Sri Lanka: caravana soberanía alimentaria: historias de pescadores, por Jennifer Mourin

Los pescadores han luchado durante mucho tiempo para que estas tierras no sean utilizadas para el turismo u otros proyectos. Jeasudas es parte de un fuerte sindicato de 5.000 pescadores que han protestado contra los intentos del gobierno de quitarles estas tierras para destinarlas a otros proyectos

Jeasudas, de 34 años, es un pescador de Pitipana en el distrito de Negombo, en el noroeste de Sri Lanka. Aunque ha sido pescador durante 13 años, Jeasudas no posee un bote propio, sino que alquila una simple embarcación de motor externo.

Estos botes están siendo muy demandados, ya que permiten a los pescadores como Jeasudas una mejor salida al mar que la que proporcionaban los botes tradicionales, utilizados por generaciones previas de pescadores de su comunidad.

Jeasudas no puede afrontar el gasto de comprar uno de estos botes. Sin embargo, la modernización también le ha traído desafíos adicionales a este pescador, ya que el combustible ha aumentado su precio dramáticamente durante los últimos cuatro años. El aumento en los precios de los combustibles ha convertido a la pesca en una actividad poco accesible.

Jeasudas logra ganarse la vida gracias a la pesca, pero está preocupado por la dependencia de la economía de Sri Lanka hacia el dólar y los precios mundiales del petróleo. Él ha apelado al gobierno para que subsidie a las comunidades de pescadores como la suya, pero siente que el gobierno no puede ayudarlos.

Habiendo zarpado a las 4 de la madrugada, Jeasudas recién retorna a tierra al mediodía, donde su trabajo continúa con la reparación de redes y otros artefactos. Actualmente, los pescadores en Pitipana tienen derechos a la tierra donde dejan sus botes, que pertenece al gobierno.

Los pescadores han luchado durante mucho tiempo para que estas tierras no sean utilizadas para el turismo u otros proyectos. Jeasudas es parte de un fuerte sindicato de 5.000 pescadores que en el pasado han protestado contra los intentos del gobierno de quitarles estas tierras para destinarlas a otros proyectos.

Aunque nunca ha oído hablar de la globalización, Jeasudas es conciente de la presión por lograr intercambios comerciales por la vía del comercio turístico.

Mirando hacia el futuro, Jeasudas no guarda muchas esperanzas de una vida mejor para él y su familia. Tiene dos hijos que mantener y siente que probablemente deba obtener más trabajos para poder mantener un ingreso. Pero él ha practicado la pesca durante toda su vida y es lo único que conoce, por lo que seguirá luchando para mantener esa vida a pesar de las crecientes presiones.

K. J. Siril Fernando, de 70 años de edad, es un pescador tradicional de la villa de Munakkaray cerca de la laguna Negombo. Líder de su comunidad, el ?tío? Fernando ha vivido más de una tormenta pero ha atravesado muchos cambios durante su vida. Desafortunadamente, muchos de estos cambios no han sido para el bien de la comunidad.

La creciente mecanización de la pesca ha significado un alejamiento de los métodos tradicionales que él considera vitales y sustentables. Ha notado una creciente contaminación en la laguna y un aumento en el número de pescadores debido al trabajo más sencillo que ofrecen los botes a motor.

Por lo tanto, la superpoblación de pescadores plaga la que solía ser una generosa fuente de agua. Ha notado la disminución del número de peces y la desaparición de los pequeños peces y cangrejos que constituían su alimento.

Comprensiblemente, Fernando es escéptico con respecto a estas nuevas tecnologías, como redes sintéticas, cuerdas de nylon, gasolina y otros químicos. Siente que estas tecnologías no han traído más que contaminación y agotamiento de recursos.

Los pescadores tradicionales se ven amenazados porque sus botes no pueden competir con aquellos mecanizados que lograrse adentrarse más en el mar.

Los crecientes precios del petróleo también vuelven a la pesca prohibitiva. Sin embargo, lo que más preocupa a Fernando es la contaminación y sus efectos en la ecología de la laguna.

También está preocupado por la forma en que el gobierno persigue a las grandes compañías pesqueras, cuya usurpación de las aguas de Sri Lanka puede resultar muy destructiva para las pequeñas comunidades pescadoras.

Equipadas para pescar en aguas profundas, estas compañías no sólo socavarían el sustento de los pequeños pescadores sino que también destruirían los recursos marítimos.

Fernando también cuestiona la calidad de la pesca realizada mediante estos mecanismos, que muchas veces permanece entre 30 y 45 días en el mar. La pesca en forma tradicional es fresca y con altos contenidos proteicos que la hacen muy nutritiva.

Los peces que son mantenidos en hielo durante tanto tiempo pierden su calidad, así como sus proteínas y nutrientes.

Fernando asegura que los métodos tradicionales de pesca son mucho mejores, además de proteger a las lagunas y los mares y permitir la reproducción de las poblaciones de peces.

Fernando es parte de un sindicato que comprende a los miembros de su comunidad que han hecho campaña para que el gobierno proteja a la pesca tradicional. Ellos también han buscado que el gobierno promueva alternativas a las tecnologías contaminantes dominantes hoy en día.

En forma pragmática, Fernando reconoce que la pesca en botes motorizados ha llegado para quedarse, pero argumenta que el gobierno no debe fomentar la entrada de compañías extranjeras.

Fernando cree que el gobierno debería apoyar a la industria pesquera local. La pesca que se realiza en los mares y lagunas de Sri Lanka debe estar en manos del pueblo de ese país.

Fuente: Radio Mundo Real

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