lanka ha experimentado al menos 16 ciclones desde el año 2000, estos fueron típicamente leves. Ditwah representa un cambio preocupante que sugiere tormentas más devastadoras a medida que el cambio climático se intensifica.

Sri Lanka ocupa un lugar destacado en el Índice de Riesgo Climático Global; sin embargo, el 81,2 % de su población carece de capacidad de adaptación ante desastres. Esta vulnerabilidad refleja décadas de degradación ambiental, en particular la deforestación de las tierras altas para plantaciones de té y caucho de la época colonial, lo que aumentó la susceptibilidad a los deslizamientos de tierra y la erosión del suelo.

Las pérdidas económicas estimadas en hasta 7.000 millones de dólares, aproximadamente el 7 % del PIB nacional, representan un duro revés para un país que atraviesa una frágil recuperación económica. El gobierno ha puesto en marcha medidas de compensación, ofreciendo a lxs agricultores de arroz y cultivos extensivos 150.000 rupias por hectárea y a lxs agricultores de hortalizas 200.000 rupias por hectárea. Sin embargo, la magnitud del desastre supera con creces la capacidad inmediata del gobierno. Fortalecer la resiliencia agrícola requiere prioridades inmediatas como el suministro de semillas y fertilizantes para la resiembra, la reparación de la infraestructura de riego y la atención de las necesidades de seguridad alimentaria, junto con medidas a largo plazo que incluyen el fortalecimiento de los sistemas de gestión del agua, planes integrales de preparación para desastres y el alivio de la deuda campesina.

Esto no es simplemente un desastre natural, sino una crisis social y política que refleja las consecuencias de las injustas relaciones territoriales, el descuido de la agricultura campesina y la falta de prioridad de la soberanía alimentaria. Una verdadera recuperación requiere abordar las desigualdades estructurales que dejaron a nuestras comunidades campesinas en una situación de vulnerabilidad, precisamente la reforma agraria integral que seguimos defendiendo.

Fuente: La Vía Campesina

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Crisis climática

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