«La agroecología es el camino hacia la justicia social y la lucha contra la crisis climática», señala la carta de la 22.ª Jornada de Agroecología
La 22ª Jornada de Agroecología se celebró en Curitiba (Brasil), del 6 al 10 de agosto, con una numerosa participación de movimientos sociales del campo y la ciudad, entre ellos miembros de La Vía Campesina Brasil. La 22ª edición de la Jornada de Agroecología concluyó con el anuncio de una carta pública dirigida a la población. El documento, titulado «Por la vida, la justicia social y la soberanía de los pueblos», presenta el análisis y las luchas que son consenso entre las más de 60 organizaciones, del campo y de la ciudad, que componen la organización de la Jornada.
La carta afirmó el papel de la agroecología ante el contexto de agravamiento de la crisis climática y ambiental global. La Jornada presentó la agroecología como «camino para superar el modelo del agronegocio, con enfoque en la producción de alimentos saludables, la justicia social y el enfrentamiento de la crisis ambiental y climática».
Carta de la 22ª Jornada de Agroecología
Por la vida, la justicia social y la soberanía de los pueblos
Nosotros, los pueblos del campo, del agua y de los bosques, junto con la clase trabajadora de la ciudad, llegamos a Curitiba con nuestra 22ª Jornada de Agroecología. Llegamos en marcha, en lucha. Entonamos nuestras canciones, trajimos el colorido de nuestras banderas, para compartir nuestros alimentos, nuestras prácticas y reflexiones sobre este tema de gran importancia para nuestro futuro colectivo, la AGROECOLOGÍA.

La jornada de agroecología es el resultado de la articulación de más de 60 organizaciones sociales, agricultorxs agroecológicos, colonxs y acampadxs, movimientos populares, pueblos indígenas, quilombolas, comunidades tradicionales, colectivos e instituciones educativas. Desde su primera edición, la Jornada se ha celebrado de forma itinerante por diversas regiones de Paraná. A partir de 2018, la Jornada ha sido acogida por la Universidad Federal de Paraná, y este año vuelve a celebrarse en el campus Centro Politécnico, en Curitiba.
A través de conferencias, seminarios, talleres, la Feria de la Agrobiodiversidad, la Cocina de la Tierra, el Túnel del Tiempo, el Espacio de la Salud Popular e intervenciones artísticas y culturales, el encuentro buscó presentar la agroecología como un camino para superar el modelo de la agroindustria, centrándose en la producción de alimentos saludables, la justicia social y la lucha contra la crisis medioambiental y climática.
A lo largo de casi 25 años, la Jornada se ha vuelto cada vez más actual y necesaria. Vivimos una profunda crisis humanitaria mundial, con guerras, el avance de movimientos fascistas, los reiterados ataques a la democracia con sucesivos intentos de golpe de Estado, la financiarización de la naturaleza, el genocidio de pueblos y de defensores de los derechos humanos. En las últimas décadas, hemos sido testigos de los efectos del cambio climático: sequías, incendios, inundaciones, pérdida de biodiversidad.
En medio del agravamiento de la crisis climática y medioambiental global, reafirmamos que la agroecología es un proyecto político de futuro, que preserva la naturaleza, cuida de las personas y se enfrenta a las estructuras que destruyen la vida. Para nosotros, la agroecología es trabajo y lucha; es la sabiduría ancestral aliada a la ciencia. Ciencia que se vuelve sabia y se nutre de la ancestralidad y la experiencia cotidiana de los pueblos. Somos guardianas y guardianes de la biodiversidad, el agua y los bosques, y sabemos que no hay una solución real para la emergencia climática sin el reconocimiento y la valorización de nuestros conocimientos, prácticas y modos de vida.
Los pueblos del campo, del agua y de los bosques son quienes, históricamente, protegen y regeneran los territorios, enfrentándose al avance del capital-agronegocio, la deforestación, el monocultivo, la minería depredadora y el uso intensivo de agrotóxicos.

Rechazamos estas falsas soluciones, como el mercado de carbono y otras formas de financiarización de la naturaleza, y defendemos políticas efectivas que garanticen la reforma agraria popular, la demarcación de las tierras indígenas, la titulación de los territorios quilombolas y la regularización fundiaria de los pueblos y comunidades tradicionales.
En los días de la 22ª Jornada de Agroecología, reafirmamos nuestras LUCHAS:
1. Cuestión climática y defensa de la tierra
Ante la emergencia climática global causada por el modo de producción capitalista, la COP 30 debe ser un espacio de participación de los pueblos en las decisiones y de compromiso real, y no de falsas promesas. Rechazamos iniciativas legislativas como el llamado «PL de la devastación», que abre el camino a la deforestación, al avance del agronegocio depredador y a la destrucción de biomas esenciales para el equilibrio climático. Es hora de anteponer la vida y la naturaleza a los beneficios económicos. La seguridad hídrica es una condición para la justicia climática, al igual que las políticas públicas que valoran las prácticas ancestrales y comunitarias, reconociendo a los pueblos del campo, del agua y de los bosques como agentes sociales de transformación, que desde hace tiempo vienen demostrando con sus prácticas y conocimientos que otros mundos no solo son posibles, sino que ya existen de nuevo, incluso frente a las amenazas del capital.
2. Avance tecnológico para la agroecología
La tecnología debe estar al servicio de la vida y no de la concentración de poder. Defendemos el desarrollo y la difusión de tecnologías y herramientas tecnológicas orientadas a masificar la agroecología, superando el trabajo penoso, democratizando el acceso a las semillas autóctonas, fortaleciendo la producción de alimentos saludables y la soberanía alimentaria de los pueblos. Defendemos la continuidad y la mejora de los programas de compras institucionales y el fomento de los circuitos cortos, acercando el campo y la ciudad en el acceso a una alimentación saludable.
3. Democracia y justicia económica
Nos unimos a la lucha por el plebiscito popular que propone el fin de la escala 6×1 y la tributación de las grandes fortunas, medidas esenciales para reducir las desigualdades, valorizar el trabajo humano y financiar políticas públicas estructurantes. Repudiamos vehementemente los continuos intentos de golpe. Los golpistas de ayer y de hoy no deben tener amnistía. ¡Nuestra lucha es innegociable y siempre será en defensa de la democracia!
4. Contra el imperialismo y el capitalismo depredador
Reafirmamos nuestra denuncia del imperialismo, la lógica depredadora del capitalismo y el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, que asfixia economías y vidas, como la de Cuba. Defendemos la autodeterminación de los pueblos y el fin de toda forma de dominación.
5. Solidaridad internacional
Expresamos nuestra solidaridad incondicional con los pueblos en lucha, como Palestina, que se enfrenta a un genocidio en curso, y Cuba, que resiste el bloqueo desde hace más de seis décadas. La lucha es una sola: por la justicia, la libertad y la soberanía popular. ¡Por la vida de los pueblos, por la libertad y el fin de la guerra en Palestina!
6. Juventudes en defensa de la agroecología
Reafirmamos que la juventud del campo y de la ciudad resiste y construye el presente en lucha. Nosotros, los jóvenes, no somos una promesa de futuro, sino una realidad insurgente: ocupamos asambleas y campos, disputamos narrativas en la academia y en las calles, mientras plantamos agroforestales y rescatamos conocimientos ancestrales. Formamos redes de conocimiento que circulan entre la universidad y el campo, practicando medicina tradicional, produciendo ciencia comprometida y transformando en alimento político cada planta sembrada, cada territorio defendido, cada política pública conquistada, como el Pronaf Jovem y los planes de transición ecológica.
7. Mujeres, semillas criollas
Que se nos escuche a las mujeres, porque nuestros cuerpos son los primeros en verse afectados en cualquier crisis. Que dominemos las narrativas para visibilizar el protagonismo femenino y que los alimentos agroecológicos se identifiquen como aquellos que se producen a partir de relaciones laborales justas, con la protección de la naturaleza, cooperativas y sin ninguna forma de opresión. Luchamos por políticas que respondan a las necesidades sociales y a la realidad de la agricultura familiar y campesina. Es una condición fundamental para que las políticas funcionen y así valorizar a quienes, de hecho, han dado respuestas significativas a la crisis climática y ecológica.
8. Tierra libre de agrotóxicos y transgénicos
La agroindustria envenena nuestros cuerpos, suelos y aguas, destruye la naturaleza y agrava la crisis climática. Rechazamos la liberación de agrotóxicos y transgénicos, incluidos nuevos cultivos como el trigo, la soja y el arroz, que amenazan la soberanía alimentaria y la biodiversidad. Este modelo se sustenta en beneficios fiscales y subsidios públicos, mientras que los pueblos del campo tienen dificultades para acceder a políticas de fomento de la agroecología. No habrá justicia económica ni climática sin eliminar los agrotóxicos, prohibir los transgénicos y poner fin a los privilegios del capital agroindustrial.
9. Protección para quienes defienden el derecho a la tierra, el territorio y el medio ambiente
El acceso a la tierra, la reforma agraria popular, la regularización de la propiedad, la demarcación y titulación de territorios y la defensa del medio ambiente son urgentes. La tierra no es una mercancía: es un derecho colectivo que fortalece la colectividad, valoriza las culturas y promueve la recampenización. Denunciamos la escalada de violencia en el campo: asesinatos, persecuciones, criminalización de líderes e impunidad de los violadores de derechos. Reivindicamos la protección integral de quienes defienden el medio ambiente, con seguridad, reparación y fortalecimiento de las comunidades en lucha. Es urgente la publicación del decreto del Plan Nacional de Protección de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos.
Cuidar de nuestra casa común es una tarea urgente para toda la humanidad. Ante la crisis climática y la destrucción provocada por el capital, reafirmamos nuestra responsabilidad colectiva de reconstruir las relaciones entre las personas y la naturaleza, cultivando la solidaridad, la justicia y el respeto a los pueblos y a la diversidad de la vida. La agroecología es el camino que nos permite alimentar, curar y regenerar la Tierra, uniendo los conocimientos ancestrales y la ciencia comprometida con el Buen Vivir.
Luchamos por un Brasil soberano y popular, libre de transgénicos, agrotóxicos y de todas las formas de opresión de clase, raza, género y sexualidad. Por territorios saludables, que respeten a las personas, los pueblos, los animales, la biodiversidad y el medio ambiente. Por una nación sin hambre y sin pobreza, comprometida con la justicia social y ambiental.
Curitiba, 10 de agosto de 2025.
Texto adaptado y fotos publicados originalmente en MST
Fuente: La Vía Campesina