Argentina: la miel y el problema de la soja

Idioma Español
País Argentina

Si bien no hay un seguimiento preciso, puede estimarse que en la Argentina hay alrededor de 60.000 apicultores, de los cuales la mayoría se dedica a la apicultura como actividad complementaria, siendo apenas un 2 o 3 por ciento aquellos que la tienen como actividad principal. Esta cantidad ha venido disminuyendo, de tal modo que existen hoy alrededor de 30 por ciento menos de apicultores que hace diez años

 

La apicultura es una actividad muy antigua que se cree tuvo su origen en Oriente. Hace varios miles de años, los antiguos egipcios ya criaban abejas y comerciaban con la miel y la cera a lo largo de la costa este de África. Además de los beneficios directos, como miel, cera, polen, jalea real y propóleo, y los subproductos como vino de mieal o hidromiel, vinagre de miel, dulces y reposterías en general, tiene el beneficio indirecto de la polinización.

 

La abeja melífera constituye el más importante de los grupos de insectos polinizadores por su capacidad de visitar flores pequeñas y principalmente por su alto número de individuos. En nuestro país existen las colmenas silvestres formadas por el “camoatí”, que es más pequeño que la abeja, de color negro y con franjas amarillas y que produce buena miel, pero en pequeñas cantidades y que por alimentarse de insectos no contribuye como la abeja en la polinización.

 

En una colmena de abejas hay miles de obreras, cientos de zánganos y una reina. Al buscar comida, las obreras chupan agua y néctar con sus piezas bucales móviles y flexibles, y usan las mandíbulas para alcanzar la cera y el polen. Sólo la reina desarrolla los ovarios. Segrega varias feromonas, una de las cuales elimina a sus rivales en potencia al inhibir el desarrollo reproductivo en las demás hembras.

 

Apicultores. Si bien no hay un seguimiento preciso, puede estimarse que en la Argentina hay alrededor de 60.000 apicultores, de los cuales la mayoría se dedica a la apicultura como actividad complementaria, siendo apenas un 2 o 3 por ciento aquellos que la tienen como actividad principal, o que la toman desde un punto de vista empresarial y no familiar. Esta cantidad ha venido disminuyendo, de tal modo que existen hoy alrededor de 30 por ciento menos de apicultores que hace diez años.

 

Esto no impide que los apicultores argentinos tengan una excelencia técnica y capacidad de trabajo tal que sean requeridos desde todo el mundo, de modo que se puede considerar que la Argentina exporta recursos humanos. Nuestro país es de los más importantes productores y exportadores a nivel mundial. También exporta núcleos, paquetes y reinas, pero no alcanza mayores valores debido al proteccionismo en los países de destino.

 

El núcleo es la colmena armada con cuatro cuadros y con 1,2 kilogramos de abejas (alrededor de 20.000 abejas) y la reina poniendo huevos. El paquete es un sistema nuevo de exportar y consiste en una caja con rejillas de ventilación, también 1,2 kilogramos de abejas y la reina fecundada. Una vez en producción normal, la colmena supera las 60.000 abejas. Cuando termina la temporada, o sea en invernada, disminuye a 12.000 abejas. Se venden en primavera, en el comienzo del ciclo productivo, y cada dos años hay que cambiar la reina, pues si bien puede vivir 5 o 6 años, decae en su postura, que en su apogeo es de 2.000 huevos por día durante la temporada, que en nuestro país va desde noviembre hasta febrero.

 

Producción y exportación. En la actualidad una producción promedio de 30 kilos de miel por colmena es considerada, a nivel nacional, como buena. Sin embargo, 15 o 20 años atrás se obtenían en promedio hasta 80 kilogramos, registrándose colmenas con producciones de 120 kilos. Por ejemplo, en la cuenca lechera de Córdoba y Santa Fe, que era de las mejores zonas para la miel y donde podían darse estos valores, en el último año se obtuvieron 5 y 6 kilos por colmena. Esto se debe básicamente a que en lugar de pasturas para alimentar a las vacas lecheras, ahora se siembra soja.

 

El apicultor empresarial, que tiene 600 colmenas o más, necesita como mínimo el rinde de 30 kilos por colmena para solventar los gastos y a partir de ahí comienza a ser rentable. En cambio, para el apicultor familiar, “de fin de semana” o que se dedica de manera complementaria, que tiene entre 20 y 100 colmenas, a partir de los 20 kilos ya puede ser rentable.

 

El precio del kilo de miel que el acopiador paga al productor está en $9,5, unos 2,4 dólares. Considerando que el precio histórico estuvo siempre alrededor de 1 dólar es un buen precio, lo que permite mantener la rentabilidad a pesar de los bajos rindes. Esto se debe a que es un commoditie, que no tiene mercado interno y que el precio lo pone la Unión Europea. Además, los Estados Unidos, por sus problemas de producción de miel, están comprando en el mercado internacional y empujan el precio para arriba. En ese país la actividad está subsidiada, por la importancia que le otorgan a la polinización que las abejas realizan en los cultivos.

 

El Departamento de Horticultura de la Universidad Pública de Oregón, Corvallis, realizó una inspección de la rentabilidad de polinización en el Noroeste Pacífico (PNW) y comprobó que los apicultores incrementan sus ingresos por el alquiler de colmenas para polinización, llegando incluso a ser la fuente de ingresos primaria para la mayoría de los apicultores comerciales en el PNW.

 

El valor medio por colmena pagado por polinización se ha ido incrementando de 29,6 dólares en 1995, a 32,85 en el año 2000; 51,30 en 2005, llegando a 73,85 dólares por colmena alquilada en el año 2006.

 

La producción argentina en la cosecha 2008/2009 ya comercializada en su totalidad fue de aproximadamente 57.000 toneladas, de las cuales el 95% se destinó a la exportación. Notamos la baja si comparamos con las 100.000 toneladas producidas en el año 2000 o con la producción del año 2006, cuando se exportaron 99.208 toneladas de miel a granel. El principal destinatario de estas exportaciones fue Alemania, con 32.115 toneladas, seguido por Estados Unidos con 27.617. Luego se ubicaron el Reino Unido (9.130 toneladas), Italia (7.607), España (5.945) y Francia con 5.468 toneladas de miel, seguidos con menores cantidades por Bélgica, Canadá, Japón, Arabia Saudita y otros países, totalizando las exportaciones de ese año unos 146 millones de dólares.

 

El precio de exportación de la miel, una vez descontadas las retenciones a las exportaciones que en este caso son del 10,5%, está entre 2,5 y 3 dólares. En la apicultura nacional no hay un sector que encabece una reivindicación por la disminución o eliminación de estas retenciones.

 

En nuestro país la mayor productora es la provincia de Buenos Aires. Según datos de la Dirección Nacional de Alimentación, en el 2001 había en la provincia 1.400.000 colmenas que produjeron 41.000 toneladas de miel. La seguía la provincia de Córdoba con 299.000 colmenas y una producción de 10.000 toneladas y luego Santa Fe, con 250.000 colmenas y también 10.000 toneladas de miel. En cuarto lugar Entre Ríos, con 251.000 colmenas, pero apenas 6.800 toneladas de producción.

 

La Expomiel de Azul. La Expomiel se realiza en la ciudad de Azul desde hace 23 años. Es la más importante del país y de Latinoamérica y la segunda dedicada nada más que a este rubro en el mundo, sólo superada por la exposición “Apimondia”, que se hace cada año en diferentes países. Los últimos dos años se hicieron en Alemania e Italia y el año próximo será en la Argentina, siendo que es la primera vez que se realizará en Latinoamérica.

 

La Expomiel es organizada por el Centro de Apicultores de Azul. Según Guillermo Franco, que es el director ejecutivo, el Centro representa a unos 60 apicultores de los 300 productores que tiene el partido de Azul. Este año la exposición se realizó por primera vez en una carpa propia, comprada por el municipio y que administra el Centro de Apicultores, que cubre 1.600 metros cuadrados libres. Participaron 100 expositores de todos los rubros, como ser madereras, empresas metalúrgicas, cereras, indumentaria, envases y empresas exportadoras, y 6.000 visitantes del rubro (fuera de los miles de personas que visitan la Expomiel como un paseo) con contingentes del exterior, que vienen por las tecnologías que se presentan en la muestra, de países como Chile, Venezuela, Brasil y de Europa. Se presentaron máquinas pesadas, como extractores de gran capacidad de producción que llegan a los 80 cuadros por hora. Según Guillermo Franco, hay empresas que “realizan el 60% de sus ventas del año aquí en la Expomiel. Es el caso de una maderera que vende 5 o 6 camiones completos y cada uno vale 60.000 pesos”.

 

En el país están tomando impulso otras exposiciones, como las de Rosario, Chivilcoy y Douglas, en la provincia de La Pampa.

 

Miel o soja. En los últimos cinco años las sequías afectaron la producción de miel en el país, pero el gran mal de la apicultura, en nuestro país y en el mundo, es la soja. Y este problema tiene varias aristas.

 

La soja no tiene una flor melífera, por lo que el avance de la superficie sembrada, más de 19 millones de hectáreas en nuestro país, en detrimento de otros cultivos, pasturas, pastos y vegetación natural, ha restringido de manera fundamental el territorio y las fuentes de alimentación para las abejas.

 

Por otro lado, el uso de agroquímicos también afecta de varias maneras. En primer lugar porque mata toda la vegetación, incluso en las banquinas de las rutas, debajo de los alambrados y en los molinos, ya que el uso “racional” del glifosato y demás agroquímicos no existe, pues se fumiga todo con el objetivo de que no sobreviva nada, para evitar posibles yuyos que se hagan resistentes a tales venenos. Además de que el glifosato afecta de manera directa a las abejas, atacándoles una parte del cerebro que les perturba el sentido de la orientación, de tal forma que las abejas salen de la colmena y después no encuentran el camino de regreso y se pierden.

 

En Estados Unidos en un primer momento lo llamaron “síndrome colapso de las abejas”, pues las colmenas iban desapareciendo, hasta que descubrieron que eran los agroquímicos. Esto es en gran medida la causa de la baja en su producción.

 

A pesar de que algunos defensores de estos agroquímicos dicen que esos materiales son inocuos, lo que están defendiendo es, además de una agricultura sin agricultores, una agricultura sin abejas.

 

El Argentino, Argentina, 7-9-10

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