Producción de carnes a corral y quebranto de los criadores… Otras consecuencias del actual modelo de agricultura industrial

Idioma Español
País Argentina

La intensificación de la agricultura ocurrida en nuestro país en la última década ha expulsado a las pasturas del mapa productivo de la Pampa Húmeda. La agricultura continua, permitida por la siembra directa y estimulada por los menores riesgos y mayor rentabilidad de la producción de soja, no deja lugar para la siembra de pasturas ni para la ganadería pastoril.

Las pasturas, que tradicionalmente se realizaban luego de un ciclo agrícola de 4 o 5 años, constituían la base forrajera para la conversión de un ternero en una vaquillona o novillo y por esta razón la carne para consumo era carne pastoril. En el año 2001, en pleno proceso de intensificación agrícola, todavía se engordaba a pasto el 90% de los animales faenados.

En la actualidad, aunque hay gran variación entre los datos disponibles, las distintas estimaciones ubican entre el 48 y el 75 % la proporción del mercado de la carne proveniente de engorde a corral, comúnmente conocida como de feedlots. Como en la faena se incluyen categorías que no son para el mercado interno, tales como los animales para exportación, puede calcularse, que la carne para nuestro consumo directo es del 65 al 90% de animales que vienen de corrales de engorde. Ahora bien, en las ciudades medianas y grandes, donde la comercialización está concentrada en hipermercados y carnicerías integradas, y aún en las carnicerías de barrios, estas proporciones son aún mayores, prácticamente el 100% en la ciudad de La Plata.

La ecuación económica de un novillo engordado a corral da una pérdida de $200 por animal. Es evidente que la actividad no se sostendría sin los subsidios otorgados por el estado, cuyo monto promedio es de $240 por animal, alcanzando en algunos momentos los $300 por animal. El sistema de subsidios comenzó en el año 2007 y en poco tiempo ha concentrado el negocio en pocas manos, ya que excluyó del engorde a más de 100.000 productores, concentrándolo en 750 empresas, de las cuales sólo 20 empresas1 recibe el 45% de los subsidios. La gran mayoría de estas empresas son frigoríficos y carnicerías integradas. Actualmente, entre otros motivos por los casos de corrupción recientemente conocidos, el pago de subsidios está muy atrasado. Probablemente esto concentre aún más el engorde de terneros en encierre, ya que sólo los que puedan compensar las pérdidas o demoras en el pago con un aumento del precio de venta al público (frigoríficos o cadenas comerciales) podrán sostenerse.

Como sucede en un mercado monopólico, la concentración de la demanda de terneros por parte de los corrales de engorde ha disminuido su precio. La relación de precios histórica entre el precio del kilo vivo de ternero (producto del criador) y el precio del kilo vivo de novillo (producto del invernador o del corral de engorde) ha sido en promedio un 10% superior para el ternero. En la actualidad, la concentración de la demanda ha invertido la relación histórica de precios, disminuyendo los precios del ternero a un 15% por debajo del precio del novillo. Por lo tanto, el productor de terneros o criador, ha disminuido la baja rentabilidad histórica del sector, llegando en muchos casos a situaciones de real quebranto. Esto ha conducido a que muchos productores salgan de la actividad.

El 90% de los criadores posee menos de 500 vacas. Los que tienen posibilidades de hacer agricultura sostienen la producción con el subsidio interno proveniente de la rentabilidad de los propios cultivos. Si bien los criadores también reciben un subsidio del Estado, la desproporción entre éste y el que reciben los corrales de engorde es escandalosa: la compensación al corral de engorde es en promedio $240 por novillo por 3 meses de engorde, sin límite en el número de animales, mientras que la compensación a los criadores es en promedio $36 por ternero producido en 15 a 17 meses, con límite en 300 vacas (se paga $60 los primeros 100 animales, $30 entre 101 y 200 animales y $20 entre 201 y 300 animales).

Un dato que pone en evidencia la difícil situación de la actividad de cría, es la reducción de existencias de vacas producido en los últimos dos años. De la caída más pronunciada de que se tenga memoria (se pasó de 58,2 millones de cabezas en el año 2007 a 53,8 millones en el año 2009), prácticamente 3,5 millones corresponden a vacas. Los pronósticos indican no obstante, que el rodeo ganadero, continuará bajando con igual intensidad el año próximo (se espera una reducción de 3 a 4 millones de cabezas entre 2009 y 2010). Otro dato elocuente es que, se faenan animales más jóvenes y más hembras. El resultado de la venta de terneras y vaquillonas es el envejecimiento del rodeo de cría, causado por la falta de reposición. La reducción de la existencia de vacas y el envejecimiento de los rodeos, trae como consecuencia la disminución en la oferta de terneros. Por esta razón, hace rato que se viene pronosticando una recuperación de los precios del ternero. Sin embargo, los precios continúan bajos, poniendo en evidencia la alta concentración de la demanda por parte de los corrales de engorde y la existencia de políticas de Estado tendientes a beneficiar la agriculturización en desmedro de la ganadería. La menor oferta de terneros está disminuyendo a su vez la oferta de novillos, que por supuesto en este caso, se reflejará en aumentos de los precios de la carne al público.

La carne proveniente de corrales de engorde tiene menor valor nutritivo que la carne producida en condiciones de pastoreo. Está comprobado mediante numerosos trabajos (la mayoría llevados a cabo por técnicos de INTA) que la carne de vacunos producidos a pasto (o con bajos niveles de suplementación con granos) tiene menor contenido de colesterol y de grasa intramuscular (entre 1,5 y 3%) y saturada que aquellos que son engordados a corral con concentrados. Los niveles de colesterol de la carne pastoril se ubican por debajo de los 50 miligramos por cada 100 gramos de carne, lejos del límite de 300 miligramos diarios recomendados, poniendo en evidencia que es un alimento sano. También se encontró que la carne que se obtiene en los sistemas de alimentación a pasto cuenta con otras propiedades beneficiosas para la salud humana, tal como mayor contenido de antioxidantes naturales y de ácidos grasos Omega 3. En cambio, en los animales engordados en corrales de encierre, los niveles de colesterol son mucho más elevados, el contenido de ácido Omega 3 inferior y la relación Omega 6/Omega 3 mas desfavorable.

El sistema de engorde a corral obliga al uso de mayor cantidad de vacunas y suplementos dietarios que el engorde a campo. La mayor dependencia de vacunas se basa en que el confinamiento y la falta de bienestar animal predisponen a una mayor incidencia de enfermedades. Los suplementos dietarios tienen como objetivo acelerar el proceso de engorde y evitar desórdenes alimenticios. Un suplemento de uso imprescindible, debido al elevado consumo de granos en la alimentación a corral, es la monensina. Este antibiótico, que mejora la conversión alimenticia al alterar la composición de la microflora y micro fauna del rumen, ha sido prohibido en la Unión Europea desde el año 2006 como parte de una estrategia global de minimizar el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos. Otros suplementos son los anabólicos, cuyo uso está prohibido por el SENASA desde el año 2004, aunque los deficientes sistemas de control de nuestro país no impiden su utilización. También se utilizan para la alimentación de los animales residuos de la producción intensiva de pollos (cama de pollos), ricos en antibióticos y otras sustancias, cuyo uso está prohibido en Brasil desde el año 2001. Un problema adicional, recientemente descubierto por científicos australianos, es la contaminación de la piel de animales provenientes de corrales de engorde con Escherichia coli, que puede causar infecciones muy severas. Las consecuencias sobre la salud humana de consumir carne producida en estas condiciones son impredecibles.

Un capítulo aparte son los problemas ambientales provocados por el confinamiento de muchos animales en superficies reducidas. El mayor riesgo ambiental lo constituye la contaminación localizada de suelos y aguas, tanto subterráneas como superficiales, resultado de la acumulación de deyecciones y movimiento de efluentes. Para entender la magnitud del problema hay que tener en cuenta que cada animal de 300 kilos produce por día 2 kilos diarios de residuos sólidos (entre materia fecal y orina). Como los animales absorben una pequeña porción de los nutrientes que ingieren, excretan el 90% y el 70% del Fósforo y el Nitrógeno que consumen. Por eso cuando pastorean a campo, el reciclado de los nutrientes (los animales los devuelven al suelo y son reutilizados por las plantas) significa un uso conservador de los mismos. Las grandes cantidades de residuos orgánicos producidos en el engorde a corral, tanto por el irregular descarte en cunetas y canales como por las filtraciones que se producen en los suelos, pueden contaminar napas de agua y provocar la pérdida de diversidad de ecosistemas acuáticos como lagunas. Otros problemas son los residuos de drogas veterinarias de alta persistencia y el aporte de patógenos trasmitidos a las personas a través del agua. Todos estos riesgos son mayores en áreas húmedas, con temperaturas altas, con napas poco profundas y cercanas a cursos de agua. La acumulación de excretas, de alimentos y animales en lugares reducidos libera gases y vapores que contaminan el aire con olores desagradables.

Otro aspecto ambiental es la emisión de gases de efecto invernadero generado en todo el proceso por los corrales de engorde. Para hacer un análisis global de este problema debe considerarse que la producción intensiva de carne está basada en la utilización de una gran cantidad de insumos que utilizaron energía fósil para ser obtenidos (granos, fertilizantes, alimentos balanceados) y utiliza maquinaria y combustibles para su suministro. Por lo tanto, es una fuente importante de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, a los que debe sumarse la emisión de óxido nitroso (N2O) proveniente de los fertilizantes nitrogenados utilizados en la obtención de granos. También deben considerarse las emisiones directas, fundamentalmente de metano (CH4), que tienen dos orígenes: la actividad ruminal de los bovinos y la degradación anaeróbica del estiércol. Si bien el metano liberado por el rumen por kilo de carne producido en corral de engorde, es inferior que en los sistemas pastoriles debido a la dieta de maíz y concentrados con el agregado de la monensina y a la menor duración del engorde, la emisión de gases desde el suelo, producto de la degradación del estiércol, es superior en los corrales de engorde.

(1) Algunas de las empresas que más dinero han recibido de los subsidios estatales: frigorífico Arre Beef S.A., Dovales S.A., Explotación de campos y montes del Río Bermejo, Hector Clemente Riboldi, Miguel Rohrer, Taisa S.A., Combers S.A., Transcom S.A., Sol de Septiembre S.A. Cactus Argentina (sociedad entre la estadounidense Cactus y Cresud).

GRR - Grupo de Reflexión Rural

23 de Noviembre de 2009.

Temas: Ganadería industrial

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