El maíz, corazón de la esperanza de los pueblos

Idioma Español
País México

Desde la cotidianidad más local hasta la ecología global; desde mantener una vida digna en la comunidad hasta contar con las claves para enfrentar las crisis planetarias del cambio climático, el maíz, en su enorme diversidad humana, es núcleo de posibilidades biológicas y ciencia milenaria.

Verónica Villa / Red en Defensa del Maíz-Grupo ETC

“Vinieron los conquistadores y nos sometieron y asesinaron, pero no pudieron hacernos desaparecer porque siempre tuvimos el maíz. Por el maíz sobrevivimos y mantuvimos los pies en nuestros territorios. Con el maíz en el centro de nuestra resistencia pudimos mantener nuestras lenguas, seguir escribiendo nuestras historias. Seguimos adelante como pueblos, como familias, como trabajadores, como luchadores, como comunidad, con nuestro autogobierno, porque teníamos y tenemos el maíz. Ahora, con la invasión de maíz transgénico intentan un golpe mortal a nuestra existencia, un golpe que no pudieron dar en 500 años.” Así hablaron los representantes de comunidades y organizaciones en la Asamblea de la Red en Defensa del Maíz, que tiene once años luchando contra la imposición del maíz transgénico, lo que nos ha llevado a construir una continua reflexión colectiva sobre las claves de la resistencia.

 

Aunque en 2009 el gobierno de Felipe Calderón levantó la moratoria de facto sobre la experimentación y siembra de maíz genéticamente modificado que se había establecido desde 1999, en las comunidades indígenas y campesinas la moratoria siguió y sigue vigente. Ya sea que le digan así o que su rechazo a las semillas extrañas, a los programas de gobierno o a las propuestas de la economía verde no lo califiquen de ninguna manera. Esa moratoria real se ha mantenido por voluntad comunitaria de no aceptar que les impongan semillas ajenas, ni las empresas ni el gobierno, y durante estos once años México ha seguido siendo un país donde todavía no nos vencen los transgénicos.

 

Desde la cotidianidad más local hasta la ecología global; desde mantener una vida digna en la comunidad hasta contar con las claves para enfrentar las crisis planetarias del cambio climático, el maíz, en su enorme diversidad humana, es núcleo de posibilidades biológicas y ciencia milenaria: el cultivo del maíz, de la milpa, es la materia y el tratado, es el origen y el destino. Es el secreto que se abre con la voz de quienes lo cultivan. Es corazón de la esperanza.

 

A la vuelta de casi 20 años, desde que los tratados de libre comercio despanzurraron la supervivencia nacional, a más de 10 años de que encontramos transgenes en los maíces nativos de la Sierra Norte de Oaxaca, se han ido sumando a la defensa del maíz nativo, agricultores del norte —a la mayoría de los cuales les han extinguido el derecho a guardar semillas de la cosecha—, apicultores de la península —que ven en la contaminación de su miel con polen de soya transgénica la otra devastación que buscan las transnacionales de los agronegocios—, y habitantes de las ciudades, que hasta antes del escándalo de ratas con enormes tumores desarrollados a causa del maíz genéticamente modificado pensaban que lo de los transgénicos era un problema sólo de los campesinos.

 

Las más de mil 200 comunidades que nos reconocemos en la Red en Defensa del Maíz sabemos que hacer milpa es el camino indiscutible a la verdadera autonomía, es la ruta más certera para no pedirle a nadie permiso para existir. Es lo que hace posible la defensa del territorio, de los acaparadores de tierra, agua y biodiversidad, de las mineras y otras empresas de despojo y devastación. Como si no bastara el hecho contundente de que hacer milpa significa producir nuestros propios alimentos y evadirse lo más posible del mercado, las comunidades que buscan preservar un equilibrio entre la tierra y sus moradores, entre los suelos y el sol, entre el agua y los árboles, y a fin de cuentas, entre los vivos y los muertos, son las que han mantenido a resguardo los manchones de naturaleza que harían posible la supervivencia futura de todo lo que nos mantiene con vida: cultivos, agua, aire, pero también lenguas, pensamientos, memorias, canciones y otras herramientas para navegar en la existencia.

 

“Con los años de libre comercio hemos visto el aumento de las enfermedades degenerativas entre todos nosotros: tenemos amigos, parientes, hijos con sobrepeso, diabetes, cáncer. Desde el maíz nos reconstituimos en nuestros cuerpos y nuestras comunidades. No vamos a permitir que nos arrebaten la integridad vital del maíz contaminándolo irreversiblemente con transgénicos”, dijo Joel Aquino en la clausura de la asamblea de la Red.

 

Como Red, nos preocupa la situación en que se encuentran los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas, donde se han solicitado permisos de siembra comercial de maíz transgénico en más de 2 millones de hectáreas, que probablemente sufran muchas presiones por parte de Monsanto, Pioneer o Syngenta para que siembren las variedades transgénicas, y les hemos escrito una carta pública donde les decimos a todos, sean agricultores privados, ejidatarios u organizaciones de productores, que consideren el enorme daño que estos cultivos van a ocasionar a la biodiversidad del maíz (por contaminación transgénica de las variedades del maíz), a las estrategias independientes de producción agrícola, al futuro de las familias productoras, a la seguridad alimentaria y la salud de la población mexicana, y a fin de cuentas que consideren la dependencia brutal hacia unas cuantas voraces corporaciones que se que generará.

 

Hoy compartimos el entendimiento del maíz con más y más organizaciones en todo el país, en el mundo, y con nuestras familias de las ciudades. Con ellos queremos fortalecer la moratoria de las comunidades contra los transgénicos y acelerar la recampesinización de las urbes, que va encaminándose, y que está abrevando de la bondad, de la versatilidad y adaptabilidad y las infinitas posibilidades de ésa que las comunidades llaman nuestra hija, nuestra hermana, nuestra madre maíz.

 

Así que en el norte, en la península Maya, en el centro del país y —más importante hoy— en los sitios donde no hay milpas (en las aulas del Yo Soy 132, en los campamentos, barrios, colonias y asentamientos del movimiento urbano popular) gritamos con voz más potente los argumentos contra la avalancha transgénica y en defensa de la agricultura independiente como camino para la autonomía. Así, en la asamblea pasada, las comunidades y organizaciones de la Red, declaramos 2013 como año de resistencia contra el maíz transgénico, y en defensa del maíz nativo y de la vida y autonomía de los pueblos del maíz.

Publicado el 28 de enero de 2013

Fuente: Desinformémonos

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Soberanía alimentaria

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