Brasil: En Pará, indígenas luchan contra a empresa Vale

Idioma Español
País Brasil

"Los Parkatêjê son los más numerosos entre los pueblos de Mãe María, a pesar de que han perdido más del 70% de su población después del contacto traumático con los no indígenas, ocurrido durante la década de 1950. El territorio que habitan padeció los proyectos de integración del gobierno militar. Hoy es cortado por la carretera BR-222, por la línea de transmisión de energía de Tucuruí [Empresa Eletronorte], y la línea férrea de Carajás, objetivo de la última batalla librada por los Galvão – incluyendo los Parkatêjê - con la empresa minera Vale SA."

Por Joana Zanotto

El Territorio Indígena Mãe Madre María [Madre María], en el municipio Bom Jesús do Tocantins, es un remanso verde en Pará, un estado que lidera el ranking de la deforestación de la Amazonía brasileira, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). En dicho territorio viven tres pueblos indígenas - Gavião Akrãtikatêjê, Gavião Kykatejê y Gavião Parkatêjê - que suman un poco más de 700 habitantes (Siasi / Sesai 2013). Se distribuyen actualmente en nueve aldeas en un área de 62 mil hectáreas de bosque conservado en la región sureste del estado, que viene siendo tensionada hace más de 30 años por explotaciones mineras y proyectos de infraestructura.

Los Parkatêjê son los más numerosos entre los pueblos de Mãe María, a pesar de que han perdido más del 70% de su población después del contacto traumático con los no indígenas, ocurrido durante la década de 1950. El territorio que habitan padeció los proyectos de integración del gobierno militar. Hoy es cortado por la carretera BR-222, por la línea de transmisión de energía de Tucuruí [Empresa Eletronorte], y la línea férrea de Carajás, objetivo de la última batalla librada por los Galvão – incluyendo los Parkatêjê - con la empresa minera Vale SA.

El ferrocarril fue construido en la década de 1980, durante el gobierno de João Figueiredo, el último presidente de la dictadura militar, y comenzó a funcionar en 1986, en la transición democrática del país. Pertenecía a la entonces empresa estatal Compañía Vale do Rio Doce, privatizada en 1997. La vía férrea de 892 kilómetros conecta a las minas de la Floresta Nacional de Carajás (PA) con el terminal marítimo de Ponta da Madeira, estado de Maranhão, cortando las tierras indígenas, quilombos y 22 unidades la conservación.

El ruido, las colisiones a peatones, y el daño ambiental causado por el ferrocarril en las comunidades aledañas prometen aumentar. En noviembre de 2012, el IBAMA concedió la Licencia de Instalación (LI) al proyecto de expansión de la minera de la empresa Vale SA, en Floresta Nacional de Carajás. Además de la apertura de un nuevo frente de extracción de mineral en el bosque, el proyecto prevé la duplicación de 786 kilómetros de la vía férrea, paralela a la línea existente. El objetivo es ampliar la producción y exportación de mineral de hierro transportado por ferrocarril, pasando de 130 millones de toneladas / año actualmente, a 230 millones de toneladas / año en 2018 ( Vea aquí una serie sobre el tema en el programa especial Amazonia Pública).

Ancianos en rueda para cantar en el patio de las fiestas, juegos y reuniones. Foto: Pedro Aguiar Stropasolas

Las obras en las tierras indígenas están sujetas a una legislación específica, por ello la LI 895/2012, otorgada por el IBAMA [Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables] para la duplicación, no incluyó los tramos en que el ferrocarril atravesaría el territorio Mãe Caru en Maranhão, y el de Mãe María. Se requiere antes la aprobación del Estudio e Informe de Impacto Ambiental (EIA-RIMA) y del Estudio del Componente Indígena para las comunidades afectadas, en un proceso mediado por la Fundación Nacional del Indio (FUNAI). A partir de ese momento, se elabora el Plan Básico Ambiental en conjunto con los indígenas, con la especificación de las medidas de mitigación para reducir el impacto, condición para que el permiso de la obra sea rectificado y los trechos bajo condicionados autorizados.

La LI 895/2012 fue rectificada dos veces. Luego de la última rectificación, con fecha del 04 de diciembre ( vea el texto completo del documento), los trabajos en Mãe CARU fueron autorizados. El Ministerio Público Federal de Maranhão intenta ahora su cancelación. Ya que en el caso de Mãe María, todavía espera la posición definitiva de la Funai.

A principios de este año los desacuerdos se han incrementado. La compañía rescindió el Acuerdo nº 0333/90 firmado entre los Parkatêjê y la empresa minera - en 1990 cuando aún era estatal [CVRD] -y se extendió a otros pueblos Gavião, a medida que este pueblo iba formando nuevas aldeas, en la búsqueda de la autonomía.

El acuerdo, por un período indeterminado, garantizaba a los indígenas atención sanitaria, educación, el fomento de las actividades productivas, vigilancia y la protección territorial. Para cumplir con estas obligaciones, se establecieron términos de compromiso, estipulando la vigencia de lo acordado, determinando el valor de las transferencias financieras necesarias, los términos por lo general se renovaban cada cinco años. La asistencia sanitaria era garantizada por el Plan de Salud de los Jubilados de la Vale (Pasa).

Con el vencimiento de los términos de compromiso previsto para enero, desde noviembre del año pasado la Vale SA propuso a negociar con los Gavião, la firma de nuevos términos. En una reunión celebrada el 25 de febrero entre las comunidades y la empresa, con la mediación de los asesores jurídicos de los indígenas, la posición de la empresa minera era mantener el costo mensual las transferencias establecidas, ajustadas por el IPCA [Índice de precios al consumidor], sin apoyo financiero para otros proyectos.

Insatisfechos, los Parkatêjê y los Akrãkaprêkti ocuparon parte de la vía férrea como forma de protesta. El abogado Anderson Costa Martínez, el asesor legal del pueblo Parkatêjê, dice que no hubo cierre de la vía, fue sólo una movilización de protesta de los pueblos indígenas. No es la primera vez que se producen eventos de este tipo; en 2003, la acción de los pueblos indígenas, fue violentamente reprimida por las tropas de la Policía Federal.

Respuesta de la Vale S.A.: cortar los beneficios

En respuesta, la Vale SA, puso fin al acuerdo e interrumpió el pago acordado en los términos de compromiso, que expiraron en enero, y cancelar la asistencia sanitaria. Según Luana Andrade, la empresa no tiene obligación legal de mantener el convenio y la actitud de los indígenas, según ellos, les llevó a denunciar el convenio por "justa causa", ya que el cierre de la carretera implica un "problema de seguridad operacional para la gente que se mueve en ese espacio". "Una locomotora no frena de un momento a otro", argumenta el gerente de Vale.

La procuradora de República Andrea Costa Brito no está de acuerdo con la posición de la empresa. Según ella, "los acuerdos firmados [por los indígenas] con Vale SA, al contrario de lo sostenido por la empresa, [tienen vigencia], se derivan de las disposiciones contenidas en el artículo 231, párrafo 3º de la CF-88, no serían mera liberalidad de la empresa. Se puede decir que la Constitución de 1988, los convirtió en verdadera obligación, por tanto en imposición. El riesgo de que dejen de hacer transferencias, siempre existe, pero, desde luego, si la explotación de las tierras persiste, sería un caso manifiestamente contrario a la ley".

El Ministerio Público Federal abrió una acción civil, demandando a principios de marzo, que la empresa Vale SA fuese "obligada a detener de inmediato cualquier determinación de suspensión de la atención a los indígenas, por parte de las empresas de servicios, restableciéndose inmediatamente el plan de salud de para los indígenas Gavião, debiendo la empresa también ser impedida de hacer más suspensiones".

En la demanda se afirma que "la situación no constituye justa causa para la terminación del acuerdo, el que, no puede identificarse como mera liberalidad de la parte requerida, se trata más bien de obligaciones, asumidas en contrapartida a la concesión de efectivo derecho de uso de la Tierra Indígena Mãe María".

Anciano lanza flecha en el patio dedicado a las fiestas, juegos y reuniones. Foto: Pedro Aguiar Stropasolas

La Procuradora de la República Lilian Miranda Machado agrega en su declaración que en el acción judicial, "La Vale S A, afirmó en documento remitido a las comunidades y a este Órgano, que se había dado ocupación [bloqueo] del ferrocarril de Carajás. Resulta que la propia empresa presentó una acción de cesación y no de recuperación, lo que demuestra que no se produjo la interdicción u ocupación por parte de los indígenas. Desde ya queda evidente la mala fe de la Vale S/A, en el trato con los indígenas, denunciando una situación que se sabe no se ha producido. Sin embargo, la misma empresa, Vale la pena señalar que, según ha sido certificado por un agente judicial en medio de la acción de interdicto prohibitivo interpuesto por la parte demandante, no hubo interrupción, ni la habría, en la circulación de locomotoras en la vía férrea. Por lo tanto no hubo amenaza alguna, y mucho menos, fue puesta en riesgo la seguridad y la vida de los usuarios de trenes de pasajeros, empleados y los mismos indios”.

En abril, la empresa minera volvió a proporcionar a las comunidades el plan de salud en su totalidad después de la recomendación del Ministerio Público Federal. En el mismo mes, los Parkatêjê firmaron un nuevo término de compromiso, con tiempo limitado de vigencia, sin renovar el acuerdo. El nuevo convenio contempla un valor mensual es de R$ 547.000, hasta enero era de R $ 639.000. De los nueve grupos de la Mãe María, tres siguen sin recibir los términos de compromiso: los Kyikatêjê, los Koyakati y los Kriãmretijê.

Según la abogada de los tres pueblos, Cristiane Bline, la Vale SA condicionó la suscripción de términos compromiso a la retirada de la demanda judicial, presentada por los abogados de los indígenas, solicitando la reanudación del acuerdo. Los grupos alegan que no participaron en la manifestación de febrero y que, por tanto, no tienen por qué perder el derecho al convenio o acuerdo. Cristiane dice que los indios están en condiciones difíciles, con las personas padeciendo hambre y bajo fuertes amenazas de los proveedores de alimentos, a quienes deben dinero.

El 18 de abril, a petición de la compañía minera, se emitió orden de reintegración de posesión por el juez federal del segundo juzgado, Bruno Teixeira de Castro, bajo el argumento de cierre del ferrocarril por los Kyikatêjê, Koyakati y Kriãmretijê.

El documento establece que "la conducta de los indígenas, además de ser inútil, bordea los límites del engaño, de la torpeza y de la villanía". Además agrega que ellos "buscaron, por medio de la fuerza, la violencia y la anarquía, imponer sus intereses."

Al día siguiente, de acuerdo con un certificado expedido por el agente judicial María José de Freitas, representantes de los tres pueblos fueron a la Policía Federal, acompañados por la Funai, del antropólogo del Ministerio Público Federal y de la abogada Cristiane y "todos argumentaron que los indígenas, no han perjudicado o turbado [el funcionamiento] del ferrocarril y su área de dominio, habiendo realizado tan solo una demostración pacífica, sin impedir el paso de cualquier composición de la Valle". El documento continúa: "Declaró el Delegado Viana, tras sobrevolar la zona con la policía militar, que no hubo obstrucción de ferrocarril, ni presencia de los indígenas en el lugar indicado por la Vale, habiendo la composición [de vagones] seguido normalmente por las vías del tren, y siendo innecesaria la movilización de efectivos policiales para la reintegración”. Los tres grupos todavía no reciben el costo mensual transferido por la empresa minera.

En la tierra de la Madre María

Los Parkatêjê siempre lucharon contra la tutela del Estado, exigiendo autonomía para la gestión de su territorio y negociar compensaciones por su cuenta. Hoy en día, dos aldeas distantes cuatro kilómetros entre sí, constituyen el hogar de los 422 indios. La aldea de "Treinta" y la del "Negão/Negrón" tienen casas de ladrillo, escuela, campos de fútbol, enfermería, iglesia y un local para la asociación administrativa del pueblo.

El portón de entrada está custodiado por tres indígenas de la Guardia Forestal - Surgida de misma la comunidad - que impiden el ingreso de bebidas alcohólicas, y piden la cedula de identidad a quienes entran. La línea férreaatraviesa toda la parte sur del territorio, a menos dentro de 10 kilómetros de una de las aldeas de la zona concedida por la Unión para el emprendimiento.

Aunque conocido como "Gavião", el sobrenombre que han recibido de los pobladores de la ciudad, quienes les temían, los indios se autodenominaron Parketêjê. Más tarde demostrarían su valentía al enfrentar la invasión de su territorio, cortado por el río Tucuruí y modificado por la represa y la línea eléctrica de Electrobras, ya en la inauguración del Programa Gran Carajás en 1976.

La antropóloga Iara Ferraz, que ayudó a los indios en las conversaciones con el gobierno y sus representantes, relató en su tesis para optar a la Maestría en la USP, escrita en 1984 que "en abril de 1980, los presidentes de la Funai y Eletronorte estaban en el pueblo de 'Treinta" y en esa ocasión presentaron amenazas explícitas la intervención militar en ese territorio, en caso los miembros del grupo no aceptaron una propuesta de-indemnización". Según la antropóloga en "mayo de 1980, el representante tutelar regional de salvaguardia estuvo en Mãe María para convencerlos de aceptar la compensación, haciendo énfasis en la posibilidad de una intervención militar en la zona."

El ex tesorero Kiné frente de la Asociación Parkatêjê Indígena. Foto: Pedro Aguiar Stropasolas

Dos años más tarde, en 1982, la Compañía Vale do Rio Doce (CVRD) firmó un acuerdo de cinco años con los Parkatêjê. El Banco Mundial, patrocinador del Proyecto Gran Carajás, determinó que los recursos financieros, en ese tiempo, provenientes de un acuerdo firmado entre la Funai y CVRD, fueran destinados a "proyectos en apoyo" a los indígenas afectados por el ferrocarril

Fue a través de este acuerdo que, en 1984, los indígenas recibieron una indemnización de 56 millones de cruceros - U $$ 1.000.000 - cuando la línea férrea de Carajás comenzó a ser construida. Desde el principio, sin embargo, los Parkatêjê manifestaron voluntad para disponer de esos recursos sin la intermediación de la Funai. Según Iara ", las negociaciones para el pago de la indemnización se verifican de forma precipitada y bajo una intensa presión sobre 'Cotia' y 'Krohokrenhum', principalmente [los representantes de la comunidad), ejercida por los agentes de la empresa estatal, responsable por el emprendimiento.

Los Parkatêjê, sin embargo, siguieron luchando por el derecho de administrar el territorio y el dinero resultante de la compensación por su uso. Jóaxarare, el "radio periodista" de la aldea, que hace la comunicación entre los indígenas por el altoparlante "Bocón", todavía recuerda muy bien el día que cerraron la vía férrea para exigir el fin a la mediación de la Funai. Dice que la gente vino de todas partes de Brasil, incluida la prensa, para acompañar las manifestaciones. El objetivo se logró sólo en 1999, después de la privatización de la Vale, con la creación de la Asociación Indígena Parkatêjê Amjip TarKaxuwa. "Las cosas mejoraron porque fuimos a Brasilia y luchamos por lo que queremos. El dinero de la Vale y la tierra es nuestra. De no hacerlo por nosotros, nada sucede".

Desde entonces, el dinero transferido por la Compañía se deposita en la cuenta bancaria de la asociación y es gestionado por indios, que lo distribuyen entre las inversiones en cultura, educación, salud, vigilancia, actividad productiva y la administración. El destino de los fondos se decide en conjunto con la aprobación del jefe. Además de las inversiones colectivas, las familias reciben una asignación proporcional al número de miembros. Se puede comprobar la desigualdad social dentro de la aldea, impensable años atrás, lo que ha dado lugar a continuas divisiones.

Iara Ferraz, en un artículo publicado este año, establece que "todas estas divisiones reflejan el descontento de sus miembros con la gestión de los recursos financieros puestos a disposición anualmente por Vale; Por otro lado, las condiciones de contratación impuestas por la empresa desde el año 2005, reducidas a valores monetarios (de ahí la mercantilización de estas relaciones, aquí referidas) constituye un instrumento considerado insatisfactorio por los indígenas , ya que es provisional e impuesto en condiciones inaceptables, dependiendo de negociaciones entre partes sustancialmente desiguales".

Respetado dentro y fuera de la aldea, el jefe Krohokrenhum es el presidente de la Asociación Indígena Parkatêjê AmjipTar Kaxuwa, desde su fundación. Los otros representantes son elegidos cada tres años en la elección abierta a toda la comunidad. Ellos se organizan en una dirección y un consejo de seis personas. Cada consejero elegido es responsable de la supervisión de uno de los sectores administrativos.

Entre los logros de la asociación está el hecho de que la mayoría de sus representantes tienen títulos de educación superior y el incentivar a los indígenas a obtener la educación superior, haciendo uso de cuotas para indígenas contempladas en las universidades públicas, ley creada en 2010. En el sector de la salud, ejemplo, hay tres técnicas en enfermería, dos agentes sanitarios y dos muchachas estudiantes de medicina, todos los indígenas.

Fabiano, indio Tembé creado desde muchacho con los Parkatêjê, se encuentra en la última fase de la graduación, en Universidad Federal del Sur y el Sudeste Pará (Unifesspa). Será el primer indígena del país graduado en Ingeniería de Minas y Medio Ambiente. Kuia, el hijo del jefe, también integra la generación de los indios universitarios; Es un estudiante de derecho.

Armados con sus tradiciones culturales, en continua transformación, provistos de la resistencia política generada por la lucha por la autonomía y del conocimiento adquirido en el mundo de los no indígenas, los Parkatêjê se niegan a aceptar pasivamente la duplicación de la vía férrea, que en la práctica es una nueva injerencia en su territorio y estilo de vida. Nuestro reportero ha acompañado una reunión celebrada el 11 de agosto de 2014 en el pueblo de "Treinta" para iniciar el ciclo los debates sobre el proyecto.

Después de haber escuchado atentamente la exposición del Estudio de Componente Indígena hecha por el abogado Anderson Costa Martinez, Iracema, la hija primogénita del cacique, se levantó de la silla de un salto, llenó sus pulmones y gritó con el dedo en ristre: "es hora de nosotros despertar. Estoy segura que ‘no está escrito qué tipo de enfermedad’va surgir, si hay escuela para nosotros. La Vale en ningún momento piensa en nuestra comunidad. Tenemos que unirnos. La Funai no nos ayuda: 'Ustedes son estudiados, encuentren una manera'. Tenemos solo nuestros abogados. Nosotros paguemos para que ellos vinieran aquí, a explicarnos, a conversar con nosotros. ¿Y si nosotros no tuviéramos con él? Nosotros estábamos igual que aquella gente de Belo Monte. ¿Queremos eso para nosotros? Nosotros querer luchar! Hoy nosotros estar bien. Vamos a pelear por nuestro pueblo. Vamos hacer ellos sembrar cosas buenas para nosotros. Vamos buscar leer. ¿Y si ellos hicieran ‘cosas equivocadas’ y engañarnos, como engañaron a nuestros padres, cuando ellos hicieron la vía trillo? Hoy tenemos más estudio, vamos a luchar".

De la expulsión a la esclavitud por deudas

En Madre María, la cosecha de castaña-del-Pará comenzaba después de las primeras lluvias, en enero. Para el cacique Krohokrenhum y sus cuatro compañeros (de la etnia) Timbira, era el comienzo de una pesadilla. Allí, entre los ríos Flecheiras y Jacundá afluentes de la margen derecha del Tocantins, el grupo despertaba antes del amanecer para trabajar en el bosque, azotado por los insultos proferidos por los agentes del Servicio de Protección al Indio (SPI), después Funai. "Indios perezosos", "Vagabundos", tenían que escuchar, mientras se entregaban a la recolección de castaña-del-Pará hasta el anochecer. Quedaban tan cansados que no conseguían practicar los rituales tradicionales. Los días eran dedicados a la búsqueda de los erizos caídos a los pies de las castañeras, que ellos abrían con machetes para sacar las castañas, colocadas en cestas que cargaban en la espalda hasta al granero, en medio del bosque. A partir de ahí, las castañas eran transportadas por tropas de mulas hasta el Puesto Indígena, donde eran lavadas, pesadas y, por fin, vendidas en la ciudad.

Arãkuiyt conoce la historia de memoria, aunque nunca la haya vivido. La escuchó de su marido, ya fallecido, quien durante diez años fue obligado a trabajar en el castañal. A mediados de la década de 1970, cuando ella llegó a la Madre María, transferida de Maranhão, después de que su aldea fue inundada por la represa de Tucuruí, su pueblo ya había trabado batallas con los indígenas liderados por Krohokrenhum y de ellos se separaron. Los Gaviões [Gavilanes] del Maranhão se establecieron en Maguari, lugar expuesto a inundaciones, a cuatro kilómetros de la aldea de Krohokrenhum.

Fue después de su casamiento, en los años 1980, que ella se fue a vivir en la aldea del marido, con quien tuvo ocho hijos. Lejos de la familia, ella dice que no sabía cómo actuar durante el primer embarazo, ni cómo crear sus niños. El servicio de la casa quedaba enteramente bajo su responsabilidad, pues el difunto esposo no tenía condiciones de ayudar. Todas las noches, recuerda la viuda, él lamentaba la herencia dejada por el trabajo en el castañal. Un grave problema en la espalda le obligaba, constantemente, a tomar muchos analgésicos.

Krohokrenhum tampoco vivía en Madre María cuando cayó en la trampa y aceptó la propuesta que lo haría "enriquecer". Guerras inter-tribales y enfermedades pos-contacto a mediados de los años 1950 habían llevado el cacique al municipio de Itupiranga, donde vivía como los "blancos". "Allá nosotros trabajábamos en Playa Alta. Allá llevábamos ganado, arrojaba onza, vendíamos cuero. Hasta vivíamos bien allá, después nos echaron para acá". En 1964, Jaime y Cornelius, funcionarios del extinto SPI, se esforzaron en convencer al cacique a cambiarse a Madre María, con sus grandes castañales. Los 62 mil hectáreas de tierras fueron concedidas a los indígenas en 1943, pero habían sido tomadas por arrendatarios e invasores desde 1947.

Cacique Krohokrenhum en la terraza de su casa. Foto: Laís Souza

Convencido por los servidores, el líder hizo el reconocimiento del terreno. A su llegada, encontró el conocedor del agreste Antonio Cotrim, que lo trató bien, le ofreció comida y mostró loscultivos, con arroz, yuca, maíz, plátano y caña de azúcar. A Krohokrenhum le agradó. Acogió la solicitud del hombre y reunió a sus compañeros para retirar a los invasores y recuperar la castaña. Pueblo de intrépidos cazadores era mirado con recelo por los no indígenas desde los tiempos en que vivía en el medio del bosque, recibiendo por esa razón el apodo Gavião [Gavilán].

"Ahí en la selección [del producto] los tipos estaban robando. Muchacho, nosotros éramos pocos, pequeñitos . Pero recuperamos de hecho lo nuestro. Él tomó, vendió y puso el dinero así, oh: ‘Está aquí. Eso acá es tuyo'. Yo agarré: ' Ah, muchacho. De acá no salgo más no’. Pero ahora cuando el Cotrim salió, el SPI entró y entonces era del SPI. No daba nada más”, recuerda el cacique, todavía vigoroso, a pesar de sus aproximadamente 100 años de edad.

El viejo líder habla con voz firme, pero tropieza en el portugués, se expresa con la ayuda de los hijos y sobrinos. Generalmente se comunica con los ancianos en Timbira, el dialecto Parkatêjê. Rodeado por la comunidad, golpeó repetidas veces con los puños en la mesa mientras contaba su historia.

¿Cacique o capitán?

Cuando Krohokrenhum se trasladó a la Mãe Maria, en 1966, se convirtió en "capitán", como desde 1913 el SPI denominaba a los jefes indígenas – no siempre reconocidos como tales por los pueblos. Al principio, él se quedó satisfecho con el acuerdo, que proporcionaba al grupo condiciones para adquirir productos industrializados. Los Parkatêjê fabricaban aguardiente, melado y rapadura para autoconsumo y comercialización. Y extraían castaña para ser vendida por ellos junto a servidores del órgano tutelar, en Marabá, a unos 30 kilómetros de la aldea.

A partir de 1967, sin embargo, la situación ha cambiado, principalmente en el año siguiente, con la sustitución del entonces SPI por la Fundación Nacional del Indio (Funai). La extinción del SPI tuvo lugar después de un informe con más de 7 mil páginas hecho por el procurador Jader Figueiredo, con denuncias de corrupción y abusos del órgano. En realidad, sin embargo, la mayoría de los empleados se mantuvo en el trabajo y la nueva institución conservó el principio de la "tutela" en lo que se refiere a los indios, lo que sólo sería cambiado por la Constitución de 1988. A su vez, el informe Figueiredo desapareció misteriosamente, como ocurrió con varios documentos de la dictadura, para ser encontrado sólo en 2013.

La recolección de castaña-del-Pará pasó a ser hecha en sistema de esclavitud por deuda, el denominado "barracon", peculiar a las zonas extractivistas en la región amazónica, en el norte del país. El patrón - en este caso, la comisaría regional de la Funai en Belén, que se comportaba como "dueña" del castañal - vendía fiado el "rancho" (paquete básico, munición, querosene, sal, azúcar, café, tabaco y harina) en los barracones, que después se deducía del pago de la producción individual de la castaña, lavada y medida en hectolitros. Como los precios aplicados eran más altos que los del mercado regional, el saldo era casi siempre desfavorable al castañero, quedaba en deuda con el "barracon". Y forzado a trabajar más y otra vez endeudarse. En las palabras de Krohokrenhum: "él cambia trabajo de la castaña. Él da azúcar, medicina, pero pobre de nosotros no entendíamos".

Era la época en que el gobierno militar comenzó su política de "integración nacional", con la ocupación de espacios considerados vacíos en la Amazonía por agentes estatales y emprendedores privados que recibían exenciones de impuestos. Paralelamente, grandes infraestructuras tales como la carretera Transamazónica y la hidroeléctrica de Tucurui, comenzaron a ser desarrolladas. Según datos de la Comisión Nacional de la Verdad, la construcción de carreteras en la Amazonía provocó la muerte de 8 mil nativos solamente en el gobierno del general Garrastazu Médici, entre 1969 y 1973. Ya en el año anterior, en 1968, la autopista PA-70, actual BR-222, había cortado el territorio de Parkatêjê.

Un informe elaborado por la Cruz Roja en 1970, después de una visita al Puesto Indígena MãeMaria, llamó la atención a la situación de los Parkatêjê, destacando haber encontrado 28 "gaviões” [gavilanes] al lado de la carretera: "estábamos muy sorprendidos al verlos aquí y encontramos incomprensible la Funai tener el puesto al lado de la carretera. El riesgo de estos indios viviendo tan cerca de posibles fuentes de infección es evidente".

El sistema de explotación económica de la castaña a través de la mano de obra Parkatêjê fue formalizado por el "Proyecto de Extractivismo Vegetal: castaña-del-Pará ", realizado por el Departamento General del Patrimonio Indígena (DGPI) de la Funai. Un Boletín Informativo de 1971 señala que la Funai ha aplicado "la importancia de Cr$ 30.610,00" [Cruceiros, moneda de la épóca] en Mãe María, "el más grande productor de castañas en las zonas indígenas”. Según el mismo boletín, "los ingresos alcanzados por la cosecha de castañas de 1970-1971 del P.I Mãe Maria cuyo ingreso bruto fue de Cr$ 88.403,88 y el líquido de Cr$ 45.801,95, fue así toda revertida en beneficio del Puesto y de los silvícolas (sic)"

Para tener dimensión de los valores, puede tenerse en cuenta que el salario mínimo en enero de 1971 era de Cr$ 187,20. En el mismo documento, la Funai informa que "en los veinte y ocho Proyectos Económicos aprobados por el Departamento General del Patrimonio Indígena en ejecución en las zonas indígenas están siendo empleadas 639 personas, de las cuales 596 son indígenas. Los civilizados (sic) desempeñan funciones técnicas y administrativas especializadas".

La real dinámica económica es revelada en la tesis de maestría presentada a la Universidad de São Paulo (USP) en 1984 por la antropóloga Iara Ferraz. "Las 'promesas' efectuadas por la 'FUNAI', a través de los servidores locales y regionales, no se cumplían, pues sólo el puesto se beneficiaba con la instalación de mejorías, en general, construcciones en albañilería que procuraban una mayor racionalización de la administración y de la producción de los cultivos siguientes (sede, escuela y el ‘hospital’ que acabó por convertirse en depósito de castaña)", escribe la antropóloga.

El Boletín Informativo de la FUNAI de 1972 también hace comentarios halagadores al puesto MãeMaria, una de los primeros instaladas por el antiguo Servicio de Protección al Indio (SPI): "[el puesto] sobresale por presentar la mayor producción de castaña-del-Pará entre todos Puestos de la Funai en la Amazonia". En las páginas siguientes, el mismo documento exaltaba el proyecto Krenac, en Minas Gerais, en un artículo titulado "Indios aculturados aprenderán oficios en la finca Guaraní”. Un reportaje del periodista Andre Campos, publicado por la agencia pública en el año pasado, reveló la existencia de trabajos forzados en el reformatorio Krenac, en la realidad, un centro para la detención "de indios considerados 'infractores'."

Al tiempo en que fueron escritos estos boletines, el puesto Mãe Maria era encabezado por el ya fallecido sertanista Osmond Fontes. El indio Pyrkrejimokre, conocido como Cotia, trasladado en 1967 de su aldea en Tucuruí a la Mãe Maria contó al equipo de reportaje como actuaba el sertanista – calificado como "malo" por Krohokrenhum, " El Osmond, él y su padre, querían todo el trabajo del capitán. Él (Krohokrenhum) cosechaba castaña, el Osmundo y su padre recogían y entregaba a la Funai. La Funai es quien vendía la castaña. Y, después, él solo daba así, alguna cosa, el machete, era lo que él daba, pero la castaña él la recogía y entregaba".

El viraje de los Parkatêjê

Rebelándose, Krohokrenhum orientó los Parkatêjê a no cumplir con la meta de producción en el cultivo de 1974/1975. En la misma época, entonces recién formada en Ciencias Sociales, Iara Ferraz fue llamada para trabajar en Mãe Maria, que "estaba en crisis", a través de un acuerdo de cooperación firmado entre la USP, Funai y la Fundação Projeto Rondon que preveía la futura contratación de la antropóloga por la Funai. En su disertación de maestría, informó hechos que presenciaba en el territorio, como "el jefe del puesto accionar de madrugada el generador de fuerza y dar disparos de arma de fuego al alto con la finalidad de 'despertar los indios' para que fueran a cargar el camión de la Funai."

Ferraz acabó siendo contratada por la Funai - fuera del convenio – en noviembre de 1975 y se convirtió en una figura esencial para los Parkatêjê, ayudándolos en la conquista de autonomía económica y en las negociaciones con la empresa Eletronorte – responsable por la Línea de Transmisión de Energía de Tucuruí – y con la Vale –constructora de la ferrovía Carajás - dentro del territorio indígena. Ella también cooperó con las investigaciones del Grupo de Trabajo "Graves violaciones de los derechos humanos en el campo o contra indígenas”, a la Comisión Nacional de la Verdad (CNV), coordinado por la psicoanalista y periodista Maria Rita Kehl. Y no le gustó el resultado. Según Iara Ferraz, entrevistada para este informe, "la CNV llega a su fin decepcionando a mucha gente". Ella afirma que la fundación quedó fuera de las investigaciones "a pesar de haber sido encontrado el Informe Figueiredo en el Museo del Indio..."

Desde 1976, en función de cambios en la política de la Funai, los antropólogos fueron alejados de la coordinación de proyectos y sustituidos por empleados tomados de los cuadros administrativos de la Fundación. Los Parkatêjê solicitaron la continuidad de los trabajos de la antropóloga. En julio de 1977, la FUNAI impidió formalmente la permanencia de Iara Ferraz en Mãe María. En su tesis de maestría, ella afirma que llegó a ser presionada por policías para salir de la aldea.

Krohokrenhum resolvió, entonces, ir a la oficina de la Funai, en Brasilia, donde conoció al funcionario Humberto Nascimento, el Tiuré, hijo de padre potiguara y madre blanca. Él decidió trasladarse a la aldea en el momento en que miró al capitán. Dejó la esposa e hijo en el Distrito Federal. Trabajó con los Parkatêjê y, más adelante, en contacto con el pueblo Suruí, acabó descubriendo un cementerio clandestino donde fueron enterrados a los guerrilleros del Araguaia – en la región cercana a la MãeMaria, en el sureste de Pará. Tiuré, que fue perseguido y torturado durante la dictadura, se convirtió, en el último año, el primer indio a recibir compensación de la Amnistía.

La cosecha de la autonomía

Para la cosecha de 1976 Tiuré y Iara Ferraz, junto con el nuevo jefe del Puesto Indígena, Saulo Petean, lograron un préstamo de 32 mil cruceros con el banquero Alain Moreau, negociado por el abogado Carlos Marés, de la oficina del jurista Dalmo Dallari. La oficina de la Funai, en Belén, había autorizado la transferencia del dinero, que había quedado retenido en la Comisaria Regional. Cotia, el indio Pyrkrejimokre que viniera de Tucuruí, también estaba involucrado en las negociaciones y recuerda hasta hoy los detalles. "Entonces, él consiguió 30 mil cruceiros, en el año 1975. Ya del comienzo del 75 para el 76. Iara vino, llegó el dinero, ya está allí. De ahí, fuimos a buscar gente decidida para trabajar la castañera, todavía no había nada nada", cuenta.

La cosecha de 1976 fue un éxito. Los indios produjeron cuatro lotes de castañas, obteniendo unos trecientos mil cruceros con la venta hecha al exportador Evandro Mutran, en Belén. Una parte del dinero fue destinada para un fondo común de recursos para emprendimientos de la comunidad y otra parcela fue depositada en una cuenta del banco Bradesco en nombre de la "Comunidad Indígena Parkatêjê" para iniciar la cosecha siguiente. En un año, ellos lograron comprar una camioneta Toyota.

El control de los Parkatêjê sobre su propia producción también alteró la dinámica de las actividades que se han vuelto más colectivas. Trabajaban juntos y compartían todo. Si alguien no quería trabajar en la nueva forma sistemática podría unirse a los no indígenas y trabajar en el sistema de barracón, ahora mejorado en comparación a lo de antes.

Al menos eso es lo que trasparece en la carta de 05 de mayo de 1976 escrita por Kruwa, a petición de Krohokrenhum: "los propios indios pusieron a los civilizados a cortar castañas para los indios y los indios pagaban impuesto de renta – eran libres los indios, pagaban a los kupem (los no indígenas), así, los kupem quedaron muy satisfechos con los indios, porque no había ningún descuento, en nada, entonces por eso qué a los kupem les gustó trabajar para los indios. Les gustó más el servicio a los indios que del tiempo que era Funai, el pueblo dijo que no le gustaba trabajar para la Funai... Ahora los indios están contentos porque ellos mismos hicieron la cosecha de castañas sin que nos tuvieran que dirigir, como era antes. Pero aun así, ahora nosotros sin la Funai, creo que vamos hacia adelante, con fe en Dios tenemos lo que necesitamos tener y tendremos".

El control financiero pasó a ser hecho por Saulo Petean y Cotia. Los dos han elaborado libros- de caja, presentados en sesiones públicas en el patio de la aldea del Treinta. Ellos discriminaban en forma simplificada los débitos y créditos de los Parkatêjê. Quien no entendía podría pedir ayuda al asistente de enseñanza, en la escuela del puesto. Cotia recuerda: "A todo el mundo le gustaba mi trabajo. Yo miraba castaña, miraba castañera. Todo lo que necesitaban, yo daba, pero descontaba sí, ajustaba cuenta, no es. Recibía castaña en el día y ajustaba el control. Quien había entregado, recibía. Pagaba y todo bien”.

Anciano corta tora en el medio del bosque en la preparación para la corrida de tora. Foto: Pedro Aguiar Stropasolas

Con la conquista de la autonomía, el grupo comenzó a exigir ser llamado Parkatêjê, que significa "grupo que controla la yacente del río", según la antropóloga y Iara Ferraz. Es con esta identidad que ellos ahora enfrentan la Vale S.A por la defensa de sus derechos.

Traducción: Ricardo Zúniga

Fuente: Agência Pública / Agência de Reportagem e Jornalismo investigativo.

Temas: Megaproyectos, Pueblos indígenas

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