Latinoamérica: ¿nuevo basurero de arroz transgénico?

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En primer lugar podemos constatar, una vez más, que la tecnología de la ingeniería genética es incontrolable a pesar de todos los argumentos que utilizan los defensores de la industria biotecnológica. En segundo lugar pone en evidencia el servilismo de muchos de los gobernantes latinoamericanos a los intereses económicos de los Estados Unidos.

RALLT

Desde hace algunos días se ha generado un gran escándalo en torno a un nuevo caso de contaminación genética. Esta vez se trata arroz de origen estadounidense, que ha sido contaminado con una variedad transgénica no aprobada en los Estados Unidos (LL601). A consecuencia de esto, la Comisión Europea y Japón han decidido suspender todas las importaciones de arroz procedente de EE UU.

Este caso nos da algunos elementos para la reflexión.

En primer lugar podemos constatar una vez más, que la tecnología de la ingeniería genética es incontrolable a pesar de todos los argumentos que utilizan los defensores de la industria biotecnológica.

En segundo lugar pone en evidencia el servilismo de muchos de los gobernantes latinoamericanos a los intereses económicos de los Estados Unidos.

Richard Bell, Secretario de Agricultura del Estado de Arkansas en Estados Unidos, reconoce que varios países en América Latina no han objetado ninguna importación de arroz proveniente de Estados Unidos, a pesar de que está contaminado con el arroz transgénico LL601.

“Yo no conozco que haya ninguna objeción de México o Haití, que son importantes importadores de arroz de grano largo. Tampoco conozco ninguna queja de Centro América”, dijo el en una entrevista concedida a Farm Press.

Esto, a pesar de que casi todas las evaluaciones que se han hecho, han resultado positivas para LL601. “No conozco de ninguna variedad de arroz que no esté contaminada” añadió Bell. El reconoció que la contaminación está muy esparcida y que es muy posible que aparezca de nuevo.

Es importante recordar en este punto, que varios países de América Latina, incluyendo México y Perú, se opusieron en la última reunión del Protocolo de Cartagena (que tuvo lugar en Curitiba en marzo de este año, que regula el movimiento transfronterizo de organismos genéticamente modificados), a que las importaciones de granos incluyan información que diga si esa carga contiene o no organismos genéticamente modificados.

Esta fue una clara sumisión a las órdenes de Estados Unidos, pues estos países no son grandes exportadores de granos. Al contrario, son importantes importadores de arroz, maíz y soya estadounidense, y en esa reunión internacional, en lugar de velar por el bienestar de sus ciudadanos, que en última instancia son los que van a consumir el arroz contaminado, están defendiendo los intereses de los grandes cárteles de granos, en este caso de empresas como Riceland, la más grande productora y comercializadora de arroz en el mundo.

De hecho, México es el principal importador de arroz de los Estados Unidos: anualmente importa alrededor de 752 mil toneladas de arroz. Debido a los altos subsidios agrícolas, el arroz estadounidense es más barato, por lo que es preferido por la población de menores ingresos.

Un tercer punto es la falta de confiabilidad al sistema regulatorio de Estados Unidos

La contaminación fue encontrada en Riceland, en el Estado de Arkansas, de donde se produce y comercializa una tercera parte del arroz estadounidense, y la mayora productora y comercializadora de arroz a nivel mundial. En mayo la empresa Riceland hizo evaluaciones genéticas y encontró contaminación a niveles significativos, de manera dispersa y al azar.

El arroz LL601 fue desarrollado por la empresa alemana Bayer CropScience y fue manipulado para que sea resistente a herbicidas. La contaminación fue detectada en el mes de enero de este año. La empresa notificó de manera oficial al gobierno de EE UU recién el 31 de julio del 2006. Y la administración Bush se tomó otros 18 días para informar a sus importadores, a través de una conferencia de prensa. Pero es posible que la contaminación haya estado presente desde hace mucho tiempo antes.

Finalmente debemos reflexionar en el hecho de que varios países de la región han firmado acuerdos de libre comercio que les obligará a incrementar, entre otras, sus importaciones de arroz estadounidense. Es obvio pensar que si los más grandes importadores de arroz lo están rechazando, este será vendido a países como los latinoamericanos que no oponen ninguna resistencia al hecho de que están importando arroz contaminado, y que además tienen cuotas que cumplir a través de los compromisos adquiridos en los TLCs.

Otra vía de entrada del arroz contaminado pueden a través de programas de ayuda alimentaria. Por ejemplo, dentro del Programa Food for Progress para el 2006, Nicaragua recibió ayuda alimentaria en base a arroz (al igual que varios países africanos y asiáticos).

Esto nos convertirá en el basurero del arroz que los países ricos y opulentos del mundo no quieren aceptar.

Más información: gro.acigolocenoicca@socinegsnarton

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