Los falsas bondades de los transgénicos, en un informe de Greenpeace

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Cuando han pasado 20 años del cultivo de los primeros transgénicos en los Estados Unidos, Greenpeace ha publicado un informe –“20 años de fracaso”– en el que desgrana los falsos beneficios que se han intentado adjudicar a los cultivos modificados genéticamente.

Mito a mito, el documento desmonta los argumentos pro transgénicos que los lobbies de la agroindustria han mantenido a lo largo de estos años.

El primer gran mito, para Greenpeace, es que los cultivos transgénicos pueden alimentar al mundo. Frente a esa afirmación, el informe recuerda que el fin de estos cultivos es reforzar un modelo agroindustrial que no ha logrado proveer de alimentos al conjunto de la población mundial. Tampoco los cultivos modificados permiten una mejor adaptación al cambio climático, sino que son “las prácticas agrícolas que promueven la diversidad y nutren el suelo” las que mejor permiten afrontar ese nuevo escenario, y “no los sistemas agrícolas simplificados para los que están diseñados los transgénicos”. Sostienen además que se ha demostrado que la ingeniería genética no es la vía de innovación más prometedora para los sistemas alimenticios, sino que es al margen de los transgénicos donde se están logrando avances en resistencia a enfermedades y tolerancia a fenómenos como inundaciones y sequías.

La organización ecologista cuestiona también la pretendida seguridad de los transgénicos para las personas y el medio ambiente e indica que los informes de control son inexistentes o inadecuados, al tiempo que se impide que los investigadores independientes puedan acceder a material necesario para su trabajo. Los cultivos modificados tampoco han sido capaces de simplificar la protección de los cultivos, otro de los beneficios alegados por la industria, ya que han contribuido al desarrollo de cultivos resistentes a los herbicidas y a la aparición de superplagas, lo que ha llevado a mayores aplicaciones de químicos agrícolas.

Greenpeace también apunta a la afirmación de que los transgénicos son viables económicamente para los agricultores, señalando cómo las semillas transgénicas, protegidas por patentes, han ido subiendo sus precios al mismo tiempo que la resistencia a los herbicidas y las superplagas hacen necesario un gasto cada vez mayor en pesticidas para sostener este tipo de cultivos. El informe destaca, también, que no es posible su coexistencia con otros sistemas agrícolas por los riesgos de la contaminación transgénica y los altos costes que supone para los agricultores el mantener sus cultivos a salvo de ese peligro de contaminación.

- Para leer el documento completo (en inglés): Ver aquí

- Foto por Greenpeace.

Fuente: La Fertilidad de la Tierra

Temas: Transgénicos

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