Gaza: Una bienvenida cautelosa a la decisión de Alto al Fuego afirma La Vía Campesina
Mientras se presenta un Alto al Fuego como parte de lo que se conoce como el “Plan Trump”, ofrecemos una bienvenida muy cautelosa y condicionada. Nuestra bienvenida es humanitaria y temporal: cualquier pausa a los asesinatos es bienvenida por las vidas que pueda salvar. Pero no aceptaremos un marco que trate el intercambio y la liberación de detenidxs en una primera “fase” aislada como sustituto de un verdadero fin de la violencia. Priorizar una “Fase Uno” centrada en el intercambio de prisionerxs sin garantías vinculantes y verificables de manera independiente para un cese permanente y global de hostilidades, retirada de las fuerzas, levantamiento incondicional y duradero del bloqueo, y mecanismos transparentes de investigación y rendición de cuentas, corre el riesgo de convertir un alivio momentáneo en un pretexto para una masacre renovada. Las vidas no pueden usarse como fichas de negociación mientras la impunidad perdure.
Esta declaración se emite unos días después de que esta guerra entrara en su tercer año. La cosecha de dos años de bombardeos, bloqueo y sitio es una catástrofe humanitaria de escala inmensa. Las cifras centrales, extraídas de los mejores estudios científicos disponibles, evaluaciones de la Organización de Naciones Unidas, ONU, y agencias humanitarias, e investigaciones independientes, dejan clara la magnitud de esta catástrofe.
Las pérdidas de la guerra son vastas y horribles y no pueden reducirse a meras estadísticas. Más de 67.000 palestinxs han sido asesinadxs desde el inicio de las hostilidades.
Estudios rigurosos estiman que las muertes por lesiones traumáticas ascienden a alrededor de 64.260 hasta el 30 de junio de 2024, mientras que estimaciones más amplias indican que el total podría haber alcanzado aproximadamente 84.000 durante un período prolongado, lo que indica claramente que los conteos oficiales probablemente subestiman la verdadera magnitud de la catástrofe. Lxs niñxs han pagado un precio especialmente alto: unos 20.000 niñxs han sido asesinadxs, constituyendo aproximadamente un tercio de las víctimas documentadas, y decenas de miles más han perdido a uno o ambos progenitores; estimaciones humanitarias señalan que hay alrededor de 19.000 niñxs huérfanxs. Las heridas y discapacidades son generalizadas y cambian la vida: más de 169.000 personas han resultado heridas, muchas con secuelas permanentes, y se estima que entre 3.000 y 4.000 niñxs han perdido uno o más miembros de su cuerpo, convirtiendo a Gaza en uno de los lugares con mayor número de amputaciones infantiles per cápita del mundo.
Al menos 1200 campesinxs y trabajadorxs agrícolas palestinxs han sido asesinados en Gaza desde el inicio de la guerra, muchos de ellxs mientras trabajaban sus tierras o intentaban acceder a sus granjas.
Sus muertes reflejan el ataque sistemático contra los medios de vida rurales y la destrucción de los medios de producción de alimentos. Los medios y la comunidad académica también han sufrido pérdidas graves: aproximadamente 250–300 periodistas y trabajadorxs de medios han sido asesinadxs, y alrededor de 120 académicxs y cientos de profesionales especializados han perdido la vida a causa de la violencia. El personal humanitario y médico tampoco ha sido excluido: más de 224 trabajadorxs humanitarixs fueron asesinadxs (incluyendo aproximadamente 179 empleadxs de la UNRWA), y al menos 1.722 trabajadorxs de la salud han muerto. Más de 125 instalaciones de salud, incluidos unos 34 hospitales, han sido dañadas o destruidas, y se han documentado más de 790 ataques contra instalaciones de salud y ambulancias.
Las consecuencias humanitarias y sociales van aún más allá. Más de 10.800 palestinxs están actualmente detenidxs en prisiones israelíes, incluidos unos 450 niñxs y 87 mujeres, y aproximadamente 3.629 se encuentran bajo detención administrativa. El hambre y la hambruna han cobrado un costo mortal: al menos 459 personas, incluidos 154 niñxs, han muerto de inanición; partes del enclave han sido formalmente clasificadas en condiciones de hambruna, unas 641.000 personas enfrentan condiciones catastróficas, y en un solo mes, en el momento álgido de la crisis, más de 12.000 niñxs fueron identificadxs con desnutrición aguda severa. Las investigaciones de campo y los reportajes documentan más de 2.600 personas asesinadas y más de 19.000 heridas por disparos mientras intentaban recolectar alimentos en los sitios de distribución.
El agua, el saneamiento y las condiciones de vida han sido devastados: aproximadamente el 89 % de las redes de agua y saneamiento en partes del enclave han sido dañadas o destruidas, dejando a más del 96 % de los hogares enfrentando inseguridad hídrica y a casi la mitad de la población sobreviviendo con menos de seis litros de agua por día para beber y cocinar. Los análisis satelitales y evaluaciones de la ONU indican que aproximadamente el 78 % de las estructuras fueron dañadas o destruidas, con estimaciones locales en muchas áreas llegando a alrededor del 92 % de los edificios residenciales; las necesidades de reconstrucción se estiman en unos 53–55 mil millones de dólares. La educación también ha sido destruida: 658.000 niñxs en edad escolar y 87.000 estudiantes universitarios han sido privados de acceso a la educación, más de 2.300 instalaciones educativas (incluyendo unos 63 edificios universitarios) han sido dañadas o destruidas, y al menos 780 miembros del personal educativo han sido asesinadxs.
El sector agrícola de Gaza ha quedado prácticamente destruido, con más de la mitad de sus tierras de cultivo, invernaderos e instalaciones ganaderas reducidas a escombros, y la producción de alimentos colapsada en más de un 80%, según la FAO y el Programa Mundial de Alimentos.
Esta devastación sistemática ha dejado a casi toda la población en situación de inseguridad alimentaria, lo que representa un ataque deliberado al derecho a la alimentación y a la vida agrícola.
Estas pérdidas no son cifras abstractas; testifican el colapso de la vida cotidiana, la destrucción de las instituciones y la eliminación de las perspectivas de vida de todo un pueblo. Por esa razón, cualquier alto el fuego parcial o basado en fases que no vaya acompañado inmediatamente de una retirada clara, de un levantamiento permanente e incondicional del bloqueo y de mecanismos internacionales efectivos de verificación y rendición de cuentas será frágil, fácilmente expuesto e incapaz de proteger a la población civil frente a un retorno de la violencia.
Al mismo tiempo, la situación en Cisjordania suscita gran inquietud. El “Plan Trump” ignora Cisjordania y Jerusalén Este, mientras que el Gobierno de Netanyahu no oculta sus intenciones de llevar a cabo el proceso de colonización israelí en estos territorios palestinos. La violencia de lxs colonxs no tiene límites. Cada día atacan al campesinado palestino, especialmente en esta temporada de recolección de aceitunas.
Dada esta escala de destrucción humana y social, nuestra posición es inequívoca y clara:
- Una bienvenida humanitaria condicionada no es una rendición política. Cualquier alto el fuego enmarcado dentro del diseño actual de “fase primero” debe ir acompañado, inmediatamente y de manera verificable, de un cese de hostilidades incondicional y global, de una retirada creíble e irreversible de las fuerzas de las áreas civiles, de un levantamiento permanente e incondicional del bloqueo, y de la apertura completa y sin restricciones de los pasos fronterizos para la ayuda vital, bajo supervisión internacional independiente.
- La verificación independiente y la rendición de cuentas son esenciales. Exigimos mecanismos internacionales e independientes con acceso total y poderes de investigación para documentar violaciones, preservar evidencia y facilitar procesos judiciales cuando corresponda. No es posible una paz duradera sin justicia; no hay pausa duradera sin responsabilidad. Lxs responsables del genocidio deben rendir cuentas por sus crímenes. Se debe permitir que los procedimientos en curso ante el Comité Jurídico Internacional y la Corte Penal Internacional lleguen a su conclusión.
- No se aceptan soluciones parciales. Un intercambio limitado y construido únicamente como primera fase no puede ser aceptado como solución. Las medidas parciales que dejan en pie la ocupación, el asedio y la negación sistemática de derechos son insuficientes y peligrosas. El proceso de paz tiene que incluir un paso hasta la autodeterminación del pueblo palestino y la plena soberanía gracias a un Estado con todas las prerrogativas estatales.
- La reconstrucción de Gaza debe llevarse a cabo bajo el control del pueblo palestino y su Estado. La ONU, las organizaciones internacionales y los distintos países deben aportar una ayuda masiva para esta reconstrucción. Los movimientos sociales de todo el mundo también deben aportar su apoyo solidario a esta reconstrucción, tanto de las ciudades como del campo. La Vía Campesina se compromete a participar activamente en ayudar al pueblo palestino a reconstruir su agricultura y su vida rural.
En resumen, si bien damos la bienvenida a las medidas que salvan vidas de inmediato, advertimos firmemente contra considerar un alto el fuego parcial y por fases como sustituto de una solución política integral, de la justicia y de la restauración de derechos. La escala de muertes, heridas, desplazamientos y destrucción después de dos años completos y entrando ahora en el tercero exige que la comunidad internacional actúe con claridad moral y determinación política: proteger a la población civil ahora, garantizar investigaciones y rendición de cuentas independientes, levantar el asedio de manera permanente y trabajar sin demora hacia el fin de la ocupación y la restauración de los derechos palestinos.
Toda pausa no debe ser considerada un fin en sí misma; debe usarse para profundizar la presión hacia un cambio estructural. Hacemos un llamado a movimientos campesinos, sindicatos, universidades, organizaciones de la sociedad civil y socios internacionales a mantener e intensificar la solidaridad organizada: movilizaciones públicas continuas, boicot, campañas legales y políticas, medidas económicas y apoyo concertado a los corredores humanitarios.
Fuente: La Vía Campesina