Un tambo agroecológico entre un mar de soja
La chacra La Bonita es una referencia de la agroecología en Saladillo. Andrea Tortorolo y Gabriel Arisnabarreta llegaron a la localidad bonaerense antes del boom de la soja transgénica y, a contramano del modelo reinante, montaron un tambo agroecológico y construyen soberanía alimentaria. La vida en el campo y la militancia colectiva junto a la organización Ecos de Saladillo.
La soja transgénica aún no había sido aprobada en la Argentina. Era 1994 y, en Saladillo (Buenos Aires), el modelo de producción era de rotación entre cultivos y ganadería, la mayor parte de las explotaciones era de menos de 100 hectáreas, un cordón de chacras rodeaba el casco urbano y parte de la población vivía en el campo. En 1998, dos años después de la aprobación de la soja de Monsanto, el panorama dio un vuelco: “Nos rodeaba la soja, a solo 15 cuadras del pueblo llegaban los ‘mosquitos’ (máquinas pulverizadoras) a toda hora y volcaban los venenos sobre el ambiente”, recuerdan Andrea Tortorolo y Gabriel Arisnabarreta, ingenieros agrónomos emigrados de la ciudad de Buenos Aires a Saladillo en aquel 1994. A tres décadas de su llegada a la localidad bonaerense, su historia familiar y productiva, en la Chacra La Bonita, es un caso testigo de otro modelo de producción: la agroecología.
Con un pequeño rodeo, manejo de pasturas y bienestar animal producen 1300 litros de leche mensuales (promedio), a los que le agregan valor para transformarlos en queso, yogur y queso crema que venden en la feria verde local. Son parte del uno por ciento de la población local que permanece viviendo en el campo, en la que ahora se denomina “la capital de feedlot”, por el cambio de modelo en la cría de ganado (pasó de estar a campo al engorde de corral). La huerta agroecológica, en una porción de su campo de 14 hectáreas, abastece de verduras a la familia, mientras que la producción láctea y la venta de terneros y vaquillonas genera los ingresos suficientes para vivir.

- Foto: Chacra La Bonita
“Durante muchos años hacíamos todas las cuentas para comparar con el agronegocio, casi siempre el resultado era superior para la agroecología. Hasta hoy seguimos haciendo nuestras cuentas, pero no nos interesa hacer la comparación con el agronegocio por varias razones: es una mirada meramente capitalista, no tiene en cuenta las externalidades del agronegocio (contaminación, daños a la salud y cuestiones sociales), no queremos ir atrás de sus discursos y estamos convencidos de que hace falta un cambio de modelo por la crisis que sufre el planeta”, cuenta Andrea.
Y Gabriel completa: “La convivencia entre agronegocio y agroecología es imposible, la salida de un día para otro también. Es necesaria una decisión política firme y colectiva que asuma la crisis ambiental y civilizatoria que vive nuestro país y todo el planeta, para que marque el rumbo hacia un nuevo modelo apoyada en políticas públicas activas. Para imponer el agronegocio, todo el Estado se puso al servicio. Ahora, necesitamos lo mismo pero para la agroecología, que es el camino a un modelo con justicia social, soberanía alimentaria y protección de sus bienes comunes. Y es absolutamente posible”.
Andrea y Gabriel no solo cambiaron la ciudad por el campo y lo aprendido en la universidad por la agroecología sino que también se movilizaron por el cambio de conciencia ambiental. En 2005, formaron el grupo socioambiental Ecos de Saladillo, que abrió las redes a otras experiencias, productores y amigos, y amplió la mirada para “entender que somos parte, junto al resto de los seres vivos, de un sistema complejo e interconectado en el que además de lo productivo se suman otras dimensiones, igualmente importantes, como la social, la cultural, la económica y la ambiental”.
De la ciudad al campo, a contramano del monocultivo de soja
La decisión de mudarse al campo para “cambiar la forma de vida” fue hace 30 años atrás. Con la ayuda de la familia, compraron 14 hectáreas en Saladillo, cerca del casco urbano, que ya venía con nombre: “La Bonita”. Los saberes como ingenieros agrónomos y la experiencia de participar en huertas urbanas en la ciudad los llevó a comenzar la actividad productiva con el cultivo de verduras agroecológicas. Dos hectáreas a campo y tres invernáculos de 12 metros por 50, mientras que el resto del predio estaba destinado a cría bovina.
Consiguieron construir una red de envíos de bolsones a domicilio y que gente del pueblo se acercara a comprar a la chacra. Sin embargo, Gabriel recuerda que era difícil compatibilizar todo ese enorme esfuerzo con la vida familiar y la llegada de las hijas. “Vivíamos muy al día, casi sin vacaciones, y no era la vida que estábamos buscando”, resume.
Esas dudas coincidieron con la crisis social y económica de 2001 y cambiaron el rumbo: “Nos quedamos con la huerta para autoconsumo y cambiamos hacia el tambo agroecológico. Así empezó una nueva etapa, que 23 años después, continuamos”, completa Andrea.

- Foto: Ecos de Saladillo
Mientras Andrea y Gabriel buscaban los caminos para vivir en y del campo, la soja transgénica avanzaba y cambiaba el entorno natural en el que habían decidido construir su familia y otro modo de vida. Las plantaciones regidas por el modelo agroquímico estaban a la par de su campo, a 15 cuadras del pueblo.
Los ingenieros agronómos no solo tienen la sensación en el cuerpo de aquellos recuerdos sino que saben que ese cambio de modelo está registrado en datos. “Saladillo en 1994 se caracterizaba por tener muy subdividida la tierra, con mucha chacra donde se rotaba agricultura diversificada con ganadería a pasto. La mayor parte de las explotaciones tenían en aquella época entre 50 y 100 hectáreas y había un cordón periférico de chacras con 21 hectáreas cada una”, grafica Gabriel. El 65 por ciento de la localidad bonaerense contaba con explotaciones que tenían menos de 100 hectáreas y todavía un 20 por ciento de la población vivía en el campo, mientras que casi el 80 por ciento de las explotaciones agropecuarias rotaban agricultura con ganadería, precisan censo en mano.
“Para el 2008, con el avance del agronegocio, todo había cambiado. Sólo 15 empresas (pools de siembra) cultivaban soja como monocultivo sin rotar con ganadería y controlaban el 50 por ciento de la superficie de la tierra de Saladillo y sólo el uno por ciento de la población era rural. El avance de la soja redujo drásticamente a la ganadería a pasto (típica de toda la cuenca Del Salado) e irrumpieron los feedlots. Saladillo fue catalogado por el diario Clarín, en su sección rural, como ‘la Capital del Feedlot (engorde a corral)”, completa Andrea.
Con los agroquímicos flotando en el aire de su chacra, en el 2005, la pareja de agrónomos comenzó un camino de militancia y construcción de saber popular para impulsar la agroecología a partir de la conformación del grupo socioambiental. “Con el grupo Ecos de Saladillo empezamos a participar en encuentros socioambientales y tomar conciencia que nuestro país había optado por el agronegocio como modelo productivo principal y que esto traía consecuencias sociales, ambientales y políticas”, explican y reivindican el trabajo de los científicos de la “Ciencia Digna”, que demostraron el impacto socioambiental del modelo hegemónico.
La organización social les permitió establecer redes con otros productores, compartir conocimientos y sumarse a la feria verde de Saladillo, donde se comercializan los productos agroecológicos cultivados en la zona. “Así comprendimos que nuestra historia no era sólo como producir sino también incorporar otras dimensiones como la social, la ambiental, la política…y, entonces, llegó la agroecología”, celebran.
El tambo agroecológico, corazón de Chacra La Bonita
Cuando el modelo de negocio para el campo avanzaba con concentración de la producción y expulsión de pequeños productores, como reflejan los censos agropecuarios, Gabriel y Andrea emprendieron su tambo agroecológico. El inicio fue con pocos recursos, con ordeñe de vacas Aberdeen Angus y la alegría de aprender el oficio y obtener los primeros litros. Siguió con la prueba de pasturas y verdeos para mejorar la alimentación de las vacas y, luego, mejorar la genética del rodeo con el cruce de las Aberdeen Angus con toros lecheros Holando y Jersey.
“Uno de los pilares fundamentales que nos propusimos fue el de lograr la mayor biodiversidad posible y entender al suelo como un organismo vivo”, cuenta Gabriel y señala que para lograrlo dividieron las 14 hectáreas con alambrado eléctrico, respetando el tipo de suelo, su ubicación topográfica (loma, medialoma y bajo) y establecieron una rotación de cultivos: verdeos anuales y pasturas perennes para cada sector.

- Foto: Chacra La Bonita
Todos los cultivos de invierno se manejan asociados con leguminosas (avena con trébol rojo o con vicia, ray grass con trébol rojo, principalmente). En las lomas se abre la rotación con maíz, luego avena y praderas con perennes. En la media loma hacen un manejo intermedio, utilizando mijo como verdeo de verano y luego pasturas perennes. Mientras que en las zonas bajas mantienen los pastos naturales y siembras al voleo de lotus tenuis.
Con la experiencia acumulada de veinte años de manejo, en 2020, incorporaron 16 hectáreas de arrendamiento de una chacra vecina. “Esas hectáreas permitieron mejorar la alimentación del rodeo e incorporar la actividad de invernada de nuestros propios terneros. Además, sembramos avena con trébol rojo y maíz para cosecha”, explica Andrea sobre la producción de grano agroecológico para alimentar a terneros y a las vacas lecheras. Así el tambo cerró su manejo agroecológico con pastos y granos sin agrotóxicos.
En el caso de la avena para cosecha, combinada con trébol rojo, permite (una vez levantada la avena) incorporar el trébol rojo como abono verde para devolver al suelo parte de los nutrientes extraídos. Esa práctica se complementa con las rotaciones, la biodiversidad de cultivos, de pastos y leguminosas, y un pastoreo rotativo diario que aporta materia orgánica y contribuye a mantener al suelo vivo.
Leche agroecológica, bienestar animal y autosuficiencia
Además del manejo agroecológico completo de las pasturas y verdeos, en Chacra La Bonita continuaron con el mejoramiento de la genética del rodeo (15 vacas y un toro) para aumentar la producción lechera, cruzando las vacas negras con Holando y Jersey e incorporaron también la raza Sueca Roja. “Las primeras cruzas nos permitieron mejorar la producción de leche y el rendimiento quesero, con la raza Sueca Roja mejoramos muchísimo también la calidad carnicera de los novillos y las vaquillonas cruzadas con esta raza son excelentes madres”, explica Gabriel.
“El bienestar animal es el pilar del manejo del rodeo”, destaca Andrea. El trabajo es sin “guachera” (sin aislar a los terneros de sus madres). Solo los separan a la tarde para poder ordeñar temprano al otro día y, a medida que van creciendo, se va realizando la separación.

- Foto: Chacra La Bonita
El pastoreo cambia de parcelas de manera diaria, se hace el seguimiento de la sanidad obligatoria (aftosa, brucelosis, análisis de brucelosis y tuberculosis al rodeo) y se utilizan diatomeas como antiparasitarios en el alimento tanto de las vacas como de los terneros. “Al no haber guachera casi no hay mortandad de terneros y terneras y casi no hay diarreas, tan comunes en este tipo de actividad”, valora Andrea.
Con este manejo lograron índices de preñez y de destete superiores al 95 por ciento y entre 10 y 15 litros por vaca y por día, en un solo ordeñe. “Se realiza un solo ordeñe por día, para que el ternero esté bien alimentado junto a su madre aunque esto signifique tener menos leche para queso”, señala Gabriel. Los domingos, tamberos y vacas descansan. Y entre diciembre y febrero hay vacaciones para toda la chacra.
Arraigo, trabajo y bienestar animal. Todo se hizo posible en la chacra de Tortorolo y Arisnabarreta con el agregado de valor de la leche agroecológica: toda la producción se transforma en queso y en yogur. También comenzaron a producir queso crema. “El valor agregado y la venta de estos alimentos agroecológicos directo al consumidor en la feria local es lo que hace que la actividad sea rentable y nos permita disfrutar de la chacra”, destaca Andrea.
A la producción de los derivados lácteos se les suma el autoabastecimiento de verduras con la huerta familiar y la venta de carne bovina. “Tenemos para nuestra familia autoabastecimiento de verduras, carne, leche y derivados lácteos. Esto sumado a la venta de terneros, vaquillonas, quesos y yogur hace que podamos mantener la vida en la chacra”, celebra Gabriel.
Éxitos y obstáculos para la consolidación del tambo agroecológico
La misma experiencia con la que construyeron y ampliaron los saberes sobre el manejo del tambo agroecológico les permite reconocer los éxitos alcanzados y los obstáculos por sortear. Los ingenieros los tienen bien claros y los pueden listar:
- La competencia con la gramilla es uno de los obstáculos a vencer. A medida que pasaron los años comenzaron a notar un incremento en la cantidad de gramilla en la mayoría de los potreros y buscaron cómo convivir con ella. Sembraron especies forrajeras de rápido crecimiento, que cubrieran el suelo (básicamente raigrás anual con trébol rojo), para que actuaran junto a las rotaciones y los barbechos, tanto de invierno como de verano, controlando la gramilla. Ayudan también las heladas de invierno y los calores y secas del verano. "En los casos en que aun así hay mucha gramilla, optamos por sembrar en invierno las praderas perennes junto a cultivos acompañantes como la avena, obteniendo buenos resultados. Sin embargo, el tema de la gramilla está relacionado con otro inconveniente con el que nos topamos y es el tema de la maquinaria agrícola que utilizamos", marca Gabriel.
- La maquinaria agrícola es, entonces, otro de los obstáculos. La extensión de la chacra no justifica tener maquinaria propia, por lo que dependen de algún contratista que haga el trabajo. Pero el problema, muy grave, es que la mayoría de los contratistas rurales trabajan en grandes extensiones y no están preparados para trabajar en potreros chicos, se les dificulta incluso entrar con las maquinarias que son de gran tamaño. "En caso de alguien dispuesto a venir, aun así siempre queda la pequeña extensión para el final de la campaña y se hacen entonces los trabajos tarde o fuera de época. Lo mismo ocurre con las siembras y también con la cosecha", lamenta Andrea.

- Foto: Chacra La Bonita
Y completa con la solución que encontraron al problema: "Contamos con un pequeño productor familiar que ante el avance del agronegocio no pudo seguir trabajando tierras que arrendaba y viene a realizar los trabajos que necesitamos". Sin embargo, ese pequeño productor solo tiene un disco de doble acción con cajón sembrador, que no es recomendable porque hay exceso de labranzas, que multiplican la gramilla.
"Al no poder sembrar con sembradoras adecuadas perdemos también mucha semilla de forrajeras que quedan demasiado enterradas", agrega Gabriel y resalta: "La necesidad de tener contratistas con maquinarias adecuadas para la pequeña escala es esencial para el desarrollo de la agroecología. Deberíamos pensar en políticas públicas que ayuden tanto al pequeño productor para que pueda acceder a maquinarias propias como también a fortalecer la existencia de contratistas que trabajen específicamente en la agroecología".
- Tener tecnología apropiada para la pequeña escala es otro obstáculo, pero más sencillo de superar. En La Bonita comenzaron ordeñando a mano, pero al poco tiempo pudieron acceder a una ordeñadora mecánica de una bajada, que facilitó y agilizó el trabajo. También cuentan con una tina adecuada para la elaboración de quesos y una prensa. En este sentido, cuentan, no tuvieron problemas para acceder a esta tecnología, que resultó muy útil para el trabajo en el tambo y la elaboración de los derivados. Lo mismo con las instalaciones rurales como corrales, manga y todo lo necesario para realizar pastoreo rotativo (boyero, carreteles, hilo eléctrico y accesorios).
- Semillas y feria de comercialización de productos agroecológicos. Son dos puntos que destacan como parte del éxito de su chacra. "Cuando recién comenzamos no era tan sencillo conseguir semilla agroecológica. Hoy, en cambio, es fácil poder tomar contacto con productores que intercambian o venden todo tipo de semillas forrajeras", señala Andrea y precisa que cuentan con variedades de maíz y avena propias y compran otras forrajeras agroecológicas a otros productores. El otro punto, el de la feria verde local, Gabriel destaca poder contar con una en Saladillo. "La feria visibiliza que es posible producir de otra manera y se establece una relación estrecha con quienes compran. Consideramos que la existencia de esta feria verde que lleva adelante Ecos de Saladillo es uno de los mayores logros", celebra.
Entre todos los obstáculos y éxitos para desarrollo el tambo agroecológico, destacan un éxito: "El de poder mantener durante tantos años la producción agroecológica en la chacra, demostrando que es posible producir de esta manera y abastecer con alimentos sanos a la población, fortaleciendo además el desarrollo local y generando empleo digno en la zona y con un esquema muy fácil de replicar". Y un obstáculo sistemático: "No fueron ni las plagas ni las enfermedades de plantas y animales ni las mal llamadas 'malezas' quienes pusieron freno al desarrollo agroecológico , por lo contrario fueron principalmente cuestiones ligadas al modelo de país, a lo social y a lo político".
- Edición: Nahuel Lag
Fuente: Agencia Tierra Viva