Rol de EEUU para entorpecer negociaciones en el marco del Códex Alimentario. Boletin N° 137

Idioma Español

La organización U.S. Pirg Education Fund ha producido un informe sobre el rol de los Estados Unidos para entorpecer las negociaciones que se han llevado a cabo en el marco del Códex Alimentario desde 1993, cuando tuvo lugar la 22 y 23 sesión del Comité del Códex para etiquetado de alimentos (CCFL), hasta la fecha

RED POR UNA AMÉRICA LATINA LIBRE DE TRANSGÉNICOS
BOLETÍN 137

A continuación se presenta un resumen de dicho informe.

EL ROL DE LOS ESTADOS UNIDOS EN ESTANCAR LOS ESFUERZOS PARA ETIQUETAR ALIMENTOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS

El Códex Alimentario es un cuerpo establecido por la FAO y la OMC. Códex en 1963 para proteger la salud de los consumidores, para asegurar un comercio de alimentos justo y coordinar estándares alimenticios en cuerpos internacionales y nacionales. El Códex funciona a través de comités que tratan varios temas relacionados con alimentación y comercio. Nueve comités han producido estándares generales que afectan a todos los alimentos y 16 comités que se enfocan en estándares relacionados con productos específicos. Muchos de estos comités están precedidos por países donde hay grandes intereses económicos relacionados con el producto. Así por ejemplo, Nueva Zelandia es un gran productor de leche y carne y coordina el grupo de Leche y Productos Lácteos y el de Higiene de la Carne; Suiza, sede de Nestlé, coordina el Comité de Chocolate y el de Caldos y Sopas, EE UU de Cereales y Leguminosas, principal productor de soya, trigo y maíz; México preside el Comité de Frutas y Hortalizas Frescas -siendo una empresa mexicana la mayor productora de semillas de hortalizas-, el Comité de Jugos de Frutas y Vegetales, está coordinado por un importante exportador de frutas como es Brasil.

El Comité del Códex sobre etiquetado de alimentos (CCFL) es presidida por el gobierno de Canadá. Este comité es responsable de elaborar propuestas de etiquetado de alimentos.

LAS NEGOCIACIONES SOBRE ETIQUETADO DE ALIMENTOS GM

En 1991, en respuesta a la creciente preocupación existente por los alimentos hechos a partir de OGM, se estableció una comisión para tratar el tema de “como elaborar una guía que permita conocer al consumidor que un alimento es derivado de la moderna biotecnología“.

Desde la primera reunión, Estados Unidos ha bloqueado sistemáticamente cualquier intento para que se desarrolle un sistema de etiquetado que incluya los productos transgénicos.

Por ejemplo se introdujo el concepto de la equivalencia substancial que significa que se puede considerar a un alimento seguro si es que este es equivalente a su contraparte convencional.

Estados Unidos propuso también que el etiquetado debe restringirse caso a caso y este no debe basarse en el proceso con el que se obtuvo la materia prima (es decir si es un producto de la biotecnología), sino que la etiqueta debe versar sobre el producto final.

A medida que las discusiones del CCLF proseguían, y que se produjo un documento en el que se destacaba el rol de la ciencia y los derechos de los consumidores en la evaluación de los alimentos derivados de los OGM, el presidente del comité sugirió que el Comité Ejecutivo del Códex se encargue de elaborar el ámbito y un borrador de guías para el etiquetado de alimentos derivados de OGM. Este comité estaba conformado por gente simpatizante de la industria, y ellos produjeron una propuesta de recomendación que sostenía que:

1- el derecho de los consumidores de conocer que comen no va a ser utilizado en el Códex como un elemento que debe ser tomado en cuenta en el proceso de toma de decisiones
2- la protección de la salud del consumidor, cambios nutricionales, cambios en las propiedades de los alimentos y la prevención de prácticas de comercio engañosas son elementos que deben ser tomados en consideración sólo sobre la base de analizarlos caso a caso, y no de manera general a todos los OGM.

La Secretaría del Códex, luego de una consulta con una consulta FAO/OMS envía una propuesta en la que sostiene que se aborde únicamente la seguridad de los alimentos y el tema de las prácticas comerciales engañosas, y que se deje a un lado el tema del etiquetaje; no trabajar en un nuevo estándar sobre etiquetas a alimentos derivados de los OGM, sino adaptar los estándares generales existentes. Que los esfuerzos se centren en evaluar las propiedades de los alimentos, y no el proceso con el que se obtuvo. Se adopta por lo tanto, la posición de Estados Unidos.

La reacción al documento de la secretaría fue variado. Por un lado fue bien recibido por Estados Unidos y Brasil, y criticado por Noruega y países de la Unión Europea.

Varios países insistieron que los alimentos derivados de los OGM no son sustancialmente equivalente a ningún alimento conocido, por lo que este concepto no debe ser aceptado.

En la sesión 27th del CCLF incorporó algunos conceptos vertidos por los países, en una propuesta “alternativa“ que permitía que se etiquete todos los alimentos que son o contienen OGM. Además pedía etiquetar de aquellos productos derivados de los OGM que contienen alguna sustancia adicional que no esté presente en sus contrapartes convencionales, si esta significara un riesgo a la salud o a la ética. Pero no se pidió un etiquetado completo si es que un producto ya no contiene OGM, como es el caso de alimentos altamente procesados como aceites. En esta sesión Estados Unidos dijo que no existía ninguna base científica para pedir un etiquetado, y que etiquetar un alimento por el proceso con el que es obtenido, puede inducir al consumidor a creer que este alimento es peligroso. Su posición estuvo apoyada por la delegación de Argentina y de la industria.

Se producen entonces dos documentos. Uno que recoge la propuesta de la secretaría, y la propuesta “alternativa“.

En la reunión posterior las opiniones estuvieron divididas y Estados Unidos hizo un llamado para que se evalúe los impactos económicos que tendría desarrollar un sistema de etiquetado, así como la percepción de los consumidores. Dijo que los países en desarrollo van a tener problemas metodológicos para poner en práctica el etiquetado. Se crea un pequeño grupo de redacción para combinar las dos propuestas.

Se desarrollaron tres escenarios en los cuales los países podían etiquetar alimentos derivados de OGM:

1- cuando este difería de su contraparte convencional (EE UU)

2- cuando contenía OGM o proteínas (Unión Europea)3- siempre que sea derivado de un OGM, posea o no transgenes o proteínas (India y Noruega)

En esa ocasión EE UU dijo que un sistema de etiquetado podría violar los derechos de algunos países, así como sus obligaciones ante la OMC. En las reuniones subsiguiente, EE UU apoyados por países como Argentina y Brasil mantuvieron la posición que sólo se debe etiquetar los productos que difieren sustancialmente de sus contrapartes convencionales.

En vista de los pocos avances que se hicieron en las reuniones siguientes, se recomendó en la sesión 32, hacer una consulta con la OMS, OMC y FAO, pero la idea no prosperó. En esta sesión EE UU mantuvo su posición con respecto al etiquetado, y dijo que este constituía una práctica de comercio desleal y que violaba las normas del Códex.

12 años desde que se iniciaron las negociaciones para establecer un estándar sobre etiquetado de alimentos derivados de OGM, en mayo del 2005 en Malasia, se presentó un borrador con tres opciones de etiquetado de alimentos derivados de OGM:

1- cuando este difería de su contraparte convencional 2- cuando contenía OGM o proteínas3- siempre que sea derivado de un OGM, posea o no transgenes o proteínas
Durante el debate se mantuvieron las dos posiciones opuestas en el tema. La prima liderada por EE UU y apoyada ahora por menos países que antes, particularmente por Argentina, Costa Rica y México.

En todo caso, el documento continua estancado.

ESFUERZOS NACIONALES PARA ETIQUETAR ALIMENTOS GM

Aproximadamente 17 países y los 27 miembros de la Unión Europea han aprobado o está en proceso de aprobación un sistema de etiquetado de alimentos derivados de OGM. Otros países tienen requisitos de etiquetado, incluyendo Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur y Tailandia.

De los grandes productores de OGM sólo Brasil y China tiene regulaciones de etiquetado.

Estados Unidos, Argentina y Canadá, que producen 89% de los cultivos transgénicos del mundo, no tienen un sistema de etiquetado.

Desde 1997 las regulaciones de la Unión Europea piden el etiquetado de algunos productos; sin embargo, en 2003 la Unión Europea anunció que planea pedir etiquetado sólo si los ingredientes de alimentos contienen más del 0.9% de OGM.

Las normas de etiquetado se hacen efectivas luego de 6 años en el que los gobiernos de la Unión Europea no permitieron ningún nuevo alimento transgénico en el mercado. Esto le costó que EE UU presente una queja en el Tribunal de Controversias de la OMC por haber violado el libre comercio.

Canadá no tienen ninguna regulación sobre etiquetado, pero a aceptado un sistema voluntario dirigido por las empresas de etiquetado. En el 2003 se completó un estándar de etiquetado voluntario, que es una guía para las empresas que deseen etiquetar sus alimentos como “contiene“ o “no contiene“ OGM.

En EE UU cualquier esfuerzo para pedir un etiquetado ha sido objetado fuertemente por la industria. En el 2002, en Oregón se hizo una consulta popular sobre el tema. El 58% de os votantes apoyaron un sistema de etiquetado. La industria biotecnológica invirtió entonces $5,5 millones de dólares en una campaña para cambiar la percepción de los consumidores.

EL CÓDEX Y LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO

Tradicionalmente, los estándares del Códex no han sido obligatorios para los países miembros. Pero estos han adquirido más relevancia desde la adopción en el seno de la OMC, de los Acuerdos y Aplicaciones de las Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (SPS) y los Acuerdos sobre Barreras Técnicas al Comercio (TBT) en 1994.

Las SPS establece estándares para la aplicación de regulaciones de seguridad de los alimentos y los TBT son guías sobre regulaciones técnicas relacionadas con los alimentos, por ejemplo, requerimientos de etiquetado.

Tanto los SPS como los TBT tienen como objetivo evitar que los países miembros establezcan regulaciones basadas en la seguridad u otras consideraciones técnicas, que obstruya el comercio internacional de alimentos (como puede ser interpretado el etiquetado).

Cuando se presentan disputas en la OMC, el panel que toma las decisiones toma como referencia las guías y estándares del Códex para determinar si una regulación es legítima, o si constituye una violación al libre comercio.

En este contexto, hay países que consideran que establecer un sistema obligatorio de etiquetas que digan “libre de ingredientes genéticamente modificados“ va a desincentivar a los consumidores a comprar productos que no tienen esta etiqueta, y por lo mismo etiquetar productos transgénicos es considerado como competencia desleal en los EE UU.

Las SPS estimulan a los gobierno establecer medidas sanitarias y fitosanitarias nacionales sobre seguridad de alimentos que sean consistentes con estándares del Códex, y utilizar los estándares y guías del Códex para resolver disputas relacionadas con temas sanitarios y fitosanitarios.

Los TBT requiere a los países miembros usar estándares internacionales como base para establecer sus regulaciones técnicas, y el Códex es la principal fuente para estándares internacionales sobre alimentos.

Un panel de discusión de la OMC no va considerar que un país está violando los SPS o TBT si las normas del país están armonizados con los estándares del Códex.

Sin embargo, aunque ambos acuerdos pretenden armonizar o establecer consistencia entre regulaciones nacionales, la habilidad de un país de desviarse de una regulación internacional va a depender si ese país miembro identifica que esa regulación es una medida sanitaria/fitosanitaria, o una barrera técnica al comercio.

Las SPS permite a un país miembro crear estándares sobre seguridad de alimentos muy estrictos solo si existe una justificación científica o si ese estándar está basado en una evaluación de riesgos consistente y adecuada.

Por lo tanto, si un país desarrolla regulaciones que imponen regulaciones de seguridad sobre alimentos genéticamente modificados que son más estrictos que las guías y estándares del Códex, la OMC puede pedirle evidencias de que la decisión está basada en la ciencia y/o en una evaluación de riesgo no arbitraria.

En contraste las TBT proveen justificaciones más amplias para que se puedan desarrollar estándares más altos, para prevenir, por ejemplo, prácticas engañosas o para proteger el medio ambiente. En ese sentido, un país que tenga en su legislación requerimientos sobre etiquetado de alimentos transgénicos y que sean más estrictos de las que han sido adoptadas en el Códex, eventualmente va a tener que justificar esta medida basándose en las razones permitidas por las TBT, que son bastante amplias.

Ahí radica la importancia de las negociaciones sobre etiquetado de alimentos GM en el Códex.

OTRAS GUÍAS DEL CÓDEX SOBRE ETIQUETADO

El Códex ha desarrollado una guía para etiquetar alimentos como Halal. Un alimento es Halal, cuando es procesado bajo las normas de la religión islámica. Esta norma fue desarrollada debido al requerimiento de consumidores musulmanes que demandaban este tipo de alimentos.

El Códex tiene guías para cultivos orgánicos, donde se establece el uso mínimo de fertilizantes químicos o pesticidas, métodos para reducir la contaminación del aire, del agua. El Códex de guías para evitar que el consumidor compre alimentos orgánicos cuando en realidad no lo son. El propósito de esta guía no está relacionada con la salud del consumidor, sino con darle a éste la oportunidad de escoger cierto tipo de alimentos.

CONCLUSIONES

Estados Unidos, el más grande productor de OGM en el mundo, se ha opuesto de manera sistemáticamente a cualquier intento de etiquetar OGM. En los pasados 12 años ha interferido en las negociaciones del Códex Alimentario, comité de etiquetado de alimentos (CCFL).

El propósito de desarrollar esta normativa impedirá que EE UU interponga en el Tribunal de la OMC querellas contra países que quieran desarrollar sistemas de etiquetado a nivel doméstico.

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