Las organizaciones rurales se organizan y rebrota la Vía Campesina en Argentina
Cinco organizaciones campesinas con presencia en decenas de provincias relanzaron el capítulo argentino de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), instancia continental de La Vía Campesina. Articulación para recuperar derechos, agroecología, cuidado de los territorios y soberanía alimentaria son algunos de las banderas en común.
En un contexto de ataque del gobierno nacional contra la agricultura familiar, las organizaciones campesinas argentinas vuelven a estar representadas en la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), instancia máxima de organización continental de La Vía Campesina, movimiento que representa a 200 millones de productores en todo el mundo. La asamblea constituyente ocurrió en Jocolí (Mendoza) y reunió a representantes de las cinco organizaciones que durante los últimos años se organizaron dentro de la Mesa Agroalimentaria Argentina y de la UTEP-Agraria.
“Este proceso de unidad es central frente al avance del neoliberalismo y la ultraderecha”, sostiene Carolina Llorens, representante del Movimiento Nacional Campesino e Indígena-Somos Tierra (MNCI-ST) en la flamante comisión política argentina ante la CLOC. “Caminar más unidos que nunca nos va a permitir reclamar lo que perdimos y exigir lo que nos falta”, completa Fernando Castro Schule, de la Federación Rural para la Producción y el Arraigo.
La representación argentina de la CLOC-Vía Campesina quedó conformada por el MNCI-Somos Tierra, la Federación Rural, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), la Federación Nacional Campesina (FNC) y el MNCI. Reunidos en el Centro de Formación, Educación e Investigación Campesina (Cefic-Tierra), la decisión puso fin a la falta de representación oficial que el sector campesino argentino tenía en la CLOC desde 2019, cuando se produjo la división del MNCI.
“La llegada al poder de Javier Milei urgió la articulación de la CLOC-Argentina, cuya ausencia debilitaba a la propia organización regional”, analiza Llorens. Los diálogos, que se iniciaron antes de la victoria de La Libertad Avanza, culminaron este 1 de agosto –Día de la Pachamama– con la conformación de la comisión política, donde cada organización tiene dos representantes, y el voto por unanimidad de las dos delegados nacionales ante la CLOC: Deolinda Carrizo (MNCI) y Dhanna Moyano (MNCI-Somos Tierra).

Foto: MNCI Somos Tierra
La decisión de poner a dos mujeres al frente del capítulo argentino de la CLOC es otro gesto simbólico que destaca Llorens “como respuesta al fascismo y a los discursos de odio contra los colectivos de la diversidad”. Carrizo es una histórica integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-VC) y Moyano una productora y educadora trans de Mendoza, la primera del colectivo LGTBQI en llegar a un cargo de representación nacional en la CLOC.
“Siempre un mayor grado de organización permite hacer más fuerza ante los embates, ante estas políticas de destrucción del Estado, de desmantelamiento de los institutos y de los programas para la agricultura familiar, del aparato productivo y de control, y del abuso y explotación de los bienes comunes. La unidad nos permite mirar con más claridad y pisar más firme en los reclamos y reivindicaciones”, reivindica Schule.
Lidia Furlani y Franco Campos (UTT), Alfonso Ferreyra (Federación Rural), Matías Bohl y Malvina Luera (Federación Nacional Campesino) y Gloria Mamani (MNCI) completan la representación de esta nueva etapa del capítulo argentino de la CLOC.
Unidad frente al ataque de Milei contra las organizaciones campesinas
La decisión de recuperar la herramienta política de la CLOC llega en un momento crítico para las organizaciones. Milei puso al campesinado como enemigo de su modelo y barrió con las escasas políticas públicas construidas durante los últimos años para el sector. La eliminación del Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (Inafci) es la mayor muestra de eso.
Las organizaciones campesinas tuvieron un primer gesto de unidad en 2019, cuando realizaron el Primer Foro Nacional por un Programa Agrario, Soberano y Popular. Pero tras la victoria del Frente de Todos, el MNCI, la FNC y la Federación Rural (entonces dentro del MTE-Rural) se nuclearon en la UTEP-Agraria e integraron puestos de gestión en el gobierno peronista, mientras que la UTT y el MNCI-Somos Tierra construyeron la Mesa Agroalimentaria Argentina.
La experiencia transcurrida permite mirar en retrospectiva, plantear una autocrítica y reconocer el contexto actual de duros retrocesos. “La postergación de la agricultura familiar campesina e indígena es histórica en la Argentina. Hemos venido perdiendo territorio campesino, monte nativo y calidad de vida en la ruralidad de la mano del agronegocio. Si bien las autocríticas son válidas, también lo es que las organizaciones estemos aún de pie y listas para articular ante una nueva etapa frente a políticas más sanguinarias que las anteriores”, evalúa el dirigente de la Federación Rural.

Foto: MNCI Somos Tierra
La gran disputa pendiente es el modelo de producción. Al respecto, el movimiento campesino empujó para la sanción de la Ley de Agricultura Familiar en 2014, resistió durante el gobierno de Mauricio Macri —que tuvo políticas similares a las actuales— e intentó profundizar nuevamente durante la gestión de Alberto Fernández. “Diez años se tardó en reglamentar la ley, pasaron varios gobiernos, la tensión dentro del modelo productivo y político es evidente. El poder hegemónico representado en la Mesa de Enlace y las corporaciones tiene un poder de lobby mucho más fuerte”, analiza Schule.
“La política agraria ha estado, incluso en los gobiernos populares, más centrada en la necesidad y demandas del agronegocio que en la promoción de la soberanía alimentaria”, completa Llorens y señala que frente a la gravedad de la crisis alimentaria, con productores con menor rentabilidad y sectores populares sin acceso la alimentación, lo que está en marcha es “una unidad de acción”.
El análisis del contexto actual es compartido por las organizaciones campesinas: un modelo económico territorial-extractivista, de concentración de la tierra, de reprimarización de la economía y de desarraigo. “Es cuando más necesitamos fortalecer nuestro trabajo de base y la construcción para pensar qué Estado necesitamos para la soberanía alimentaria y la reforma agraria”, convoca la integrante del MNCI-Somos Tierra.
El otro campo tiene un programa regional y global: soberanía alimentaria y reforma agraria
La vuelta formal de la representación argentina a la CLOC será durante el VII Congreso Continental que se realizará en diciembre en México bajo el lema “Frente a las crisis globales construimos soberanía alimentaria, frente al avance del neoliberalismo y el imperialismo América Latina sigue en lucha”. El encuentro marcará la vuelta de Argentina, pero también la de las organizaciones campesinas mexicanas.
“Se unen las puntas de un mismo lazo para poder conformar una CLOC fuerte frente a la amenaza de Estados Unidos, que la vivimos en el norte por la proximidad geográfica y en el sur por la proximidad ideológica”, señala Llorens y avanza sobre las posibilidades que se abren para construir otro modelo, a pesar de la destrucción realizada por Milei: “Como parte de La Vía Campesina tenemos un acumulado de capacidades, saberes, experiencias a nivel internacional, de millones de campesinos en el mundo, esa es la potencia de ser parte”.

Foto: MNCI Somos Tierra
Solo en Latinoamérica hay ejemplos valiosos del camino hacia otros modelos de producción, como la decisión de México de prohibir el maíz transgénico, el rol del Movimiento Sin Tierra en Brasil desde la vuelta de Lula Da Silva —no exento de tensiones con el fuerte lobby ruralista— o el reconocimiento del gobierno de Gustavo Petro a los derechos campesinos en Colombia, que será sede de la Segunda Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural en febrero próximo. A nivel global también se realizará el Tercer Foro Global Nyélén, que reunirá a más de 50 movimientos sociales y representantes de la producción de alimentos en Sri Lanka.
“Somos parte de las organizaciones que, en todo el mundo, están construyendo soberanía alimentaria. Somos parte de un movimiento en el que hacer agroecología para producir alimentos sanos de acceso popular no es solo una expresión de deseo sino políticas reales que sostienen al mundo. La FAO lo dice claramente: el mundo campesino es el que sostiene la alimentación, sin nuestro aporte no sería posible”, reivindica Llorens.
Schule también destaca a la transición a la agroecología como el hilo que une la propuestas de las organizaciones campesinas en la Argentina. Y agrega la construcción de las redes de comercialización como el puente que une los alimentos sanos de las organizaciones campesinas con los pequeños y medianos productores cooperativos y las poblaciones urbanas.
“La comercialización de la producción nos permite disputar el sentido del sector y la importancia que tienen el campesinado y la agricultura familiar en la sociedad para poder acceder a alimentos sanos, a precios justos, de cercanía que, a su vez, construyen a la preservación del ambiente, el arraigo rural y la reproducción cultural de la nación”, asegura el representante de la Federación Rural.

Foto: MNCI Somos Tierra
Esos ejes de producción sana y comercio justo son las herramientas que sostienen a las organizaciones frente a los embates, mientras se continúa peleando por los reclamos estructurales como el acceso a la tierra. “Hoy una reforma agraria integral parece una utopía muy lejana, pero no vamos a renunciar al derecho a la tierra para quien la trabaja”, sentencia Schule.
Llorens coincide en la centralidad de esa bandera campesina y responde a los ataques por derecha: “Es parte de las estrategias discursivas de la derecha hablar de la reforma agraria como algo del pasado. Así como hablar de ‘zurdos empobrecedores’. Lo que nos da la certeza de que la reforma agraria es central son todos los esfuerzos de la derecha para sacarlo de la agenda. En Latinoamérica es un eje que se plantea en el gobierno de Petro, está presente en el gobierno de Lula y es un tema pendiente en la Argentina. Necesitamos construir una articulación rural y urbana, no debe ser un reclamo solo de las organizaciones campesinas”, asegura.
En esa cruzada, la decisión de volver a conformar el capítulo argentino de la CLOC-Vía Campesina es para Schule la clave: “La esperanza es que La Vía Campesina y la organización mundial campesina están más fuertes que nunca. En Argentina somos cinco organizaciones ahora, pero tenemos la certeza que en este camino vamos a seguir incorporando otros colectivos de la ruralidad, construyendo el músculo necesario para acompañar los desarrollos globales. Encontrarnos en México va a traer aires renovados de estrategia, de resistencia y de alegría también. Sabiendo que, tarde o temprano, la victoria va a ser del campo popular”.
Fuente: Agencia Tierra Viva