¿Cuál crisis? Del Antropoceno a los botes

"En esta historia cíclica que parece repetirse, aunque de modos diferentes, nos preguntamos si seremos capaces como sociedades de construir o disponer de recursos políticos y culturales acordes a la transformación revolucionaria que requiere la situación, una situación sin precedentes, y en los cortos plazos requeridos por los ya mencionados límites del Planeta".

Crisis. Si en algo estamos de acuerdo hoy los argentinos es en que estamos en crisis. Una crisis económica, laboral y política. La inflación, la corrupción, la suba del dólar, la devaluación, la baja de la capacidad adquisitiva y el aumento desmesurado de servicios básicos como la luz y el gas y otros impuestos: la rueda del consumo que sostiene al modelo se limita para los que menos tienen, y para los que no tenían los deja en la indigencia. Una crisis económica que se le adosa a un gobierno, a una política neoliberal y a casi la mitad de la población que emitió su voto a favor de la actual administración del Estado. Se entra en crisis, aumentan los paros, el descontento y el malestar general, pero nada cambia. El diagnostico en general, desde los movimientos sociales, hasta los sindicatos, es unitario. Estamos en crisis.

Pero ¿Significa que antes de este gobierno ningún sector estaba en crisis? o ¿Qué con otro tipo de administraciones más progresistas no estábamos en crisis? ¿Se puede decir que los miles de desnutridos, los millones sin agua potable ni cloacas, ni un espacio para vivir digno, no estaban en crisis? ¿Qué no estamos en crisis alimentaria cuando solo en este país casi 40 millones de personas consumen alimento con veneno sin saberlo porque se ocultó siempre desde el Estado la base transgénica en las semillas y el uso de agroquímicos?  ¿Significa que  los miles de desalojados, perseguidos y asesinados por desposesión de territorios para las grandes multinacionales no estaban en crisis? Y así podemos seguir. Pero en estos aspectos, increíblemente, no encontramos tanto eco en movimientos, sindicatos y políticos.

Quiere decir que no estábamos en crisis cuando el territorio que se dice argentino ha sido y es contaminado y devastado en las últimas décadas como nunca antes en la historia, mediante la mega minería, el fracking, el desmonte y los monocultivos? A nivel mundial se puede replicar esta situación y cabe preguntarnos, desde los sectores críticos, luchadores y desde los medios de comunicación y los ámbitos de estudio e investigación, si no estamos olvidando algunas variables a la hora de analizar la coyuntura y diagnosticar la situación de los pueblos. Cabe al menos sincerarnos con la parte que no estamos viendo, o porque no queremos o porque no nos mostraron, o en muchos casos porque no conviene a intereses sectoriales o personales.

De cualquier modo es  lo que quiere poner en diálogo este texto, con la intención de aportar algunos aspectos que creemos que son claves a la hora de pensar en transformaciones sociales, y revoluciones necesarias lejos del modelo capitalista. La crisis de la que hablamos a diario, de la que se habla en la calle, en los medios y en la mesa en casa existe, pero no es la madre de los males; tan solo es una crisis detrás de La Crisis. Con mayúscula la nombramos para poder diferenciarlas. Nos referiremos a la Crisis Civilizatoria, y es de la que queremos hablar en parte.

Entonces sigamos por ahí. En algunos lugares, donde se piensa un poco más allá de lo común; en algunas bibliotecas, medios alternativos o seminarios populares, y tal vez en algunos espacios académicos marginales se dice que atravesamos una gran Crisis Civilizatoria. Algunos  lo dicen. Otros dicen que no, que vamos bien, que seguimos encaminados en la línea de del tan anhelado Progreso, esa promesa que nunca llega pero que está, dicen, en el horizonte, y que la encontraremos si seguimos las recetas de los Bancos y los países del “primer mundo”. Si miramos bien, en verdad, la cosa no parece prometer ya mucho, más bien y para ser objetivos algunos números sobre escases de recursos naturales (mejor llamados bienes comunes) y niveles de contaminación y peligro ambiental son alarmantes a nivel global [1]  

En relación a esto, científicos del mundo y estudiosos del tema vienen planteando hace varias décadas la urgencia de cambiar las bases del sistema industrial si no queremos enfrentar una catástrofe general, ya que estamos en una era donde la huella ecológica humana ha alcanzado de manera negativa niveles escandalosos. Esta era fue denominada conceptualmente por algunos como “Antropoceno”, y definida como una era geológica generada por la actividad humana que se inicia durante la Revolución Industrial en el siglo XVIII y culmina en la actual crisis climática, ambiental y de agotamiento de los bienes comunes (agua, tierra fértil, biodiversidad) y  cuyo impacto pone en peligro la continuidad de las sociedades y la humanidad tal como la conocemos, así como pone en riesgo una infinidad de otras especies [2]

Esta Crisis climática y de la civilización humana que pone en peligro también al resto de los seres vivos  fue detonada en poco, pero muy poquitísimo tiempo en comparación al tiempo  que se cree tiene el ser humano sobre la Tierra. Y fue gracias al sistema global dominante, al capitalismo que se instala en todos los aspectos de nuestras vidas y  nos conduce hacia un solo objetivo: la intención infinita de acumulación y búsqueda de ganancia material, desconociendo las dimensiones emocionales, espirituales y culturales que durante miles de años convivieron armoniosamente con la Naturaleza.

La supremacía de los capitales por sobre los intereses humanos y culturales de los pueblos, la supremacía de la individualidad frente a lo colectivo, el enaltecimiento del Progreso material por sobre al desarrollo espiritual y emocional y la preservación de la biodiversidad en el planeta, son algunos de los indicadores de que algo hemos hecho y estamos haciendo mal.

El sistema capitalista ya ha chocado  con los límites biofísicos del planeta y expertos señalan que no pasará mucho hasta que colapsen las matrices energéticas sobre las cuales se erigen las estructuras de transporte y de comunicaciones que organizan hoy a las sociedades y al mercado global. Por otro lado, y por añadidura “existe otro impedimento para continuar basando la economía mundial en la energía provista por los hidrocarburos fósiles: aunque existieran reservas petroleras inagotables, tampoco se podría seguir quemándolos, puesto que la atmósfera ya no es capaz de almacenar más carbono sin antes ocasionar la destrucción de la biosfera” [3].

Ante esta situación ¿Por dónde escapar? ¿Hay reversa? Durante cientos de años y en todos los recovecos del Planeta, en los relatos históricos y en las hazañas contadas por las generaciones de boca a boca, encontramos experiencias, intentos, grupos, movimientos sociales y guerras que han intentado cambiar el rumbo de este modelo opresivo, contaminante y explotador, mediante el cual la humanidad depreda a su propia especie y a todas las demás sin miramientos a futuro para las próximas generaciones. Paso a paso las luchas contra la hidra capitalista [4] fueron socavando algunos de los tentáculos de este monstruo de mil cabezas, en pequeña escala, reivindicando algunos aspectos y derechos; y a nivel global instalando temas en la agenda de nuevos movimientos y activistas. Sin embargo, el monstruo ha sabido re-generarse y apropiarse de nuevos aspectos, conceptos, prácticas y territorios para profundizar la acumulación por desposesión de pueblos y culturas [5]. Y todo es un ciclo, donde se gana a veces, pero más se pierde si miramos la cronología y el tiempo corto que se cree que tenemos ya para revertir los niveles de destrucción ambiental y de tejido social.

Por ende, en esta historia cíclica que parece repetirse, aunque de modos diferentes, nos preguntamos si seremos capaces  como sociedades de construir o disponer de recursos políticos y culturales acordes a la transformación revolucionaria que requiere la situación, una situación sin precedentes, y en los cortos plazos requeridos por los ya mencionados límites del Planeta.

Lo cierto es que nos encontramos en una encrucijada donde bien nos vendría parar la rueda y reflexionar juntos en donde estamos parados como civilización, cómo llegamos acá y hacia dónde vamos si seguimos así. Pero sobre todo sería útil que repensemos hacia donde queremos ir y que fichas tendríamos que mover para corrernos hacia ese otro destino, hacia un horizonte menos oscuro y más esperanzador, con herramientas y saberes que nos permitan reconstruir estructuras que nos contengan desde lo humano y como colectivos, que nos permitan inventar nuevos espacios de valoración de la Naturaleza, reconstruir los tejidos sociales, nuevos hábitos y organizaciones que aunque no puedan revertir el daño hecho hasta hoy lo mitiguen y nos den una esperanza de un mañana mejor.

Entendemos que se requerirían transformaciones eco-sociales revolucionarias y radicales para revertir el estado en el que estamos, y eso como dijimos, es lo que se ha intentado solo con éxitos parciales y aislados a nivel global a lo largo de la historia. Pero las batallas ganadas cuentan y nos alientan a  construir las estrategias para afrontar el colapso de la actual sociedad post-industrial tal como la conocemos, así como sus secuelas. Y llegado el momento necesitaremos enfrentar situaciones donde la supervivencia se hará una necesidad ineludible.

Si bien los conceptos y análisis parecen “apocalípticos” son todo lo contrario. De lo que se trata es nada menos que de ser realistas sobre la base de hechos y estudios serios en todo el mundo, que señalan que la Crisis llevará a situaciones (y ya se está viendo) más complicadas que las que se pudieron ver antes en la historia, y lo que instamos es a estar formados, preparados y consientes para poder recrear lo necesario para enfrentar y salir adelante.

Entonces vamos a la transición. Vamos a intentarlo. Construir una especie de “arca” como señala Jorge Riechmann [6] o multiplicar los “botes” como los llama Luis González [7] pareciera ser la tarea prioritaria de cada uno y cada una, de cada colectivo o grupo que se haga eco de este llamado de emergencia, de esta campana que anuncia tiempos difíciles, pero que sueña con realidades más felices y con lazos más armoniosos entre los humanos y la Naturaleza toda.

Pero que no se malentienda. Que lo que se propone no es dejar de soñar con un modelo social integral fuera del capitalismo, como objetivo colectivo y utopía posible, ni dejar de soñar con que todos seamos algún día consientes que este modo de vida capitalista no nos hace bien. De todos modos, sin modificar nuestras estructuras culturales y de valoraciones tanto personales como grupales difícilmente podamos establecer alguna vez sociedades con modelos diferentes.

Por ello la propuesta es dedicar mayores recursos y esfuerzos a fortalecer las alternativas al modelo dominante y capitalista y/o crear nuevas, desde el pie, desde la autonomía respecto de las instituciones y los Gobiernos, con carácter solidario, valorizando la cooperación y el arraigo comunitario y cultural. La propuesta es recuperar los conocimientos y saberes ancestrales sobre medicina, espiritualidad, construcción, alimentación, entre otros. Necesitamos forjar las prácticas que puedan servir a la  construcción de comunidades sin opresión, comenzando en los círculos más cercanos, nuestro entorno, e ir ampliando esos círculos concéntricos para llegar cada vez a más lugares, y más personas [8]

Las alternativas al actual sistema son variadísimas y afloran en las grietas del sistema a lo largo y ancho del mundo: en los rincones donde se cultiva sin químicos, en los espacios donde se charla en ronda, en cada intento de parto respetado, en cada boticario de plantas medicinales, en los campos recuperados por comunidades autónomas y cooperativas, en cada techo vivo y construcción ecológica, en cada bici y en cada huerta, en la educación popular, critica y anti capitalista, en cada fiesta popular y en todas las rondas de mujeres... Y podemos seguir, porque también está en la autogestión, en la ciencia digna que se pone al servicio del pueblo y no de las corporaciones, y en cada persona que se esfuerza por dejar de lado las practicas y los vicios que nos imponen las multinacionales desde las industrias culturales, alimenticias y desde el mercado laboral.

Sin embargo, las alternativas por si solas no tienen tanta fuerza como la tendrían si se pusieran en articulación, retroalimentándose y conformando una red o un sistema de posibilidades integral, donde todos los aspectos de la vida humana y social tengan como expresarse. Para ello es necesario generar espacios donde aprender a pensar-sentir-hacer, desde una estructura de pensamiento más del Ser que del Tener. La idea es formarnos, reflexionar y recapitular desde una mirada descolonizante y global. Porque uno de los problemas para afrontar la Crisis Global es nuestra incapacidad para comprenderla en su integralidad y en sus raíces. Como señala Luis González Reyes: “ No necesitamos conocimientos fraccionados, sino totalizadores y por ello hemos abordado distintas disciplinas como la economía, la ecología, la sociología, la física, la química, la filosofía, la politología, el urbanismo, la psicología, la demografía, la geología o la ingeniería. Creemos que los aprendizajes importantes en este tiempo histórico están en las fronteras entre los distintos saberes. Además, hemos recurrido extensivamente a explicaciones multicausales, en las que causas y consecuencias se han entrelazado.”

Y por último, el desafío frente a esta Crisis Civilizatoria  es construir esos “botes”, esas prácticas, saberes y espacios articulados donde encontrarnos todos aquellos que oímos el llamado de la Tierra, para continuar fomentando el pensamiento crítico y el aprendizaje de procesos alternativos a este modelo hegemónico que ya no puede seguir mintiendo y nada tiene para el bien de los pueblos ni a la Vida.

Notas:

[1] Operación Noé, de Riechmann: “Vamos hacia el cénit conjunto de todas las fuentes energéticas no renovables en el decenio de 2030 (…) No habrá transiciones socioecológicas razonables: perdimos la oportunidad para eso, por desgracia, en los años setenta del siglo XX. Vamos hacia el colapso catastrófico de las sociedades industriales”
https://sociologiajuridica.org/2017/03/05/iberoamerica-social-repensando-las-relaciones-naturaleza-sociedad-en-un-planeta-finito/

[2] El Antropoceno: la era en que la humanidad avanza hacia la autodestrucción, de Pedro Goenaga, adaptación del artículo  de John Gowdy and Lisi Krall (2013). The ultrasocial origin of the Anthropocene. Ecological Economics 95: 137–147[

3] Idem

[4] Raúl Zibechi, la hidra capitalista:  https://www.youtube.com/watch?v=0vEyou6KL_k

[5] Raul Prada Alcoreza, mapa de conflictos socioambientales global:  https://systemicalternatives.org/2017/08/10/la-guerra-de-la-madre-tierra-i/

[6] Jprge Riechmann, Operación Noé, 2015.

[7] Luis González, en “La Espiral de la Energía”  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198753

[8] Raul Zibechi, “En vez de "extractivismo" prefiero hablar de "sociedad extractiva":
http://www.biodiversidadla.org/Documentos/En-vez-de-extractivismo-prefiero-hablar-de-sociedad-extractiva-.-Entrevista-a-Raul-Zibechi

Fuente:   Frente de Lucha por la Soberanía Alimentaria Argentina (FLSAA)

Temas: Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos

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